Una vez que descubrimos la importancia de trabajar con el objetivo de obtener buenos alimentos en la cantidad y calidad necesarias para prevenir la desnutrición infantil, el reto se convirtió en aprender a trabajar juntos. Como muchas organizaciones, WN y sus socios tienen dos ejes centrales e interrelacionados en su trabajo: agricultura sostenible y medios de vida rurales y salud comunitaria. Los conceptos y las prácticas de la seguridad alimentaria y la nutrición ofrecen importantes “vínculos” entre estas áreas de acción distintas pero interrelacionadas. Además, abordar el hambre y la desnutrición va más allá de la producción de alimentos; incluye aspectos como la preparación de dichos alimentos, el acceso a agua limpia y servicios sanitarios, prácticas culturales, temas relacionados al género, espaciamiento de los nacimientos y cuidado de los niños.
En este artículo ofrecemos tres ejemplos de cómo hemos trabajado para fortalecer la unión interactiva entre la agricultura sostenible y la salud comunitaria. Cada uno de estos ejemplos enfatiza el papel vital de las mujeres en mejorar el bienestar nutricional de sus familias, y la manera en que las comunidades y socios de WN están trabajando para garantizar que los “vínculos” entre salud y agricultura puedan fortalecerse.
Habilitar el potencial local
La “desviación positiva” (DP) es un enfoque que considera los ejemplos locales de buena salud y nutrición como “semillas de cambio” en la comunidad. La DP involucra a las mujeres y sus hijos en sesiones de cocina y alimentación de dos semanas. Se busca a los encargados de los niños con DP (es decir, bien nutridos y saludables) y se los reúne con los cuidadores de niños con bajo nivel nutricional o desnutridos para que compartan sus experiencias en el cuidado de los niños, sus consejos y sus recetas. Durante las sesiones y visitas a las casas las mujeres exploran los significados, condiciones y razones para la salud, tanto una “buena” como una “mala”. Ésta ha sido la base de nuestro trabajo en Mindanao, una de las islas de Filipinas.
WN y su socio local, SIKAP, trabajan en aldeas en las que la subsistencia depende principalmente de las plantaciones locales de aceite de palma y donde la actividad económica dominante es la extracción de un recurso natural. En los poblados de Mate y Bayugon 2, muchos hombres y mujeres trabajan de sol a sol, como peones en las plantaciones, mientras que los abuelos y los hijos mayores se quedan a cargo de los más pequeños. Quienes no trabajan en la plantación tejen y venden amakan o paneles de ratán. Algunas familias complementan sus ingresos plantando hortalizas en los patios que son parte de sus viviendas; otros cultivan pequeñas parcelas, con un enfoque principal en los cultivos comerciales más que en el consumo doméstico. Y muchos de los lugareños, prefieren dedicarse a actividades más tradicionales, como recolectar alimentos en el bosque o a la minería de oro de pequeña escala.
En este contexto, la disponibilidad de alimentos adecuados, nutritivos y de buena calidad era un problema importante. Los principales responsables de los niños están ausentes la mayor parte del día y los ingresos por su trabajo en la plantación son inciertos y percibidos diariamente. Los alimentos son producidos con insumos químicos y están destinados a la venta en los mercados locales. Para tratar esta problemática, el personal de WN y SIKAP y los líderes de la comunidad decidieron enfocar la nutrición como el punto de entrada del programa. Optamos por la propuesta de la “DP” y organizamos un taller para voluntarios de la comunidad que quisieran aprender sobre este enfoque. Durante un periodo de dos semanas las cuidadoras seleccionadas se reunieron, cocinaron y aprendieron juntas. Los niños se beneficiaron con los alimentos extra incluidos en sus dietas, las cuidadoras se beneficiaron aprendiendo nuevas maneras de cuidar a sus hijos, mientras que los trabajadores locales de salud se beneficiaron al aprender una nueva propuesta sobre cómo cuidar niños desnutridos y vulnerables. En la mayoría de los casos, los grupos aceptaron continuar reuniéndose de manera regular, fortaleciendo de esta manera las capacidades de la comunidad para tratar problemas relacionados con la salud a largo plazo. Todo esto fue logrado sin insumos externos – todos los alimentos cocinados fueron de fuentes locales y fáciles de conseguir por todos los participantes.
