junio 2008, Volumen 24, Número 1
Agricultura sostenible y comercio justo

Construyendo alianzas entre agricultores y consumidores para enfrentar la crisis del café

ROBERTA JAFFE, DEVON SAMPSON Y ANNIE SHATTUCK | Página 41-43
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En 2001, los precios del café cayeron a los niveles más bajos de su historia, asolando a las familias dependientes del café y a sus comunidades, en lo que fue conocido como la “crisis global del café”.

Muchas familias dejaron sus comunidades para buscar trabajos asalariados, mientras que otras cortaron sus plantas de café y árboles de sombra para instalar pastizales para ganado. La totalidad de las comunidades productoras de café en México y Centroamérica fueron puestas a prueba por la migración, la biodiversidad se vio amenazada por la deforestación y las laderas de los cerros despojadas de plantas y pisoteadas quedaron más expuestas a la erosión causada por las lluvias tropicales.

Ese mismo año, un grupo de investigadores creó una red basada en relaciones a largo plazo con varias comunidades agrícolas de América Latina, todas las cuales estaban sufriendo los efectos causados por la estrepitosa caída en los precios del café. Formaron la Red de Agroecología Comunitaria (CAN), una organización sin fines de lucro con sede en los Estados Unidos, para apoyarse unos a otros como investigadores, compartir conocimientos e información con las comunidades agrícolas y promover el empoderamiento local y la conservación de la biodiversidad.

Cuatro de las comunidades asociadas a CAN dependen hoy de sus cultivos de café como su principal estrategia de sustento. En conversaciones con los investigadores, comunidades de Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y México declararon que su prioridad era encontrar mercados alternativos que fueran estables. Pronto una misión de CAN fue construir mercados alternativos de café que conecten a los productores con los consumidores de la manera más directa posible, para que pudiesen vender parte de su cosecha fuera del mercado global del café, constantemente fluctuante e impredecible, alcanzar mayor rentabilidad y comercializar su producción de manera más activa. CAN es hoy una vibrante red de agricultores, investigadores, estudiantes y consumidores, con vínculos con la Universidad de California en Santa Cruz (UCSC), la Universidad de Vermont, cinco comunidades en México y Centroamérica, tres cooperativas de café y una serie de organizaciones de agricultores.

Varias de las cooperativas de café asociadas a CAN ya están certificadas por la Asociación Internacional de Organizaciones de Comercio Justo (FLO). La cantidad de café Comercio Justo vendida en el mundo está creciendo de manera inusitada, pero el proceso de certificación está sufriendo duras críticas por no mantenerse a la par con la inflación ni con los crecientes costos para producir café, y por no cumplir con sus afirmaciones sobre la posibilidad de que los agricultores logren superar la pobreza. CAN está intentando ser aún más justo, creando una manera de comercializar café que se parezca a un mercado agrícola local, como alternativa al sistema global controlado por corporaciones trasnacionales. En un mercado agrícola las ventas son directas y los precios tienden a ser mejores para los consumidores y los agricultores, además de existir una buena cantidad de oportunidades para la interacción de persona a persona. Como la mayoría de las personas que toman café viven lejos de las fincas, y las ventas directas son casi imposibles, CAN ha desarrollado un modelo alternativo de empresa conocido como Comercio Justo-Directo (Fairtrade-Direct).

Dos modelos de Fairtrade-Direct
Aprovechando el sistema de correo de Costa Rica, que es muy confiable, así como la capacidad local para tostar café, CAN ayudó a la cooperativa Agua Buena a establecer un sistema para enviar café tostado y empacado directamente a los consumidores de los Estados Unidos. Por 11 USD (incluyendo el costo del envío) los consumidores reciben una libra (aproximadamente 450 gramos) de café fresco en la puerta de sus casas. Luego de pagar todos los costos, la cooperativa de café obtiene una ganancia neta de aproximadamente 3 USD por libra de café tostado. En Santa Cruz, un número pequeño de estudiantes y graduados recientes se ocupan de la logística de las importaciones (órdenes, procesamiento de pagos, trámites legales), y actúan como intermediarios entre los consumidores y los cultivadores de café traduciendo el idioma y las diferencias culturales. CAN también contribuye registrando cada orden con la Administración de Productos Alimenticios y Farmacéuticos (Food and Drug Administration) para cumplir con todos los requisitos establecidos por el gobierno de los Estados Unidos para importar alimentos. Los fondos basados en las órdenes recibidas son enviados cada mes a la cuenta de banco de la cooperativa. CAN se refiere a este como el modelo de “valor agregado”, porque vender un producto directamente a los consumidores, en vez de la materia prima, permite a la comunidad quedarse con el valor de tostar, empaquetar y vender su café al por menor.

