marzo 2014, Volumen 30, Número 1
Biodiversidad y agricultura campesina

Para recuperar la biodiversidad: saberes locales y participación social

ADRIANA BÜNZLI | Página 34-35
DESCARGAR REVISTA COMPLETA
TIPOGRAFÍA
SMALL
MODO LECTURA
COMPARTIR

Los modelos agrícolas vigentes en las últimas décadas han considerado, por lo general, que lo rural se identifica con lo atrasado y que por lo tanto debería modernizarse. Este foco de atención disminuyó la importancia de aspectos cruciales para el bienestar de las personas más allá de lo económico, perdiendo valor lo tradicional en pos de lo moderno.

La tecnificación de las labores rurales y el avance de la frontera agropecuaria sobre áreas naturales es uno de los factores más importantes en la disminución de la biodiversidad y produce erosión genética y cultural. La sistematización de tierras y su introducción al cultivo y a la producción pecuaria implica la retracción y desaparición de numerosas especies vegetales nativas, muchas de ellas con propiedades para uso alimenticio, forrajero, medicinal, industrial, tintóreo y como combustible. Todas estas especies fueron utilizadas por los pueblos originarios y aun por los primeros pobladores inmigrantes que llegaron a estas tierras. En la Patagonia argentina estos procesos son causa de la desertificación que se manifiesta en distintos grados según la zona. El factor desencadenante de mayor peso en este proceso es la pérdida de cobertura vegetal motivada por la introducción de ganado exótico sin aplicar medidas de conservación.

La importancia de mantener la biodiversidad radica en que cada grupo de individuos cumple una función específica en el ecosistema. Al desaparecer una comunidad vegetal, desaparece, en forma paralela, la función que ese grupo de individuos realizaba en el sistema. Podría trazarse un paralelismo entre este concepto y el de diversidad cultural. La multiplicidad de culturas aporta a la visión compleja de la realidad, fundamental para establecer nuevas formas de desarrollo.

El proceso de pérdida de diversidad florística está directamente relacionado con la erosión cultural, es decir que estamos frente a un proceso de disminución de la biodiversidad. Esta situación podría revertirse recorriendo el camino inverso al que se recorrió durante la modernidad, es decir revalorizando los saberes y prácticas tradicionales y, a la vez, cultivando especies nativas o exóticas utilizadas por los pobladores rurales. En esta línea es fundamental que la familia rural participe activamente en los proyectos de desarrollo, desde su concepción hasta su puesta en práctica.

El reto de revertir el proceso de degradación de los ecosistemas y al mismo tiempo satisfacer las demandas crecientes de sus servicios, puede conseguirse en algunos escenarios aunque se requieren cambios significativos en las políticas y en las instituciones, además de innovaciones tecnológicas sustanciales y mejoras en la capacidad de las personas para gestionar los ecosistemas locales y para adaptarse a la alteración de los mismos (Norero y Pilatti, 2002).

Experiencia en la Norpatagonia argentina

 

A partir de 1997 se ha llevado a cabo una experiencia conjunta con los pobladores de una comunidad originaria. El foco estuvo puesto en la revalorización de especies nativas y el cultivo de estas y otras introducidas con valor forrajero, alimenticio, medicinal y tintorero. En forma paralela se trabajó sobre la revalorización de los saberes y la cultura locales.

Se abordó principalmente el cultivo de especies forrajeras debido a que los lugareños tienen como actividad productiva principal la cría extensiva de ganado caprino y en menor escala ovino (Bünzli, 2007). Además se abordó el cultivo de especies que ellos señalaron como comestibles (Prosopis spp.), además de las medicinales y combustibles.

Desde el equipo de trabajo se reflexionó sobre la hipótesis de que el fuerte proceso de transculturización sufrido por los pueblos originarios podría haber debilitado la fuerte ligazón que estos pueblos manifiestan ancestralmente con la naturaleza. En este sentido, se consideró importante comenzar a trabajar en las escuelas de la comunidad, por lo que entre 2002 y 2004 se trabajó con los alumnos, docentes y padres que deseaban participar de una propuesta, que además de compartir conocimientos científicos y saberes empíricos con respecto al cultivo de especies nativas, tuvo como objetivo recuperar el saber ambiental latente en las familias de la comunidad.

