diciembre 2017, Volumen 33, Número 4
Relación de confianza entre consumidores y agricultores

Una red de confianza tejida durante quince años: gobierno, agricultoras y agricultores urbanos

ANTONIO LUIS LATTUCA | Página 19-20
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En 2002, durante la gran crisis económica de Argentina, se implementó el Programa de Agricultura Urbana como una política pública de la municipalidad de la ciudad de Rosario, en conjunto con el proyecto Pro-Huerta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas (CEPAR). 15 años después, las Ferias, su hilo conductor, muestran su consolidación.

Feria Costa de Alta. Autor
Feria Costa de Alta. Autor

La Feria fue el hilo conductor que nos permitió concretar el primer espacio físico visible de las potencialidades de la agricultura urbana en este proceso de construcción colectiva de la agroecología en Rosario. La venta directa de hortalizas ecológicas libres de agroquímicos fue uno de los ejes con el que trabajamos desde el comienzo, mediante la relación directa entre el agricultor y el consumidor.

Las hortalizas de estación se cultivan con técnicas agroecológicas a una escala mayor que la del consumo familiar mediante la implementación de huertas grupales en los barrios. La producción ecológica no aplica sustancias tóxicas durante el proceso de cultivo, factor importante para la preservación de la salud de los huerteros y de los consumidores al estar las verduras libres de pesticidas y contaminantes. “Aprender haciendo, trabajar aprendiendo” es la metodología empleada para cumplir con las tareas productivas y desde el inicio cuidamos todo el proceso del cultivo de hortalizas en los barrios. Para ello, ha sido sustancial “la toma de conciencia, en toda la Red Huertera, de la importancia y el compromiso en que nos embarcamos al asumir el desafío de producir hortalizas con técnicas agroecológicas y comercializarlas en forma directa”.

Pensamos que las ferias serían el lugar dinamizador que nos permitiría construir espacios de participación para la apropiación de valores y formas de asociación autónomas. Este espacio social sería así el “disparador” para construir lo que proponíamos como nuevo modelo de desarrollo, donde el máximo capital serían los desocupados pobres que se iniciaban como huerteros y en las ferias venderían su producción ellos mismos a todos los rosarinos, directamente y sin intermediarios.

Junto al proceso de toma de conciencia impulsamos la generación de una red de credibilidad y confianza en los productos de la agricultura urbana rosarina. Como primer paso, elaboramos en forma conjunta con el Instituto del Alimento de la Municipalidad de Rosario, el ProHuerta INTA, el CEPAR y el Equipo Técnico del Programa de Agricultura Urbana un protocolo con todos los requerimientos técnicos y otras condiciones que debían cumplirse para la producción de las hortalizas.

Por otro lado avanzamos en el trabajo barrial concreto con los huerteros y los acompañamos en la construcción e instalación –en forma colectiva– de cercos perimetrales para proteger los cultivos, instalaciones de riego para asegurar la utilización de agua sin contaminantes y para ejecutar comunitariamente las técnicas de abonamiento orgánico, elaboración casera de preparados para la fertilización foliar de las hortalizas sembradas y el manejo de las plagas utilizando plantas repelentes y aromáticas.

Apostamos “al fortalecimiento de los mercados locales, la conformación de las redes de comercialización y al mercado social que abre y garantiza nichos de mercado que, al asegurar su propio espacio socioeconómico, generará una fuerza endógena y una mayor autonomía del sector”. Las hortalizas producidas sin agroquímicos tienen un nicho de mercado de elite, pero nosotros pretendíamos crear una forma de comercialización sin intermediación parásita y, de esta forma, democratizar y masificar el consumo de las hortalizas ecológicas producidas en la ciudad, al ponerlas a disposición de todos los consumidores a precios accesibles.

La irrupción de la “economía huertera” en el centro de la ciudad significó un cambio en sus habitantes –potenciales consumidores con poder adquisitivo– como en los mismos huerteros, pobladores de los barrios marginales o villas de emergencia. Se produjo lo que podemos denominar un descubrimiento recíproco entre ambos grupos sociales que
rompió y modificó la imagen que los consumidores tenían de que los pobres, en general, son vagos. Un cambio similar se produjo en los huerteros, pues consideraban a los habitantes del centro como enemigos o personas frívolas e insensibles.

Hoy, 15 años después, las ferias se han consolidado y forman parte del paisaje de nuestra ciudad. La Secretaria de Economía Solidaria, de la cual depende el PAU, trabaja con el concepto de la producción con valores y con la idea del contacto directo del productor con el consumidor, sin intermediación parasitaria.

Se han instalado las ferias para la venta de hortalizas como nuevos mercados que antes no existían en Rosario. Las mismas funcionan semanalmente en distintos lugares públicos centrales con gran afluencia de público, como son las plazas en cada uno de los seis distritos en que está dividida la ciudad.

Este tipo de hortalizas y plantas medicinales agroecológicas son productos especiales de alto valor, tienen gran demanda y un mercado que se está ampliando; de ser un mercado de nicho ha pasado a ser un mercado cada vez más masivo.

Feria Plaza Suecia. Autor
Feria Plaza Suecia. Autor

Las huerteras y huerteros además de vender en las ferias, elaboran bolsones semanales con hortalizas de temporada que son distribuidos a domicilio. Los parques huertas, los corredores verdes de las vías, las huertas grupales y las ecohuertas jardines, despiertan más interés y son visitados por consumidores y personas interesadas en este tipo de producción, tanto de Rosario, como de la región y del país, donde también pueden adquirir los productos.

Por otra parte, algunos integrantes de la Red comercializan sus productos por intermedio de la Compañía Natural, cuyo fin es “vincular a los consumidores identificados con los alimentos saludables con los productores agroecológicos y promover el comercio justo y el consumo responsable”. Además otros integrantes de la Red proveen de manera continua hortalizas a un restaurante gourmet y a un grupo de emprendedoras que elaboran artesanalmente dietas vegetarianas.

Se necesita seguir construyendo y creando condiciones para:

  • Valorizar el trabajo de la tierra. Pues nos proporciona todo lo que necesitamos para alimentarnos, para cuidarnos con plantas medicinales, para nuestro hábitat y paisaje cotidiano. Pero la sociedad actual lo considera un trabajo menor y como actividad del pasado.
  • Construir la imagen del trabajador de la tierra estableciendo el oficio del cuidador de la tierra y constructor del paisaje como un trabajo de excelencia, que se asocie con la trascendencia de esta actividad para el futuro porque mejora el entorno vital y contagia entusiasmo a los jóvenes por este innovador oficio.
  • Crear parques tecnológicos de agroecología urbana para la demostración y capacitación, donde se combine la producción con técnicas agroecológicas, diseño del paisaje y el hábitat, así como la utilización de energías alternativas y la construcción con materiales naturales.
  • Informar a decisores políticos, trabajadores rurales, profesionales, artistas, sociedad civil, consumidores y a los educadores, sobre los múltiples beneficios de la agroecología urbana y motivarlos para que la promuevan y la implementen como política pública agroalimentaria transversal, en el ámbito local y territorial.

Antonio Luis Lattuca
Msc. Ingeniero agrónomo. Coordinador del Área de Agricultura Urbana, Dirección de Proyectos Productivos, Secretaria de
Economía Social, Municipalidad de Rosario, Argentina.
antoniolattuca@gmail.com
agr_urb@rosario.gov.ar

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