Una red de agricultoras-experimentadoras
Inspirado por las prácticas innovadoras de tres sindicatos de trabajadores y trabajadoras rurales (Solânea, Remígio y Lagoa Seca), que con la asesoría de AS-PTA han ido desarrollando estrategias de intervención sobre la problemática de la agricultura familiar, el Polo da Borborema reorientó su actividad a principios de 2000 hacia la construcción de un proyecto colectivo de desarrollo local, con base en el fortalecimiento de la agricultura familiar y en la promoción de la agroecología.
En el transcurso de estos 15 años se fue consolidando una intensa dinámica de experimentación e innovación por medio de procesos colectivos de aprendizaje basados en la revalorización de los conocimientos locales sobre el manejo de los agroecosistemas y en la realización de diagnósticos colectivos. En el proceso se puso en juego un amplio acervo de saberes que se ha abierto a la búsqueda de nuevos conocimientos para ser utilizados en la superación de obstáculos técnicos, económicos y socioorganizativos. A lo largo de este camino se ha expandido constantemente el alcance social y geográfico de las innovaciones técnicas y socioorganizativas en el territorio.
A pesar de la exitosa trayectoria de promoción de las familias agricultoras y del paulatino involucramiento de las mujeres, la cultura patriarcal permanecía impregnada en la organización familiar e institucional, invisibilizando y descalificando sus conocimientos, su trabajo y sus logros económicos, a la vez que bloqueaba su participación y el ejercicio integral de sus capacidades. Este cuadro de desigualdades entre hombres y mujeres se convirtió en una barrera para la plena incorporación de la agroecología en la región.
En 2002 la perspectiva de género fue ganando fuerza y consistencia. La organización del trabajo de las mujeres comenzó con un diagnóstico de sus sistemas de producción en el ámbito familiar. Un grupo formado por mujeres de diferentes municipios encaró el desafío de reflexionar sobre su trabajo desde su sitio y su cotidianidad. Identificaron sus formas de inserción y su trabajo en el conjunto de las actividades de la familia, especialmente en la casa y en la organización del huerto de traspatio como principal ámbito de acción y de expresión de sus capacidades productivas. Luego identificaron sus componentes y sus múltiples funciones en el sistema productivo y la gestión doméstica, y se plantearon los principales retos de mejoramiento técnico y de visibilización social que enfrentaban, así como las formas de superar colectivamente los problemas identificados.
Al ser un área con alta densidad de familias agricultoras, Borborema pasó –y sigue pasando– por un proceso que tiende al minifundio. Así, el huerto de traspatio, un espacio fértil y con buenas condiciones hídricas, se ha ido reduciendo bajo la presión de las chacras, que acaban cercando cada vez más estrechamente a las casas. Aunque el traspatio no ha desaparecido por completo, los conflictos de interés generados por ese pedazo de tierra terminan por acentuar la vulnerabilidad económica y social de las mujeres, creando situaciones extremas de subordinación y de aumento de la pobreza.
La realización de un “Seminario regional sobre el traspatio”, que contó con la participación de 150 mujeres, impulsó un proceso de experimentación orientado a la revitalización y el reordenamiento de los traspatios. Comenzó con la revalorización y la visibilización de los conocimientos de las mujeres sobre el reciclaje, la recuperación de plantas medicinales, la revisión del papel de las cercas en la organización y optimización de los espacios, el análisis de la importancia de la crianza de animales menores para la economía doméstica, la estimación de la fertilidad del suelo y la experimentación con nuevas variedades de semillas, entre otras prácticas.
El grupo logró identificar experiencias exitosas de gestión del traspatio, las cuales fueron sistematizadas y difundidas en el seminario y, posteriormente, en una reunión ampliada del Polo da Borborema. La aparición de nuevas y más apremiantes necesidades impulsó la constitución de una Comisión de Salud y Alimentación (las comisiones temáticas –Agua, Semillas, Crianzas, Cultivos Ecológicos, Mercado– son una estrategia del Polo da Borborema para mejorar la gestión del Programa de Formación en Agroecología), un espacio para la organización, ejecución y monitoreo del proceso de formación de las agricultoras.
Con la aplicación de principios metodológicos ya profundamente integrados en la constitución del Polo da Borborema, el seminario se convirtió en punto de partida para estimular y fortalecer una dinámica de intercambio de agricultora a agricultora.
Organizadas a partir de una problemática técnica y de la motivación para superarla, las mujeres empezaron a visitar experiencias dentro y fuera de sus municipios. Así, dentro de la Comisión de Salud y Alimentación se resolvieron las condiciones materiales y socioorganizativas necesarias para adaptar y reproducir las soluciones en sus traspatios.