Al compartir sus experiencias las familias se dieron cuenta de que sembrar hortalizas en sus patios era algo que podían hacer para ayudar a mejorar la salud de sus hijos. Se hizo evidente que muchas de las familias de aquellos niños que mostraban una DP tenían huertos caseros donde cultivaban frutas y hortalizas. Desde que se formaron los grupos DP, el número de familias con huertos en los patios ha aumentado, mejorando su acceso a las frutas y hortalizas. Numerosos participantes de los grupos DP han solicitado aprender sobre agricultura sostenible de bajos insumos externos. Se han organizado visitas de aprendizaje; se ha proporcionado apoyo técnico y capacitación en agricultura sostenible, así como información sobre el manejo seguro del agua y sobre buenas prácticas de higiene. Ahora se alienta a las familias a pensar en la salud del entorno más amplio y cómo ésta afecta la salud de sus familias. Todo esto fue estimulado centrándose primero en la nutrición, en lo que comemos y en lo que damos a nuestros hijos como alimento.
Poniendo el aprendizaje en práctica
Rosa es una típica madre rural que vive en Bolívar, Ecuador. Está preocupada por la salud de su familia. No obstante, sin una información clara sobre los nutrientes de los diferentes alimentos locales le era difícil asegurar la nutrición de su familia. Al producir listas de lo consumido cada 24 horas y traducirlas (a través del programa Nutri-system) en gráficos de barras fácilmente entendibles de los aportes diarios recomendados, Rosa aprendió a ver los puntos fuertes y débiles de las dietas de su familia. Identificó en particular una serie de claros “déficits nutricionales”. Por ejemplo, sus hijos no estaban recibiendo suficiente vitamina A. Las discusiones con el grupo, le permitieron descubrir que el camote y la jicama (Pachyrrizus erosus), una raíz andina, son alimentos locales con alto contenido de esta vitamina.
También llevamos a cabo una comparación de las dietas de hombres y mujeres en cada familia. Rosa descubrió que su dieta y la de su hija eran considerablemente peores que la de su esposo y dos hijos, particularmente durante los días de sus ciclos menstruales. Esto contribuyó a explicar por qué ella y su hija estaban siempre tan cansadas. Luego de discutir los efectos del ciclo menstrual en el cuerpo de una mujer, identificamos diferentes fuentes locales de alimento, en especial diferentes hortalizas de hoja, tales como la espinaca, que podrían mejorar su ingesta de hierro. A su familia le gustaba la espinaca, pero habían perdido el hábito de comerla.
Junto con el extensionista-agricultor, Rosa examinó las maneras de incorporar sus descubrimientos al diseño de un huerto familiar mejorado. Decidió dar más espacio a los camotes, la jicama y la espinaca, entre otras hortalizas nutritivas para su familia. Además, discutimos el papel que cumple la higiene en la nutrición. No importa cuán bien comamos, las enfermedades pueden impedir que los nutrientes lleguen a nuestro cuerpo. El acceso a agua limpia y una higiene apropiada son esenciales para prevenir enfermedades, en particular la diarrea.
Preguntas, no respuestas
Cuando se pueden encontrar soluciones a través de la experiencia local, consideramos que nuestro trabajo no es proporcionar respuestas a los problemas, sino ayudar a las personas a ver las oportunidades que las rodean. De esta manera, enfocamos nuestras energías en formular buenas preguntas y en facilitar el debate y el análisis de problemas y de sus posibles soluciones. En cuanto a la ayuda para que los habitantes de zonas rurales comprendan mejor qué significa la nutrición, descubrimos que puede ser eficaz comenzar por ayudarlos a explorar críticamente lecciones aprendidas de la agricultura. A través de la experiencia con la fertilidad de los suelos y con las plantas, por ejemplo, las personas pueden obtener ciertos conocimientos sobre su propio estado de salud.
Conforme las personas van creando vínculos entre su nuevo aprendizaje y sus propias experiencias, las lecciones son más poderosas. Es más importante el hecho de que las capacidades para el análisis crítico, agudizadas a través de este proceso, tienen un impacto más largo y duradero en las vidas de las personas, aun cuando los problemas y contextos cambien en el futuro. Nuestro trabajo en Timor Occidental, Indonesia, demostró cómo las preguntas pueden ser más útiles que las respuestas.
