diciembre 2015, Volumen 31, Número 4
Las mujeres en la agricultura familiar

Entrevista. Sobre la penetración de cultivos transgénicos en Latinoamérica

EQUIPO LEISA | Página 32-33
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Esta entrevista fue realizada durante la visita del doctor Jaime García a Lima para participar como expositor en el Foro Internacional “Los alimentos transgénicos: impactos a la salud y la importancia de una moratoria en un país megadiverso”, organizado en septiembre 2015 por el Comité de Medicina Tradicional, Alternativa y Complementaria del Colegio Médico del Perú. Hemos reservado su difusión para la presente edición de LEISA.

 LEISA: Como latinoamericano, ¿cuál es su apreciación sobre el estado de la penetración de los cultivos transgénicos en nuestra región?

Jaime García: El estado es alarmante porque la introducción de este tipo de cultivos en Latinoamérica ha sido muy agresiva y la verdad es que era de esperarse, los intereses económicos corporativos siempre actúan de esa manera. En nuestra región tenemos ya varios países, y algunos se destacan dentro de los que más área tienen con este tipo de cultivos. Es ahí precisamente donde se pueden constatar los principales efectos negativos que están causando. Me refiero especialmente a Argentina y a Brasil.

LEISA: Desde su punto de vista, ¿cuáles son los riesgos de los cultivos transgénicos para países latinoamericanos con alta biodiversidad?

JG: Latinoamérica tiene una de las riquezas más grandes que se puede tener, y no me estoy refiriendo a las riquezas mineras, me refiero a su gran biodiversidad. Tras de eso es que anda el poder económico corporativo en la actualidad. Y es claro, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), a través de sus informes “Perspectivas del Medio Ambiente Mundial” (GEO, por sus siglas en inglés), vienen alertando desde 2000 sobre su peligrosidad para la biodiversidad. Nuestra biodiversidad, si no se cuida, la vamos a perder. No olvidemos que la extinción es para siempre, y la contaminación transgénica también. Si la contaminación genética se llega a dar, como ya se ha venido dando en los pocos países que se han involucrado en esa triste aventura de cultivar transgénicos, no hay marcha atrás. Por eso es que hay que reaccionar lo antes posible. Ya hemos perdido a través de la Revolución Verde una gran cantidad de esa riqueza genética. Esto se conoce también como erosión genética. Y eso ha sido denunciado por la FAO no ayer, sino desde hace varias décadas. Ese modelo de los monocultivos transgénicos viene a aumentar y favorecer
con mayor fuerza el grado de esa erosión genética. Es decir, cada vez tenemos menos disponibilidad de oferta variada de alimentos. Y esto es algo muy, pero muy grave. No es algo que podamos decir, “ah, nos equivocamos, regresemos para atrás”. No. Y es una ilusión que estos “bancos” de semillas que se están haciendo en algunos lugares van a proteger esa biodiversidad, eso no es así. La biodiversidad se protege en el campo, y en el caso de los cultivos, la mejor manera de hacerlo es cultivándolos bajo condiciones naturales, y no teniéndolos guardados en bodegas.

LEISA: Si la agricultura familiar campesina, a nivel mundial y en Latinoamérica, es responsable de casi el 70% de los alimentos que se producen y consumen, ¿cuáles pueden ser los efectos inmediatos de esta agresión a la producción de alimentos realizada por estos agricultores?

JG: Casualmente este modelo lo que está queriendo es eliminar al pequeño y al mediano agricultor. O sea, solo favorece a los grandes, a grandes extensiones, es la única manera de que sea rentable a corto plazo, porque a mediano y largo plazos ya estamos viendo lo que está pasando: mayor contaminación del medio ambiente, de las aguas subterráneas, de la biodiversidad, de nuestros propios alimentos; y, detrás de eso, lo que va es la salud nuestra como consumidores. Todo eso ya se está rastreando desde hace tiempo y cada vez es más evidente. Eso no se puede negar. La evidencia es clara y abundante. Y ante eso debemos reaccionar. Si los políticos no lo están haciendo, tenemos que hacerlo nosotros. Reaccionar, pero a la una. En conjunto, estableciendo alianzas, redes. Haciendo nuestros reclamos, que son legítimos. Estamos hablando de algo que yo considero lo más importante: la salud, que está basada en una buena alimentación. Entonces, no es cualquier tema. Nadie puede decir esto no es un tema en el que no estoy involucrado. No, todos estamos involucrados.

LEISA: En este contexto, ¿cuál es la importancia del binomio productor agrario/consumidor urbano para asegurar una nutrición de calidad para todos?

JG: Yo no me imagino el uno sin el otro. Nos tenemos que ayudar mutuamente y debemos ser agradecidos. Yo pienso que la sociedad occidental, en términos generales, ha sido muy injusta con los agricultores, y sigue siéndolo. En mucho por ignorancia, en mucho porque el sistema nos ha encaminado en esa dirección. Para mí, la profesión más importante en cualquier sociedad es la del agricultor. Es la que nos da de comer, literalmente, no es un decir. No son los supermercados, la comida no nace ni se hace en los supermercados. Hay gente en las ciudades que así lo cree, lamentablemente. Y de allí yo creo que las organizaciones que estamos involucradas en estos temas debemos trabajar un poco más el tema de la educación a los consumidores. A veces es por ignorancia, simplemente. Un gran sector de los consumidores no tienen conciencia del valor tan grande que tienen los agricultores en cualquier sociedad. Y sobre todo los pequeños, pues como ya se conoce, aunque no mucha gente lo sabe, el 60-70% de lo que tenemos en nuestra mesa viene de ahí; es decir, de las parcelas de los pequeños y medianos agricultores. Viene del esfuerzo que día a día, por generaciones, vienen haciendo estos profesionales de la producción de la comida.

