La agricultura urbana está basada en el cultivo de tierras no utilizadas en determinados espacios de las ciudades, originalmente periféricos, donde se han constituido núcleos poblacionales o asentamientos humanos, conocidos en América Latina como pueblos jóvenes, favelas, callampas y otras denominaciones. En estos núcleos habitan muchas familias que han migrado del campo a la ciudad, obligadas por situaciones de conflicto armado o en búsqueda de mejores condiciones de vida, aunque mayoritariamente carecen de servicios básicos y empleo adecuado. Cuando las familias migrantes son de origen campesino y su vínculo con lo rural está vivo, cultivar y criar animales constituyen un saber hacer vigente, lo cual, aunado a la voluntad de muchas familias por tener una mejor calidad de alimentos y generar ingresos, ha dado lugar a experiencias valiosas de agricultura practicada en tierras que se pueden calificar como sin uso o eriazas.
El concepto de agricultura urbana incluye también aquella actividad agropecuaria de zonas rurales cercanas a las ciudades donde agricultores continúan produciendo alimentos y vendiéndolos en los mercados urbanos, aunque su continuidad en el tiempo se ve amenazada por la expansión de las ciudades. En términos de producción de alimentos destinados al mercado, esta agricultura, apropiadamente denominada periurbana, generalmente hace aportes significativos.
Pero ambas formas de producción de alimentos tienen importancia estratégica; en 2030, cerca del 61% de la población mundial vivirá en ciudades (ONU-HABITAT,Estado de las ciudades de América latina y el Caribe, 2010), por lo que LEISA 35-3 ha considerado importante enfocar el tema de la agricultura en la periferia urbana, en vista de la necesidad de atender la demanda de alimentos de esa creciente población.
Esperamos las contribuciones de artículos para este tercer número de 2019 hasta el 5 del próximo agosto. Toda contribución dirigirla a: Teresa Gianella, leisa-al@etcandes.com.pe
