abril 2005, Volumen 20, Número 4
Ecoagricultura: cultivando con la naturaleza

Ecohorticultura en el Parque Pereyra, La Plata-Berazátegui, Buenos Aires, Argentina

JOSÉ ANTONIO MAIDANA, MAXIMILIANO PÉREZ, GUSTAVO M. TITO Y ELIDA R. TURCO | Página 42-45
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Los pequeños productores familiares del Parque Pereyra Iraola (ubicado 40 km al sur de la ciudad de Buenos Aires, Argentina) se han dedicado a la producción convencional de hortalizas y cría de animales de granja desde que los primeros colonos se establecieron en estas tierras en el año 1949.

En esa fecha el gobierno provincial expropió las más de 10.000 hectáreas que conforman el Parque, destinando 1.200 hectáreas para la radicación de los productores. Como contraparte, los agricultores debían pagar un canon al Estado provincial. Sin embargo, a partir de 1992, se manifestaron irregularidades administrativas que ocasionaron inestabilidad en la tenencia de la tierra, a lo cual se sumó la crisis del sector agropecuario argentino durante la década del 90 (entre 1988 y 2002, se perdieron más de 100.000 unidades productivas pertenecientes a los productores minifundistas).

En este contexto, en 1998 se iniciaron acciones para el desalojo de los quinteros, acusándolos de usurpar y contaminar el Parque con agroquímicos. Simultáneamente hubo intentos de urbanizar sus tierras, dado su alto valor, ya que se encuentran tan cerca de la capital argentina. Esta situación fue el motivo para la formación de organizaciones de productores que han resistido, con movilizaciones y peticiones ante autoridades, el desalojo de sus tierras. Por otra parte, fue evidente para los productores la necesidad de cultivar sin agrotóxicos para contrarrestar las denuncias de contaminación por agroquímicos que realizaron algunos funcionarios y la prensa local.

Los productores del Parque Pereyra Iraola
Actualmente hay aproximadamente 100 familias productoras residiendo en el Parque. Todas ellas ocupan predios que tienen entre 4 y 14 hectáreas, la mayoría son quinteros descapitalizados que no cuentan con herramientas y maquinaria adecuadas para el trabajo, incluso tratándose en algunos casos de producciones de secano, lo cual ocasiona serias dificultades para producir en el periodo estival. A pesar de la cercanía a los centros urbanos, no cuentan con luz eléctrica y los caminos se encuentran en pésimo estado. En este contexto, muchos de los productores se han visto obligados a realizar actividades extraprediales para poder subsistir, ya sea trabajando como peones en otras quintas o bien realizando diversos trabajos temporales en localidades vecinas. El inicio de la producción sin agrotóxicos

Productores del Parque Pereyra Iraola en los puestos de la Feria Franca de hortalizas sin agrotóxicos / Foto: autores

Desde mediados del año 2001 técnicos pertenecientes a la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (FCNyM) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se acercaron a un grupo de 19 productores con la propuesta de iniciar la conversión de sus predios hacia una horticultura libre de agrotóxicos. Como fruto de las gestiones realizadas entre los quinteros y el equipo técnico, se logró constituir un grupo hortícola denominado Santa Rosa, en el marco del Programa Cambio Rural Bonaerense del Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires. El equipo técnico, en condiciones de realizar asesoramiento, se consolidó a partir de la articulación institucional del mencionado Programa con la UNLP (Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria) y con la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC).

La propuesta de intervención del equipo técnico consistió en iniciar un proceso de producción hortícola sin agrotóxicos en un contexto de unidades productivas paradas o con una producción para autoconsumo. El proceso que en un comienzo reunió a un grupo de 19 productores interesados en esta propuesta, cuenta al día de hoy, luego de más de 4 años de trabajo, con tres grupos de horticultores (El Palenque, San Juan y Santa Rosa) y un grupo de agroindustrias integrado por mujeres (Pro. Fa PPe), totalizando 36 familias.

La producción sin agrotóxicos
La propuesta de intervención desarrollada por los técnicos consiste en realizar un acuerdo de trabajo con los grupos donde, en conjunto con los agricultores interesados, se rediseñe el sistema productivo. De este modo, y de acuerdo a los intereses de cada agricultor, este rediseño puede abarcar en un comienzo todo el predio o solamente un lote de la quinta.

La recomposición de los procesos naturales que se producen en un ecosistema, o un agroecosistema en estos casos, depende de la «devolución» al mismo de algunos componentes que han sido eliminados o modificados en los sistemas convencionales de producción. Esto se traduce en un aumento de la biodiversidad en el lote para así recuperar las funciones del ecosistema y capitalizarlas en la producción.

En el caso del Parque Pereyra esto ha implicado la recuperación de ciertos policultivos y asociaciones de cultivos que los antepasados de los productores desarrollaban, así como otros diseños de quinta de los cuales no se tenía conocimiento en la zona.

