diciembre 2021, Volumen 37, Número 2
Agroecología y feminismo: transformando economía y sociedad

Más justicia a través de la agroecología en Uganda

JOSHUA AIJUKA, ROBERT GULOBA, DENIS OKELLO, MARY BAGANIZI | Página 27-29
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Un nuevo enfoque para abordar la desigualdad en Uganda a través de la agroecología está generando resultados interesantes. Mediante herramientas de reflexión culturalmente apropiadas, las mujeres y hombres rurales están fortaleciendo sus prácticas agroecológicas, al mismo tiempo que desafían las normas socioculturales. En el contexto del cambio climático y de la pandemia de covid-19, se están dando colectivamente pasos importantes para garantizar sistemas alimentarios justos y resilientes.

Abuko Harriet y su esposo Edielu Daniel, de Otuboi, Uganda, muestran su diagrama para tres años del “Viaje por la ruta de la visión”.PELUM Uganda

Desde 2018, las comunidades Acholi y Teso, en el norte y este de Uganda, han estado fortaleciendo sus prácticas agroecológicas para restaurar y renovar sus cultivos y usos de alimentos tradicionales y silvestres. Esto se hizo utilizando herramientas relativamente sencillas, a partir del enfoque de Sistemas de Aprendizaje de Acción de Género (GALS, por sus siglas en inglés), para analizar los desafíos subyacentes. De manera conjunta, se generaron acciones prácticas para abordarlos, como la agregación de valor, el mapeo de recursos, la domesticación in situ de alimentos silvestres, la creación de bancos de semillas comunitarios, y la organización de ferias de semillas y alimentos autóctonos. Estas acciones se plasmaron en planes de acción comunitarios, donde una parte fundamental de este proceso consistió en tratar la desigualdad que existía en los hogares.

Las mujeres en la agricultura en Uganda
Las mujeres del norte de Uganda se dedican tradicionalmente a diversas actividades agrícolas, desde la producción hasta la transformación, el transporte y la venta. La emigración de los hombres a las ciudades ha aumentado aún más la carga de trabajo agrícola de las mujeres y las niñas, que también son responsables de la alimentación del hogar y de otros trabajos de cuidado no remunerados.

En comparación con los hombres, la mayoría de las productoras carecen de acceso a los conocimientos y a las herramientas adecuadas. En los últimos cinco años, el gobierno ha emprendido algunos esfuerzos para promover la tracción animal y la mecanización de las fincas, pero ha hecho muy poco para abordar las barreras culturales que impiden que las mujeres sean propietarias de los recursos productivos. En ese sentido, el poder de decisión de las mujeres en la producción agrícola es muy limitado y alrededor del 65% de las productoras carecen de control sobre los ingresos de sus actividades agrícolas, lo que a menudo conduce a la violencia doméstica.

La crisis de la covid-19 ha incrementado aún más la carga de las mujeres rurales en la producción de alimentos, ya que algunos miembros de la familia regresaron a las zonas rurales para refugiarse durante la pandemia. El acceso a recursos agrícolas fundamentales como semillas, conocimientos y mercados se vio gravemente afectado durante el bloqueo. En el caso de las prácticas tradicionales de conservación de semillas, estas se vieron particularmente afectadas, dado que muchas familias recurrieron al consumo de sus reservas. La falta de recursos financieros y el hecho de que los hombres pasaran más tiempo de lo habitual en el hogar también contribuyó a aumentar los niveles de violencia doméstica.

Muestra de alimentos silvestres y tradicionales durante una feria regional en el distrito Lamwo, Uganda. Robert Guloba

Luchando por un cambio de perspectiva
Desde 2018, unos 3000 hogares de las subregiones de Teso y Acholi, en el norte y el este de Uganda, utilizan los GALS como parte de un enfoque agroecológico más amplio. Esta región es conocida por sus pastizales de sabana y sus largas estaciones secas, lo que hace que las prácticas agroecológicas y los sistemas de manejo sean especialmente relevantes. Los productores de estas regiones suelen tener un nivel de educación más bajo, al tiempo que son menos activos, y su acceso a los servicios y las infraestructuras es más limitado que en la región central. En épocas de crisis como sequías prolongadas, lluvias torrenciales, brotes de plagas (tales como una reciénte invasión de langostas en la región) o la pandemia de covid-19 hacen que muchas familias adopten estrategias que las perjudican, como la venta de tierras y ganado.

A través del uso de los GALS, los productores empezaron a reflexionar acerca de los roles y las responsabilidades al interior de sus hogares en relación con el acceso y la propiedad de los recursos, al mismo tiempo que desarrollaban competencias técnicas en materia de prácticas agroecológicas.

Este proceso fue iniciado por Trócaire y PELUM Uganda, en colaboración con socios locales: SOCADIDO en el distrito de Katakwi, TEDDO en el distrito de Kalaki, ARLPI en el distrito de Omoro y SARDNET en el distrito de Lamwo. Un pequeño número de comunidades participantes ya estaban experimentando con prácticas agroecológicas a pequeña escala, pero todas eran nuevas en la metodología GALS.

El aprendizaje entre pares es el elemento central de este enfoque, en el que los denominados “campeones” aprenden a utilizar las herramientas del GALS para después capacitar a otros en su comunidad. Los campeones masculinos fueron seleccionados explícitamente para ser agentes de cambio entre sus compañeros. Esta parte del proceso requirió bastante paciencia, y solo se pudo identificar a unos pocos hombres que se relacionaban con sus esposas de forma equitativa, apoyaban la toma de decisiones en igualdad de condiciones, y estaban dispuestos a llegar gradualmente a sus compañeros y transformar su perspectiva.

