marzo 2014, Volumen 30, Número 1
Biodiversidad y agricultura campesina

¿Semillas o granos? Superando la dicotomía

PAULO PETERSEN, LUCIANO SILVEIRA, EMANOEL DIAS, AMAURY SANTOS, FERNANDO FLEURY CURADO | Página 13-15
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Semillas locales: base para una agricultura autónoma y productiva Adriana Galvão Freire

Cada vez más las semillas son dominio de productores profesionales, agronegocios y elaboradores de políticas. Ellos deciden qué es una buena variedad y establecen leyes que excluyen a otras variedades. A pesar de esto, organizaciones de campesinos y movimientos sociales en Paraíba, Brasil, han logrado fortalecer las políticas públicas de semillas y los sistemas descentralizados para su selección y distribución, conducidas por los agricultores mediante sus organizaciones locales. De esta manera, están abriendo el camino para otro régimen de semillas.

 

Históricamente, los cultivos siempre se han adaptado a su medio ambiente natural y cultural. El resultado es un rico patrimonio biocultural, la agrobiodiversidad. Este proceso se interrumpió cuando la maximización de los rendimientos se volvió el principal hilo conductor del mejoramiento de cultivos. Según el punto de vista dominante, se necesitan tecnologías agroindustriales modernas para crear y mantener las condiciones ambientales necesarias para que un cultivo realice completamente su potencial genético.

Política de semillas

El gobierno federal de Brasil y el del estado de Paraíba han lanzado varios programas que respondían a este punto de vista agronómico, la promoción de variedades que responden bien a la aplicación intensiva de agroquímicos. Se animó a los agricultores familiares a reemplazar su amplia gama de variedades locales de, por ejemplo, frijoles, maíz, yuca y maní, con unas cuantas “variedades mejoradas”. A medida que estas variedades se extendieron, la biodiversidad agrícola disminuyó. Este enfoque o paradigma agrícola, se institucionalizó aún más cuando nuevas regulaciones definieron qué es una “semilla”. De acuerdo con la Ley de Semillas de Brasil –alineada con los acuerdos internacionales sobre el tema– las variedades solo pueden comercializarse si son reconocidas por los institutos de investigación y las comisiones agrarias del Ministerio de Agricultura, que están fuertemente influenciados por los intereses económicos de las empresas de producción de semillas. La Ley de Cultivares del país establece los requisitos de estabilidad, uniformidad y homogeneidad de las semillas para que puedan ser registradas como variedades protegidas.

Hay varios problemas con este desarrollo. Las variedades locales tienen una alta variabilidad genética, que es exactamente lo que las hace tan resistentes al estrés ambiental. Pero estas variedades ya no son consideradas “semillas” sino “granos”. Además los agricultores tienen que utilizar variedades protegidas para poder beneficiarse de diversos programas de apoyo, lo cual desincentiva el uso de variedades autóctonas.

La dicotomía semillas-granos se ha convertido en una arena de lucha para los movimientos en defensa de la agroecología en Brasil. La producción agroecológica se fundamenta en el uso sostenible del capital ecológico de las diferentes regiones y el uso de las variedades adaptadas localmente juega un papel clave en esta estrategia. Además, contrariamente a las políticas de semillas del Estado, la agroecología apoya la creación de una agricultura cada vez más autónoma, libre del funcionamiento de los mercados de insumos y del poder corporativo del sector del agronegocio. La Articulación del Semiárido de Paraíba (ASA-PB), una coalición de organizaciones de la sociedad civil, ha desafiado esta dicotomía con la movilización de agricultores alrededor de las “semillas de pasión”: variedades locales que, a diferencia de las semillas distribuidas por los programas públicos,  están enraizadas cultural y ambientalmente.

Luchando contra la invisibilidad

Las prácticas que usan y conservan la biodiversidad agrícola en la región semiárida de Brasil son una estrategia de reproducción económica importante para los agricultores familiares. Aunque estas prácticas se llevan a cabo en todas partes, siguen siendo en gran medida invisibles, consideradas “irrelevantes” por las fuerzas ideológicas y económicas dominantes. Por esta razón la identificación y mejoramiento de la visibilidad de estas prácticas fue un primer paso crucial.

