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Agricultora planta nuevo conjunto de semillas recubiertas (experimento de peletización de semillas rediseñado, ver Mina y otros, p. 16).

La paralización del mundo frente a la pandemia ha dejado clara la fundamental importancia de la labor desempeñada por el sector primario. Mientras el mundo se quedaba confinado, las mujeres y varones dedicados a la agricultura, ganadería, pesca y otras personas productoras de alimentos, seguían trabajando para garantizar el abastecimiento propio y de las poblaciones urbanas. Si por un lado se ha tomado conciencia de la importancia de la agricultura, por otro la crisis generada por el coronavirus, causante de la enfermedad covid-19, ha puesto en evidencia una vez más la necesidad de un cambio de modelo de producción, especialmente en relación con el sistema agroalimentario, que incorpore nuevos matices al debate internacional sobre el impacto de la agricultura industrial en el contexto global.En efecto, el crecimiento productivista de la agricultura ha provocado daños incalculables al medio ambiente mediante la explotación de los recursos naturales y son muchos los estudios que denuncian los peligros irreversibles de este modelo de producción. Hemos asistido a catástrofes ambientales sin precedentes, como los incendios de la Amazonía, Australia, Siberia y sur de África en 2019; tragedias provocadas por el ser humano que, además de destruir masivamente las reservas forestales del mundo, produjeron un alto incremento de las emisiones de CO2. En este contexto, la pandemia de coronavirus no es una casualidad, sino una consecuencia más de la grave pérdida de biodiversidad causada en gran parte por la agricultura industrial.

Como destaca la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, ipbes.net/global-assessment), la pérdida de biodiversidad y emergencia de zoonosis (enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible a las personas en condiciones naturales) implican un aumento en el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas. El 75% de las enfermedades infecciosas emergentes en los últimos años, como ébola, zika, SARS, MERS, gripe aviar, gripe H1N1 e incluso VIH/sida, son de origen animal, de acuerdo con un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los datos muestran que la existencia de diversas especies en un ecosistema regula las enfermedades: a mayor biodiversidad, las posibilidades de propagación de un patógeno disminuyen. Al romper el equilibrio natural, aumentan las posibilidades de que un virus potencialmente patógeno atraviese la barrera de especie e infecte al ser humano. Como afirma Vandana Shiva (2020):

Las enfermedades se trasladan de los animales no humanos al animal humano a medida que destruimos el hábitat y los hogares de las especies silvestres; violamos la integridad de las especies al manipular animales en granjas industriales y al manipular genéticamente las plantas mediante ingeniería genética con promotores virales y marcadores antibióticos de resistencia.

La ilusión de que las plantas y los animales son máquinas para fabricar materias primas que se convierten en combustibles para nuestros cuerpos, que también son máquinas, ha creado el paradigma de la agricultura industrial y la alimentación que está en la raíz de la explosión de enfermedades crónicas en nuestros tiempos.

Shiva señala tres grandes crisis: la extinción de especies, el cambio climático y la catástrofe de las enfermedades crónicas. Sin embargo, el concepto de crisis ha hecho su aparición en los debates internacionales desde hace varias décadas, y con referencias a varios ámbitos: crisis económica global, crisis humanitaria, crisis de cuidados, crisis ecológica (cambio climático), crisis agroalimentaria, etc. La crisis del coronavirus es la punta del iceberg de un sistema que parece tener como elemento constitutivo la “crisis” que es, en efecto, “una crisis de crisis” estructural, provocada por un sistema económico específico (Costanzo Talarico, 2020).

En este contexto, entendemos que la fractura provocada por el modelo económico mencionado no es solamente a nivel medioambiental, sino que se refleja también en aspectos sociales y culturales, y en el sistema agroalimentario, redistribuyendo de manera desigual los alimentos a nivel global. Por tanto, esta crisis de crisis se presenta como el “conflicto capital-vida”, que causa desigualdades estructurales y devastación ambiental (Pérez Orozco, 2017).

Las diferentes crisis son consecuencia del mismo sistema, por tanto, es fundamental analizar los aspectos estructurales en la raíz para entender la complejidad. De acuerdo con Vandana Shiva, una de las soluciones frente a los problemas causados por el sistema neoliberal es apostar por una agricultura regenerativa basada en la biodiversidad, es decir que la agroecología puede resultar clave en la apuesta para solventar la crisis de crisis. La perspectiva agroecológica representa una estrategia transdiciplinar y basada en el diálogo de saberes, para crear una forma participativa de manejo de los bienes comunes, utilizando conceptos y principios desde la ecología, conectados a proyectos alternativos de desarrollo local. No solamente se ocupa de diseñar proyectos sostenibles de agroecosistemas, sino proyectos intelectuales que tengan una forma capaz de transformar la realidad (Zuluaga Sánchez, 2014). Desde la agroecología se pone fuertemente en cuestión el modelo productivista gracias a su capacidad polifacética, siendo a la vez movimiento social, ciencia y prácticas.

MGiulia Costanzo Talarico
Grupo de investigación EcoEcoFem. Universidad Pablo de Olavide, Sevilla.
mg8.costalarico@gmail.com

Referencias

  • Costanzo Talarico, MG. (2020). Miradas desde la economía feminista y el ecofeminismo. Pensar soluciones locales para problemas globales. En Pavón Losada J., Informe del estado de Sevilla en 2020. Construir un relato propio o morir intentándolo, pp. 20-27. Sevilla: Molly Dunphy.
  • Pérez Orozco, A. (2017). Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capitalvida. Madrid: Traficantes de Sueños.
  • Shiva, V. (18 de marzo de 2020). Ecological Reflections on the Corona Virus (trad. al castellano en https://navdanyainternational.org/es/vandana-shiva-sobre-el-coronavirus/).
  • Useche Aldana, O. (2008). Miedo, seguridad y resistencias: el miedo como articulación política de la negatividad. Polis Revista Latinoamericana, 19, pp. 1-26. Centro de Investigación Sociedad y Politicas Públicas.
  • Zuluaga Sánchez, G. P. (2014). Ecofeminismos: potencialidades y limitaciones. En Siliprandi, E. y Zuluaga, G. P. (Eds.), Género, agroecología y soberanía alimentaria. Perspectivas ecofeministas, pp. 67-91. Barcelona: Icaria.

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