Valorización de la biodiversidad por la agricultura familiar urbana
LUIS L. VÁZQUEZ MORENO | Página 23-24 DESCARGAR REVISTA COMPLETAMás allá de intentar una breve caracterización sobre las funciones de la biodiversidad en la agricultura urbana, el presente artículo trata de acercarse a la valorización que la agricultura familiar ha dado a la biota que habita y se maneja en las ciudades y pueblos, con énfasis en su importancia ecosocial, todo lo cual es parte de los resultados del proyecto BioFincas que se realiza en varios municipios de la ciudad de La Habana.
La agricultura urbana en Cuba es una tradición de las familias de ciudades y pueblos que tienen patios, jardines o cualquier espacio de tierra, o que incluso cultivan en macetas o crían en jaulas con diferentes propósitos. Podemos decir que en ellos existe una percepción afectiva y conductual de la biodiversidad. Desde mediados de la década de 1990 esta tradición familiar ha ido en aumento gracias al auge del Movimiento de Agricultura Urbana, organizado en diferentes formas productivas –como granjas y cooperativas– que integran organopónicos, huertos intensivos y fincas, en muchos casos con participación de familias que poseen patios y parcelas (Companioni, 2012), para integrar un complejo sistema que contribuye a la alimentación, la salud, el mejoramiento ambiental y la generación de fuentes de empleo, así como a la resiliencia socioecológica de las ciudades y pueblos del país ante los efectos del período especial –después de l990– de la economía cubana, de la globalización y de los eventos extremos del cambio climático, entre otros.
Ecosistema urbano
Los ecosistemas de las ciudades tienen un ambiente artificial debido a la influencia de la urbanización. Este ambiente se caracteriza, entre otras cosas, por importantes barreras físicas no biológicas, elevadas temperaturas como consecuencia del calentamiento de superficies, cálidas corrientes de aire superficial, emanaciones tóxicas provenientes de vehículos automotores, industrias y otras instalaciones.
Diversos espacios o microhábitats de la ciudad de La Habana se han convertido en sistemas de producción agrícola de pequeñas y medianas dimensiones, desde un patio de 20 metros cuadrados a un organopónico, un huerto intensivo o una finca de media o una hectárea en promedio, en los que se cultivan o cuidan diversas especies de plantas y animales. Estos arreglos espaciales, estructurales y temporales son tan complejos que, además de producir alimentos, cumplen funciones de autorregulación ecológica y prestan diversos servicios ambientales al interconectarse con las áreas verdes compuestas por césped, árboles y otros tipos de plantas que forman parte de las avenidas y parques, contribuyendo al enriquecimiento y conservación de la biodiversidad y al fomento de ecosociedades resilientes.
Agricultura familiar urbana
Aunque la mayoría de los organopónicos, huertos intensivos y fincas están organizados en diferentes formas productivas, como cooperativas y granjas, se consideran como agricultura familiar pues están muy cercanos a las viviendas de sus trabajadores y sus familias se benefician de sus producciones para el autoconsumo, a la vez que ofrecen directamente los productos a la comunidad. A estas organizaciones se integran patios, parcelas y otras fincas particulares, los cuales se consideran agricultura comunitaria familiar, que puede constituir un modelo estratégico para la resiliencia socioecológica de las ciudades.
Se han propiciado diferentes tipos de canales de venta: establecimiento o mercado agropecuario organizado por el gobierno municipal, kioscos de las cooperativas, yerberos, criadores y vendedores de perros, aves y otras mascotas, vendedores ambulantes y en los portales de viviendas, y muchos otros que ofrecen diversidad de productos alimenticios, medicinales, como también para uso social y cultural. Estas dinámicas han convertido a las ciudades y pueblos en fuentes de conservación, multiplicación, distribución y uso de la biodiversidad, así como de diálogo entre diversos actores para intercambiar percepciones y favorecer conductas sobre la utilización de la biota.
Valorización de la biodiversidad por la agricultura familiar
La biota productiva en la agricultura familiar tiene como función principal ser fuente de alimentos para la familia, los trabajadores, los vecinos, el mercado y los animales, con ventajas para las familias en relación a la producción convencional, como son contar con alimentos frescos, menos manipulados y libres de agrotóxicos; disminuir las compras y reducir los gastos en el mercado, así como tener la facilidad de cosecharla y utilizarla en el momento necesario y ser una reserva de alimentos nutritivos.
