noviembre 2023, Volumen 38, Número 2
Colaboraciones para la agrobiodiversidad

La escuela rural andina: un espacio de integración de conocimientos tradicionales y conservación de la agrobiodiversidad

NEYSI QUIÑONES, JUAN TORRES, CARMEN ÁLVAREZ, FABIOLA PARRA-RONDINEL | Página 34-37
DESCARGAR REVISTA COMPLETA
TIPOGRAFÍA
SMALL
MODO LECTURA
COMPARTIR

Este artículo muestra la experiencia de trabajo en la comunidad campesina de Patahuasi, en la región de Apurímac, dentro del marco del proyecto “Escuelas rurales y las cambiantes montañas tropicales andinas: la alianza intercultural con la agricultura familiar agrobiodiversa”, ejecutado por el Centro de Investigación en Zonas Áridas (CIZA), la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) y el Centro Andino de Educación y Promoción (CADEP) José María Arguedas.

IntroducciónHace años que la comunidad de Patahuasi percibió una pérdida de su agrobiodiversidad por una disminución de especies cultivadas y variedades debido a, entre otras causas, la pérdida de  conocimientos tradicionales. Diversos estudios, como la tesis de pregrado Conocimientos tradicionales relacionados a la agrobiodiversidad andina en la comunidad campesina de Patahuasi y la localidad de Haquira, distrito de Haquira – región de Apurímac (Quiñones, 2020), identificaron que las escuelas han sido espacios que contribuyen a esta pérdida de conocimientos al estar enfocadas en una enseñanza que sigue modelos establecidos desde el Ministerio de Educación, los cuales no toman en cuenta los contextos ni los conocimientos tradicionales. Esto provoca una ruptura de lo aprendido por los/as estudiantes en sus casas y sus comunidades. Ante esta realidad, nuestro proyecto ha tenido como objetivo promover la inclusión de los conocimientos tradicionales en la escuela para su revalorización y fortalecimiento. Trabajar con niños y niñas es clave porque permite, a mediano y largo plazo, fortalecer los mecanismos de transmisión, y mantener y practicar los conocimientos tradicionales, sobre todo los relacionados con la conservación de la agrobiodiversidad local y de los recursos naturales.

Nuestra historia recoge lo aprendido en la escuela de Patahuasi, situada en una zona de constante conflicto social por la presencia de la empresa minera MMG Las Bambas, a partir del trabajo con docentes, padres y madres de familia, y niños y niñas. Esta escuelita alberga a 18 estudiantes y cuenta con dos docentes que imparten clases en la modalidad multigrado. El rol de la escuela dentro de la comunidad ha cambiado a través del tiempo: al principio fue un centro de enseñanza a cargo de la Iglesia y después pasó a depender del Ministerio de Educación. Las clases se impartían en castellano sin tomar en cuenta que la mayoría de estudiantes no tenían el castellano, sino el quechua, como lengua materna. El quechua es ampliamente hablado en la comunidad y es el principal mecanismo de transmisión de conocimientos tradicionales y de las historias de los antepasados en las comunidades.

La escuelita de Patahuasi. Neysi Quiñones Montalvo.

Importancia del idioma local

El idioma es un medio importante para aprender y transmitir los conocimientos. Nos ayuda a llegar a los/as actores de la comunidad y trasmitir las ideas con más sentimiento, más énfasis y mayor expresividad, logrando potenciar lo que uno desea trasmitir. Debemos tomar en cuenta que si se pierde el idioma local, se pierden los conocimientos tradicionales —en cuanto a los objetivos que pretendemos alcanzar como proyecto, perdemos todo ese conocimiento sobre la conservación de recursos naturales y agrobiodiversidad local—. Por esta razón, se puso énfasis en señalar la importancia del idioma local y en que los comuneros no se sientan forzados a usar el castellano solamente, porque las ideas fluyen mucho mejor en su idioma local, el quechua. Hay que señalar que cuando la comunicación fluye en castellano, existe una respuesta positiva de los participantes; pero cuando la comunicación fluye en su idioma local, el vínculo se fortalece y la conversación se hace más amena, se logra mucha más confianza y se obtienen mejores resultados porque el quechua hace que los comuneros y las comuneras nos perciban como parte de la comunidad, rompiéndose el temor de conversar con un “extraño”.

