diciembre 2007, Volumen 23, Número 3
Salud y agricultura

Derrotando la desnutrición con cultivos y sistemas alimentarios locales

HIRA JHAMTANI, PURNOMISIDI Y PUTU ANGGIA JENNY | Página 9-11
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Como parte de la Revolución Verde, muchos habitantes de pequeños poblados a lo largo y ancho de Indonesia fueron animados a convertir sus tierras al monocultivo de arroz. La producción de arroz fue promovida con mucha fuerza, lo cual llevó a resultados impresionantes a nivel nacional. También se fomentó su consumo, como parte de una estrategia para combatir la desnutrición.

En 1994, muchos agricultores conocieron las diferentes variedades de arroz blanco pulido de alto rendimiento cuando el gobierno nacional se las proporcionó como parte de su “Programa de Preasistencia Social para la Familia”. Este programa fue luego reemplazado por otro, “Arroz para los Pobres”, con el cual el gobierno decidió proporcionar arroz subvencionado a las familias pobres luego de la crisis económica de 1997-1998. Hoy en día, una familia de bajos recursos tiene derecho a comprar 20 kilos de arroz al mes, a mil rupias (1.000 INR) por kilogramo, lo que significa que cada familia gasta 20.000 INR cada mes (aproximadamente 2,20 USD).

Sin embargo, en Giyombong muchas familias prefieren no comprar arroz, sino alimentarse de lo que producen sus tierras. Este es un pueblo en el distrito de Bruno, en Java central, aproximadamente a 65 km al oeste de la ciudad de Yogyakarta. Los pobladores prefieren no aprovechar el programa “Arroz para los Pobres” porque las costumbres alimenticias de Giyombong son diferentes a las de la mayoría de las comunidades javanesas. Durante generaciones, la yuca procesada o leye, ha sido el alimento básico y el arroz es sólo consumido durante los festivales o servido cuando llegan visitas. “Si como arroz blanco pulido en el desayuno, tengo hambre otra vez a las 11 de la mañana”, dice Pak Cipto, un poblador. “Pero si como leye, puedo trabajar en mi parcela hasta la 1 p.m. con el estómago lleno”.

Leye y la autosuficiencia alimentaria
Giyombong es un excelente ejemplo de una comunidad que es autosuficiente en cuanto a alimentos, gracias a un sistema de producción diversificado. La producción y el consumo local dependen de los recursos locales, sin estar dominados por el arroz. Los pobladores siembran en todas sus tierras cuatro variedades de yuca, conocidas localmente como Palengka, Randu, Lanten y Tela Pait o Jawa Ireng, rotándolas con arroz de secano (llamado arroz gogo) en la estación lluviosa, y en combinación con hortalizas y otros cultivos de raíz comestible como el camote, el jengibre y el ñame (Dioscorea villosa) durante las otras estaciones. La yuca se siembra en casi un cuarto del área de la propiedad de cada familia y se cosecha cuando se necesita.

La rotación de los cultivos se maneja de tal manera que siempre hay producción cuando una familia necesita alimentos o dinero. Los agricultores siembran cultivos perennes y/o anuales al comienzo de la estación lluviosa (jengibre, hortalizas y arroz gogo), después de lo cual siembran yuca. Durante la próxima estación, la yuca puede ser cosechada y los campos resembrados con cultivos de hortalizas. El arroz gogo se siembra en áreas donde crecen algunos árboles –asegurándose que llegue suficiente luz solar a las plantas de arroz– o en combinación con los cultivos de yuca. El arroz se siembra al comienzo de la estación lluviosa y se cosecha luego de siete meses.

La preparación de leye
Para preparar leye se utiliza la raíz de la yuca de la variedad Jawa Ireng. Esta yuca tiene un sabor amargo si se come sin procesar. Las raíces se limpian, se cortan en tiras de 0,5 cm y luego se remojan en agua durante dos noches. Se cambia el agua y las tiras se remojan por una noche más. Lo mejor es remojarlas en agua corriente de algún río o manantial local. El siguiente paso es, durante la estación seca, secar las tiras al sol o sobre el calor de una cocina en la estación lluviosa. Secarse les toma cerca de dos días, después de lo cual se las guarda en una canasta de bambú por una noche más. Después las tiras se reducen a polvo, que es luego humedecido con agua caliente. La masa que se obtiene se pasa por un colador para conseguir pequeñas formas redondas, del tamaño de granos de arroz. Los granos de leye se semisecan al sol o sobre el fuego, después de lo cual se cuecen al vapor y están listos para comer. Si se trata de guardar leye como alimento de reserva, los granos se secan totalmente otra vez al sol o sobre la cocina y pueden ser almacenados hasta por un año. Las raíces de tres o cuatro plantas de yuca son suficientes para el consumo de una familia durante un día.

