marzo 2014, Volumen 30, Número 1
Biodiversidad y agricultura campesina

Reconversión agropecuaria y restauración ecológica: dos casos de investigación

JULIÁN A. GIRALDO, ZORAIDA CALLE D., ENRIQUE MURGUEITIO R., SANDRA M. GIRALDO | Página 9-11
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Existe un potencial enorme en la colaboración entre científicos y comunidades rurales a través del diálogo de saberes entendido como el encuentro del conocimiento agroecológico tradicional y el conocimiento científico, para contribuir a la producción sostenible de alimentos sanos y a la recuperación de los ecosistemas.

A pesar del serio debate de las últimas décadas sobre la sostenibilidad rural, tanto la investigación como la transferencia de tecnología y la asistencia técnica continúan fomentando modelos de Revolución Verde, sin un análisis completo de sus efectos ambientales y sociales. Una manifestación visible de esto es la aplicación generalizada de paquetes tecnológicos que ignoran el contexto productivo de cada región. Una opción viable para la reconversión de la producción agropecuaria y la restauración ecológica de tierras degradadas es la generación de tecnologías apropiadas para las comunidades rurales mediante procesos de investigación participativa. El ingrediente fundamental de estos procesos incluyentes es la comprensión y valoración del conocimiento campesino. Aunque en América Latina la tradición indígena es rica en ejemplos exitosos de agricultura basada en el conocimiento y buen manejo de la naturaleza, no todas las culturas campesinas mantienen vivo este saber. Por otra parte, la agroecología y la restauración ecológica, que gozan de gran dinamismo y creciente interés académico, son disciplinas científicas relativamente jóvenes y deben apoyarse en otros desarrollos, más prácticos que teóricos. Es necesario mejorar el actual conocimiento sobre métodos para recuperar la base de recursos naturales de las comunidades con el fin de sustentar los procesos productivos y culturales. Esto requiere de investigación con amplia participación social y métodos innovadores.

Los dos estudios de caso que presentamos relatan procesos de colaboración entre comunidades rurales e investigadores externos para la generación y aplicación de conocimiento con el objetivo de producir alimentos en forma sostenible y al mismo tiempo restaurar tierras degradadas y recuperar la biodiversidad de los ecosistemas.

Estudio de caso 1: dos décadas de investigación participativa en Los Sainos

En la microcuenca Los Sainos, ubicada en la Cordillera Occidental colombiana, la transformación del paisaje boscoso empezó en la primera mitad del siglo XX con la extracción de las maderas valiosas y la tala gradual del bosque, hasta dejar una cobertura forestal mínima en los filos de montaña y corredores ribereños.

A comienzos de la década de 1970, la producción agrícola basada en sistemas agroforestales con café y una alta diversidad de especies que satisfacían las necesidades nutricionales de las familias, cambió en poco tiempo, impulsada por la demanda de los mercados urbanos, hacia monocultivos muy rentables de frutas como tomate de árbol (Cyphomandra betacea), lulo (Solanum quitoensis) y granadilla (Passiflora ligularis), todos ellos altamente dependientes de insumos químicos. Pocos años después, la prosperidad de la economía local basada en monocultivos terminó repentinamente con la aparición de múltiples problemas fitosanitarios. Esta crisis productiva vino acompañada de la rápida expansión del ganado bovino hacia las cabeceras de las nacientes de agua y el acceso libre de los animales a las franjas ribereñas. A finales de la década de 1980 la crisis productiva se agravó con la falta de agua, la pérdida de la soberanía alimentaria, el deterioro de los suelos y los conflictos sociales por el acceso a los recursos naturales. Muchas familias consideraron vender sus predios y migrar a otras localidades o a centros urbanos, pero un pequeño grupo optó por un cambio integral del paradigma ambiental, productivo y social. Motivados por su fuerte arraigo a la tierra y con el acompañamiento institucional de la Fundación CIPAV, la comunidad de Los Sainos asumió el reto de ser protagonista en el diseño de un modelo propio de desarrollo rural. El trabajo de CIPAV y la comunidad se fundamentó en el respeto, la confianza y la amistad.

Los productores adoptaron prácticas agroecológicas y sistemas productivos diversificados tales como bancos mixtos de forraje, cercas vivas, barreras rompeviento, sistemas silvopastoriles y arreglos agroforestales complejos. La producción vegetal y animal se reforzaron mutuamente en la medida en que los policultivos aumentaban la oferta y variedad de alimentos para las familias y a la vez demandaban una mayor fertilización orgánica. La seguridad alimentaria y el flujo de ingresos de las familias de la comunidad mejoraron con la adaptación de tecnologías sencillas para el manejo de ganado bovino semiestabulado, la producción escalonada de cerdos con recursos locales, la piscicultura de pequeña escala y el manejo de aves de corral.

