diciembre 2015, Volumen 31, Número 4
Las mujeres en la agricultura familiar

Construcción de la sostenibilidad en Bolivia. Propuesta agroecológica de las mujeres

ANA DORREGO CARLÓN | Página 13-15
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En todos los países en desarrollo las mujeres abastecen entre el 60 y el 80% de la producción alimenticia y alrededor del 50% a escala mundial (FAO, 2011). Si bien las mujeres juegan un importante papel en la agricultura y en la seguridad alimentaria de sus hogares y comunidades, en el acceso y control de los recursos productivos son discriminadas: tienen menos tierra, de peor calidad y su tenencia es insegura. Esta inequidad es un obstáculo para el manejo sostenible de los recursos naturales y para el desarrollo rural, representando un coste real para la sociedad.

Las mujeres con la semilla están, las mujeres más cuidamos.
Campesina de Uriondo, Tarija 

El sesgo patriarcal presente en las políticas y medidas internacionales se manifiesta igualmente en el ámbito nacional y, aunque se han adoptado políticas específicas en distintas esferas, en la práctica la discriminación en el mundo campesino y en el de la alimentación se mantiene, especialmente porque las mujeres no son consideradas aún actoras económicas, productoras de conocimientos ni sujetos sociopolíticos integrales. Y esto a pesar de que estudios recientes señalan que en América Latina y el Caribe “el campo y la agricultura se feminizan” (CEPAL, FAO, IICA, 2013).

Bolivia es uno de los países con mayor población rural de América Latina, donde sistemáticamente gran parte de la pobreza está en el medio rural, asociada de manera crítica y persistente con la etnicidad y el género.

Las unidades agrícolas ocupan en conjunto una superficie cultivada de más de tres millones de hectáreas; alrededor del 94% de estas unidades se pueden considerar como pequeñas por contar con menos de cinco hectáreas, y un 52% de ellas están dedicadas a alimentos básicos producidos principalmente por campesinos (Colque, 2015). Es una producción agrícola que, por lo general, se encuentra diversificada y se combina con la actividad pecuaria, destinándose gran parte de lo que se produce al consumo de las propias familias, aunque es también común la generación de excedentes para su comercialización.

Además, como sucede en otros contextos, las prácticas agrícolas del sistema de producción campesino han demostrado su contribución al mantenimiento de la fertilidad de los suelos y a la sostenibilidad de los agroecosistemas. Estas prácticas suelen derivar de una combinación entre técnicas tradicionales y técnicas modernas como consecuencia, sobre todo, de la penetración en el mercado (Castañón, 2014).

La producción campesina-indígena utiliza la mano de obra familiar intensivamente y, aunque genera empleo, supone un esfuerzo enorme, así como altos índices de feminización de la agricultura y sobrecarga de actividades a las mujeres ya que, como consecuencia de la fragilidad de las condiciones estructurales en el sector campesino e indígena y de los medios de vida adoptados para sobrellevarlas, la pequeña agricultura comunitaria tiende a quedar sistemáticamente en manos de las mujeres.

Estudios de caso

Se han considerado para el análisis dos estudios de caso correspondientes a productoras de comunidades cercanas a ciudades de valle y vinculadas a dos de las ferias ecológicas más relevantes en Bolivia: la Bie Feria de Uriondo, Tarija, y la Eco Feria de Cochabamba.

Las ferias ecológicas surgen de las iniciativas de agricultores asociados, no asociados o de organizaciones de consumidores, como la Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia (AOPEB) y AGRECOL Andes, en el caso de Cochabamba.

La Bio Tarija se organiza en Tarija todos los sábados desde finales de 2011. Cuenta con 15 asociaciones productivas, 10 productores individuales y con el apoyo de los gobiernos municipales de Padcaya y Uriondo. La Eco Feria tiene su origen en un grupo de consumidores, se organiza todos los miércoles desde 2006 en el parque de la Torre de Cochabamba. Participan unos 50 productores y transformadores.

