marzo 1997, Volumen 12, Número 3
Rastreando el cambio

Percepciones de una naturaleza deteriorada

ELENA LAZOS CHAVERO | Página
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Antes de iniciar un proyecto de desarrollo en la Sierra de Santa Marta en la meridional Veracruz, las percepciones de la transformación y la degradación ambiental fueron investigadas en dos pueblos de la región.

Elena Lazos escribe acerca de un estudio comparativo de percepciones de los nahuas y los mestizos en la zona sur de Veracruz, México. En lugar de presumir una supuesta relación armoniosa entre las poblaciones campesinas y su ambiente natural, los investigadores tratan de analizar las conecciones entre la diversidad de percepción ambiental y la decreciente diversidad del hábitat natural.


Foto: Elena Lazos Chavero

La Sierra de Santa Marta cubre una extensión de 1200 km’ y varía en altitud desde el nivel del mar hasta los 1750 metros. La región comprende al más nórdico bosque tropical del continente americano. Presenta catorce comunidades principalmente nativas de plantas (Ramírez 1991) y un mosaico de suelos mayormente de origen volcánico que exponen una fuerte erosión. Los bosques ocupan menos del 10% de la superficie de la Sierra y desde 1991 han sido deforestados a una velocidad de 425 hectáreas por año (Paré et al. 1993).

La Sierra está compuesta por comunidades indígenas Nahuas y Zoque-Popopucas de origen prehispánico y asentamientos de mestizos recientemente establecidos que han venido de la región central del Estado de Veracruz. Desde fines de la década de los años 60, la cría de ganado y la deforestación que la acompaña han reemplazado lo que era un sistema agrícola altamente diversificado (milpa), produciendo – en el corazón de este altamente diversificado hábitat – un ambiente que es extremadamente hostil, pobre y problemático para sus habitantes. La pobreza y la violencia impregnan todas las comunidades. Mientras que a inicios del siglo los indígenas combinaron la producción de milpa con café, caña de azúcar, arroz y plantaciones de algodón, básicamente para consumo familiar, hoy en día sólo encontramos campos de maíz, plantaciones pobres de café, campos de pastoreo extensivo de muy baja productividad.

Debido a su rica biodiversidad, en 1988, la Sierra de Santa Marta fue declarada una «reserva biosférica nacional». El origen de esta designación formal puede remontarse a 1980 cuando las instituciones de investigación denunciaban la acelerada deforestación que tenía lugar y a una declaración hecha por el Presidente López Portillo que la designaba una «Zona de Protección Forestal y Refugio de la Fauna Silvestre». Sin embargo, esto y la posterior designación de «reserva» lograron muy poco para preservar este bosque. Aún a fines de la década de los años 80 un aserradero funcionaba ilegalmente.

Las comunidades o ejidos (una entidad socio-legal relacionada con la administración de la tierra y otras propiedades colectivas) donde esperábamos establecer el proyecto de desarrollo están situados en la periferia de esta «reserva biosférica». Parecía apropiado, por lo tanto, investigar primero cómo los pobladores perciben la designación de «reserva» de 1988. Para nuestra sorpresa, la mayoría no sabía que a partir de esta declaración entró en vigencia el que una parte de su ejido perteneciese a un área protegida donde se debían tener en cuenta severas restricciones ecológicas. Para el resto -Nahuas y mestizos- la declaración del gobierno era vista simplemente como un acto de autoritarismo. Para los mestizos la reserva representaba una amenaza para su futuro productivo y era visto como no beneficioso. De allí que, ni las autoridades del estado ni de los ejidos hayan nunca establecido reglas específicas para regular la conservación de la biodiversidad en el área. La completa ausencia de participación local en las decisiones que debían haber llevado a la conservación de los recursos naturales, provocó una falta colectiva de interés en proyectos de conservación. Así la conservación fue vista como un provecto externo de baia prioridad.