Paralelamente, la comunidad generó, validó y adaptó tecnologías muy sencillas para la construcción de viviendas e instalaciones pecuarias, la cosecha de aguas lluvias, la descontaminación productiva de aguas servidas, el uso de biogás para el reemplazo parcial de la leña en las cocinas, el tratamiento del agua con filtros lentos de arena y la conservación de los suelos.

Todos los proyectos de investigación que llevaron a cabo la comunidad y CIPAV durante más de dos décadas involucraron a adultos, jóvenes y niños en calidad de coinvestigadores locales. Esta interacción y retroalimentación permanentes permitieron generar conocimiento científico y tecnológico adaptado a las condiciones del sitio. Al mismo tiempo se formó un grupo local de personas de diferentes edades con aptitudes e intereses en diferentes disciplinas.

Sustentada en valores compartidos y el respeto mutuo, la relación de trabajo de la comunidad campesina de la microcuenca Los Sainos y CIPAV ha perdurado por más de 25 años, con resultados positivos para ambas partes. La comunidad se ha fortalecido a través del empoderamiento y el liderazgo que surgen de los procesos prolongados de investigación participativa.

El conocimiento generado a través de la investigación participativa para la gestión y el manejo de los recursos locales ha servido como modelo e inspiración para miles de personas.

El territorio mismo se ha transformado en la medida en que los bosques han sido restaurados para mejorar la regulación hidrológica. Ha aumentado la conectividad entre relictos boscosos, gracias a lo cual han mejorado las perspectivas para la conservación de la biodiversidad. Varias familias han cedido terrenos productivos para la regeneración del bosque y han constituido pequeñas reservas naturales de la sociedad civil que hoy son reconocidas en Colombia como modelos de conservación producción.

Existe además un sistema de control interno que vela por la continuidad de estos procesos. En los sistemas agroforestales de la microcuenca Los Sainos destaca la alta diversidad de especies vegetales. Plantas tradicionales destinadas al autoconsumo familiar y al mercado como maíz, frijol, yuca, plátano, arracacha, piña, lulo y granadilla, se asocian hoy con arbustos forrajeros como botón de oro (Tithonia diversifolia), nacedero (Trichanthera gigantea), chachafruto (Erythrina edulis), ramio (Boehmeria nivea) y morera (Morus alba), y con árboles nativos como chagualo (Myrsine guianensis), guayabo (Psidium guajava), arboloco (Montanoa quadrangularis) y nogal (Cordia alliodora). Esta biodiversidad planeada coexiste con la biodiversidad asociada, que incluye a los organismos polinizadores y artrópodos benéficos, que a su vez regulan a los insectos herbívoros y otras plagas del sistema. Con el tiempo, los productores de la microcuenca Los Sainos han dejado de considerar a los artrópodos y otros componentes de la biodiversidad local como enemigos reales o potenciales y han empezado a verlos como aliados.

La estructura vegetal compleja que resulta al combinar varios estratos de plantas protege el suelo con una gruesa capa de residuos vegetales y contribuye a la formación de materia orgánica estable que se conserva en el suelo gracias a la labranza moderada y al abandono del fuego como práctica de limpieza. Por otra parte, la asociación de especies de ciclo productivo corto con árboles de larga vida y madera valiosa, permite a las familias tener un flujo de caja a través de la producción de alimentos y un ahorro de mediano plazo representado en la madera. La suma de estas características reduce la vulnerabilidad del sistema frente a las lluvias torrenciales y sequías por lo cual es una herramienta importante para la adaptación de los productores campesinos al cambio climático.

Estas ideas innovadoras se fortalecen con proyectos de investigación participativa y proyectos universitarios de grado (pregrado y maestría) en temas como fenología de plantas  nativas, reciclaje de nutrientes, alimentación de animales domésticos con recursos locales y abejas criollas, entre otros. A través de las redes sociales e intercambios permanentes, los sistemas que aprovechan y favorecen la biodiversidad han alcanzado un amplio radio de influencia en la medida en que cada vez más productores campesinos e indígenas, junto con técnicos y profesionales de varias disciplinas y de todas las regiones del país, han visitado la localidad para conocer este modelo de producción sostenible.

La planificación predial de las propiedades se sigue llevando a cabo para garantizar la soberanía alimentaria y el uso racional de los recursos naturales –suelo, agua y biodiversidad– a través de sistemas agroforestales cada vez más complejos.