Las raíces se cosechan cuando las plantas tienen uno a dos años. Las familias normalmente consumen leye por dos o tres días consecutivos y luego comen arroz durante un día. Cada familia tiene un depósito de granos, llamado grobog, en el cual guardan arroz gogo, maíz, y leye seco y algunas veces también galletas de yuca. Un grobog es una caja de madera que se guarda en un área seca de la cocina. Dependiendo de sus necesidades, los pobladores con frecuencia intercambian leye y arroz gogo: dos kilogramos de leye se intercambian por un kilogramo de arroz.

Se comenzó a comer leye durante la época de la Colonia, como una estrategia para sobrevivir a la situación generada por la política de cultivo a la que los colonos holandeses forzaban a los pobladores. Cada familia era obligada a sembrar cultivos para la exportación en dos tercios de sus tierras en beneficio de los gobernantes coloniales. Por lo tanto, sólo se podían sembrar cultivos alimenticios en un tercio de las tierras de cada familia. En Giyombong, los agricultores aseguraron contar con alimentos suficientes cultivando arroz, yuca y hortalizas en sus pequeños terrenos. Pronto descubrieron que la yuca hecha leye podía ser una buena fuente de carbohidratos y que se podía guardar para más adelante en el caso que la cosecha fracasase.

La principal diferencia con muchos otros pueblos ha sido, sin embargo, que los programas gubernamentales de riego y agricultura mejorada no han llegado a Giyombong, probablemente como resultado de su aislamiento y de las dificultades para llegar al pueblo; recién en el 2002 se completó una buena vía de acceso. El no haber sido alcanzados por los programas convencionales de desarrollo explica los esfuerzos de los pobladores para lograr la suficiencia alimentaria. El sistema de agricultura integrada, la producción local de yuca y la tecnología para procesar leye, más el hecho que el arroz de secano se guardase en los graneros y no se vendiese, han garantizado la seguridad alimentaria en Giyombong. Los pobladores dicen que enfrentaron escasez de alimentos en los años de la década de 1960, cuando los jabalíes destruyeron los cultivos de yuca, pero que después siempre han tenido suficientes alimentos.

Mejorando la dieta local
Tanto los programas del gobierno como los de las ONG tienen como objetivo mejorar la situación nutricional de la población. Pero, más que promocionar el consumo de un solo cultivo, el promover un suministro diverso de alimentos locales, accesibles a los hogares de bajos recursos, ha demostrado ser una manera simple y exitosa de combatir la desnutrición. La diversidad de cultivos en campos de agricultura orgánica, unida a la rotación de cultivos de menor valor comercial pero de alto contenido de micronutrientes y proteínas, puede fácilmente enriquecer la dieta y mejorar la salud de estos hogares. Muchas intervenciones de agricultura sostenible usan semillas y variedades poco utilizadas por su mejor resistencia a las plagas, enfermedades y estrés climático. La reintroducción, selección y mejora de las variedades adaptadas localmente contribuye de manera invalorable a resolver las deficiencias de micronutrientes.

Clasificando y limpiando los frijoles en Solo / Foto: Gita Pertiwi

La opción por los sistemas de producción diversificados fue utilizada por Gita Pertiwi, una ONG con sede en Solo (Java central), para reintroducir frijoles locales muy poco utilizados en el pueblo de Tegiri y así diversificar la producción y el consumo. Desde la década de 1980, las propuestas de la Revolución Verde introducidas por el gobierno han cambiado el sistema agrícola integrado y orgánico que era común en este pueblo. Los agricultores se volvieron dependientes de las variedades de alto rendimiento, los plaguicidas y los fertilizantes sintéticos, todos los cuales, a largo plazo, dañaron el suelo y disminuyeron la productividad. Con el sistema de monocultivo, los agricultores cultivaban cada vez menos frijoles y otros cultivos, concentrándose solamente en arroz.