Puntos de vista sobre el medio ambiente

Al haber fallado las instituciones de gobierno en proveer a la gente de la Sierra de Santa Marta de alguna alternativa de planificación viable para la declinante biodiversidad y la pobreza que va en aumento, en 1991, la NGO Proyecto Sierra de Santa Marta inició un proyecto de desarrollo con el objetivo de explorar y construir con la población local planes ecológicos para el productivo futuro del territorio. Pero antes de discutir posibles alternativas para el modelo de establecimiento de ranchos, necesitábamos saber las diferentes percepciones de la transformación y degradación ambiental que tenía la gente del lugar. Por lo tanto, escogimos dos pueblos que representarían el mosaico étnico e histórico que constituye la Sierra de Santa Marta. Nuestra investigación fue guiada por interrogantes tales como: ¿Qué percepción tienen del paisaje los campesinos, tanto las mujeres, los hombres como los jóvenes en el contexto de cría de ganado? ¿Cómo participan los hombres de diferentes edades en la elaboración de discursos ambientales? ¿Qué piensan las mujeres, jóvenes y mayores, de su pasado y futuro ecológico y productivo? ¿Quién es responsable de la deforestación: los criadores de ganado, los cultivadores de maíz, el gobierno?

Mientras la conservación era vista como un proyecto externo, con baja prioridad para la mayoría de los habitantes locales, nosotros esperábamos que una comprensión de cómo los grupos locales, socialmente diferentes, que percibían el ambiente y su deterioro podían ayudar a rehacer este punto de vista. En contraste a la corriente principal de investigación sobre el uso racional e integrado de recursos naturales por las poblaciones indígenas y campesinas, no deseamos presumir ninguna supuesta relación armoniosa de dichas poblaciones con su ambiente natural. Por el contrario, esperamos tratar de analizar el posible vínculo entre las percepciones ambientales y la diversidad decreciente del hábitat natural.

Los Nahuas de Tatahuicapan

Las percepciones de los Nahuas encierran entendimientos y conocimientos individuales y colectivos. Las actitudes y valores Nahuas han sido históricamente moldeados por sus experiencias como grupo cultural, pero también están influenciados por muchas experiencias individuales de contacto con ideologías nacionales externas. Sus actitudes y valores hacia la naturaleza son fundamentales para entender cómo han transformado y continúan transformando su medio ambiente – para las decisiones que toman y el modo en que actúan. Cada hábitat y cada relación ecológica produce múltiples percepciones de dichos elementos y sus asociaciones. Además, diferentes puntos de vista del mundo son influenciados por el sector social al que pertenecen las personas, por la adopción de ideologías externas, por el género y edad y por la educación.

De nuestra investigación, parece que podemos dividir percepciones del deterioro de recursos naturales en tres grupos. El primero comprende los puntos de vista de los hombres mayores y gente joven que niegan cualquier degradación, aunque dan diferentes explicaciones al respecto. Los hombres viejos dicen que todos los animales y plantas se refugian bajo el volcán San Martín, en una especie de parque mágico llamado Los Encantos. Ahí, las plantas y animales son protegidos por el rey de la tierra o chaneques y no están amenazados por las acciones del hombre. Los ríos y las montañas tienen una especie de «seguridad eterna» que nunca terminará. En el otro extremo, la gente joven no percibe ningún deterioro ya que nunca han conocido la complejidad previa de los ecosistemas y no están lo suficientemente interesados para preguntar sobre sus diferencias ecológicas con el pasado. Un segundo grupo, ampliamente constituido por hombres y mujeres mayores pero que incluye a gente de mediana edad, reconoce un cierto deterioro pero lo explica usando el conocimiento tradicional sobre sus ciclos naturales. Están conscientes de la transfiguración del paisaje, de la limitación en sus actividades de extracción y de los cambios en la productividad y diversidad de sistemas agrícolas tradicionales. Sin embargo, ellos ven todo esto como parte de un ciclo de transformación. El bosque tropical tiene su propio proceso de regeneración natural, aun si tuviera un ritmo muy lento. El deterioro es parte de un fenómeno natural – vientos, calor, pestes, etc. vienen y van. Se refieren a esto como al fin de los tiempos. La noción incluye también la idea de nuevos comienzos. Las malas cosechas actuales, la falta de maíz son los tiempos, mal en el momento pero de seguro mejor en el futuro.