Discusión

A partir de los discursos se analiza una serie de puntos relacionados con la producción y comercialización bajo principios agroecológicos, considerando tanto la esfera privada como la pública dentro del ser y el hacer de las personas entrevistadas.

La producción ecológica y la decisión de practicarla:

El término “ecológico” es familiar a todas las mujeres entrevistadas ya que pertenecen a organizaciones de productores ecológicos o participan en iniciativas ecológicas como las ferias; ellas lo vinculan principalmente a la salud, a una producción sana que cuida tanto a las personas como a la tierra pensando en las generaciones futuras. En este sentido, la responsable de género de AOPEB señala el cuidado del medio ambiente y de los recursos como razones para apostar por un modelo de agricultura basado en principios agroecológicos, porque son las mujeres las más afectadas por el uso de agrotóxicos, sobre todo debido a su rol de cuidadoras. “Producir sano, sin químico, es saludable para nosotros”, menciona una productora de Tarija.

Además, según señala la presidenta de ADEZA, es una alternativa que ofrece mejores condiciones y mayores rendimientos en la parcela “porque en una superficie reducida puedes trabajar intensivamente”, además de que permite la participación de la familia sin riesgos para la salud de las personas por el uso de agroquímicos. En cuanto a la decisión de producir de manera ecológica, en la mayoría de los casos es una decisión que parte de las mujeres de la familia.

Acceso y control de recursos:

En general, las mujeres entrevistadas no son propietarias de sus tierras y el tamaño de estas es muy pequeño, oscilando entre los 300m2 y las 2,5 hectáreas. La tierra para ellas representa “una vida”, “es lo que somos, de eso comemos, todo”, dicen las productoras de la Eco Feria.

En el caso de las semillas, las mujeres son conscientes de que lo ideal es tener control sobre la procedencia y disponibilidad de semillas para la siembra de todos sus productos. Sin embargo, esto no siempre es posible por las plagas y enfermedades y debido a la falta de tiempo.

Como responsables de la producción y venta, las mujeres manejan el ingreso que estas acciones les reportan y deciden en qué gastarlo: el hogar, la alimentación, volver a producir, la educación de los hijos –mujeres y hombres– y emergencias, entre otros gastos.

Labores productivas:

En ambas zonas las mujeres suelen ser las principales responsables de la actividad agrícola y pecuaria, ya que sus esposos suelen tener otro empleo. Sin embargo, no necesariamente se reconocen en este papel, a no ser que perciban algún ingreso, pues, de manera general, su rol reproductivo está muy naturalizado y no es separable de las labores productivas que realizan. De manera específica, son las encargadas de la cría de los animales menores.

En cuanto a la actividad agrícola, las mujeres están presentes en todas las labores: preparación de abonos orgánicos y abonado, carpeo o deshierbe, aporque, y solo en las labores pesadas como el riego, la preparación de la tierra y la cosecha suelen compartir la tarea con los hombres: “Eso es su labor de trabajo de los hombres, trabajo bruto es, en la sembrada y preparada de terrenos”.

Respecto a las dificultades para la producción, se señala principalmente la falta de agua.

El destino de la producción:

La producción es diversificada y las mujeres priorizan el autoconsumo; sin embargo, en el caso de Tarija producen uva y otras frutas que, aunque también son consumidas, suelen ser principalmente para comercialización. El maíz y la papa son para autoconsumo, mientras que la arveja y las hortalizas se destinan al autoconsumo y a la venta en distintos porcentajes, ya que suele haber excedentes.

Las mujeres que participan de la Eco Feria, de igual manera, consumen lo que producen y venden papa, maíz y haba por cargas. Las hortalizas y las variedades gourmet o nativa de papa las llevan a la feria para cambiarlas por otros productos o venderlas. En este caso, la práctica del trueque es significativa.

Las productoras de la Eco Feria señalan un cambio en su forma de alimentarse desde que producen “en ecológico”: “ahora, más verduras para comer, ecológico pongo”.

