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Las abejas son criaturas asombrosas. Pueden navegar, comunicarse, ventilar sus colmenas, separar polen contaminado, repeler invasores… y colaborar. Polinizan alrededor de 90 tipos de plantas de cultivo y, por supuesto, también producen miel. Pero están muriendo por millones.

 

Me pregunto si las enseñanzas del ganador del Premio Nobel, Daniel Kahneman (que incluyó aspectos de la investigación psicológica en la ciencia económica), pueden ayudarnos a entender qué es lo que está ocurriendo. Kahneman pone de relieve un aspecto desafortunado de nuestra psicología: reaccionamos a los desafíos o amenazas de dos maneras. La primera es una respuesta “rápida”, que básicamente implica negación (“Eso no puede ser cierto…”), no hacer nada y esperar que el problema desaparezca, o aplicar una solución que puede haber resultado para resolver otro problema. Una segunda respuesta “lenta” puede seguir a la primera: se llama pensamiento racional. Implica tiempo y esfuerzo y se basa en la recolección y análisis de evidencia.

La población mundial de abejas simplemente no puede estar amenazada. Las abejas son demasiado importantes y no pueden desaparecer (negación). Pero todo el tiempo recibimos evidencias de todas partes del mundo que nos dicen “reflexiona”. Los apicultores revisan sus colmenas un día y se encuentran con que las abejas han desaparecido. Lo que ahora llamamos problema o desorden del colapso de colonias (CCD por sus siglas en inglés) sigue sucediendo. Y seguimos recibiendo informes de ubicaciones más específicas: otra especie está desplazando a las abejas en la región del Pacífico; hay un escarabajo africano que destruye la miel en las colmenas australianas; se informó de un “nuevo” parásito de las abejas en California este año.

¿Pero qué está ocurriendo exactamente? Hay muchas respuestas “rápidas”. Algunos dicen que “el ácaro pa-rasitario Varroa o los patógenos que trasmite han mutado”. Es plausible, pero estos patógenos han existido desde siempre y no son pandémicos. “Deben ser los insecticidas como los neonicotinoides (actúan en el sistema nervioso central de los insectos y con menor toxicidad en mamíferos; el imidacloprid, catalogado como “moderadamente tóxico” por la Organización Mundial de la Salud, es uno de ellos), que ciertamente están implicados. Pero estos productos han estado disponibles desde la década de 1980. ¿Por qué están teniendo efecto solo ahora? Las colmenas son trasladadas con frecuencia a grandes distancias para polinizar cultivos específicos. ¿Sufren las abejas de estrés inducido por patógenos al viajar? Estos desplazamientos han sido “normales” por muchos años. ¿Debe ser a causa del cambio climático entonces…?

Por favor, ¿existe alguna organización internacional que pueda aplicar procesos de pensamiento para obtener una respuesta lenta en la búsqueda de soluciones globales? “Si las abejas desaparecieran de la superficie de la Tierra, a los hombres solo les quedarían cuatro años de vida”; dijo Einstein, y él era un pensador en busca de respuestas verdaderamente lentas.

John Wightman
Con sede en Australia, ha trabajado reorganizando sistemas de cultivo en África, el Sudeste Asiático y el Pacífico
Correos-e: jawinvn@gmail.com – intipm@ipmmaleny.com

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