marzo 2003, Volumen 18, Número 4
Las mujeres asumen el cambio

El enfoque de género: lecciones de una ONG mexicana

MARÍA DE LAS MERCEDES ROCHA, MARÍA TERESA MURGUÍA, EMMA ZAPATA, VERÓNICA VÁZQUEZ Y BEATRIZ MARTÍNEZ | Página 28-29
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El tema de género y ambiente toma relevancia a partir de los años setenta, con el surgimiento de estudios sobre el papel de las mujeres en el desarrollo y el creciente debate sobre la crisis ambiental del planeta.

Una de las mujeres participante del proyecto “Manejo Integral del Solar” / Foto: M. de Las Mercedes Rocha

En 1984, dicho tema pasa a ser parte de la agenda internacional de manera formal, cuando el Programa del Medio Ambiente de la ONU impulsa una iniciativa para fortalecer la participación de las mujeres en el manejo de recursos naturales (Braidotti, 1994). Asimismo, tanto en la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) como en la Conferencia Internacional de Mujeres (Beijing, 1995) se hacen referencias explícitas a la necesidad de diseñar programas de desarrollo sustentable con equidad de género, que conduzcan a un mayor acceso y control de los recursos por parte de las mujeres (Salazar, 1999).

Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) han jugado un papel muy importante en el proceso de diseño y ejecución de estos programas, incorporando el enfoque de género a su trabajo. Pero esta incorporación no se ha dado sin problemas. Aguilar et al (1997) han identificado varios “nudos” para que esto sucedade forma efectiva. Entre ellos está la falta de horizontalidad en el enfoque, entendida como la aplicación de los principios de equidad de género en todas las dimensiones y actividades realizadas por la institución. Asimismo, las ONG frecuentemente carecen del personal calificado, por lo que las mujeres de la institución asumen la enorme carga de aplicar el enfoque de género, simplemente por su sexo femenino. De igual forma, las mujeres de los grupos meta son vistas como un recurso para lograr, por ejemplo, una mejor alimentación y salud de sus familias, pero sus necesidades como personas no son tomadas en cuenta. Todo lo anterior trae como consecuencia que la incorporación del enfoque de género sea parcial y fragmentada, y que no se logren “las transformaciones sociales que se requieren” (Aguilar et al, 1997: 27).

El objetivo de este trabajo es analizar la forma en que Educación, Cultura y Ecología, A.C. (EDUCE), una ONG mexicana, trabaja el enfoque de género en sus programas y proyectos. Nos interesa resaltar en particular dos aspectos: los intentos por lograr la transversalidad de dicho enfoque, y los esfuerzos por impulsar un cambio en las relaciones entre mujeres y varones. Nuestros datos provienen de documentos de la ONG, de observación participativa en varios talleres y reuniones, de las historias de vida de dos promotoras, de una entrevista grupal y de 23 entrevistas individuales con asesoras, promotoras y mujeres de las comunidades.

EDUCE

EDUCE se conformó en 1989, pero se constituyó legalmente como Asociación Civil en 1992. Se define a sí misma como una institución sin fines de lucro ni filiación política o partidista, que se dedica a la promoción y gestión de proyectos de desarrollo. EDUCE tiene varias áreas de influencia en el país. La que compete a este artículo es la región de Los Chenes, ubicada en el municipio de Hopelchén, Campeche. Según el censo de población de 2000, en este municipio viven 31.220 personas pertenecientes a la etnia maya, la mayoría de las cuales se dedican a la agricultura de subsistencia (siembra de maíz), la cría de animales domésticos, el cuidado de hortalizas y frutales en el solar, la apicultura y la extracción de látex de chicozapote (Manilkara zapota)

EDUCE cuenta con un equipo interdisciplinario (especialistas en comunicación, economía, desarrollo rural, agronomía, medio ambiente educación, antropología y contabilidad) que se propone fomentar el desarrollo regional y mejorar la calidad de vida de las personas mediante el acompañamiento de proyectos productivos, ambientales y educativos. Utilizan una metodología participativa, que parte del autodiagnóstico comunitario y tiene como fin llegar a la gestión y control local de los proyectos.

El enfoque de género

EDUCE desarrolla cuatro líneas de trabajo en Campeche, con cinco programas en 14 comunidades del municipio de Hopelchén. Los proyectos son definidos con la población participante mediante autodiagnósticos; en algunas comunidades, hay más de un proyecto. En este trabajo hablaremos de tres programas con referencia a algunos de los proyectos que realizan las organizaciones asesoradas por EDUCE.