En Nicaragua y El Salvador la necesidad de un mercado más directo es igualmente urgente, pero el sistema de correo no es lo suficientemente confiable como para reproducir el modelo de valor agregado. En vez de ello el café es exportado aún verde (sin tostar) en un contenedor, junto con café de un importador localizado en los Estados Unidos. En este modelo de “compartir ganancias”, el café verde es comprado al precio mínimo certificado de Comercio Justo o a un precio más alto, y es tostado y empaquetado en el área de Santa Cruz. Luego de la venta a los consumidores, la mitad de las ganancias son enviadas a las cooperativas, junto con un informe detallado de las ventas y los costos de importación, tostado y empaque. Durante los últimos tres años, CAN ha sido capaz de devolver 2 USD por libra de café molido (en vez del precio mínimo certificado de Comercio Justo de 1,5 USD por café orgánico) a las cooperativas asociadas en Nicaragua y El Salvador. El compromiso con la transparencia, las relaciones personales y la devolución de una porción mayor del dinero obtenido de las ventas al por menor a las cooperativas de agricultores es el factor clave en ambos modelos.

Acción Educación
Comercio Justo-Directo también incluye un componente de “acción-educación”, en el que estudiantes practicantes ayudan a mantener y mejorar el modelo de comercio. Graduados universitarios que están haciendo sus prácticas en las oficinas de CAN en la Universidad de California, Santa Cruz, o con organizaciones asociadas en comunidades agrícolas, se dedican a la “acción educación”, definida como educación para lograr un propósito y el aprendizaje a través de la acción. Los estudiantes aprenden trabajando en el mercado directo, y el mercado directo crece gracias a su creatividad. La experiencia de un estudiante empieza por lo general en Santa Cruz, donde él o ella participan en gran parte de los quehaceres cotidianos de la organización, y continúa como una práctica de estudio de campo en México o Centroamérica. En Santa Cruz, un practicante puede desarrollar planes de mercadeo, escribir material de publicidad, atender en un puesto en el mercado agrícola local, solicitar subvenciones o incluso navegar por la burocracia gubernamental necesaria para las importaciones. Toda esta educación práctica es un complemento invalorable a las lecciones generalmente pasivas de los salones de clase.

Arjun Ponambalum, uno de los practicantes que trabaja en las cooperativas de café, junto con Clementino Rosales, Berta Alicia Rosales y Maximina Mendoza, todas integrantes de la cooperativa El Sincuyo / Foto: Annie Shattuck

El programa internacional de estudio en el campo de CAN conecta a los estudiantes con la realidad de América Latina. Los estudiantes viven y trabajan con los agricultores y sus organizaciones. Comparten los rituales cotidianos, trabajan en proyectos solicitados por las comunidades, se vinculan a programas de investigación ya existentes o investigaciones para tesis de grado superior, u obtienen experiencia práctica en el desarrollo rural con una organización de agricultores. Los estudiantes pasan tiempo haciendo faenas en las fincas junto a las familias propietarias. Los agricultores enseñan y capacitan a los estudiantes en la práctica y la aplicación de la agricultura sostenible y el desarrollo de la comunidad. Los honorarios que pagan los practicantes a los agricultores significan una contribución muy importante a su sustento y una compensación justa por su trabajo como educadores, mientras que el costo para los estudiantes es por lo general cubierto por el costo de sus estudios y gastos de mantenimiento en una universidad pública. Así como el programa Comercio Justo-Directo beneficia tanto a los consumidores como a los productores, la experiencia de práctica en el campo es beneficiosa tanto para los agricultores como para los estudiantes.

A pesar de su existencia relativamente corta, este modelo educativo ha producido algunos éxitos concretos. Los practicantes han contribuido a desarrollar el mercado directo de manera que este devuelva anualmente más de 100.000 USD a las cooperativas. Gran parte de esta expansión se dio en 2004. Luego de una campaña organizada por los estudiantes, la UCSC comenzó a comprar el 50 por ciento del total del volumen de café para las cafeterías y las carretillas, directamente de las cooperativas asociadas a CAN en El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Las cafeterías llevaron el aprendizaje de los sistemas alimentarios al nivel de la acción, fortaleciendo tanto los programas educativos como las políticas alimentarias en el campus. Debido a su compromiso con este café y otras políticas locales de abastecimiento, los servicios alimentarios de USCS se han convertido en un modelo nacional de proveedores ambiental y socialmente responsables. La integración de “acción educación” y el modelo de mercadeo directo son importantes ya que ofrecen intercambio intercultural y conocimientos sobre el mercado a todos los que participan.

Investigación – acción participativa
Tanto el programa de mercadeo como el de educación surgieron de las relaciones a largo plazo entre investigadores afiliados a CAN, agricultores y organizaciones de agricultores. La confianza y el compromiso que se han desarrollado a lo largo de los años han creado la oportunidad para el comercio alternativo vinculado a prácticas agrícolas en estos ecosistemas tropicales sumamente delicados. Los investigadores utilizan la “investigación – acción participativa” (PAR, por sus siglas en inglés) para generar información que será útil para el propio desarrollo de la comunidad.