Mientras los miembros de la comunidad profundizaban en sus conocimientos y prácticas de agroecología (sobre todo en materia de compostaje, planificación y diseño de la finca, diversificación, agroforestería, colecta de agua, fertilidad del suelo, integración del ganado, bancos de semillas comunitarios y gestión integrada de plagas), empezaron a integrar las herramientas del GALS en el proceso. Esto permitió fortalecer la agroecología sin crear una carga de trabajo adicional para las mujeres, garantizando que hombres, mujeres, niños y niñas disfrutaran de los beneficios de la producción.

Un ejemplo de esto es la herramienta del “Viaje por la ruta de la visión”, a través del cual varias familias presentaron una visión de producir y vender más verduras durante la estación seca. Identificaron el riego, la elaboración de compost y el secado al sol como las prácticas agroecológicas apropiadas para avanzar hacia esa visión. Otras familias utilizaron el “Árbol de acción del desafío” para identificar la deforestación como la causa principal del problema de la sequía en su contexto y, a la vez, para señalar a la agroforestería como la solución más adecuada.

La mayoría de las familias identificaron el cambio climático, materializado en forma de sequías prolongadas y fuertes lluvias, como su principal obstáculo. En busca de soluciones, las comunidades elaboraron mapas de peligros, mapas de deseos (visiones) de sus comunidades y planes de acción consistentes en soluciones agroecológicas adecuadas. En el distrito de Kalaki, por ejemplo, comenzaron a plantar árboles, restaurar humedales y abrir caminos para el ganado. A la par, las herramientas del GALS ayudaron a estas familias a equilibrar la responsabilidad compartida de este trabajo entre hombres y mujeres.

Transformación de los roles en las familias
Esta experiencia ha motivado a hombres y mujeres productoras a abrazar la agroecología como vía para la realización de sus respectivos sueños. El fortalecimiento de las prácticas agroecológicas ha dado lugar a mayores rendimientos y diversidad, lo que ha mejorado la nutrición de los hogares. Además, hay indicios de una mayor resiliencia debido al hecho, por ejemplo, de que menos familias vendan activos productivos en tiempos de crisis.

También se observan relaciones más equitativas al interior de las familias ya que, en muchas de ellas, tanto las actividades productivas como las domésticas son llevadas a cabo por todos sus miembros. Desafiando las normas culturales preexistentes, las mujeres son ahora también propietarias de ganado, como cabras y ovejas. Esto ha llevado a una economía familiar más justa: los hombres participan en las tareas domésticas y en el trabajo agrícola, mientras que la toma de decisiones es compartida, lo que no ocurría antes. Varios hombres han empezado a realizar tareas domésticas como cocinar, ir a buscar agua y bañar a los niños, entre otras. En general, se han vuelto más receptivos y solidarios con las necesidades de sus esposas. Todo ello ha contribuido a reducir la carga de trabajo de las mujeres.

Hay un mayor reconocimiento de la forma en que las mujeres seleccionan las semillas no solo por su rendimiento y potencial de comercialización, sino también por sus cualidades de sabor y para garantizar la seguridad alimentaria del hogar. Además, la metodología GALS ha ayudado a las mujeres a seleccionar semillas resistentes al cambio climático. Así, tanto los hombres como las mujeres buscan ahora una diversidad de semillas de calidad para satisfacer sus necesidades.

No obstante lo anterior, no ha sido un proceso fácil. Una de las principales dificultades del GALS es la lentitud para cambiar las actitudes y los comportamientos de las personas, así como que, en general, es más fácil que las mujeres adopten la metodología que los hombres.

Factores de éxito 

Reflexionando sobre nuestra experiencia, podemos identificar varios factores de éxito. En primer lugar, hemos comprobado que la metodología GALS ayuda a las familias a participar en la agroecología con un objetivo final: su visión.

Otra razón de la eficacia de las herramientas GALS es que son dirigidas por las personas. La metodología capacita a las personas para analizar su situación y generar sus propias oluciones desde su propia perspectiva. Esto la diferencia fundamentalmente de los enfoques verticales (top-down). Asimismo, la difusión de estas herramientas a través de las estructuras de aprendizaje entre pares de la comunidad y de personas de referencia (como los “campeones” del GALS) mejora su apropiación y continuidad.

Otro factor crucial para el éxito de esta experiencia es que el GALS es culturalmente apropiado; no confronta ni emite juicios externos sobre las prácticas culturales. Además, se basa en dibujos relativamente sencillos que no requieren ningún nivel de alfabetización. Esto ha permitido a la gente ganar confianza para expresarse. Aunque al principio muchos no creían que “unos simples diagramas y dibujos” pudieran provocar una transformación, la confianza en la metodología aumentó y más personas asumieron funciones de liderazgo.

Una lección clave que surge de la pandemia de covid-19 es la vulnerabilidad del actual sistema alimentario y la necesidad de uno socialmente justo, localizado y más resiliente. La integración de GALS y la agroecología ofrece un rayo de esperanza para una transformación de abajo hacia arriba, inclusiva y dirigida por las personas, para abordar de forma holística y sistémica los desafíos profundamente arraigados que refuerzan la pobreza, la vulnerabilidad y la desigualdad en muchas comunidades de todo el mundo y, especialmente, en el África subsahariana. La ampliación de la agroecología con la integración de los GALS fortalecerá la recuperación tras la covid-19, así como la resistencia frente a los tiempos de incertidumbre que puedan venir.

Joshua Aijuka, Robert Guloba
PELUM Uganda.

Denis Okello, Mary Baganizi
Trócaire Uganda.
ian.dolan@trocaire.org

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