LEISA: ¿Cuáles serían las estrategias para que tanto productores como consumidores tengan una relación que permita influir políticamente para lograr una seguridad alimentaria de calidad?

JG: En primer lugar, informarnos sobre ese tema, tener claridad y exigir públicamente el posicionamiento que tiene que tener un tema como este. Este no es un tema para que esté en segunda línea, es de primera línea: alimentos, salud, ambiente. Eso está en todas las constituciones de nuestros países, en el papel, pero ahora nosotros tenemos que ver cómo lo hacemos realidad de manera efectiva y en conjunto, cómo nosotros somos más solidarios con los agricultores en esta labor que realizan todos los días, y ver que detrás de esto hay más que dinero, porque la salud no se paga con nada. Y si descuidamos esa base que es la que nos da la salud, la que preserva a la especie humana en el planeta Tierra, no hay marcha atrás. Este es un tema muy delicado. Es un tema de supervivencia, sobre todo en estos tiempos en los que estamos hablando del cambio climático. Entonces, primero, informarnos y, en segundo lugar, actuar. Esto no es para quedarse
con los brazos cruzados y quien lo hace no solo tiene que estar pensando en él, tiene que pensar en los que vienen detrás de nosotros.

LEISA: ¿Cuáles son sus recomendaciones para los productores campesinos y para los consumidores urbanos de América Latina ante esta situación del acaparamiento de tierras, la deforestación y el control monopólico de las semillas, pero también ante la demanda –cada vez mayor– de alimentos de alta calidad nutricional producidos agroecológicamente?

JG: La respuesta para mí es una: resistencia. Hay que resistir, y va a ser duro, está siendo duro. Hay que resistir y en conjunto. Esta demanda por alimentos sanos es cada vez más fuerte y nos va a ayudar a ir en esa dirección. Y no se está dando de manera casual. No es por convencimiento, es más por necesidad. Los consumidores se están dando cada vez más cuenta de todos los problemas que hay detrás de ese tipo de agricultura industrializada y adicta a agrovenenos (plaguicidas y fertilizantes sintéticos, principalmente). Nos hemos olvidado de que los alimentos, las plantas y los animales, son seres vivos. Igual que nosotros, todos ellos tienen sus necesidades y tenemos que respetarlas: de tipo agroecológico, de tipo nutricional, etcétera. Si nosotros vamos
a tener alimentos que proceden de cultivos estresados, llenos de venenos, como los que nos ofrece la agricultura industrializada, sus efectos negativos se van a transmitir a nuestros cuerpos también. Lo mínimo que podemos darle a esos organismos vivos que nos sirven de alimento es un trato decente, respetando sus necesidades para que lleguen a darnos alimentos sanos y nutritivos.

LEISA: ¿Cómo trabajar con los productores campesinos en esta lucha?

JG: Apoyándolos. Hay que apoyarlos, y una manera de hacerlo –cuando hablo de las personas que están alejadas de esta realidad o de estas actividades– es a través de la compra. Buscar ese tipo de productos, y ojalá, si fuera posible –para mí eso sería lo mejor–, que el consumidor se interese en esa actividad, no solo ya comprando el producto, sino visitando las fincas y las parcelas de donde proceden nuestros alimentos, conociendo a esas familias que están detrás de esos alimentos, estableciendo nexos, pero nexos que vayan más allá de lo meramente monetario, nexos humanos. La agricultura agroecológica está basada en principios y valores que no se negocian; eso se entiende, se respeta y si no, mejor no entrar ahí. Es difícil de explicar con palabras, es algo que debemos experimentar a nivel individual y colectivo, y la mejor manera de experimentarlo es visitando, estableciendo nexos con esos agricultores y no por teléfono, sino presencialmente, incluso pasar un par de días con ellos. De esa manera los consumidores podremos valorar mejor este trabajo tan digno e importante que hacen ellos por todos nosotros.

LEISA: Para terminar, ¿cuál considera usted que es el papel de la información?

JG: Básico, tan básico que uno ve que el sistema convencional lo está utilizando. Ellos están comprando todos los medios. No es casual que, en una actividad como esta, no se hicieran presentes los medios “tradicionales” o “comerciales” de comunicación colectiva. En Costa Rica pasa lo mismo: ellos tienen ya la mayor parte de los medios de comunicación colectiva a su favor y solo dan a conocer lo que a ellos les interesa. Hoy, digamos que a diferencia de hace algunos años, sí tenemos algo a nuestro favor, a saber, las denominadas redes sociales. Entonces si eso es lo que tenemos, eso es lo que debemos utilizar a nuestro favor para comunicar y tratar este tipo de temas. Utilizar mejor esas redes sociales y buscar los espacios donde se den, para conversar sobre estos temas que, como repito, no son cualquier tema. Todos debemos estar involucrados en estos temas que tienen que ver directamente con nuestra alimentación, salud y ambiente. A todos nos compete; por lo tanto, es responsabilidad de todos.

Dr.sc.agr. Jaime E. García González
Extensionista-investigador del Centro de Educación Ambiental (CEA) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y catedrático de la Sección de Ecología de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica. Integra la Red de Coordinación en Biodiversidad de Costa Rica (RCB), el Movimiento de Agricultura Orgánica Costarricense (Maoco) y la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL).
biodiversidadcr@gmail.com

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