El proyecto Escuelas y Semillas en Patahuasi.(Re)aprendiendo los conocimientos tradicionales de la comunidad

Años atrás, en Patahuasi era muy difícil hablar de los conocimientos tradicionales que los comuneros y las comuneras poseían, ya que durante mucho tiempo han sufrido maltrato y discriminación por su condición campesina, y sus conocimientos y lengua han sido desvalorizados. Esta situación hizo que focalizáramos nuestro trabajo en la revaloración de conocimientos y en el fortalecimiento de la identidad cultural local a través de la inclusión de los conocimientos tradicionales en la escuela.

Se realizaron talleres con los padres y madres que, a su vez, son agricultores y agricultoras, y con los sabios de la comunidad, que son adultos mayores quechuahablantes, poseedores de conocimientos tradicionales de la comunidad. Nos interesaba conocer cómo, cuándo y dónde aprendieron los conocimientos vinculados a la agrobiodiversidad, la importancia que les dan y si pensaban que deberían ser enseñados en la escuela. Se usaron diversas herramientas de facilitación, como los mapas parlantes de la comunidad y la elaboración de líneas de tiempo, entre otras. Se realizaron también encuentros nacionales entre padres y madres de familia integrantes de la Asociación de Padres de Familia (APAFA) de la escuela de Patahuasi y otras escuelas de la sierra centro y sur del Perú, donde compartieron sus conocimientos y elaboraron las “cartillas del saber”. Estas cartillas son fichas en las que analizan el contexto de sus comunidades y eligen qué conocimientos tradicionales vinculados a la conservación de la agrobiodiversidad desean que se transmitan en las escuelas. En el caso de Patahuasi, los padres y las madres eligieron transmitir a sus hijos/as conocimientos relacionados con la siembra y cosecha de agua y con la forestación mediante especies nativas en los manantes. Esta elección estuvo condicionada por la fuerte sequía que la comunidad y la sierra sur peruana en general estaba sufriendo. La puesta en práctica de estos conocimientos se llevó a cabo con la participación conjunta de padres, madres, docentes y estudiantes.

Sensibilización de los docentes de Patahuasi hacia la educación intercultural
Los docentes recibieron un curso de capacitación virtual, que cuenta con una guía metodológica intercultural como soporte y orientación durante el proceso de enseñanza-aprendizaje para incluir en sus sesiones de clase los conocimientos tradicionales vinculados a la conservación de la agrobiodiversidad. Al mismo tiempo, se realizaron varios talleres y encuentros, tanto virtuales como presenciales, en los que fueron capacitados y sensibilizados sobre el rol de los conocimientos tradicionales. El equipo del proyecto acompañó el proceso durante el cual los docentes, en colaboración con los y las estudiantes, completaron algunas tareas como, por ejemplo, la elaboración de mapas parlantes. Este ejercicio permitió, a través de los mapas, reconocer el territorio y los conocimientos tradicionales vinculados.

El camino para incidir en políticas educativas interculturales
El siguiente paso para fortalecer lo logrado con padres, madres, estudiantes y docentes era afianzar nuestra propuesta educativa con las instituciones públicas del sector educación. Tras dar a conocer nuestro trabajo, firmamos convenios con la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) de Tambobamba y con la Dirección Regional de Educación de Apurímac (DREA), de manera que pudieran considerar la experiencia e incluirla en la malla curricular del Ministerio de Educación. Por otro lado, entablamos lazos con los directores de diversos institutos pedagógicos y universidades de la región, de manera que en el futuro próximo se puedan considerar en su proceso académico formativo metodologías de inclusión de conocimientos tradicionales en las escuelas, en el marco del enfoque de educación intercultural.

Logros y dificultades
Tras este tiempo de trabajo con la escuela y la comunidad de Patahuasi, hemos notado que se ha comenzado a romper con la percepción negativa de la población sobre su idioma y sus conocimientos. La escuela ha dado pasos para convertirse en un espacio de integración de los conocimientos tradicionales, pues todo su sistema de enseñanza gira en torno al calendario agrícola de la comunidad y, con base en este calendario, se elabora la planificación anual de la escuela (calendario escolar). Junio es el mes de cosecha de cultivos como la papa y la escuela trabaja temas relacionados a este tubérculo, que complementa con salidas al campo y la práctica de algunas costumbres andinas, como la preparación de wathia (cocción de papa nativa en un horno armado con terrones). Muchas actividades de esta naturaleza se realizan en la escuela y, a través de ellas, niños y niñas aprenden de manera contextualizada, amigable y respetuosa, lo que es reconocido por padres y madres de familia.