En una comunidad que hace 25 años tenía conflictos por el acceso al agua, hoy existe una oferta hídrica suficiente para 75 familias. Es digno de destacar que los sistemas agroforestales de la microcuenca han evolucionado en forma paralela con la conciencia ecológica de la comunidad campesina. Hoy existe un fuerte arraigo por la tierra y una valoración de la cultura rural, que se transmite a las nuevas generaciones para lograr el relevo generacional y la continuidad de los procesos.

Estudio de caso 2: reconversión de los sistemas productivos en reservas de la sociedad civil de la Cordillera Occidental de Colombia

Aunque las reservas naturales de la sociedad civil han existido formalmente en Colombia durante más de dos décadas, solo fueron reconocidas como áreas naturales protegidas de carácter privado en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) en 2010. Si bien en la mayoría de los casos la iniciativa de constituir un predio como reserva surge de la familia propietaria, las reservas situadas en los municipios de Versalles, El Dovio y Bolívar, en el norte del Valle del Cauca, tuvieron un proceso diferente, liderado por organizaciones de base comunitaria (Corpoversalles, Acerg y Ecofuturo) que vieron en esta figura la posibilidad de generar procesos locales de conservación.

Policultivo agroforestal con más de 20 especies para la seguridad alimentaria humana y animal investigado en forma participativa en la microcuenca Los Sainos, El Dovio (Colombia) Zoraida Calle - CIPAV

Este trabajo, que se inició en 2003, ha permitido constituir 50 reservas que en la actualidad avanzan en la implementación de sus planes de manejo. Estos predios suman alrededor de 1.200 hectáreas que se destinan a la conservación y recuperación de ecosistemas naturales y al mejoramiento agroecológico de los sistemas productivos. Las reservas conservan especies de flora y fauna importantes en la región: árboles amenazados de extinción como el medio comino (Aniba robusta), molinillo o copachí (Magnolia hernandezii), palma de cera (Ceroxylon alpinum), roble (Quercus humboldtii) y cedro rosado (Cedrela montana); aves endémicas como la clorocrisa multicolor (Clorochrysa nitidissima) y mamíferos muy escasos en los paisajes rurales como el mono aullador (Alouatta seniculus), entre otras.

El trabajo desarrollado en los agroecosistemas ha permitido negociar con las familias propietarias la liberación de nuevas áreas para la conservación. Dado que la mayoría de las propiedades son medianas y pequeñas, la cesión de terrenos para este fin exige incrementar la productividad en las áreas más aptas para la ganadería, la agricultura comercial y la producción para el autoconsumo. Solo así es posible asegurar que las áreas más sensibles se destinen a la regeneración natural, a la restauración de las fuentes de agua o a establecer corredores entre fragmentos de bosque.

Con el tiempo las familias propietarias de los núcleos de reservas se han convertido en referentes para los productores vecinos, que se interesan en los cambios productivos y en los espacios de participación tales como intercambios, encuentros de capacitación y ejercicios de planeación y ordenamiento del territorio. En los últimos años esto ha motivado a otras familias a hacer de sus predios nuevas reservas naturales.

En síntesis, las propuestas clásicas de conservación no son atractivas para todos propietarios de la región, pero el mejoramiento de las actividades agropecuarias sí lo es. Las organizaciones articuladoras de reservas naturales en los municipios de Versalles, El Dovio y Bolívar (Valle del Cauca) han demostrado que es factible aumentar la eficiencia agroecológica y al mismo tiempo restaurar áreas de ecosistemas naturales.

Conclusión

Las comunidades campesinas de la región andina enfrentan retos enormes para mantener su estilo de vida y su cultura. El modelo urbano dominante, la globalización de los mercados y el cambio climático ponen en riesgo a cientos de miles de familias para quienes el campo es mucho más que una actividad generadora de ingresos.

La agroecología y la restauración ecológica, dos ciencias relativamente jóvenes, pueden apoyar el desarrollo rural sustentable si se orientan hacia la construcción de nuevo conocimiento mediante el diálogo de saberes entre investigadores y habitantes del campo. Todos pueden beneficiarse de esta interacción, como lo evidencian estos dos casos en las montañas de Colombia.

Julián A. Giraldo
Investigador CIPAV – jgiraldo@cipav.org.co
Zoraida Calle D.
Coordinadora del Área de Restauración Ecológica CIPAV
zoraida@cipav.org.co
Enrique Murgueitio R.
Director Ejecutivo CIPAV – enriquem@cipav.org.co
Sandra M. Giraldo
Ecofuturo – smilegirald@yahoo.es

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