Después se realizaron otras investigaciones sobre la movilización, la revalorización y la profundización en la construcción de conocimientos sobre el traspatio y sobre la inserción y el significado del trabajo de las mujeres. Se realizaron estudios específicos sobre plantas medicinales, crianzas menores y frutas nativas. Asimismo, se indagó sobre la superación de la pobreza y se hicieron monitoreos económicos de las parcelas. Esta secuencia de investigaciones fue un paso fundamental para la organización y para sacar de la oscuridad los conocimientos acumulados por las mujeres que aún se encontraban dispersos, fragmentados y carentes de reconocimiento, incluso por ellas mismas.
Los estudios fueron fundamentales para retroalimentar la experimentación; además, favorecieron la libre circulación de conocimientos e impulsaron competencias para la innovación y la generación de nuevas propuestas técnicas en la organización de sus sistemas productivos. Los intercambios, por su parte, fueron esenciales para terminar con el aislamiento de las mujeres, que así pudieron encontrarse y reconocerse, haciendo posible una paulatina ruptura de las barreras culturales que las mantenían “recluidas en la cocina”. También favorecieron la afirmación de una identidad colectiva como agricultoras-experimentadoras que se convirtió en posición política al interior de la dinámica del Polo da Borborema.
La reconquista y resignificación del traspatio como propiedad y dominio de la mujer, la reorganización productiva del área y la consecuente generación de ingresos, y la adquisición de bienes –cisternas, alambradas, animales– a través de políticas públicas, pero más que nada gracias a su capacidad de autoorganizarse en Fondos Rotativos Solidarios (FRS), provocaron dos grandes cambios de percepción que fueron centrales en la consolidación del trabajo: en primer lugar, el reconocimiento del traspatio como subsistema importante dentro del sistema familiar por su capacidad de generar valor, seguridad y soberanía alimentarias y bienestar para la familia; y, en segundo lugar, al reasumir el dominio del espacio, la puesta en marcha de iniciativas exitosas de producción y generación económica y, con ello, el consecuente empoderamiento en las esferas pública y privada.
El Fondo Rotativo Solidario: una herramienta para la autoorganización
Para estimular los intercambios entre las agricultoras era necesario crear condiciones de replicabilidad de la experiencia en sus casas. Así, la Comisión de Salud y Alimentación comenzó a apoyar la organización de FRS comunitarios –sistemas económicos basados en relaciones sociales de reciprocidad y ayuda mutua y en el rescate de prácticas de intercambio preexistentes en las comunidades rurales– para permitir la instrumentación de innovaciones. Como resultado, aumentó el número de grupos de mujeres agricultoras que se fueron organizando en torno del establecimiento y la gestión de FRS entre más de 90 comunidades. En la actualidad, la red de agricultoras-experimentadoras está conformada por más de 1 300 mujeres.
Además de democratizar el acceso a las innovaciones, los FRS cumplen muchas funciones en la formación ciudadana de las mujeres, tanto en el ejercicio de la autoorganización como en la superación de las desigualdades y la opresión. Salir de la casa y volver con una posibilidad concreta de aportar beneficios que inciden en la promoción del bienestar familiar es también intervenir las redes de relaciones sociales en que las mujeres están insertas. Esto produce cambios en su relación con los demás miembros de la casa. Adquirir bienes con sus propias capacidades crea oportunidades para superar las carencias económicas, permitir la construcción de alternativas y beneficiarse con ellas.
Dona Mima, agricultora de Remígio y la producción de su huerta.
Sin embargo, el camino de superación que han construido las mujeres del Polo da Borborema no ha estado exento de conflictos. Se han exacerbado tensiones que revelaban formas de opresión y dominio sobre las mujeres, justificadas por una cultura patriarcal. Esto motivó la profundización de la reflexión sobre las desigualdades de género, pues no sería posible avanzar en la construcción de un proyecto político para el territorio sin entender y problematizar las desigualdades entre mujeres y hombres.
Superación de la opresión y las desigualdades de género
A fines de 2007, AS-PTA y el Polo da Borborema encararon el reto de buscar elementos que permitieran comprender cómo se estaban concretando los cambios en las vidas de las mujeres y cuáles eran las oportunidades y las barreras para que se hicieran efectivos, de modo que fuera posible diseñar una estrategia más clara para romper con el patriarcalismo y el machismo. Esa tarea se inició con un “Taller sobre relaciones sociales entre hombres y mujeres” que, tomando como modelo la sostenibilidad de sistemas productivos en proceso de transición agroecológica, se basó en la sistematización de tres casos representativos en los que las mujeres agricultoras asumieron roles destacados en la promoción de la agroecología. Junto a ellas se buscó reflexionar y problematizar la posición subordinada de las mujeres y descubrir y visibilizar las estrategias de superación de las desigualdades en las relaciones sociales.
