junio 2013, Volumen 29, Número 2
Nuevos mercados, nuevos valores

Viejas tradiciones, nuevas prácticas

KATRIEN VAN'T HOOFT | Página 36-38
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La edición de agosto 2012 de De Boerderij (La Granja), una popular revista para agricultores holandeses, mostró cómo “los agricultores innovadores tienen cada vez más éxito en la búsqueda de sus consumidores”.

La revista llegó a la conclusión de que más de 3.300 agricultores (de un total de 67.000 en todo el país) venden sus productos directamente a los consumidores sin pasar por los supermercados en el proceso. Y este número está creciendo rápidamente. En un país industrializado como Holanda, la antigua práctica de la comercialización directa está volviendo y en ella los consumidores juegan un papel importante.

Hace solo 60 años, el paisaje agrícola en los Países Bajos era muy similar a lo que existe hoy en día en muchos países: un gran número de pequeñas fincas familiares que combinan varios cultivos con diferentes especies de ganado para leche, carne, estiércol, tracción o transporte, y también como manifestaciones culturales. La comercialización se realizaba directamente en la finca o por medio de pequeñas tiendas. Pero hoy en día, más del 90% de los ciudadanos holandeses recurre al supermercado para sus necesidades básicas en materia de alimentación. ¿Qué sucedió en este período?

Desde la década de 1960 la agricultura holandesa ha experimentado una metamorfosis completa. Después de sufrir una severa escasez de alimentos durante la Segunda Guerra Mundial (1940-1945), en Europa se diseñaron políticas agrícolas para evitar cualquier posibilidad de que una situación similar ocurra en el futuro. El apoyo principal del gobierno se dirigió a proteger los mercados internos, facilitando el acceso a créditos y subsidios para el uso de insumos químicos. El objetivo era maximizar la producción de alimentos: la obtención de los rendimientos más altos posibles por hectárea o litros de leche por vaca por año. La implementación de estas políticas dio lugar a un período de crecimiento espectacular: en casi 50 años la producción de una granja lechera promedio aumentó 14 veces: de 37.000 litros por año en 1960 a más de 500.000 litros en 2007.

En el proceso, las fincas se han hecho más grandes, especializadas en cultivos o en ganado, con altos niveles de mecanización, y el país es famoso por sus rendimientos, sus exportaciones y su eficiencia. Junto con esto, los efectos sociales han sido igualmente espectaculares: el empleo en el sector agrícola se ha reducido 18 veces; en 2007 se necesitaba una sola persona para producir la misma cantidad de leche que había requerido 18 personas en 1960. Por otra parte, más del 90% de las fincas han tenido que cerrar, un proceso que todavía continúa hoy en día. Este proceso no solo influyó en la agricultura y el desarrollo rural sino que también implicó un cambio de la comercialización local a la dominación de unos pocos grandes minoristas y de los supermercados que tenemos hoy.

Escándalos y cadenas borrosas

Sin embargo, otra tendencia está ganando terreno poco a poco. Desde el cambio de siglo, un número creciente de ciudadanos holandeses, la gran mayoría de los cuales viven en zonas urbanas, quiere una relación más estrecha con quienes producen sus alimentos. Los padres quieren mostrar a sus hijos que la leche viene de una vaca y no de un recipiente en el supermercado. Comprar “comida anónima” en los supermercados ya no es la única opción y los vínculos directos entre agricultores y consumidores están creciendo, tanto en número como en formas. Hoy en día, un habitante de la ciudad puede, por ejemplo, optar por “adoptar” una vaca, disfrutar de un campamento en una finca o participar en una de las numerosas actividades que proporcionan un ingreso adicional para los agricultores.

Durante los últimos años, diversos factores han alimentado el interés del consumidor por conocer la fuente o el origen de sus alimentos. Dichos factores incluyen un creciente movimiento en contra de los llamados “megaestablos”, unidades de producción pecuaria industrial a gran escala que dominan cada vez más el campo holandés. Esto ha recibido una amplia cobertura de los medios de comunicación con especial énfasis en el bienestar de los animales y también en cuestiones ambientales. Últimamente, la creciente amenaza de los microbios multirresistentes, por ejemplo en la carne de ave, ha sido difundida por los medios. La gente está cada vez más consciente de que la inocuidad de los alimentos no puede darse por sentada.

Un escándalo más reciente ha sido la presencia de carne de caballo en platos preparados, etiquetados como carne de res. De repente la gente se dio cuenta de que decenas de empresas productoras en toda Europa están involucradas en la producción de sus alimentos, con ingredientes que viajan miles de kilómetros y pasan por diferentes manos y múltiples transformaciones. No en vano el cultivo de hortalizas en el jardín propio es cada vez más popular. La creación de vínculos directos con los productores agropecuarios es otra expresión de esa preocupación. Palabras como “local” y “sostenible” están llevando a los consumidores a comprar sus alimentos directamente a los productores en lugar de hacerlo en supermercados. “Local a local”, una nueva tendencia que tiene que ver con el consumo de productos de su propia región es todavía menor pero está ganando terreno.

Un informe reciente ha estimado que en la actualidad el 40% de los agricultores holandeses ha diversificado sus ingresos con actividades secundarias. Pero los agricultores también están probando diferentes iniciativas para comercializar sus productos y un número creciente de consumidores los está siguiendo.