Los investigadores entienden su trabajo como un ciclo, identificando problemas sobre los que se hace investigación de manera participativa, presentando sus resultados preliminares a la comunidad con la que trabajan, creando pasos para la acción concreta y compartiendo los resultados de la investigación con todas las partes involucradas. En PAR la información recogida, sea sobre biodiversidad, economía, salud de los suelos o sobre una cantidad de otros temas, contribuye a formar la base para las decisiones de la comunidad en cuanto a desarrollo sostenible.

Comercio Justo-Directo en el campo
El objetivo de todas estas actividades es reconectar a los dos participantes más importantes del sistema alimentario, los productores y los consumidores, de manera que ambos se beneficien con el intercambio. Tomando en cuenta el aumento del costo de los envíos en el modelo de valor agregado, mantener un precio justo para los consumidores y productores ha sido un reto. Aunque el volumen de ventas de CAN es relativamente bajo comparado con la producción total de cada comunidad, en 2007 una suma considerable fue pagada a las tres comunidades asociadas que participan en el mercado directo. A medida que estos modelos se van consolidando, el mercado directo crece y las organizaciones de productores se fortalecen, este tipo de mercado alternativo puede establecerse a una mayor escala.

El mayor impacto de este modelo de mercadeo se ha dado entre los agricultores de la región de Agua Buena en Costa Rica, quienes pueden mandar su café por correo directamente a los consumidores en los Estados Unidos. En 2004, un grupo de 50 familias formó una nueva cooperativa, CoopePueblos, luego de que su gran cooperativa regional colapsara debido a la crisis del café y a una mala administración. Esta nueva cooperativa se ha comprometido a mantener prácticas sostenibles y ha podido devolver un mayor precio a sus miembros que otras cooperativas de la región debido a los mayores ingresos obtenidos en el mercado directo. La cooperativa trabaja estrechamente con CAN, planeando estrategias de mercadeo y educando a los consumidores. A través de la sociedad de mercadeo directo, los agricultores aprenden sobre las demandas de los consumidores y cómo satisfacerlas, desarrollan relaciones a largo plazo con estudiantes y consumidores, y están orgullosos de la calidad de su café y de su capacidad para despacharlo. Los beneficios económicos obtenidos gracias a sus esfuerzos se sienten más allá de las fincas, ya que todos los costos de valor agregado se quedan en el país de origen.

Para los consumidores, este modelo les permite tomar parte en redes de comercio alternativo. Los consumidores que son parte de la red saben de dónde proviene su café y tienen la oportunidad de vincularse con los agricultores. Al cosechar su café, el agricultor sabe que va a llegar a alguien que está consciente de su calidad. En las palabras de un agricultor de CoopePueblos: “Quiero vender mi café a clientes especiales que valoran el hecho de que producimos sosteniblemente”.

En conclusión, es importante preguntarse si este modelo alternativo puede llegar a vender una mayor cantidad del café de la cooperativa. Todos los socios de CAN quisieran aumentar el volumen de sus ventas, y, por supuesto, hay muchas otras comunidades que podrían beneficiarse de pertenecer a esta red. Durante el próximo año se examinará la posibilidad de trabajar con empresas de café socialmente responsables, para ofrecer una marca basada en la conservación que esté conectada a la investigación sobre la mejora de la biodiversidad y a un mejoramiento en los medios de vida de los productores. Esperamos ver un día que este modelo se expanda a través de la colaboración con otros grupos, otras comunidades de productores y otros productos. Productos que en la actualidad se venden bajo otros modelos de comercio justo, tales como la cocoa y el té, y muchos otros productos especializados producidos en regiones tropicales, podrían fácilmente ser incluidos en el “mercado agrícola global”.

Roberta Jaffe, Devon Sampson y Annie Shattuck
The Community Agroecology Network
P.O. Box 7653, Santa Cruz, CA 95061-7653, Estados Unidos
Correo electrónico: info@communityagroecology.net

Referencias
– Bacon, C., V. E. Méndez y M. Brown, 2005. Participatory action-research and support for community development and conservation: examples from shade coffee landscapes of El Salvador and Nicaragua. Research Brief, 6. Center for Agroecology and Sustainable Food Systems (CASFS), Universidad de California, Santa Cruz, Estados Unidos.
– Holt-Giménez, E., I. Bailey y D. Sampson, 2007. Fair to the last drop: Corporate challenges to fair trade coffee. Development Report 17. Food First / Institute for Food and Development Policy. Oakland, Estados Unidos.
– Jaffe, R. M. y C. Bacon, 2008. From differentiated coffee markets towards alternative trade and knowledge networks. En: Bacon, C. M., V. E. Méndez, S. R. Gliessman, D. Goodman y J. A. Fox (eds.). Confronting the coffee crisis: Fair trade, sustainable livelihoods and ecosystems in Mexico and Central America. MIT Press, Cambridge, Estados Unidos.

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