El valor que los propios agricultores y sus familias otorgan a la biodiversidad en la agricultura urbana es complejo y se manifiesta en muchísimas personas que se han convertido en verdaderos conservadores, pues no solo la atienden con fines productivos y comerciales sino que trabajan en su conservación y mejora genética. También tratan de utilizarla para otras funciones, como la conservación del suelo, el refugio y multiplicación de la fauna, la elaboración de abonos y biopreparados, entre otras, de manera que la percepción sobre las multifunciones de la biodiversidad por la población urbana se ha enriquecido. En cualquier barrio se pueden apreciar diálogos sobre biodiversidad, sea de los propios agricultores y trabajadores agrícolas o de sus familiares y vendedores de cualquier tipo.
Un ejemplo de valorización familiar de la biodiversidad es el de René Hernández, propietario de la finca San Carlos en el municipio Arroyo Naranjo, a quien hemos bautizado como el “rey del quimbombó” (Hibiscus esculentus o Abelmoschus esculentus), y que no solo es un eficiente productor de este vegetal sino que ha evaluado diferentes variedades y seleccionado la que mejor se comporta en las condiciones de su finca y tiene mayor aceptación por la comunidad, para luego producir su propia semilla y garantizar así una producción estable. Esta autosuficiencia es muestra de su habilidad para entender y manejar la biota productiva mediante procesos de experimentación. En la agricultura familiar urbana existen muchos agricultores como René.
Otro ejemplo es el huerto de plantas aromáticas en el municipio Playa, donde el agricultor Ubaldo Vidal cultiva 84 especies de plantas de 44 familias, con frecuentes ventas a personas vecinas y de otros lugares. Ubaldo tiene gran popularidad por sus conocimientos sobre el cultivo y los usos de estas plantas y, al venderlas, informa a los compradores sobre sus propiedades.
Los agricultores que toleran y manejan especies de plantas que no son productivas (vegetación auxiliar) han logrado comprender que ellas cumplen otras funciones importantes, como son brindar sombra y ramoneo para los animales y ser refugio de aves, insectos polinizadores, entomófagos y de otros organismos beneficiosos. Estas plantas conservan el suelo, funcionan como cortinas rompe vientos, conservan la humedad y también actúan como repelentes de plagas.
Interesante ha sido el entendimiento y reconocimiento que existe sobre los entomófagos, principalmente los que se conocen como cotorritas (Coccinellidae), crisopas (Chrysopidae), hormigas, avispitas (Braconidae, Ichneumonidae, Chalcididoidea), chinchitas (Anthocoridae, Miridae) y avispas. Estos grupos de insectos benéficos son reguladores de insectos plagas que los agricultores observan y protegen, inclusive algunos los multiplican en jaulas rústicas o les siembran plantas –como maíz, sorgo, girasol y noni (Morinda citrifolia)– para su multiplicación y refugio. Está latente una mayor valorización de la biodiversidad en espera de nuevas capacidades de los agricultores, sus familias y toda la comunidad, pues se ha identificado un potencial enorme para incrementar sus funciones y lograr ciudades autosuficientes y resilientes. La agricultura familiar urbana se integra a la comunidad pues no solo cumple funciones productivas y comerciales sino que las personas que se involucran se convierten en conservadores, enriquecedores y promotores de la biota y sus diversas funciones ecosociales.
Luis L. Vázquez MorenoInstituto de Investigaciones de Sanidad vegetal (INISAV), La Habana, Cuba.
lvazquez@inisav.cu
llvazquezmoreno@yahoo.es
Referencias
- Companioni, N., 2012. Panorama histórico y desarrollo actual de la agricultura urbana y suburbana en Cuba. Memorias del Seminario Internacional de Agricultura Urbana y Periurbana. FAO-INIFAT, La Habana, 14-17 mayo de 2012, pp. 33-38.
- Vázquez, L. L., 2013. Diagnóstico de la complejidad de los diseños y manejos de la biodiversidad en sistemas de producción agropecuaria en transición hacia la sostenibilidad y la resiliencia. Revista de Agroecología. No. 8, pp. 33-42. Universidad de Murcia.
- Vázquez, L. L., y Alfonso, J., 2013. Sistema BioFincas. Proceso participativo de diagnóstico, aprendizaje e innovación para el diseño y manejo agroecológico de la biodiversidad en sistemas de producción agropecuaria. Biodiversidad en América Latina. Disponible en: http://www.biodiversidadla.org/
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