abril 2011, Volumen 27, Número 1
Una nueva generación de agricultores: la juventud campesina

Liderando, innovando e incluyendo: síntesis de una experiencia de formación de jóvenes gestores en la sierra de Piura

FIDEL TORRES GUEVARA, SILVANA VARGAS WINSTANLEY | Página 26-29
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En el año 2010, la Diócesis de Chulucanas –en alianza con la Red Agua y Desarrollo, FEDEPAZ, CooperAcción y la colaboración del Instituto de la Pequeña Producción Sustentable de la Universidad Nacional Agraria La Molina (IPPS-UNALM)– inició una innovadora experiencia, orientada a generar competencias en los jóvenes de las comunidades campesinas de la sierra de Piura para la elaboración y gestión de proyectos productivos agrarios, basados en cambios tecnológicos y planes de negocio para incrementar sus ingresos.

La experiencia está aún en curso y este artículo es una síntesis del proceso. El texto resume el contexto, los principales criterios del enfoque utilizado, el contenido y metodología de la experiencia, los resultados a la fecha y las lecciones aprendidas de cara al futuro.

Contexto
Piura, un departamento del norte del Perú y el segundo más poblado después de la capital Lima, es principalmente reconocido por su mar y playas, su desierto y el bosque seco tropical donde predomina un árbol muy característico: el algarrobo de la especie Prosopis piurensis. Pero Piura alberga otros ecosistemas, entre ellos, una región andina coronada por páramos y bosques de neblina. La sierra piurana está conformada por las provincias de Ayabaca, Huancabamba y Morropón. Estas, a pesar de su gran riqueza natural, presentan los valores más bajos en términos de desarrollo humano, alfabetismo e ingreso familiar per cápita en contraste a los valores promedio de Piura. Ello impone, evidentemente, severas limitaciones a la permanencia de su población en la zona, en particular, de sus jóvenes.

Los jóvenes representan la población mayoritaria de las provincias de la sierra de Piura, pero la oferta de oportunidades de realización a través del trabajo o la educación es escasa, por lo que es muy importante promover alternativas para el desarrollo de sus capacidades, liderazgo y autogestión. En ese contexto, surge la propuesta de formación de jóvenes gestores de las comunidades de la sierra de Piura.


Cuadro 1. Listado de perfiles de proyecto elaborados por jóvenes gestores de las comunidades campesinas según ubicación geográfica

La propuesta resultó de la convergencia entre tres actores del escenario rural andino de Piura. En primer lugar, un sector progresista de la Iglesia que apuesta a la formación de líderes con capacidad de incidencia y participación ciudadana; en segundo lugar, la Red Agua y Desarrollo que fomenta el liderazgo inteligente como herramienta para la gestión política, la innovación y la formulación de políticas locales de desarrollo; y, por último, las comunidades y organizaciones campesinas que lideran la protección del ecosistema y demandan con urgencia instrumentos para su gestión. Fue así que el área de Justicia y Paz de la Diócesis de Chulucanas, a través de su proyecto de fortalecimiento de capacidades de organizaciones campesinas de la sierra de Piura, asumió la implementación del proceso.

Enfoque
En general, la propuesta de trabajo con los jóvenes gestores partió de un enfoque intercultural de desarrollo por competencias. Esta estuvo orientada por cinco criterios:

• Priorizar el rol de la pequeña agricultura en la modernidad del agro. El pequeño productor rural agrario, como agente en el mercado y ofertante de bienes, debe aprender a vivir en un mundo de continuo cambio, inventar su propio camino y conquistar su autonomía (Monroe y Arenas, 2002). Por esto, fortalecer su capacidad de gestión –individual y colectiva– es fundamental para la construcción de organizaciones y la formación de grupos de interés o cadenas de valor.
• Promover la demanda diferenciada en las comunidades: saber lo que se quiere. Para consolidar sus capacidades, las comunidades deberán disponer de destrezas para formular proyectos que expresen sus verdaderas demandas y gestionar recursos para concretizarlos. Estas destrezas pueden, en el mediano plazo, favorecer que las propias comunidades construyan sus modelos de desarrollo territorial.
• Reducir la barrera cultural en la comunicación y valoración del saber local. Los saberes locales son expresiones de la cultura de una sociedad. Agregar valor a un producto, proceso o arreglo organizativo a partir de la incorporación de estos saberes requiere comprender a cabalidad el proceso que ha conformado la estructura social y las prácticas asociadas a ella
• Aproximar la oferta y la demanda para que las partes se articulen de manera ventajosa al mercado. Esto supone propiciar un escenario en el que coevolucionen, por un lado, los productores rurales que gestionan sus conocimientos y recursos suficientes para solventar un servicio de calidad y, por el otro, los operadores de servicios con capacidad para articular al cliente –en este caso el productor– de manera ventajosa al mercado.
• Entrenar gestores para la inclusión. La apuesta de las comunidades debe ser la formación de jóvenes gestores agrarios rurales que asuman el rol de representar su propio mundo cultural frente al contexto al cual requieren articularse.