WN ha trabajado en Timor Occidental desde 1997, en asociación con la ONG local Yasayan Mitra Tani Mandini (YMTM), en el desarrollo de un programa de agroforestería. A lo largo de los años, las personas han adquirido un alto nivel de conciencia sobre la relación entre salud y agricultura. Como uno de los resultados, este programa ha puesto énfasis en la producción orgánica. Anteriormente, los agricultores no habían tomado en consideración las necesidades nutricionales de sus familias y se centraban en producir para el mercado más que para el consumo familiar. Pero ahora, las familias rurales han comenzado a dar prioridad a su propia seguridad alimentaria, salud y necesidades nutricionales. Como consecuencia, YMTM y varios grupos de agricultores han comenzado a enfocar el tema de planificación de sus actividades agrícolas y no sólo desde el punto de vista de la producción, sino también desde el punto de vista de las “necesidades en cuanto a salud”. Al hacerlo, prestan especial atención a cómo las familias agricultoras pueden satisfacer sus propias necesidades nutricionales a lo largo de todo el año.
Vinculando lo técnico con lo social
Más allá de simplemente ayudar a las personas a comer bien, sentimos que es importante que lleguen a comprender por qué las cosas han llegado a la situación en que están. Por ejemplo, cuando comparamos los cuadros de los estados nutricionales de hombres y mujeres de los Andes, descubrimos con frecuencia que los niños varones comían mejor que las mujeres y las niñas. Esto nos llevó a formularnos preguntas nuevas y más profundas sobre las raíces sociales de esta situación: ¿Cómo llegó a suceder esto? ¿Qué podemos hacer al respecto? Con base en nuestra experiencia con métodos participativos y análisis de género, hemos aprendido que la información por sí misma no es, por lo general, suficiente para posibilitar cambios. La manera en que enseñamos, y particularmente la manera en que facilitamos el aprendizaje y las interacciones, pueden producir efectos muy diferentes entre los participantes. Esto se nos hizo claro a partir de nuestra experiencia en Ecuador, donde trabajamos con mujeres andinas para lograr una mejor comprensión de las fuentes de alimentos y la nutrición. Las mujeres andinas tienen muchos conocimientos prácticos sobre la alimentación. A pesar de ello, con frecuencia no tienen en claro cuál es el contenido de nutrientes de los alimentos. Esta información es especialmente importante para las mujeres embarazadas y las madres, ya que son muy vulnerables a la deficiencia de nutrientes. Nos basamos en la metodología DP para aprender sobre las dietas de las mujeres y sus hijos, y descubrimos que la salud de los niños no está solamente en función del bienestar económico. El conocimiento que tiene una madre sobre dietas e higiene puede ser particularmente importante. Una mayor claridad sobre estos temas puede ayudar a las madres a identificar nuevas maneras de mejorar la salud de sus familias. ”Recordar las 24 horas” es un sondeo de los alimentos y bebidas consumidos durante el día anterior. Los promotores de salud realizaron esta actividad con las madres para ayudarlas a comprender mejor el consumo de nutrientes, de sus hijos y su familia. También trabajamos con grupos para describir el potencial nutricional de la comidas típicas y combinaciones de alimentos. Para convertir la ingesta de alimentos a los requerimientos diarios de nutrientes, utilizamos una computadora portátil y el programa Nutri-survey. Al trabajar con los participantes para comprender y comparar los resultados, prestamos especial atención a las brechas nutricionales. Dado que el consumo de alimentos varía día a día, no es necesario ni se espera que la dieta de un solo día sea satisfactoria en cuanto a todos los nutrientes. Discutimos cómo otros días pueden ser diferentes y cómo algunas de las brechas nutricionales pueden cerrarse o no en estos otros días. Pusimos un especial énfasis en aquellos nutrientes que probablemente no serían los adecuados aún a lo largo de muchos días de observación.
Exploramos juntos las fuentes de alimentos locales incorporándolas al programa y observamos cómo, en los gráficos, las barras que representaban a ciertos nutrientes crecían o se hacían más pequeñas. Las personas se sorprendían por el alto contenido de nutrientes de los alimentos tradicionales. Dependiendo de los intereses del grupo, también discutimos cómo las dietas difieren según el género o cómo pueden haber cambiado a lo largo de las últimas décadas. Hablamos sobre cómo factores que no tienen que ver con la dieta, tales como la falta de descanso, la higiene o las enfermedades, pueden afectar la nutrición y la salud. Esto dio como resultado el que las familias modificaran sus dietas y comenzaran a tener huertos caseros. A lo largo del tiempo, llegamos a vincular estas discusiones con medidas antropométricas y gráficos del crecimiento de los niños, así como con intervenciones agrícolas, tales como el diseño de huertos caseros.