Entre las asociaciones de cultivo cabe destacar algunas que han sido evaluadas satisfactoriamente por los propios quinteros, como la de intercalar plantas de verdeo en los cultivos de acelga para el control de pulgones (Myzus persicae y Aphis gossypii) y evitar enfermedades, o intercalar plantas de flores, principalmente macetilla y caléndula (Calendula officinalis) entre los cultivos para reducir el ataque por plagas. En líneas generales, los productores intercalan plantas con olores fuertes (principalmente de la familia de las liliáceas) en los cultivos, ya sea planta por medio, en las cabeceras o en los surcos, para crear una barrera contra el desarrollo de enfermedades o el ingreso y ataque por plagas. Además, las flores atraen a microhimenópteros –parasitoides de varias plagas hortícolas– y son utilizadas para control biológico. A partir de sistemas de monocultivos como los que precedieron a esta propuesta, se cuenta hoy con unas diez asociaciones de cultivos diferentes dentro del Parque.

Por otra parte, en algunos lotes se ha comenzado a hacer un manejo diferente de las malezas a partir de los distintos usos que se les han encontrado. Algunas son utilizadas como abono verde, como se verá más adelante; en otros casos, para la biofumigación de lotes infestados con nemátodos o enfermedades de suelo, o bien como ‘mulch’ orgánico y preservación de la humedad del suelo entre quienes carecen de riego, además de usos alimenticios. La rotación de cultivos es también un punto importante para el manejo de la fertilidad de los lotes y el control de plagas y enfermedades.

De este modo, la biodiversidad espacial y temporal juega un rol central en la propuesta de producción sin agrotóxicos dado que, fundamentalmente, es el modo para recomponer procesos naturales tales como la conservación del suelo, reciclaje de nutrientes, polinización, provisión de hábitat para organismos benéficos y control de plagas y enfermedades. Por otra parte le permite al productor contar con varios productos para la venta y no depender únicamente del precio de un solo producto.

El segundo punto central, que forma parte de la propuesta tecnológica, es el concerniente a la fertilidad del suelo. En este sentido se están aplicando diversas técnicas, ampliamente aceptadas y difundidas entre los productores. Entre ellas, el abono líquido a base del estiércol de los animales que crían los agricultores en sus quintas (en especial aves de corral); el abono verde principalmente de alfalfa gallega (Galega officinalis, L.), una maleza ampliamente distribuida en la zona; lombricompost; agua de ortiga (Urtica sp.), y principalmente la incorporación de estiércol de gallina. En algunos casos estas técnicas son combinadas por los propios agricultores, por ejemplo: abono líquido de estiércol con ortiga, lombricompost, y/u otras malezas. El manejo del sistema es apuntalado por la adopción, desarrollo y adaptación de técnicas de control de plagas y enfermedades a partir de recursos endógenos del sistema, como son, por ejemplo, el árbol del paraíso (Melia azedarach) o el eucalipto (Eucaliptus spp.); diversas liliáceas que se cultivan en las quintas, como el puerro (Allium porrum) o la cebolla (Allium cepa); el crisantemo (Chrysanthemum morifolium), la ruda (Ruta chalepensis) y varias otras, que junto con ceniza y cal, son utilizadas como insumo para la preparación de «remedios caseros» para combatir las plagas y enfermedades de los cultivos.

A partir del éxito en la aplicación de estas técnicas los quinteros van tomando seguridad en la propuesta. Esto permite no solo que los más reacios al cambio se incorporen a ella, sino también que sean ellos mismos quienes diseñen nuevas tecnologías.

Una quinta en el Parque / Foto: autores

Propuesta flexible, económica, adaptable al contexto del productor familiar
La propuesta tecnológica que se viene desarrollando junto a los quinteros de Parque Pereyra no es una propuesta rígida que plantee una sola solución a cada uno de los problemas. Por el contrario, es flexible ya que brinda al productor los conocimientos necesarios sobre el funcionamiento de los sistemas y los fundamentos de cada tecnología. Esto le permite al agricultor no solo adoptar técnicas, sino también la recreación y adaptación de las mismas a su sistema productivo de acuerdo con su propia idiosincrasia.

A su vez, resulta mucho más económico para el quintero el emplear mayoritariamente recursos endógenos que producir de un modo convencional.

Conclusión
La propuesta de intervención se lleva a cabo en el marco de un Proceso de Desarrollo Rural Participativo en el Parque. Esto implica que simultáneamente con los aspectos tecnológicos mencionados se está trabajando en torno a los aspectos concernientes a la organización de los grupos y a la comercialización de su producción.

En junio de 2004, los cuatro grupos mencionados conformaron una asociación civil denominada «Unión de productores familiares sin agrotóxicos del Parque Pereyra Iraola», como un modo de formalizar la articulación intergrupal y fortalecerse en la lucha por la permanencia en sus predios.

En lo que respecta a la comercialización, desde un comienzo se planteó la importancia de diferenciar los productos sin agrotóxicos de aquéllos que sí los contienen. Esto implicó la diversificación comercial al incorporar canales de venta de ciclo corto y puestos grupales. De este modo se pasó de la venta en mercados concentradores o a comerciantes intermediarios de estos mercados, a los «puestos» en el Parque Ecológico Municipal y a la Feria Franca de verduras sin agrotóxicos del Parque Pereyra.

José Antonio Maidana, Maximiliano Pérez, Gustavo M. Tito y Elida R. Turco
Miembros de la Cátedra Libre Soberanía Alimentaria de la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP) y Promotores Asesores del Programa Cambio Rural
Bonaerense del Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires

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