El primer programa es el de Manejo Sustentable de Recursos Naturales (MSRN), con énfasis en actividades agroforestales. Su principal objetivo es organizar y capacitar para la producción sustentable, de tal forma que las familias campesinas se beneficien del consumo y la venta de sus productos a lo largo del año, con beneficio del desarrollo local. Los participantes son 393 varones de 13 comunidades diferentes.

El segundo programa se denomina Manejo Integral del Solar (MIS) y cuenta con tres componentes: vegetal (hortalizas, frutales, forestales, plantas medicinales y ornamentales), animal (aves y porcinos de traspatio) y tecnológico (sanitarios secos aboneros, captación de agua de lluvia, recuperación de tecnologías alternativas para procesamiento o cosecha de productos del solar o las parcelas). Su objetivo es que “los grupos de mujeres organizadas” realicen el MIS a través de esquemas de producción sustentable, que permitan la autosuficiencia alimentaria y que contribuyan en la prevención de enfermedades y protección del medio ambiente”. El programa contempla dentro de los objetivos específicos el empoderamiento de las mujeres; 220 mujeres de seis comunidades participan en este programa.

Agroindustrias Rurales con Mujeres (ARM) es el tercer programa. Trabaja con cinco grupos en etapas distintas de formación: el de producción de miel, panadería, elaboración de mermeladas y conservas, artesanías de “jipijapa” (fibra de las hojas del bombonaje) y de palma, y un molino comunitario. El objetivo de estos proyectos es la generación de ingresos y la capacitación de las mujeres en lo productivo, organizativo, administrativo y comercial. Este programa pretende también el empoderamiento de las mujeres a través de estas actividades. Las mujeres que participan en alguna de estas agroindustrias suman un total de 34.

Como puede verse, hay una clara separación entre los proyectos de los varones y los de mujeres, lo cual reproduce la división entre el espacio público masculino (la parcela) y el privado femenino (el solar). Asimismo, las actividades femeninas de generación de ingresos son una extensión de los roles tradicionales de género, pues tienen que ver con la preparación de alimentos. Es decir, la visión de papeles femeninos y masculinos ha predominado en el diseño de los proyectos, ya que los intereses que manifiestan mujeres y varones con respecto a las actividades que desean emprender están mediados por los conceptos tradicionales de género. En este sentido, la ONG se ha visto inmersa en el dilema de respetar los procesos propios de las mujeres y la solicitud de proyectos que, desde su perspectiva institucional, reproducen la desigualdad de género. Esta situación se ha dado más de una vez en otras partes del mundo y conviene reflexionar sobre las formas en que las ONG pueden enfrentar una situación como ésta. Por su parte, EDUCE ha respondido con diversas medidas, las cuales describimos a continuación.

Primero, la ONG no ha perdido de vista el hecho de que los espacios creados por y para las mujeres, aunque tradicionalmente femeninos, abren el camino para otro tipo de procesos. Se espera que a partir de su participación en los proyectos, las mujeres tomen conciencia de su papel en la sociedad y los derechos que tienen como mujeres. Para lograrlo, EDUCE acompaña los procesos productivos y organizativos con talleres de género, que se centran en el empoderamiento, la participación ciudadana y la identidad femenina. La asistencia a los talleres es voluntaria, es así que aproximadamente el 55% de las mujeres de los grupos productivos asisten a este tipo de capacitación, la cual ha tenido resultados notables que describiremos más adelante.

En un taller sobre género, componente del proyecto “Manejo Integral del Solar” / Foto: M. de Las Mercedes Rocha

EDUCE también ha tratado de incorporar a la familia entera en las actividades del solar, invitando a los varones a integrarse a las asambleas. La estrategia ha generado mayor conciencia entre las mujeres y cierta participación masculina, pero la idea que el trabajo de traspatio corresponde a las mujeres y que los varones no tienen nada que aprender en asambleas dirigidas por mujeres, aun persiste entre la población masculina.

La integración de grupos de trabajo mixtos (mujeres y varones) ha sido parte de la estrategia de EDUCE para transformar los conceptos tradicionales de género, pero las mismas mujeres se resisten a formar parte de un grupo mixto, ya que el espacio del proyecto lo viven como propio. Frente a esta situación, la visión a largo plazo de EDUCE ha sido la de otorgar poder a las mujeres en lo individual y en lo colectivo, para que, si así lo desean, puedan interactuar o formar parte de grupos mixtos en este proceso (el primer grupo mixto ha sido formado por promotores y promotorascomunitarias que están impulsando un proceso regional de MSRN y Derechos Humanos). Las mujeres organizadas participan actualmente en negociaciones con el gobierno municipal para impulsar un proceso de desarrollo regional sustentable a través de la Red de Organizaciones Cheneras.

