Choba-choba es un término quechua que significa ‘pelo con pelo’ (choba significa ‘pelo’ en el quechua de los Lamas), expresión que está relacionada con el entretejido de los cabellos para formar las trenzas de las jóvenes durante sus uniones matrimoniales.
Esta noción se amplía a la unión de las familias campesinas nativas y no nativas para realizar sus diversas actividades de conservación y uso sostenido de la diversidad agrícola y silvícola nativa, como parte de sus economías comunales saludables con el medio natural y el bienestar de las familias.
Expresiones de reciprocidad
Estos grupos de solidaridad se entretejen en sintonía con los ciclos naturales y culturales, y la evidencia de ello se encuentra en los calendarios comunales de cada campaña agrosilvícola.
Con esta dinámica un choba-choba va entretejiéndose a su vez con otro choba-choba hasta formarse, según el espacio que abarcan, en tejidos locales, regionales, interregionales, y panandinos o amazónicos, cuyas máximas expresiones son las festividades y rituales tradicionales que realizan al finalizar y al empezar las campañas agrícolas anuales.
Toda la familia participa en todos los choba-chobas, donde cada persona aporta de acuerdo a su capacidad y destreza, cumpliendo roles y actividades distintas: las mujeres de toda edad preparan la comida; los niños y niñas acarrean el agua, la leña, las semillas, la chicha, etc.; los varones –mayores y jóvenes– realizan directamente las actividades agrícolas, como el deshierbe, el corte de monte, etc.
Economías saludables
Los grupos de solidaridad choba-choba están relacionados con la ‘crianza’ de la biodiversidad y facilitan el ‘asemillamiento’ (aprovisionamiento de semillas) de las diversas especies vegetales y animales, que luego son esparcidas en los diferentes pisos ecológicos del territorio comunal.
En este proceso cada choba-choba y cada chacra o parcela campesina se convierten en un Centro de Enseñanza y Aprendizaje Mutuo (CEAM), donde se transmiten los diversos saberes y prácticas para la conservación de la biodiversidad.
Las características armonizadoras de los choba-chobas, practicadas con buena voluntad, de modo alegre y con mucho diálogo, impulsan el avance de las actividades, que es lo que interesa a las familias dueñas de las chacras o parcelas agrosilvícolas. Esto lo describe don Máximo Pinchi Sangama, de 74 años, campesino del Distrito de Tres Unidos, Provincia de Picota, quien nos dice: “Me quedo muy tranquilo y satisfecho, viendo al personal realizar los trabajos de hoy día. Antes se seguía este trabajo, se llamaba fuerza con fuerza. Ahorita con el choba-choba, me hace recordar los trabajos de antes, se ve el avance del trabajo, porque se ocupa de 30 a 40 personas y no se paga ni un centavo”.
Estos atributos hacen posibles las relaciones entre las familias y las comunidades y son muy apreciados por los campesinos que mantienen la cultura de la reciprocidad. Por eso, cuando se brindan estímulos surgen respuestas alentadoras que se manifiestan en el rápido incremento de los integrantes de cada grupo choba-choba, en el avance de las actividades, en el fortalecimiento de los saberes, en la diversificación y densificación de los cultivos, para la suficiencia alimentaria comunitaria y la generación de excedentes para compartir e intercambiar y para su venta con el fin de cubrir otras necesidades familiares.
Esta redistribución es la que evita los excesos que perturban la armonía de la colectividad natural, humana y sagrada, por lo que la ponderación y la moderación son atributos importantes en las familias que también se practican en los trabajos de ayuda mutua. Al respecto, la señora Carolina Ocampo Sopla, natural del distrito de Pósic, en el Alto Mayo, provincia de Rioja, manifiesta: “La minga es bueno que siga organizándose porque nos favorece a todos; porque así nos hacemos nuestras chacras y a la hora de la cosecha todos tenemos para comer y alimentar a nuestros hijos. De nuestras cosechas nosotros sacamos para vender nuestro plátano, nuestra guinea, yuca, frijol, sacamos nuestras hortalizas, un poco de cada cosa para hacernos ayudar para comprar nuestro aceite, azúcar, o para comprar también la ropa de nuestros hijos, sus útiles de escuela; por eso nosotros sembramos un poco de cada cosa, de esa manera si un cultivo todavía no aparece, el otro ya ha de estar bueno para la cosecha”.
Una experiencia de acompañamiento a los choba-chobas
Los técnicos e instituciones al conocer que son estas relaciones las que permiten la regeneración permanente de la diversidad biocultural en ecosistemas frágiles, diversos, y muy heterogéneos como son los Andes amazónicos del Perú, nos constituimos en acompañantes de estos modos de vida que tienen su expresión en los grupos de ayuda mutua o choba-chobas.
Se entiende que quien acompaña “sigue los caminos que están” y no inventa otro. Sabe que cada grupo chobachoba acompañado lo hace de un modo diferente. Entonces el acompañamiento también tiene que ser diverso y especial para cada grupo choba-choba, por eso hablamos de modalidades y no de una metodología. La metodología supone un solo modelo sin que importe la particularidad de cada grupo de ayuda mutua.
Acompañamos para vigorizar y afirmar los saberes y las prácticas ancestrales y también las recreadas, para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Esta es la forma como las familias campesinas, integrantes de estos grupos de solidaridad, entienden su desarrollo. La práctica agrosilvícola de ‘imitación de la naturaleza’, que caracteriza a los choba-choba, es sostenible de por sí.
Conocedores de que vivimos en un mundo pluriecológico y pluricultural, las propuestas de acompañamiento a estos grupos de ayuda mutua para el restablecimiento de la calidad de vida de su población deben ser también diversas y diferentes.
Las iniciativas relacionadas con la conservación de la biodiversidad se sustentan en la sabiduría de las abuelas y abuelos y de las campesinas y campesinos sabios, conocidos como ‘curiosos’ o yachak. Su implementación es facilitada por los choba-chobas. Es decir, mediante el acompañamiento a sus diversas iniciativas de afirmación cultural, contribuimos con la forma de ser de los choba-chobas, como parte de las pulsaciones y la trama de la vida misma. Este aspecto permite mostrar el conocimiento vivencial que las familias campesinas mantienen con su entorno natural. Finalmente es el sentido de reciprocidad y redistribución de las “crianzas” de los choba-chobas, lo que evita la acumulación y los excesos en la producción y consumo.
Estos aspectos de nuestros pueblos, con culturas originarias, evitan o limitan la influencia de elementos de la economía moderna, como son los sistemas de conocimiento y racionalidad desconectados de la naturaleza, opuestos a la ecología (Marglin, 2000).
Rider Panduro MeléndezCorreo-e: riderpm@hotmail.com
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