En esta ocasión se trabajó en forma paralela en la escuela de El Cuy, localidad de la Región Sur de Río Negro (mapa 1). La Comunidad Gramajo ha presentado una clara evolución desde que se comenzó este trabajo en 1997, sus actividades productivas se han diversificado, la utilización de plantas nativas e introducidas se ha incrementado y los propios integrantes de la comunidad han sido agentes multiplicadores, compartiendo estas prácticas con otras comunidades que habitan parajes cercanos en la provincia de Neuquén, como Las Lajas, Campana Mahuida (Loncopué), Los Hornos (Mariano Moreno), Los Catutos (a 20 km de Zapala) y Añelo (mapa 2).

Dos integrantes de comunidades rurales de la Patagonia intercambian saberes sobre las plantas de Atriplex halimus Daniel Otal

El grado de apropiación del cultivo de especies forrajeras nativas e introducidas ha alcanzado tal magnitud, que en la feria de Zapala de 2003 se organizó una capacitación para productores que fue dictada por una señora integrante de la comunidad. Ella junto con su marido fueron los que mayor impulso le dieron a esta propuesta. Más adelante, a medida que se fue difundiendo la experiencia, a través de personal vinculado al Ministerio de Agricultura y Ganadería se estableció un contacto con una comunidad indígena de Blancura Centro ubicada en la Región Sur de la provincia de Río Negro (Argentina), que propició el encuentro entre integrantes de las dos comunidades en octubre de 2009 (véase foto).

En el marco de estos procesos que implican el compartir material reproductivo (semillas), técnicas de cultivo y experiencias con habitantes de otros parajes de la provincia, se observa la importante participación de los pobladores de la Comunidad Gramajo en el desarrollo del proyecto original. Ellos son los actores que han tenido un rol fundamental en la difusión de la técnica del cultivo de especies adaptadas a las condiciones climáticas de la zona. A través de todos estos años de trabajo constante se ha concretado la revalorización de sus saberes y el empoderamiento de los integrantes de esta comunidad.

Conclusiones

La evolución del cultivo y la creciente participación de la comunidad Gramajo en este proyecto permiten formular la conclusión de que la gestión de la vegetación por los actores directos es posible. Por otra parte, la participación activa de los destinatarios de un proyecto de recuperación de la vegetación nativa es fundamental para garantizar su continuidad en el tiempo, ya que al aportar su saber ambiental aumentan las posibilidades de colaborar en el diseño de estrategias para la utilización sostenible de los recursos.

A través de este trabajo se ha logrado recuperar, al menos parcialmente, saberes asociados a las plantas nativas y su uso sistemático, hecho que se evidencia en la práctica continua de cultivar especies tanto nativas como introducidas que luego se utilizarán en distintas aplicaciones. De esta manera se está logrando paulatinamente evitar el sobreuso de las plantas que crecen espontáneamente y así se contribuye a detener el proceso de desertificación y, simultáneamente, para los lugareños es posible continuar con su principal actividad productiva.

La recuperación de las prácticas y destrezas tradicionales y locales conducirá inevitablemente a la inclusión de los poseedores de estos valiosísimos saberes –que hoy forman parte de sectores marginados de la sociedad– en planes integrales de desarrollo rural.

No obstante, son necesarias políticas estatales que provean asistencia técnica permanente, además de la provisión de algunos insumos. La elaboración de planes de restauración o rehabilitación deberán contemplar el aspecto tecnológico en forma paralela a la visión ambiental, territorial y cultural. Será necesario invertir en nuevos modelos de capacitación que superen las concepciones de asistencia técnica y extensión convencionales y se concentren en formar una nueva generación de técnicos y mediadores sociales capaces de comprender y apoyar un nuevo enfoque de desarrollo rural sostenible.

Adriana Bünzli
Cátedra de Botánica Agrícola General. Facultad de Ciencias Agrarias. Universidad Nacional del Comahue
abbunzli@yahoo.com.ar

Referencias

  • Barkin, D., 1998. Riqueza, pobreza y desarrollo sustentable, Introducción: 1-2. México: Editorial Jus y Centro de Ecología y Desarrollo. http://anea.org.mx/publicaciones.htm
  • Bünzli, A. B., 2007. Cultivo de arbustos forrajeros introducidos en la comunidad Mapuche Gramajo. LEISA revista de agroecología 22-4: 34-37.
  • Norero, A. y Pilatti, M., 2002. Enfoque de sistemas y modelos agronómicos. Necesidad, método y objetos de estudio. Santa Fe: Centro de Publicaciones. Secretaría de Extensión. Universidad Nacional del Litoral.

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA