Con las premisas señaladas anteriormente y con la experiencia adquirida por un grupo de profesionales de las ciencias agropecuarias, en interacción con los integrantes de lo que devino en un Movimiento Nacional de Agricultura Urbana, se conformó lo que surgió como una curiosidad de cultivar las tierras, huertos, parcelas y patios ubicados en las zonas completamente pobladas, pero no ocupadas por edificaciones, parques o arbolados. Por estar ubicadas en zonas no agrícolas, estas tierras fueron desde el inicio caracterizadas como no productivas, o de baja productividad. Por esta razón se desarrolló una tecnología basada inicialmente en la formación de un sustrato orgánico, integrado por materia orgánica descompuesta, capaz de convertir a ese suelo en productivo y permitir el crecimiento de los cultivos. No se emplean fertilizantes químicos, ni se aplican pesticidas. Solamente se orientan y aplican, cuando se requiere combatir alguna plaga, los biocontroles desarrollados para cada caso. Todos estos procedimientos, desarrollados y aplicados a nivel nacional, permiten recuperar el ecosistema, realizar producciones orgánicas y proteger la salud de los consumidores.
En 1994 se creó el Grupo Nacional de Organopónicos, como sistema dirigido a incentivar y ayudar a los productores del movimiento, el que en tres años incorporó a huertos, parcelas y patios de todo el país, todos con el mismo objetivo. La producción ascendía entonces a 2.400 toneladas de hortalizas, la que se fue duplicando cada año hasta que en 2003 se produjeron 3,9 millones de toneladas. En el año 2004 se sobrepasaron los 4 millones de toneladas de hortalizas.
El éxito fue rotundo; el procedimiento se fue perfeccionando y las normas de trabajo fueron cumpliéndose como si fueran leyes. Cada familia o colectivo de vecinos responde por el área que cultiva, por su cuidado, por su utilización o por su comercialización (en caso de excedentes, después de satisfacer las necesidades del consumo familiar). Si es estatal, la tierra se otorga en usufructo, y si es particular no cultivada ni fabricada, se incentiva a cultivarla. De este modo, pequeñas áreas de la ciudad que permanecían improductivas, se convirtieron en verdaderos jardines productivos.
Aunque esta experiencia surgió con el cultivo de hortalizas en canteros (organopónicos), año tras año se incorporó el cultivo de nuevas especies de plantas o la crianza de nuevas especies de animales, y en la actualidad, exceptuando al tabaco y la papa, se cultivan o crían las principales plantas cultivadas o animales domésticos. Las plantas incorporadas al movimiento incluyen más de 56 especies de hortalizas y condimentos frescos, arroz (Oryza sativa L.), banano (Musa spp.), plantas ornamentales y flores, frutas tropicales, plantas medicinales, maíz (Zea mays), sorgo (Sorghum vulgare), frijol (Phaseolus spp., Vigna spp.), tubérculos y raíces (Ipomoea batatas, Manihot esculenta, Xanthosoma sagittifolium, X. nigrum, Colocasia esculenta, Dioscorea spp.), especies forestales, oleaginosas, y hasta café (Coffea arabica). Entre los animales se incluye la explotación de vacunos, aves, conejos, porcinos, ovinos, y caprinos, considerándose también la explotación apícola y acuícola. También se han desarrollado otras actividades dentro del movimiento (los denominados Subprogramas de Apoyo), entre los que se incluyen: la clínica veterinaria, el subprograma de producción de semilla, de riego, el de producción de abonos orgánicos y lombricultura, el de comercialización, entre otros.
Como se puede ver, la producción es muy variada y la cantidad de productos no es nada despreciable. Constituye la fuente de trabajo de un tercio de millón de personas, por lo que, además de representar un sistema ecológicamente aceptable, económicamente es de gran valor para las familias integradas en este movimiento.
Se han establecido los principios organizativos bajo los cuales trabaja este movimiento productivo, coordinado por el Ministerio de la Agricultura y supervisado, asesorado, organizado, estimulado y dirigido por un grupo de experimentados especialistas de varias instituciones y ministerios del Estado. Con visitas periódicas, ellos llegan donde todos los miembros del movimiento, durante ellas se revisa su quehacer sin cobrarles ningún servicio. Se cumple así uno de los principales lineamientos aplicados por este movimiento: «aprender enseñando y enseñar aprendiendo». De los que más saben se aprende, y los que saben enseñan. Así, en todas las visitas, se obtienen nuevos conocimientos y se enseñan y orientan nuevas técnicas, procedimientos, procesos o sugerencias, lo que propicia un constante perfeccionamiento en la tecnología de los productores que se integran en el movimiento.
La comercialización es un punto que vale la pena resaltar aquí. Cuando se trata de hortalizas de hojas y algunos vegetales y frutas, la comercialización atenta contra la calidad del producto, pues durante el transporte pierden la frescura, o se hace muy cara su conservación. Tanto la conservación como su transporte elevan el precio del producto. En la mayoría de los casos, la utilización de transporte no es necesaria en el sistema de la Agricultura Urbana, por lo que el producto llega al consumidor directamente del productor, sin el intermediario comercial que solamente encarece el producto.
La cantidad de profesionales que se ha especializado en este sistema productivo, también es considerable, y ha surgido toda una especialización, con una tecnología de alta productividad. Este sistema es el de más altos rendimientos por unidad de superficie cultivada. Todo esto ha permitido que en el Centro de Capacitación Nacional e Internacional de la Agricultura Urbana del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical (INIFAT), perteneciente al Ministerio de la Agricultura, constantemente se impartan cursos, conferencias, adiestramientos, y se brinden asesoramientos, tanto al personal cubano que pertenece a este movimiento, como a extranjeros que aplican este novedoso sistema productivo. Países como México, Colombia, Venezuela, varias naciones de las Antillas Menores, e incluso países más lejanos como Turquía, han contado con asesores cubanos contratados, envían a su personal para adiestrarse en estas técnicas de producción agroecológica o aplican ambos sistemas, con resultados positivos. Esto ha motivado que en el INIFAT se proyecte comenzar dentro de poco una Maestría en Agricultura Urbana, lo que permitirá a los interesados que mantienen relaciones con la especialización, tanto nacionales como extranjeros, adquirir este grado científico en la referida institución.
Servelio Quintero Fernández, Adolfo Rodríguez Nodals, Nelso Companioni Concepción y Arlene Rodríguez Manzano
Servelio Quintero Fernández
Investigador Titular del Ministerio de la Agricultura, Virólogo del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical del Ministerio de la Agricultura, Cuba.
Correo electrónico: squintero@inifat.co.cu
Adolfo Rodríguez Nodals
Investigador Titular, Director General del Instituto de Investigaciones
Fundamentales en Agricultura Tropical, Ministerio de la Agricultura, Cuba.
Correo electrónico: adolforn@inifat.co.cu
Nelso Companioni Concepción
Investigador Titular, Director Adjunto del Instituto de Investigaciones
Fundamentales en Agricultura Tropical, Ministerio de la Agricultura, Cuba.
Correo electrónico: ncompanioni@inifat.co.cu
Arlene Rodríguez Manzano
Investigadora Auxiliar del Instituto de Investigaciones Fundamentales en
Agricultura Tropical, Ministerio de la Agricultura, Cuba.