Las llamadas “tecnologías de punta” no sólo han destruido la ecología de nuestro planeta, arrollando bosques, humedales y todo tipo de reservas naturales, incluyendo las integradas armónicamente a los ecosistemas agrarios locales. También aplastaron toda la etnociencia campesina al calificarla de atrasada y contraria al desarrollo moderno, señalando que es incapaz de asegurar la alimentación de la creciente población mundial. Curiosamente, este conocimiento _ avalado por la práctica milenaria de la producción agraria _ resultó acusado del hambre actual que padece gran parte de la humanidad, con el objetivo de hacer éticamente inadmisible su defensa.
Sin embargo, hoy es algo generalmente aceptado que el desarrollo rural sostenible está necesariamente vinculado a la etnociencia campesina local y al fortalecimiento de la autoestima de los productores, para por esta vía alcanzar una mayor capacidad autogestionaria.
Es por esto, que todo intento de promover un desarrollo sostenible tiene que pasar por un cuidadoso trabajo de diagnóstico, que sobre principios participativos permita rescatar este conocimiento tradicional local enterrado bajo las poderosas ruedas de la pesada maquinaria tecnológica de los elevados insumos externos.
Si bien es imprescindible buscar mecanismos que permitan a los agricultores del mundo -gran parte de los cuales se ubican en las capas menos favorecidas de sus países- acceder, a través de Internet y otros medios modernos de comunicación, a la información científico-técnica más avanzada, el mayor reto está en rescatar la etnociencia local sin la cual resulta dudosa la transferencia de tecnologías foráneas.
Toda introducción de novedosas concepciones o tecnologías productivas requiere, para obtener resultados exitosos, estar cimentada sobre los conocimientos, tradiciones y experiencias locales. Como dijo el héroe nacional de Cuba, José Martí: “Injértese en nuestra agricultura toda la ciencia y técnica del mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestra agricultura”.
Se añade entonces, a las serias limitaciones que tiene la mayoría de los agricultores del Tercer Mundo para acceder a las grandes fuentes de información por carecer de medios apropiados, la escasa disponibilidad de “sitios Web” que se dediquen a difundir el conocimiento tradicional local.
El rescate de este conocimiento debe encontrar un espacio importante en los proyectos de desarrollo sostenible y en las acciones enfocadas a suministrar a los agricultores la información requerida para una acción coherente con el marco de sus procesos y proyecciones productivas. Aún estamos a tiempo de recuperar esta información, aplicando herramientas participativas y contando con la presencia de los cada día menos numerosos portadores de este conocimiento. Con esto, lograremos salvar una información imprescindible para el diseño de cualquier desarrollo armonioso dentro del medio en el que se ejecutará. Pero sobre todo, se estará devolviendo a los agricultores, los principales protagonistas de este proceso, el sentido perdido de pertenencia y la necesaria confianza en sus propias capacidades de desarrollo al sentir que tienen nuevamente entre las manos las riendas de su propio proceso productivo.
Después, habría que pensar en el establecimiento de redes, sitios de Internet y espacios como LEISA y otras publicaciones, que brindan sus páginas para la divulgación de estas experiencias.
En Cuba existen programas que constituyen un escenario válido para el rescate, divulgacion e intercambio de esta etnociencia campesina. Entre ellos podemos mencionar el movimiento «De campesino a campesino», promovido por la Asociación Nacional de Pequenos Agricultores (ANAP); el Sistema de Extensión Agraria (SEA), organizado por el Ministerio de Agricultura y los cada dia mas numerosos proyectos de Mejoramiento Participativo conducidos por algunas instituciones científicas y docentes. A pesar de esto, aun no resulta facil escapar a la tendencia transferencista en la composición de los paquetes informativos. Quizás porque resulta mas fácil componer mensajes partiendo de publicaciones internacionales, información electrónica, publicidad comercial y otras fuentes que están siempre al alcance de la mano, que rescatar, evaluar y ordenar lo divulgado de generación en generación, con la caracteristica de poseer escasa documentación escrita y que ademas, en un momento afortunadamente no muy lejano, no encontró a quien ser transmitido, pues el espacio estaba copado por el conocimiento globalizado de una supuesta aplicación universal.
La solución no es tan simple como poner los medios de comunicación en manos de los que mas necesitan información para desarrollarse, sino lograr la diversificación de fuentes accesibles de transmisión que amplien la posibilidad de elegir y disenar sus propias soluciones para las demandas locales, en vez de limitar las alternativas a un número determinado de «paquetes tecnológicos» por oferta.
De manera resumida podemos decir:
. La etnociencia es una información imprescindible para erigir sobre ella un desarrollo sostenible.
. Esta información no esta hoy disponible en la mayoría de las principales fuentes de información de mas facil acceso.
. Tras mas de medio siglo de excomulgar la información importante para el desarrollo, se necesita de un rescate urgente de la etnociencia campesina, antes que enmudezcan para siempre las ya escasas voces capaces de transmitirla.
. Al igual que es necesario proteger las economías nacionales de la voraz globalización y politicas neoliberales, hay que defender las culturas agricolas nacionales de nuestros pueblos de los aniquiladores paquetes tecnológicos «vendidos» a traves de los mas modernos medios de comunicación e información.
Roberto A. Caballero Grande
Ingeniero agrónomo
Cooperativa de Producción Agropecuaria “Gilberto León”
Finca Santa Lucía. San Antonio de los Baños.
La Habana. Cuba.
Telf: (053) 8303459.
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