Manejo de la diversidad: estrategia para el autoabastecimiento y la comercialización
MIGUEL A. ESCALONA AGUILAR, NANCY DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ | Página 12 DESCARGAR REVISTA COMPLETAEduardo y Salomón son dos campesinos que comercializan su producción en los mercados orgánicos de Xalapa y Coatepec, ciudades del estado de Veracruz, México. Ellos viven en Tatatila, pequeña población que se encuentra a 26 kilómetros de Xalapa, adonde viajan cada fin de semana a ofrecer sus productos. Tatatila está ubicada en zona montañosa, a una altitud de 2.060 msnm, con un clima húmedo y temperaturas extremas. La lluvia promedio anual es de 1.346 mm, más abundante en verano y otoño.
Los suelos de esta región son del tipo luvisol, que se caracterizan por tener acumulación de arcilla en el subsuelo, aunque con un buen potencial para actividades agrícolas, forestales y pecuarias, pero con fuertes pendientes y pedregosidad, lo que dificulta mucho las prácticas agrícolas con maquinaria y, a veces, también con los implementos agrícolas tradicionales.
Estas características edafoclimáticas y orográficas son un reto para mantener los terrenos productivos sin que se degraden por la erosión. Las familias de Eduardo y Salomón han decidido responder a este reto a través de la diversificación biológica en tres pequeñas parcelas; en dos de una hectárea cultivan frutales, hortalizas y la milpa, y en la otra conservan bosque, de donde obtienen madera para construcción, leña y para producir carbón. Esta diversidad se hizo evidente durante las entrevistas realizadas a estos campesinos, pues reconocieron tener 35 especies diferentes entre frutales, hortalizas, forestales, medicinales,
aromáticas y de condimentos, frijol y maíz, aunque es muy probable que haya muchas más especies útiles en este agroecosistema. Tal diversidad les permite contar con un suelo permanentemente cultivado y sin riesgos de erosión. Además el manejo de la pendiente, que en ambas parcelas es cercana al 40%, tiene una lógica interesante: en la parte más alta de la finca dejan un área pequeña de bosque, de tal manera que evite el escurrimiento del agua cuando llueve, y en las partes con mayor pendiente asocian árboles frutales (estrato arbóreo) con especies arbustivas, como puede ser el caso del chile de cera (Capsicum pubescens) o la berenjena (Cyphomandra betacea), con especies herbáceas como es el caso de la milpa, el chayote (Sechium edule) y los frijoles de enredadera que van ocupando todo el terreno sin dejar espacios vacíos.
El manejo de la biodiversidad se vincula con la selección y conservación de semillas o materiales de propagación y a técnicas agronómicas como el injerto. Esto les permite incoporar germoplasma seleccionado a su unidad productiva. Así se van sumando criterios biológicos y culturales de gustos por la comida en un proceso que va afianzando una forma de vida, que se trasmite de generación en generación.
Esta gran diversidad por lo tanto se expresa en el número de actividades y también en los períodos de cosecha que pueden prolongarse por muchos meses, garantizando así un ingreso, que si bien no es elevado, es casi permanente.
Otra característica interesante encontrada es el deseo de mantener la unidad familiar como una manera de reproducir su forma de vida, que si bien es limitada en cuanto al nivel de ingresos, mantiene la filosofía del autosustento a partir del manejo de los recursos locales y el trabajo familiar. En este proceso los padres juegan un papel fundamental al trasmitir a sus hijos la forma de percibir la producción de alimentos y la cohesión familiar.
Miguel A. Escalona Aguilar, Nancy Domínguez GonzálezFacultad de Ciencias Agrícolas, Universidad Veracruzana,
Xalapa – mifana@hotmail.com
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