ASA-PB comenzó este proceso en 1996. En colaboración con el sindicato de agricultores locales se realizó una evaluación participativa, para identificar las variedades locales de frijol en los municipios de Solânea y Remígio. Se encontraron 67 variedades de frijoles con características diferentes, incluyendo resistencia a sequías y plagas, sabor y aceptación en el mercado. También se identificaron mecanismos, impulsados por los agricultores, que mejoran la diversidad y la seguridad de las semillas. Por ejemplo, los agricultores guardan sus semillas y las intercambian con otras familias, lo que permite la libre circulación del material genético y de los conocimientos asociados a cada variedad en las comunidades. Otro ejemplo, en la década de 1970 las comunidades eclesiales de base, ligadas a la Iglesia Católica, apoyaron el establecimiento de bancos de semillas comunitarios en la región semiárida brasileña. Estos bancos resultaron muy eficaces en tiempos de sequía, cuando se perdieron las cosechas y las reservas de semillas propias de los agricultores se agotan. El banco presta semillas a los agricultores, quienes las devuelven, con un pequeño porcentaje de incremento, después de la cosecha. Para las organizaciones dentro de ASA-PB, la comprensión de estas prácticas fue esencial para hacerlas más visibles y extender su aplicación.

Los bancos de semillas locales formaron un importante punto de partida para un nuevo sistema de seguridad de las semillas. ASA-PB estableció la Red Semillas, una plataforma de intercambio de conocimientos sobre las prácticas de siembra y conservación de la agrobiodiversidad. Esta red conecta 230 bancos de semillas en 61 municipios, que abarcan 6.500 familias campesinas en Paraíba. Durante una de las reuniones de la red, un agricultor acuñó el término “semillas de pasión”. Basado en este concepto localmente construido y luego difundido, Joaquim Santana, representante del sindicato de agricultores del municipio de Montadas dijo: “las ‘semillas de pasión’ son aquellas que son buenas, que se adaptan a nuestra realidad”, afirmando luego: “La gente solamente se apasiona con lo que le es significativo”.

La política de la Red Semillas

Semillas de pasión: obteniendo legitimación científica y reconocimiento histórico AS-PTA

La Red Semillas formó un espacio para el análisis político crítico y la promoción de alternativas. En 1993 una sequía provocó una protesta en la que ASA-PB y otros movimientos sociales desafiaron las medidas estatales, que se basaban en la idea de “combate a la sequía”. En cambio ASA-PB y otros propusieron “convivir con el semiárido”, un pensamiento eminentemente agroecológico. Como respuesta, el gobierno nacional puso en marcha una política de apoyo a los bancos comunitarios por medio de donaciones de semillas. Estas donaciones dieron un impulso a las comunidades para la construcción de nuevos bancos de semillas, pero los stocks de los bancos fueron repuestos con semillas convencionales. Después de la sequía de 1998 a 1999, los bancos locales de semillas fueron reabastecidos de nuevo con semillas convencionales, medida que fue recibida con protestas.

ASA-PB persuadió al gobierno de Paraíba de adquirir semillas de agricultores locales para el año siguiente. La iniciativa tropezó con una barrera legislativa: las semillas locales no estaban reconocidas como semillas y por lo tanto no podían ser distribuidas oficialmente por el estado a través de la red de bancos de semillas. El gobierno pasó por alto esta barrera adquiriendo las semillas como “granos” y transfiriéndolas a ASA-PB que luego las distribuyó, a través de sus mediadores, a los bancos de semillas. En 2002 una ley en Paraíba hizo posibles las transferencias directas. Cuando las variedades locales fueron formalmente reconocidas por el gobierno nacional en 2003, en gran parte como resultado de la presión ejercida por la Articulación Nacional de Agroecología, la puerta se abrió para innovaciones más progresistas en el programa gubernamental de semillas.

Una de las estrategias del gobierno de Lula da Silva para eliminar el hambre fue el Programa de Adquisición de Alimentos. Como parte de este programa, en 2003 el gobierno y las organizaciones conectadas a ASA-PB ayudaron a los agricultores a producir y distribuir variedades autóctonas que estuvieran libres de contaminación transgénica. Las semillas fueron compradas y distribuidas directamente a los agricultores. Esta experiencia confirma que las organizaciones locales pueden y deben desempeñar un papel de liderazgo en el mantenimiento del patrimonio biocultural encarnado en las variedades locales. El Estado puede apoyar el fortalecimiento de la acción colectiva orientada a la redistribución y la regulación de las reservas de semilla de las variedades locales. A pesar de los éxitos alcanzados por el programa en Paraíba y algunos otros estados, la mayoría de los programas gubernamentales de semillas continúa estando sesgada hacia el paradigma convencional, con el argumento de que ha sido científicamente demostrado que las semillas mejoradas funcionan en condiciones semiáridas y que iniciativas como las de ASA-PB, aunque deseables, no se pueden llevar a una escala que permita llegar a todos los agricultores que necesitan semillas. Esto ha llevado ASA-PB a reconocer la necesidad de involucrarse con la ciencia.

Sintonizando con un idioma diferente

Para demostrar que las variedades locales son superiores a las variedades distribuidas por los programas oficiales la Red de Semillas de ASA-PB entró en una alianza con EMBRAPA, la agencia de investigación agrícola más influyente del gobierno federal. Esto ayudó a la Red a ganar tanto aceptación en el mundo académico como legitimidad ante los funcionarios involucrados en los programas de semillas. Las organizaciones que integran la Red Semillas participaron en la investigación que siguió, la cual consistió en comparar el rendimiento de las variedades locales y convencionales.

El equipo de investigación utilizó métodos participativos para determinar qué variedades comparar, qué lugares utilizar para la prueba y cómo debería estructurarse la interacción entre los agricultores y los investigadores, de modo que los parámetros de rendimiento se identificasen conjuntamente. Estos parámetros incluyeron la calidad del grano, la sanidad vegetal, la cantidad de biomasa que una planta produce y el efecto de la asociación de cultivos.

Los resultados de los estudios mostraron que las variedades locales superaron a las variedades convencionales en todas las regiones y en cada uno de los tres años que duró el experimento. Las variedades convencionales sólo rindieron mejor en suelos muy fértiles y con mucha lluvia, que son condiciones excepcionales para la agricultura familiar en las regiones semiáridas. Se concluyó que las variedades con mejor rendimiento en un área determinada por lo general son originarias de dicha área. También se encontró que las variedades locales producen más biomasa, que es muy valorada como alimento para animales, especialmente en el clima errático de la región. Por último, la investigación mostró que las instalaciones para almacenamiento de semillas construidas por los agricultores, a menudo utilizando sólo materiales de la zona y sin pesticidas, tuvieron un buen desempeño.

Aunque la investigación confirmó lo que los agricultores ya sabían, las prácticas locales ahora han sido reconocidas científicamente. Más aún, se aprendió mucho de la interacción entre agricultores e investigadores, tanto en cuanto a contenido como metodológicamente. Esto contribuyó en gran medida a la lucha para aumentar la visibilidad de las “semillas de pasión”. Hasta ahora la experiencia en Paraíba demuestra la importancia de la movilización social para mejorar la capacidad de acción colectiva en las comunidades rurales. También muestra que el Estado puede jugar un papel importante en el apoyo  a las organizaciones y redes de la sociedad civil en la construcción de sistemas de seguridad de semillas. Estos sistemas permiten a los agricultores familiares en las regiones semiáridas construir sus propias estrategias de alimentación y nutrición y aumentar su resiliencia al cambio climático. La lucha puede abrir el camino a otro régimen de semillas, uno que se base en la realidad de los agricultores familiares.

Paulo Petersen
Cordinador ejecutivo de AS-PTA – paulo@aspta.org.br
 
Luciano Silveira
Asesor técnico de AS-PTA – Luciano@aspta.org.br
 
Emanoel Dias
Asesor técnico de AS-PTA – emanoel@aspta.org.br
 
Amaury Santos
Investigador de Embrapa Tabuleiros Costeiros
amaury.santos@embrapa.br
 
Fernando Fleury Curado
Investigador de Embrapa Tabuleiros Costeiros
fernando.curado@embrapa.br

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