Retos futuros
A pesar del avance hecho ayudando a las organizaciones socias a descubrir los vínculos entre salud y agricultura, estamos conscientes de que todavía se puede mejorar mucho. Con frecuencia nuestras desviaciones profesionales, ya sean en agricultura, salud u otros ámbitos, no nos dejan ver ciertas realidades. Como resultado, nuestro trabajo es susceptible a sufrir una “desconexión” entre tener más alimentos disponibles (a través de una mejora en la producción o de un aumento en los ingresos) y lograr una mejor nutrición. Pero ahora al menos estamos conscientes de esta situación y tenemos la intención de cambiarla. Hay muchos retos por delante. Sentimos, en particular, que se debe prestar especial atención a las profundas desviaciones profesionales de nuestro personal y nuestros socios, especialmente entre los agricultores y los trabajadores de la salud, que continúan creando obstáculos a la comprensión y la acción. Hay necesidad de un cambio fundamental en la manera en que percibimos, pensamos y actuamos; esto tiene serias implicaciones sobre la manera en que involucramos a las personas y las comunidades en el desarrollo. Comúnmente, los profesionales del desarrollo han trazado una línea arbitraria que divide los sexos entre agricultura y salud. Sin una atención deliberada a tales construcciones de género, los beneficios de la “buena alimentación para una buena salud” continuarán siendo distribuidos de manera poco equitativa. Cuando las mujeres y niñas sufren de mala salud, toda la familia y la comunidad sufren las consecuencias. Adicionalmente, tenemos mucho que aprender sobre las relaciones interactivas entre nuestra agricultura, la degradación del medio ambiente, la tecnología (por ejemplo la bio-ingeniería), la integración al mercado y el valor nutricional y la calidad de los alimentos. Nuestros socios y WN tienen la intención de continuar explorando estos temas. Esperamos que otros se nos unan en la exploración de las interacciones entre salud y agricultura.
Linda Jo Stern, Scott Killough, Ross Borja, Stephen Sherwood, Nina Hernidiah, Paul Joicey y Peter R. Berti
Linda Jo Stern World Neighbors. 4127 NW 122nd Street, Oklahoma City, OK 73120 EE UU.
Correo electrónico: ljstern@wn.org
Scott Killough World Neighbors. 4127 NW 122nd Street, Oklahoma City, OK 73120 EE UU.
Correo electrónico: skillough@wn.org
Ross Borja y Stephen Sherwood World Neighbors. Los Motilones N40-598 y Carlos Guevara, 3 piso. Casilla Postal 17-17-97, Quito, Ecuador.
Correos electrónicos: rborja@wnandes.org;
ssherwood@wnandes.org
Nina Hernidiah y Paul Joicey World Neighbors. P.O. Box 71, Ubud, 80571 Bali, Indonesia.
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Peter R. Berti Health Bridge, 1 Nicholas Street, Suite 1105, KlN 7B7 Ottawa, Ontario, Canada.
Correo electrónico: pberti@healthbridge.ca
Referencias
– Berti, P. R., J. Krasevec y S. Fitzgerald, 2003. A review of the effectiveness of agriculture interventions in improving nutrition outcomes. Public Health Nutrition: 7(5), 599-609.
– Bonnard, P. 2001. Improving the nutrition impacts of agriculture interventions: Strategy and policy brief. FANTA/AED, Washington, D.C., EE UU
– Jolly, R. 1996. Nutrition. Our Planet 122 (Poverty, Health, and the Environment). UNEP.
– Nutrition Working Group, Child Survival Collaborations y Resources Group (CORE), 2002. Positive Deviance /Health: A Resource Guide for Sustainably Rehabilitating Malnourished Children. Washington, D.C., EE UU.
– Banco Mundial, 2006. Repositioning nutrition as central to development: A strategy for large-scale action. En Directions in Development series. Washington, D.C., EE UU.