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La experiencia de La Verdecita, en Santa Fe, Argentina, es una muestra de los alcances que puede tener el proceso de organización de las mujeres que empieza en la producción y el sostén de la vida doméstica y llega hasta la lucha política por los derechos humanos en un contexto fuertemente presionado por los intereses de la gran agroindustria.


La Verdecita es una granja agroecológica ubicada en un área periurbana de la ciudad de Santa Fe, capital de la provincia homónima, emplazada en la región central del país.
Por la fertilidad de sus suelos y características climáticas, la provincia de Santa Fe ha sido históricamente asiento de la agricultura industrial y, en la actualidad, cuna de la producción de soja (Glycine max) transgénica orientada principalmente a la elaboración de piensos para la alimentación de ganado en China y, en menor medida, a la producción nacional de agrocombustibles.El colectivo La Verdecita, que surge en 2002, se caracteriza por agrupar a agricultoras y agricultores sin tierra, la mayoría inmigrantes de las provincias del norte y países limítrofes, que se encuentran asentados en lo que alguna vez fue el Cinturón Hortícola de la ciudad; a consumidores y consumidoras urbanos; a un núcleo de apoyo técnico conformado por profesionales de instituciones locales; a estudiantes universitarios, y a vecinas y vecinos que se sienten convocados por una permanente y amplia oferta de actividades vinculadas con la consecución de los derechos a la alimentación, a la justicia ambiental y a la igualdad de género.

Las mujeres del colectivo La Verdecita habitan en el corazón de la pampa sojera, donde los intereses del monocultivo reúnen a casi la totalidad de las fuerzas vivas y compiten con la producción de alimentos básicos. En esta región, además, las fumigaciones con glifosato enferman tanto a las personas como al medio ambiente, causando serios problemas a la sociedad en general y muy especialmente a las mujeres empobrecidas que deben ejercer sus responsabilidades de cuidado de la salud y la alimentación de su familia y su comunidad bajo esas condiciones por mandato patriarcal.

El núcleo dirigente que dio origen a La Verdecita estuvo integrado por mujeres urbanas profesionales con amplia trayectoria feminista y gremial, quienes desde la década de 1970
participaron en el Centro de Integración y Actualización de la Mujer (CIAM) y durante los años 80 integraron el Sindicato de Amas de Casa de Santa Fe, que llegó a tener 82 sedes en la provincia, con 80 000 afiliadas. Su líder indiscutible fue Chabela Zanutigh, fallecida en 2018. Si bien sus intereses en esos años se centraban principalmente en la lucha por la Ley de Divorcio, por el reconocimiento del trabajo doméstico a través de la jubilación de “las amas de casa” y por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, es a partir de la crisis socioeconómica y alimentaria que experimentó Argentina a principios del milenio, y luego de su salida del sindicato, que empiezan a conformarse como colectivo con los objetivos rectores de la soberanía alimentaria y la autonomía económica de las mujeres. Es con esos propósitos que consiguen comprar dos hectáreas de tierra con fondos de la cooperación internacional, en un sector urbano marginal de la ciudad, donde comienzan a capacitarse y a organizarse para la creación de una cooperativa de trabajo para el autoempleo de las mujeres y la instalación de una granja agroecológica para la producción de alimentos “sanos, seguros y soberanos”.

Tal como se describe en el documento fundacional, su interés fue orientado hacia el logro de:

un cambio social que represente una alternativa al actual modelo productivo generador de hambre y exclusión, que permita mejorar la calidad de vida de las mujeres y sus familias a partir de: 1) la adquisición de capacidades que les garanticen el acceso a ingresos monetarios bajo su control, para alcanzar mayores niveles de autonomía; 2) el ejercicio de los derechos ciudadanos a la alimentación, la salud y a vivir en un ambiente sano y libre de violencias y; 3) la reactivación del cinturón hortícola de la ciudad de Santa Fe a través del acompañamiento hacia su transición agroecológica.

El accionar de La Verdecita

Desde sus orígenes el colectivo ha sido una usina de ideas, proyectos y manifestaciones guiadas por perspectivas ecofeministas y agroecológicas que, con mucho trabajo, corazón y tiempo, ha cristalizado en bienes tangibles para las personas involucradas y sus territorios. Es a partir de la organización e implementación de actividades productivas sostenibles, de capacitación y otras de carácter político de alto voltaje para la resistencia al agronegocio y al incremento generalizado de las desigualdades, que se ha consolidado como un modelo exitoso de desarrollo local desde las bases.

El colectivo se instaló y puso en marcha la granja con fines productivos, experimentales y demostrativos. Se inició con la construcción de una casa con materiales reciclados y corrales para la cría de animales menores. Luego siguió con la implementación del salón de usos múltiples por parte de las mujeres, utilizando ladrillos de suelo-cemento gracias a la capacitación y acompañamiento de técnicos de la Universidad del Litoral. Más tarde, el invernadero, el molino y el riego por goteo para la producción de hortalizas a pequeña escala, de plantines para abastecer a productoras y productores locales, y la transformación primaria de alimentos para agregar valor. Paralelamente a esas actividades, se llevaron a cabo capacitaciones en agroecología y articulaciones con profesionales, ONG y organismos gubernamentales como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (lNTA), la Subsecretaría de Agricultura y el Ministerio de Producción de la provincia, entre otros.

Consecuentes con su ideología de generar bienestar al conjunto de la sociedad a partir de las perspectivas de las mujeres, “las verdecitas” actuaron como catalizadoras en la conformación de la Asociación Civil de Pequeños Productores y Productoras La Verdecita que, a través de un fuerte proceso organizativo, obtuvo su personería jurídica en 2009, así como acceso a servicios de crédito, asistencia técnica y un local propio para su funcionamiento. Actualmente cuenta con más de 60 familias asociadas y abarca seis comunas encaminadas hacia la transición agroecológica.

Pronto la comercialización de productos agroecológicos provenientes de la agricultura familiar, sin intermediación entre producción y consumo, se posicionó como objetivo central para la organización, por lo cual se mantuvo durante los primeros años un punto venta en la granja para ofrecer excedentes de producción propios y productos agroecológicos de emprendimientos de la provincia. Conforme se fue consolidando el consorcio, las ventas se trasladaron a la urbe. Primero en la explanada de la Legislatura y, desde 2016, en el mercado El Progreso, un espacio cedido a préstamo por el municipio los sábados, que ya constituye un emblema de la agroecología y la economía social en la ciudad. Además, para complementar un modelo de producción y consumo de ciclo corto y legitimar la producción sustentable, desde ese mismo año se anexó la venta de bolsones de alimentos agroecológicos que se ofrecen en la sede del consorcio y bajo la modalidad de distribución a domicilio, a la vez que se está implementando un sistema participativo de garantías integrado por productoras y productores, asociaciones de consumidores y representantes de ONG e instituciones municipales y provinciales.

Asimismo, desde 2010 funciona la Escuela Vocacional Agroecológica (EVA), una propuesta de capacitación no formal y abierta a la comunidad. Desde este espacio se han realizado tres ciclos de capacitaciones bianuales para la formación de promotoras y promotores agroecológicos; talleres de formación en derechos, y, más recientemente, cursos de economía feminista y ecofeminismo.

La Verdecita se ha hecho acreedora a distinciones nacionales e internacionales por su rol en materia de organización y promoción de la agroecología, los derechos de las mujeres y la agricultura de base familiar. El Gobierno provincial, además, ha cedido a la agrupación seis hectáreas en la localidad de Ángel Gallardo, predio en el que funcionó una agencia de experimentación agropecuaria y que se comparte actualmente con el INTA. Allí, productoras y productores sin tierra de la organización cultivan alimentos durante todo el año.

Feminismo y agroecología: una receta equitativa y sostenible exitosa

La intención, explícita desde los orígenes, de complementar las actividades desarrolladas a favor de la soberanía alimentaria a través de la agroecología con otras explícitamente orientadas a satisfacer las necesidades estratégicas de género, la agricultura familiar y el cuidado de la naturaleza, ha dado sin dudas buenos resultados. Abordando problemáticas de violencia en sentido amplio –hacia las personas, los territorios y los bienes comunes–, se han realizado actividades de sensibilización, capacitación, formación política, liderazgo y acompañamiento a la población local para conquistar derechos y acceder a los beneficios otorgados por el Estado. Por otro lado, las amenazas que representan la expansión de la agricultura industrial basada en commodities respecto a la disponibilidad de alimentos básicos, y la contaminación asociada con el ingente uso de agrotóxicos en la provincia y el país, han dado origen dentro de la organización al desarrollo de diversas estrategias de resistencia que fueron realizadas paralelamente a las de corte productivo. Estas incluyeron desde debates internos y públicos, movilizaciones y manifestaciones ante instancias estatales y privadas, y eventos de concientización en torno a los derechos de las mujeres, a la alimentación y a un medio ambiente sano, hasta la legitimación de la voz crítica de La Verdecita en universidades y medios de comunicación masiva.

A lo largo de sus más de 15 años de vida, La Verdecita ha logrado mejorar la condición y posición de las mujeres y las familias rurales empobrecidas del cinturón verde de la ciudad de Santa Fe, así como fundar los cimientos de una comunidad local autosostenible que articula lo urbano y lo rural desde la producción y el consumo agroecológicos, y la justicia ambiental y de género. Con su accionar ecofeminista centrado en el cuidado de las bases materiales que sostienen la vida, ha consolidado un patrón de desarrollo local endógeno anclado en un territorio que es zona de sacrificio del agronegocio. Así, su experiencia inspira y da sustento desde el Sur Global a la construcción de alternativas para confrontar de forma conjunta a un modelo productivo y a una ideología patriarcal, colonialista y mercantilista que es generadora de hambre, destrucción y desigualdades.

Silvia Papuccio de Vidal
Ingeniera agrónoma. Doctora en agroecología, sociología y desarrollo rural Sostenible. Coordinadora técnica de la Escuela Vocacional de Agroecología (EVA), Granja La Verdecita. Integrante de la Fundación ECOSUR.
sylviavid@yahoo.com 

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