Progresivamente, la escuela ha ido involucrándose en las actividades de la comunidad. Desde ella, se recurre a la comunidad para realizar algunas actividades como el leñado (juntar y cortar leña para preparar la comida escolar todo el año) y se la invita a participar de eventos como el Día del Logro, o a charlas que los comuneros brindan a los y las estudiantes. De la misma manera, cuando hay situaciones de conflicto social que requieren un mediador, la comunidad llama al director para buscar la forma de solucionar el conflicto formando un lazo de cooperación mutua, además de reforzar el respeto entre todos.

Padres de familia visitando el fitotoldo instalado en la escuela de Patahuasi. Felipe Valencia Monterola

No obstante, el trabajo con los docentes se tornó un poco difícil cuando tuvo que ser virtual debido a las condiciones impuestas por la pandemia de COVID-19. Esto obligó a un proceso de adaptación casi forzado y a una larga y complicada adecuación al uso de las herramientas tecnológicas, acompañado de la deficiencia y, en algunos casos, inexistencia de señal de internet.

El idioma también supuso un reto ya que, aunque el personal técnico del proyecto es quechuahablante, no se podían entender muchos de los aportes de los y las sabias debido a las variaciones que presenta el quechua, que, sin ser complejas, siempre aportan matices importantes que permiten captar las ideas de manera más completa.

Otro aspecto que identificamos, y que quizá no fue abordado por el proyecto en la medida en que debía, fue la inclusión de una mirada de género. Los roles de género, la división sexual del trabajo y las relaciones de poder se manifestaron con fuerza en diferentes momentos. Para muchas actividades, como los talleres o las asambleas, se designaba automáticamente a las mujeres por “ser mujeres” y porque en la cultura local se considera que actividades como reuniones, talleres, etc., no requieren de esfuerzos o son considerados “pérdidas de tiempo” que los varones no pueden asumir. En esto también influye la situación laboral de las familias, ya que muchas veces los varones tienen empleos fuera de la comunidad —en la mayoría de casos, en la empresa minera—, por lo que suelen ausentarse por largos periodos de tiempo. Esto hace que las mujeres queden a la cabeza de los hogares con la obligación de asistir a todos los eventos como las reuniones, los talleres, etc.

Algunas reflexiones de nuestra experiencia

Gran parte de los logros de nuestra experiencia son consecuencia del interés y la motivación de aprender y enseñar de los y las participantes, de su necesidad de ser escuchados/as, expresar lo que saben y de sentirse valorados/as por ello. Otro elemento clave es la buena relación e historia que la comunidad tiene con el CADEP José María Arguedas, que trabaja en el territorio desde hace de 25 años.

El proyecto, además, respondía a una preocupación identificada por los sabios comunales y a la toma de conciencia de la comunidad al comprender que la pérdida de conocimientos tradicionales tenía otras consecuencias, como la pérdida del quechua y de la práctica del ayni y de la minka, la disminución de cultivos y variedades, el uso cada vez mayor de productos químicos, etc. Esta toma de conciencia permitió continuar el proceso de sensibilización y empoderamiento a través de los conocimientos tradicionales y la recuperación de prácticas de conservación que realizaban sus ancestros.

Del mismo modo, para los y las estudiantes, aprender y practicar los conocimientos tradicionales de su comunidad da coherencia a su forma de vida y evita la ruptura entre los conocimientos que adquieren en casa y los que aprenden en la escuela. Por último, creemos que, aunque el camino no es fácil y requiera de trabajo y cooperación, es posible lograr que la escuela se convierta en un espacio de integración en el que se enseñe y aprenda con materiales educativos interculturales contextualizados.

Neisy Quiñones
Ingeniera agrónoma por la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Parte del Centro Andino de Educación y Promoción José María Arguedas (CADEP).
nquinones@cadep.org.pe

Referencia

  • Quiñones, N. S. (2020). Conocimientos tradicionales relacionados a la agrobiodiversidad andina en la comunidad campesina de Patahuasi y la localidad de Haquira, distrito de Haquira región de Apurímac. Tesis de pregrado, Universidad Nacional de San Antonio Abad de Cusco.

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA