diciembre 2015, Volumen 31, Número 4
Las mujeres en la agricultura familiar

Nota de campo. Un proyecto desde el sur

NORMA VÁZQUEZ CASTRO Y OTROS AUTORES | Página 19
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Somos un grupo de mujeres que vive en el Paraje Sauce Chico, partido de Bahía Blanca, Argentina. Nacimos en Bolivia, la mayoría somos de la zona de Potosí y Tarija y “vinimos a la Argentina a buscar trabajo. Al principio era por temporadas, para cosechar ajo, uva, caña de azúcar”, comenta Máxima; “pero, hace 30 ó 40 años que algunas de nosotras, y otras hace 12 años, vinimos a trabajar en las quintas o chacras”, dice Dora, “en los cultivos de verduras, y ya nos quedamos en el Sauce”. “Nuestros maridos eran los medianeros y toda la familia trabajaba en la quinta, pero con los años nos dimos cuenta de que no conviene la mediería y que ganábamos más con el trabajo de changas”, sostiene Nélida. El trabajo de changas quiere decir, la jornada de trabajo para carpir, cosechar, tutorar.

Hace varios años, la Escuela de Adultos de la zona y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se acercaron y formamos un grupo para trabajar en la cría de gallinas ponedoras, la huerta familiar y la elaboración de conservas para nuestro sustento. También hicimos talleres de cocina, de tejido y pintura que cada año vamos cambiando. “Encontrarnos en la escuela o en la reunión es un momento para aprender, es un momento para distraernos de los problemas de todos los días”, acota Norma enfáticamente, y Nélida dice: “Para compartir consejos de vida, recetas, charlas, risas y también aprender matemática y lengua”.»Queremos seguir juntas con los proyectos de huerta, ponedoras y conservas, también nos gustan los viajes de intercambio donde aprendemos y vemos cómo trabajan otras personas, otras mujeres”, cuenta Viqui. Cecilia, la docente de la Escuela de Adultos, informa que están organizando un viaje por la zona, donde visitarán emprendimientos que hacen conservas y a una productora de plantines de frutilla.

Margarita cuenta: “Las gallinas significan una ayuda que tengo para vender y para comer; todos los días me como un huevo. La cría de gallinas es un trabajo independiente, lo hacés a la hora que podés y es un trabajo liviano. Con los talleres del INTA aprendo, conozco otros lugares”. “Además, tenemos todos los materiales para hacer el gallinero, ya no hay que comprar huevos y tengo verdura. Ahora tenemos huevos para vender en el paraje y en la ciudad”, añade Diosmira.

Entre las limitaciones que impiden avanzar en forma integral desde un enfoque agroecológico podemos enumerar el difícil acceso a la tierra, ya que a las mujeres solas, que son la mayoría, no les arriendan tierra para cultivar; a eso se suma el problema del acceso a la propiedad, que es complicado debido a los altos valores que existen por la puja inmobiliaria y el avance de la ciudad hacia el periurbano. Otro factor condicionante es la rotación del lugar de vivienda y de producción, que va cambiando de acuerdo a la oportunidad que se presente. Asimismo, la complementariedad de las producciones con el trabajo de changas y servicio doméstico en la ciudad dificulta la dedicación a la propia producción y a la ampliación de la escala.

Frente a dichos condicionantes, seguiremos apostando por la organización como grupo, sumando a otras instituciones y mujeres a la vez que fortalecemos la asistencia a la Escuela de Adultos y las producciones que conlleven a la seguridad alimentaria.

Norma Vázquez Castro, Dora Burgos Castro, Nélida Betancur, Margarita Narváez, Victoria Chambi Arce, Cecilia Malizia, Celina Diotto, Diosmira Castro, Máxima Castro
Contacto: diotto.celina@inta.gob.ar

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