Las iniciativas de los agricultores

Algunos agricultores se han apresurado en aprovechar la oportunidad y están desarrollando formas innovadoras de trabajar directamente con los consumidores. A menudo se ofrecen productos de calidades especiales –como orgánicos o “variedades olvidadas de verduras”– y de esta manera los agricultores atraen a grupos especiales de clientes. Otras iniciativas de marketing son las siguientes:

Tiendas de agricultores en la granja

Alrededor del 5% de todos los agricultores tienen una pequeña tienda en su granja donde venden sus productos, así como otros artículos de producción local que a menudo no están disponibles en los supermercados. Este número está creciendo y, desde 2006, las granjas trabajan juntas bajo el nombre de “tiendas del país” (landwinkels). Las redes sociales digitales juegan un papel importante en esta promoción: se estima que los agricultores que tienen una página web venden en sus tiendas el doble de los que no la tienen.

Sistemas de entrega directa de cooperativas de agricultores

Funcionan como la cooperativa de agricultores en la región Biesbosch Altena, donde los agricultores venden sus papas, queso, frutas y verduras directamente a grupos de consumidores y restaurantes. Esta cooperativa cuenta con una membresía de 100 agricultores y 160 consumidores, y este número está creciendo.

Sistemas de entrega directa de agricultores individuales

Se está volviendo muy popular en el caso de carne de vacuno: hay criadores individuales que han desarrollado un grupo de clientes a los que entregan directamente cada cierto tiempo. A menudo se utilizan razas locales de doble propósito (lácteos/carne) como la Brandrode Rund y de esta manera se promueve la diversidad animal. Algunos de los ejemplos de marketing incluyen Natuurboer uit de Buurt (Naturaleza Campesina del Barrio) y Vlees Hemels (Carne de los Cielos).

En general, los agricultores obtienen un mejor precio por sus productos cuando los venden directamente a los consumidores, algunas veces hasta 200%. Pero, según dice el agricultor Berrie Klein Swormink, quien vende carne directamente a sus clientes, esta no es la única ventaja: “Yo obtengo mayor retroalimentación y reconocimiento por lo que produzco. Se requiere más esfuerzo y no siempre se gana más, pero estás comprometido directamente con tus clientes. Es importante para mí, no solo por el dinero, sino también por el aprecio”.

El poder del consumidor

Al mismo tiempo, en todo el país los consumidores y sus organizaciones están tomando la iniciativa. Cada vez son más los consumidores que no compran sus alimentos en supermercados y que están poniendo en práctica sus ideas para lograr un mundo mejor. Como resultado, en los últimos años se ha desarrollado una amplia gama de iniciativas que involucran diversos tipos de grupos a escala local y nacional.

Semana del sabor

Evento anual que se lleva a cabo en todo el país, donde los productores y consumidores se reúnen en torno a una buena comida y se presentan nuevos productos. Como parte de esta serie de eventos, se llevan a cabo concursos para elegir a “los héroes del sabor”: por ejemplo, quién produce el mejor queso de la zona o la mejor cerveza.

Cooperativas de consumo

Administradas sin fines de lucro, que compran frutas y verduras directamente de un productor local. Los grupos de consumidores realizan pedidos y los alimentos frescos se les entregan directamente.

Tiendas en línea

Muchos sitios web diferentes presentan una visión general de todas las tiendas de los agricultores en Holanda. Algunos de estos sitios –como www.thegreenbee.nl– son visitados por miles de personas cada día. Los consumidores pueden hacer sus pedidos y los paquetes de alimentos se entregan a domicilio. Este servicio también incluye actualizaciones a través de Twitter sobre nuevos productos.

Caja de agricultores

Manjares producidos en la región y colocados en una caja, la cual los consumidores pueden pedir para ocasiones específicas. El contenido se puede adaptar de acuerdo con la fiesta o celebración y la organización o la región.

Los consumidores apoyan a los agricultores al comprar sus productos. Pero también juegan un papel muy importante pues, en muchos casos, les adelantan dinero para cubrir parte de sus costos de producción. En algunos casos, incluso invierten en nuevas tecnologías; por ejemplo, hay un programa que ayuda a los agricultores a instalar paneles solares. Los participantes en “Adopta una Vaca” son invitados a la granja dos veces al año y también se les invita a convertirse en “amigos” en las redes sociales. De esta manera los agricultores están informados acerca de los intereses y prioridades de los consumidores, lo que en ocasiones les sirve para adaptar sus prácticas de gestión. Así, por ejemplo, Koos y Monique van der Laan, de la granja lechera orgánica Beekhoeve, empezaron a mantener a los terneros con las vacas porque se dieron cuenta de que en realidad esta era una de las cuestiones que preocupaban a sus “amigos”: los consumidores.

Sin embargo, el poder más importante de los consumidores es su capacidad de influir en las políticas, aquellas a escala nacional e incluso aquellas que dan forma a las acciones de los supermercados. Esto quedó claro en septiembre de 2012, cuando la cadena de supermercados más grande de Holanda, Albert Heijn, decidió unilateralmente pagar a los agricultores un 2% menos por sus productos, a pesar de los acuerdos existentes. El Movimiento Juvenil por los Alimentos (Youth Food Movement) –la rama holandesa de la sección juvenil de la red Slow Food– hizo miles de pegatinas con la inscripción “2% de descuento” y los distribuyó enfrente de las tiendas para que la gente los pegue en los productos frescos y luego trate de pagar 2% menos. Esto atrajo gran atención de los medios de comunicación.

El número de iniciativas de mercadeo mencionadas está creciendo día a día. Muchas de ellas reviven formas tradicionales que parecían olvidadas, pero que están demostrando otra vez su valor. Instalan en agricultores y ciudadanos una sensación de orgullo y de innovación que reemplaza la dependencia.

Las preferencias del consumidor y los cambios en los patrones de comercialización asociados a estas preferencias están demostrando que son un camino viable hacia un sistema agroalimenticio verdaderamente sostenible.

Katrien van’t Hooft
Veterinaria, Dutch Farm Initiative
www.dutchfarmexperience.com

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