La experiencia
¿Cómo se llevaron a la práctica los criterios descritos en la sección anterior? ¿En qué consistió la formación de los jóvenes gestores? ¿Qué contenidos se impartieron y cómo se transmitieron? Para responder a estas interrogantes se describe el proceso y la metodología seguida.

El proceso de formación
Se basó en el enfoque ‘aprender haciendo’, integró el uso de herramientas de trabajo participativo y promovió la revaloración de los recursos comunitarios. Ello desencadenó un proceso de enseñanza-aprendizaje que enriqueció a todos los participantes de esta experiencia: jóvenes, facilitadores y organizadores, lográndose resultados en un plazo relativamente corto: ocho meses.

Sobre la metodología
Inicialmente, la experiencia involucró a 40 jóvenes de los distritos de Ayabaca, Huancabamba, Suyo, Pacaipampa y Paimas. Posteriormente, se integraron algunos jóvenes de los distritos de Colán, Tambogrande y Sullana. Los jóvenes participantes fueron seleccionados por sus propias comunidades. Cada comunidad seleccionó cinco jóvenes. Estos jóvenes se comprometieron a que su proceso de formación se realizaría en estrecha interacción con sus comunidades. Y, como resultado de ello, trabajarían –mes a mes– en la elaboración del producto final del proceso: un perfil de proyecto basado en las demandas y oportunidades de su propia comunidad. Su compromiso es también replicar y mejorar esta formación entrenando a otros jóvenes.

El proceso de formación consistió de cinco módulos presenciales en los que hubo exposiciones, reuniones plenarias, trabajos grupales e individuales y asesoría complementaria a los jóvenes dada por el equipo facilitador mediante visitas de campo, con el fin de reforzar los contenidos técnicos impartidos durante la fase presencial y verificar la efectiva participación comunal. Las visitas de campo fueron estratégicas para la elaboración, validación y reajuste de los perfiles. Vale destacar que, como parte del trabajo asignado para la preparación de los perfiles, los jóvenes realizaron talleres de identificación de demandas en sus comunidades. En la mayoría de los casos, dichos talleres contaron con la participación de los líderes comunales y representantes de los diversos de grupos de interés quienes verificaron la pertinencia e importancia de las propuestas contenidas en los perfiles de proyectos.

Principales resultados
A la fecha, la experiencia de formación de los jóvenes gestores ha generado diversos resultados. A continuación presentamos una síntesis de los más saltantes.


Jóvenes participantes de la experiencia
Foto: Autores

• 40 jóvenes gestores entrenados en la formulación de perfiles de proyecto. Como resultado del proceso de formación, hoy las comunidades campesinas de la sierra de Piura cuentan con recursos humanos capaces de identificar adecuadamente un problema, elaborar un marco lógico y preparar un plan de negocio. A la fecha, las juntas directivas de las comunidades han designado a los jóvenes formados como nuevos líderes de la comunidad para que den continuidad y lleven a escala el proceso de formulación de proyectos basados en las demandas de la comunidad.
• 14 perfiles de proyectos elaborados. Como resultado de su formación, los jóvenes han formulado perfiles en torno a innovación agraria, conservación de cuencas, manejo de bosques y riego (ver Cuadro 1). Los perfiles son expresión de las demandas de las comunidades y fueron validados por sus organismos de control (Asambleas, Rondas Campesinas, organizaciones internas). A la fecha, los perfiles están listos para gestionar recursos de los presupuestos participativos de sus respectivos municipios. Se espera que los perfiles de las comunidades de Yanta, Segunda y Cajas y Santa Rosa de Suyo sean los primeros en lograrlo.
• Acreditación formal de la experiencia formativa por parte de las instancias competentes. Como resultado, las instituciones involucradas lograron concitar el interés y compromiso de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) de Chulucanas. Ello permitió que el proceso de formación fuera formalmente reconocido por el Ministerio de Educación. Al culminar las 120 horas de formación, los jóvenes fueron acreditados como ‘gestores locales’.