A pesar de todas las limitaciones, las mujeres mayas de Hopelchén han logrado cambios significativos en sus vidas. Las que asisten regularmente a los talleres de género, han comenzado a verlos como una necesidad porque “es muy bonito y aprendemos muchas cosas ahí”. Estas mujeres comienzan a decidir sobre ellas mismas y se sienten seguras de lo que hacen. Para la mayoría de ellas han sido claves los talleres sobre derechos de las mujeres y salud reproductiva, así como los de violencia intrafamiliar, poder y participación ciudadana y autoestima. Algunas de ellas tienen claridad sobre lo que pueden lograr como colectivos de mujeres y están orgullosas que se les reconozca como grupos que saben luchar por lo que les corresponde: “Si nosotras no supiéramos eso, cómo íbamos a defendernos, no podríamos defendernos porque no sabemos cuáles son nuestros derechos. Lo primero que iban a decir es: “¡Ah, son mujeres. Son mujeres y ya!”. Pero no, ahora ya sabemos cómo defendernos, que sí tenemos derechos como mujeres, valorar lo que somos, qué límite tenemos como mujeres. Para mí, el trabajo de género es muy importante, muy bonito.”

No es de sorprenderse que, dada la dinámica de trabajo que se ha dado con EDUCE, ellas muestren más avance que sus parejas. Esto se manifiesta en el hecho de que la división sexual del trabajo al interior de la familia no ha sido modificada. Es decir, las mujeres siguen siendo las encargadas de todo el trabajo doméstico, a pesar de su creciente participación en la generación de ingresos a través de la agroindustria. En caso de que ellas tengan que asistir a alguna reunión, los maridos se encargan del cuidado de hijos e hijas (algo que antes no hacían), pero no hacen labores domésticas. A pesar de su doble jornada, las mujeres defienden su participación en espacios públicos y sostienen que tanto el trabajo fuera de la casa como el doméstico, deben de ser compartidos entre varones y mujeres.

Es interesante resaltar que entre las mujeres que no asisten a los talleres, no se observan cambios en la percepción de sí mismas y de los roles de género. La diferencia entre las que sí asisten y las que no lo hacen está en su capacidad de expresar ideas; las primeras tienen más facilidad para articular sus respuestas. Esto hace pensar que EDUCE se encuentra en el camino acertado, pero hace falta incorporar a más mujeres y varones en este tipo de talleres. En realidad, de 254 mujeres que participan en las agroindustrias y el programa MIS, sólo cerca de la mitad (120) asisten a talleres de género. Si a éstas sumamos los 393 varones que participan en el programa de MSRN, el porcentaje de personas que han experimentado transformaciones en sus identidades de género es de 18.5%, y la inmensa mayoría son, todavía, mujeres.

Sin embargo, hay que reconocer los esfuerzos hechos por EDUCE para integrar las actividades de mujeres y varones así como el éxito de los talleres de género para algunas mujeres. Habrá que mantener la visión de largo plazo y seguir buscando respuestas creativas a los obstáculos que se presenten.

María de las Mercedes Rocha, María Teresa Murguía, Emma Zapata, Verónica
Vázquez y Beatriz Martínez. Contactar a: Dra. Verónica Vásquez García, Departamento de Desarrollo Rural, Colegio de Posgraduados, Carretera Federal México-Texcoco Km 36,5, Montecillo, EDOMEX 56230, México. Correo electrónico:
vvasquez@colpos.mx

Referencias
– Aguilar Revelo, Lorena. 1998. Lo que comienza bien termina mejor: elaboración de propuestas con enfoque de género. San José, Costa Rica: ABSOLUTO, Unión Mundial para la Naturaleza, Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Serie Hacia la Equidad.
– Aguilar Revelo, Lorena; Rocío Rodríguez Villalobos y Guiselle Rodríguez. 1997. Nudos y Desnudos. San José, Costa Rica: Area Social, Unión Mundial para la Naturaleza, Oficina Regional para Mesoamérica.
– EDUCE, s.f. Proyecto participativo de desarrollo integral den la región de los Chenes. Mimeo.
– Méndez, José Luis. 1998. “Introducción”. En: Méndez, José Luis (Coord.) Organizaciones civiles y políticas públicas en México y Centroamérica. México: Grupo Editorial Miguel Angel Porrúa.
– Bebbington, Anthony; Graham Thiele; et al. 1993. Non-Governmental Organizations and the State in Latin America. Rethinking roles in sustainable agricultural development. Londres: Routledge, Overseas Development Institute.

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