Un tercer grupo, mayormente constituido por gente de mediana edad (tanto hombres como mujeres) que claramente percibe el deterioro del ambiente natural y trata de definir sus causas y efectos. Varios creen que el ganado está envenenando los ríos. Los indicadores de erosión ecológica varían de grupo en grupo y hay por supuesto diferencias incluso dentro de los grupos. Para los hombres mayores, la pérdida de la fertilidad de la tierra y su consecuencia para la productividad en el milpas es el indicador más importante. Las mujeres mayores enfatizan la pérdida de vida acuática en los ríos y su consecuencia en las deficiencias nutricionales. Los de mediana edad hacen mención de muchos indicadores -deforestación, reducción de la fauna local, fertilidad de la tierra, pérdida de diversidad de cosechas, escasez de leña, cambios climáticos, disminución de las fuentes de agua, contaminación, aumento de desperdicios, propagación de nuevas enfermedades. Los jóvenes también hacen hincapié en los problemas regionales de contaminación urbana y la pobre administración de la basura.

Los mestizos de Benigno Mendoza

Foto: Elena Lazos Chavero

Los lazos de los primeros habitantes con el bosque tropical se centraron en la extracción comercial de recursos forestales (madera para un aserradero regional, el bulbo de la planta Dioscorea para la industria farmacéutica, fauna local para ser vendida en las ciudades) y la conversión de milpas y vegetación secundaria en campos de pastoreo.

Los mestizos han probado todas estas actividades en un corto período de tiempo, algunas veces porque el producto se agotaba rápidamente, algunas veces porque no había mercado, otras por el crecimiento de plagas. Dichos cambios están correlacionados con una fuerte tendencia para cambiar del trabajo intensivo al trabajo extensivo de los sistemas de producción. Los mestizos parecen ya no estar interesados en la agricultura y la conservación de sus recursos naturales. Sus percepciones están más influenciadas por su continuo contacto con-ideologías externas y nacionales. En su migración, han pasado por varios ejidos, transformando la vegetación original en campos de pastoreo de baja productividad. Los mestizos no están ligados al mundo mítico del bosque tropical.

Otra vez, entre los mestizos, podemos distinguir tres grupos. En el primero podemos encontrar mayormente mujeres, algunos hombres y gente joven. Ellos no ven el deterioro porque perciben la deforestación como un signo del progreso. El segundo grupo, mayormente hombres y algunas mujeres, ve la degradación de la naturaleza como inevitable en el desarrollo productivo de sus comunidades. Como explica Don Reyes: «la tala de árboles era necesaria. El gobierno nos dio tierras para trabajar, no para abandonarlas, por lo tanto talamos y no conservamos, de otra manera ¿cómo podrían comer nuestros niños?». Para ellos, la cría de ganado es la vocación natural de las tierras tropicales. El tercer grupo, constituido por gente joven, ve la deforestación pero no se preocupan por las consecuencias.

Moviéndose más allá de las percepciones

Para los Nahuas y mestizos, el común denominador de estas interpretaciones es la relegación del bosque tropical a un recurso de valor cultural y social insignificante en sus vidas. La relación entre sus percepciones del deterioro ambiental y los resultados de acciones colectivas nos facilitan la comprensión de las responsabilidades de estas comunidades en su conservación y productivo futuro. El impacto de nuestra planificación del desarrollo ha sido incorporar talleres y videos sobre el deterioro ambiental y la importancia de la conservación de los recursos naturales para su futuro. Los pueblos rodean una «reserva» rica en biodiversidad, sin embargo está claro que para conservarla debe encontrarse una alternativa más confiable y aceptable para el desarrollo económico. Al compartir mutuamente ideas e información, se espera que junto con la gente nuestro proyecto de desarrollo pueda realizar una contribución.

Elena Lazos Chavero
Instituto de Investigaciones Sociales
Universidad Nacional Autónoma de México
Fax: 525 665 2443
Email: lazos@servidor.unam.mx

Referencias

  • Paré, L.; E. Velázquez y R. Gutiérrez, 1993. La ganadería en la Sierra de Santa Marta, Veracruz: Una primera aproximación. En: Barrera, N. y H. Rodríguez (eds.) Desarrollo y medio ambiente en Veracruz. Impactos económicos, ecológicos y culturales de la ganadería en Veracruz. Ed. CIESAS-Golfo, Instituto de Ecología, Friedrich Ebert Stiftung, México.
  • Ramírez, F. 1991. Conservación de la biodiversidad en la región de los Tuxtlas, Veracruz CEA/-UNAM/Universidad de Carleton (no publicado).

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