Lecciones aprendidas
Los aprendizajes que surgieron a partir de la experiencia nos animan a formular algunas recomendaciones.

• Articular juventud y desarrollo puede facilitarse a partir de un enfoque de liderazgo, innovación e inclusión. La experiencia de formación de jóvenes gestores hizo evidente que, a partir de un eje de interés común y el uso de una metodología adecuada, el compromiso de los jóvenes puede activarse de manera sostenida. A partir de esta experiencia, se recomienda consolidar las demandas de las comunidades participantes y promover espacios de formación a nivel local y regional en los que los jóvenes continúen participando activamente, desarrollen ejercicios similares y gestionen los proyectos en beneficio de sus comunidades.
• Consolidar una visión estratégica de la comunidad debe ser un proceso basado en el reconocimiento de su identidad cultural y la autogestión. La formación de jóvenes gestores partió del supuesto de que son ellos quienes mejor conocen su contexto y, en consecuencia, son los más idóneos para identificar y plantear alternativas a favor de sus comunidades. El resultado fue exitoso. Se recomienda que los proyectos que se gestionen sean expresión de la demanda real y consensuada de la comunidad y los grupos internos de interés. Asimismo, los proyectos deben reflejar la visión de desarrollo de la comunidad y estar articulados a sus planes estratégicos.
• Involucrar a los agentes estratégicos es clave para la sostenibilidad de la experiencia. A lo largo del proceso, la formación de jóvenes gestores enfatizó la importancia de promover grupos de interés de acuerdo a la oferta ambiental de las zonas ecológicas y a las oportunidades económicas existentes. En ese sentido, se sugiere que la gestión de los proyectos promueva la activa participación de los grupos de interés y concuerde con las demandas y propuestas comunales relativas a los presupuestos participativos y planes de ordenamiento territorial. En suma, los proyectos pueden ser valiosas herramientas de gestión para la participación efectiva de las comunidades en el gobierno local y regional.
• Reflexionar para participar y participar para incidir: la clave del proceso de aprendizaje. Esta experiencia de formación de jóvenes permitió que ellos mismos reflexionaran colectivamente en torno a las prioridades de sus comunidades. No obstante, ese fue solo el primer paso. El siguiente paso fue promover la participación para incidir en la toma de decisiones. Así, el proceso demostró que la reflexión anima a conocer más y que cuando se conoce, el colectivo se siente capaz y exige ser escuchado. Como resultado, la organización comunal inicia su tránsito a la autonomía.

Evidentemente, sería un exceso pretender que la experiencia concluye con la presentación de los perfiles elaborados por los jóvenes; estos son solo un medio para la generación de nuevas oportunidades para ellos y sus comunidades. En buena cuenta, los perfiles son el resultado de un ejercicio de aprestamiento para organizar sus demandas, saberes locales y construir sus propios modelos de desarrollo e implementarlos. No obstante, el haber echado a andar el proceso es una buena señal acerca de lo que vendrá.

Fidel Torres Guevara
Red Agua y Desarrollo, Piura, Perú
Correo-e: ftorres106@gmail.com

Silvana Vargas Winstanley
Instituto de la Pequeña Producción Sustentable, Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima, Perú (IPPS-UNALM)
Correo-e: svargas@lamolina.edu.pe

Referencias
– Fundación Ecuménica para el Desarrollo y la Paz (FEDEPAZ). (2009). El milagro del agua en Piura. Lima: FEDEPAZ.
– González, Ernesto. (2009). Manual de Gestión Política: Introducción a la Gestión Política. Lima: Fundación Friedrich Ebert.
– Monroe, Javier y Fabrizio Arenas. (2002). ¿Somos iguales?: Un aporte para el diálogo sobre la identidad cultural en las escuelas de la sierra del Perú. Lima: Coordinadora de Ciencia y Tecnología de los Andes (CCTA).
– Pomareda, Carlos; Fernando Ezeta y Hugo Fano. (1999). Estrategia para la innovación tecnológica y la competitividad en la agricultura peruana. Documento de trabajo para el Proyecto de Investigación y Extensión Agrícola – PIEA INCAGRO.
– Vásquez, Leopoldo; Josefa Escurra y Alexander Huamán. (2010). Los Algarrobos del Perú. Chiclayo: Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo y PIEA INCAGRO.

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