Los agricultores eran conscientes de que organismos como los gusanos y los microorganismos no pueden vivir en suelos dañados. La intervención inicial de Gita Pertiwi fue en el área de conservación del suelo, reintroduciendo el abono orgánico. También trabajó con un grupo de agricultoras para introducir el manejo integrado de plagas, preparar abono orgánico y plaguicidas naturales. Una manera de mejorar la estructura del suelo fue mediante la recuperación del cultivo de leguminosas locales. Las actividades de identificación llevadas a cabo por el personal de Gita Pertiwi, junto con agricultores, estudiantes y profesores de las universidades locales, hizo posible que se encontraran 32 variedades de frijoles locales en los alrededores de Tegiri.

Las agricultoras del grupo empezaron a darse cuenta de los problemas causados por los fertilizantes sintéticos y los plaguicidas. También se les ayudó a observar la condición en que se encontraban sus suelos y sus cultivos, la presencia de plagas y la necesidad de agua. Como un primer paso esencial, el personal de la ONG analizó los problemas con que tropezó la reintroducción de los frijoles locales. Entre ellos identificaron el no contar con suficientes semillas, la presencia de toxinas en algunas especies de frijoles (un daño potencial para el ganado) y el hecho de que procesar algunos frijoles para que sirvan de alimento resulta tedioso para las generaciones más jóvenes e impacientes. Otro aspecto importante era que algunas legumbres no tienen salida en el mercado, mientras que había otros productos de mayor valor.

Para superar estos problemas, el personal de campo de Gita Pertiwi decidió mejorar su destreza en el procesamiento de frijoles, buscando a los agricultores mayores que todavía tenían semillas de frijoles y que sabían cómo sembrarlas y procesarlas como alimento. También trabajaron con las universidades locales para generar otros conocimientos importantes e innovadores. Después de varias temporadas de cultivo, las mujeres participantes empezaron a percibir las ventajas de un sistema más diverso. Reconociendo que los frijoles locales prosperan con poca cantidad de agua, empezaron a sembrar maíz y frijoles locales durante la estación seca. Los frijoles locales también fueron cultivados durante la estación lluviosa, en los camellones de los campos de arroz que se encontraban mojados. La experiencia demostró que los frijoles son además buenos como abono verde y que pueden proporcionar protección a los plantones de arroz y maíz.

La integración de los frijoles a la agricultura local rindió beneficios económicos y contribuyó a la salud de las familias. Desde que las mujeres se involucraron, han usado los frijoles para garantizar una dieta diversificada para la familia y mejorar la nutrición. Los frijoles excedentes los venden en el mercado local una vez por semana, contribuyendo así a los ingresos del hogar. Los frijoles locales subutilizados (localmente conocidos como koro) contienen proteínas comparables a las de la soya, que es más popular. Muchos de estos frijoles se pueden comer cuando todavía están verdes o se puede preparar tempe (pastel fermentado de frijoles) cuando están secos, así como tentempiés y hasta salsa dulce, que puede remplazar a la salsa dulce de soya convencional. Un ejemplo es el koro glinding (Phaseolus lunatus), que se puede procesar como salsa dulce (como salsa de soya). Finalmente, Gita Pertiwi también produjo y compartió recetas de cocina usando estos frijoles, pero basándose en los sistemas alimentarios locales.

Una alternativa a los enfoques convencionales Los ejemplos de Java Central demuestran la importancia de observar los sistemas de agricultura y las culturas alimentarias locales cuando se trata de lograr seguridad alimentaria y una nutrición adecuada. Los pueblos pueden ser autosuficientes en términos de cantidad de alimentos, pero combatir la desnutrición depende también de la calidad y variedad de los alimentos consumidos. Para este fin, los conocimientos locales se vuelven muy importantes y no deben ser ignorados, y las innovaciones locales deben ser fomentadas.

Hira Jhamtani, Purnomisidi y Putu Anggia Jenny
Jl. Subak Bulaki, Banjar Puseh, Desa Batubulan Kangin,
Kec. Sukawati, Kab. Gianyar, Bali, Indonesia.
Correo electrónico: semestha@yahoo.com

Referencias
– Brandt, K. 2007. Issue paper: Organic agriculture and food utilization. Ponencia presentada en la Conferencia Internacional sobre Agricultura Orgánica y Seguridad Alimentaria. FAO, Roma.
– Widianarko, B. et. al. 2003. Menuai polong: Sebuah pengalaman advokasi keragaman hayati. Fundación KEHATI y Gita Pertiwi, Jakarta, Indonesia. Los pueblos pueden ser autosuficientes en términos de cantidad de alimentos, pero combatir la desnutrición depende también de la calidad y variedad de los alimentos consumidos

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