Los roles en la comercialización:

La comercialización en el mercado es un rol eminentemente femenino, a no ser que sean ventas “por cargas”: “Más venden las mujeres. Los hombres no salen a vender, no quieren pues. Por miedo. Humillación entre hombres; un hombre por venderlo rápido lo remataría a cualquier precio. No tiene paciencia para vender de peso en peso”, dice una productora de Uriondo.

Las ferias ecológicas son un punto de venta alternativo y de diferenciación de los productos que permiten una relación directa con los consumidores y una opción para obtener mejores precios o, al menos, un ingreso continuo. En la Eco Feria los hombres venden, sobre todo, productos transformados.

Mercados y ferias ecológicas:

En ambos casos, la mayor parte de las ventas las realizan en la Bio Feria y en la Eco Feria (más del 60%); no obstante, también acuden a mercados convencionales donde venden de manera individual a intermediarios, en grandes cantidades (por cargas) y sin diferenciación de productos. Sin embargo, el hecho de vender a intermediarios no es siempre negativo y a veces representa un ahorro de tiempo para continuar con el resto de trabajos de la chacra y la casa.

Como principales problemas de la comercialización observan: la movilidad, la falta de un puesto para vender, las relaciones de poder entre productoras y la falta de planificación que hace que no ofrezcan variedad a los consumidores.

Si bien la participación en las ferias ecológicas ha partido de iniciativas institucionales, también ha significado un cambio en la forma de comercializar ya que, en general, las mujeres agricultoras no contaban con oportunidades de venta directa a los consumidores o estas eran precarias.

Las entrevistadas mencionan que, pese a que el ingreso no es muy grande, las ferias ecológicas son beneficiosas porque les permiten vender directamente, capacitarse, relacionarse entre productoras y fortalecer sus relaciones, además de vender mayor variedad y a mejor precio; asimismo, les sirve de distracción y se sienten satisfechas con el reconocimiento de sus productos por los clientes, así como con la posibilidad de proporcionarles un producto sano. Esto genera, además, un fortalecimiento y una relación de confianza con los consumidores que repercute en un aumento de sus pedidos y de sus ingresos. “A nosotros nos conviene tener estas ferias para vender directamente nuestros productos al precio que debe valer”, señala una productora de Uriondo; “Ya nos conocen, tengo mis caseras”, menciona una productora de la Eco Feria.

Se han observado relaciones de proximidad con los clientes y que las productoras tienen mayor confianza en sí mismas y han perdido “el miedo a la venta”, a ofrecer y mostrar sus productos como algo diferenciado, y el recelo frente al intercambio que se da entre productoras.

Las estrategias de conciliación:

La mayor y mejor participación de las mujeres en el mercado a través de las ferias y en la producción no viene acompañada de una distribución más equitativa de los roles reproductivos y productivos en el hogar. Las estrategias de conciliación que manejan son: planificar con antelación, levantarse más temprano para realizar todas las actividades, programar para los fines de semana o las tardes, delegar este rol en las hijas (sobre todo para las labores domésticas) e hijos o en otras mujeres (principalmente para la venta), y solo en algunos casos en los esposos, quienes si las apoyan es por el beneficio económico o, en el caso de las dirigentes o líderes, porque ellos también lo son: “Las tareas de la casa las hago en mi descanso”; “Lo dejo trabajado todo hasta mi vuelta. Es arduo mi trabajo cuando regreso de mis viajes” (productoras de Cochabamba).

Algunas de las propuestas que se hacen en este sentido reflejan la necesidad de organización de las mujeres y la implementación del trabajo rotativo, así como la importancia de la ayuda y el apoyo de la familia y el esposo.


Bio Tarija.

Conclusiones

En los dos casos analizados se han observado unidades familiares dirigidas principalmente por mujeres en tanto el “jefe de familia” está ausente, bien porque trabaja fuera de la unidad productiva o porque migra durante largas temporadas.