Uno de los casos fue sistematizado a profundidad en el taller promovido por el Grupo de Trabajo de Mujeres de la Articulación Nacional de Agroecología. Con el asesoramiento y el liderazgo de la Comisión de Salud y Alimentación, reflexionaron sobre las formas en que se manifiestan las desigualdades en el ámbito del trabajo; sobre el uso del espacio, del tiempo, de los ingresos; y sobre el reconocimiento y las relaciones de poder. Tomaron como referencia la experiencia del empoderamiento de Vanda, considerada “mujer de la agricultura”. Se analizaron también las “puertas” –como la propia agricultora las llamó simbólicamente– que había que abrir para la superación de la condición subordinada y para la generación de una nueva forma de liderazgo. Al poner su historia de vida al servicio de la red, Vanda abrió muchas otras puertas.
Los factores de análisis construidos durante el proceso de sistematización fueron fundamentales para profundizar el trabajo en la región, incorporando explícitamente el debate sobre las desigualdades en las relaciones de género. El análisis crítico de la vigencia del patriarcado, de su perpetuación en la sociedad, permitió que los caminos para desnaturalizarlo empezaran a construirse al interior de la red de experimentación a partir de la práctica, de las creencias, de la cultura de las agricultoras y de lo que todo ello significa en nuestros días. Así, el tema empezó a construirse a partir de las historias de vida de cada agricultora. Después de Vanda, muchas otras mujeres asumieron la valentía necesaria para abrir un mundo que antes era oscuro e inaccesible.
La “Marcha por la vida de las mujeres y por la agroecología”
Desde hace seis años, el Polo da Borborema y AS-PTA vienen organizando eventos de denuncia de gran visibilidad pública sobre estas desigualdades con la “Marcha por la vida de las mujeres y por la agroecología”. Se realizó por primera vez en 2010 en el municipio de Remígio, con la participación de 700 mujeres. En los años siguientes se observó un constante aumento en el número de mujeres participantes, llegando a sumar en 2015, en la sexta edición, más de 5 000 mujeres en las calles. Es claro el movimiento a través del cual se retroalimentan el proceso de experimentación y la politización del trabajo. Si al principio se trataba de experimentadoras que salían a las calles, hoy la marcha es también un punto de partida para que muchas comiencen a buscar a sus sindicatos con el fin de integrarlos al trabajo con la agroecología.
Cada edición de la marcha es precedida por un intenso proceso de formación y sensibilización de las mujeres, pero también de los hombres que integran el movimiento y de las instancias de asesoramiento. Se realizan encuentros municipales de mujeres y se trabaja con una metodología e insumos pedagógicos diseñados para desnaturalizar los amarres culturales que determinan las diferencias sociales entre los sexos; asimismo, se estimula la realización de nuevos encuentros y conversaciones en sus grupos de FRS y de beneficio mutuo, en las asociaciones comunitarias e incluso entre vecinas.
“No hay tiempo para guardar las banderas”
En el proceso continuo de formación de líderes y equipos, el tema de la mujer se ha incorporado a todas las acciones del Polo da Borborema y de AS-PTA, que han pasado a diseñar sus programas de formación considerando las necesidades específicas de las mujeres. El éxito de este enfoque metodológico descansa muy probablemente en el establecimiento de un vínculo directo entre la experimentación y la reflexión sobre las desigualdades que ha creado un espacio de producción de conceptos nuevos, accesibles y funcionales sobre la construcción de los géneros dentro de la agricultura familiar. Una consecuencia es que las mujeres han ido ampliando su inserción en espacios públicos como las áreas de gestión del Polo da Borborema y las instancias de representación municipal, estatal e incluso nacional, conduciendo con seguridad y destreza el proyecto político.
En las palabras de las líderes del Polo, “no hay tiempo para bajar las banderas, la lucha es todos los días”. La atmósfera creada en el territorio ha permitido que las tensiones, tanto al interior de las familias como en los espacios públicos, sean constantemente abordadas. Las relaciones y la cultura van evolucionando poco a poco, y aunque la situación dista de ser ideal, es real. Lo más importante es el establecimiento del lugar de un sujeto histórico en la lucha por las transformaciones sociales, en la lucha por la vida de las mujeres y por la agroecología.
Adriana Galvão FreireAsesora técnica da AS-PTA
adriana@aspta.org.br