La iniciativa de producir ecológicamente es una decisión femenina y la mayoría de las mujeres ha sido capacitada como productora ecológica. Ellas son las encargadas o participan de la decisión sobre qué sembrar en los diferentes momentos. Las actividades que realizan casi con exclusividad son la selección y almacenamiento de las semillas, la siembra, el cuidado de los animales menores, la “cura” de las plantas, la cosecha, la preparación del abono y el deshierbe.

La conciencia de producción ecológica está muy presente en ellas, ya que la relacionan con una vida saludable para su familia, como una manera de cuidar la Madre Tierra y como una alternativa a su alcance para la generación de ingresos.

La tierra es uno de los recursos más conflictivos al no acceder a la titularidad, aunque existe una normativa favorable. Esta falta de acceso a los recursos productivos puede afectar el nivel de participación en la toma de decisiones, así como limitar sus posibilidades de especialización como productoras agroecológicas.

En la alimentación familiar, son ellas quienes deciden qué consumir y qué vender de lo que producen, así como qué alimentos comprar. Controlan los ingresos que ganan de las ventas y los destinan a las necesidades del hogar.

La producción diversificada ha incidido también en su alimentación al consumir alimentos más variados. La comercialización es una alternativa para visibilizar a las mujeres en la esfera pública, ya que es la única forma de que a las mujeres se les reconozca en el área rural como generadoras de ingresos. Se observa como principal problema la sobrecarga laboral y falta de tiempo para realizar todas las labores que están a su cargo, lo que limita sus posibilidades de formación y participación en la toma de decisiones.

Sin embargo, se observa que con sistemas productivos más integrales, acceso a recursos productivos y a los mercados, estas productoras se muestran más satisfechas y refieren sentir mayores mejoras personales y sociales. En este sentido, aluden a la capacidad de proporcionar una vida sana a sus hijos, a la independencia económica y generación de ingresos propios, a la producción variada de alimentos, al reconocimiento de sus saberes, al cuidado de la tierra que garantice la sostenibilidad de sus sistemas de producción y a la valoración y reconocimiento de la calidad de sus productos por los consumidores.

A pesar de que no se encuentran en este sistema ventajas en la reducción de su sobrecarga laboral, los elementos antes señalados pueden contribuir a generar el cambio y a enriquecer el concepto de la agroecología, construido en muchos casos al margen de la equidad de género.

Las ferias ecológicas, además de ser una alternativa de comercialización, son espacios de encuentro, socialización, capacitación, empoderamiento y realización de las mujeres productoras. Asimismo, se constituyen en una forma eficaz de dar mayor visibilidad a las iniciativas productivas de las mujeres, por lo que se plantea mayor incentivo para la construcción de políticas públicas que contemplen el apoyo a este tipo de comercialización como acción estratégica a nivel municipal, sobre todo en territorios donde se impulsa la producción ecológica.

Ana Dorrego Carlón
Ingeniera agrónoma con maestría en desarrollo rural-local por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Experta en desarrollo rural, agroecología y estudios de género. Se encuentra preparando su tesis de doctorado en agroecología y género. Ha trabajado en Bolivia. Actualmente, trabaja en la Asociación ANDES en Cusco, Perú.
anadorrego@gmail.com

Referencias

– Castañón, E. (2014). Las dos caras de la moneda: agricultura y seguridad alimentaria en Bolivia. Berlín: FDCL, Fundación Tierra.
– CEPAL, FAO, IICA (2013). Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas: una mirada hacia América Latina y el Caribe 2014. San José, Costa Rica: IICA.
– Colque, Gonzalo, coord. (2015). Cumbre Agropecuaria “Sembrando Bolivia”. Apuntes críticos para la agenda agropecuaria. Una breve evaluación de sus implicaciones. La Paz: Fundación Tierra.
– Elías, B. (2013). La soberanía alimentaria desde las mujeres. La-Paz: REMTE-Bolivia.
– FAO (2011). El estado mundial de la agricultura y la alimentación. Las mujeres en la agricultura. Cerrar la brecha de género en aras del desarrollo. Roma: FAO.

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