Ese equilibrio ideal, propiciado por una alta diversidad, aún no se encuentra en la realidad de muchas experiencias productivas de los agricultores ecológicos. Es necesario que pase un tiempo para que un agroecosistema sea capaz de regular los problemas de plagas y enfermedades a través del control biológico realizado por depredadores y parásitos.
Aunque sea de producción ecológica, la agricultura actual –sea a pequeña o a gran escala– acaba teniendo áreas dedicadas al monocultivo debido a las exigencias de los consumidores y su vinculación al mercado. Reducir esos monocultivos depende, entre otras condiciones, de los cambios en el mercado y en los hábitos de los consumidores.
Además, las situaciones de estrés ambiental provocadas por las inestabilidades del clima, como son el exceso de lluvia, la sequía, los excesos de frío o de calor, pueden favorecer la incidencia de plagas y enfermedades, poniendo en riesgo la producción de los agricultores ecológicos.
Hace tiempo que ya se tenía claro que las plantas que crecían abonadas con materia orgánica no presentaban problemas graves de plagas y enfermedades. De igual forma, se conocía bien el hecho de que la modernización de la agricultura había traído consigo un aumento significativo del número de especies que se habían convertido en plagas o enfermedades. Estudios hechos o compilados por el investigador francés Francis Chaboussou proporcionaron las bases para la elaboración de la teoría de la trofobioisis, la cual permite establecer la relación significativa entre esos dos fenómenos, verificada en la práctica de los agricultores (ver recuadro).
En la década de 1980, el equipo técnico del Centro Ecológico (entonces CAE Ipê), una ONG que actúa en Rio Grande do Sul, Brasil; junto con los agricultores de la Sierra Gaucha y otros colaboradores técnicos como Sebastião Pinheiro y Delvino Magro, buscó formas para superar las limitaciones técnicas que se presentaban en la producción ecológica. Esta búsqueda estuvo orientada por el ejercicio práctico de ideas sistematizadas por Chaboussou, es decir, se fundamentaba en el concepto de que el estado nutricional de la planta es el resultado de la interacción entre las prácticas de manejo y el medio ambiente. De esta forma, las prácticas de cultivo se orientaron a tratar de entender las causas probables del problema y no simplemente atacando sus evidentes consecuencias, manifestadas por las plagas y enfermedades, o por la baja productividad.
La aplicación de la teoría en la práctica
La región de laderas, en la zona del subtrópico húmedo en transición a templado, fue ocupada en un inicio principalmente por colonos italianos, que desarrollaron una agricultura de subsistencia y, posteriormente, la vid para uva como producto para la venta. Con la modernización de la agricultura hubo un gran aumento de la producción de hortalizas y, principalmente, de frutas para el mercado, mediante el uso intensivo de fertilizantes solubles y agrotóxicos, con la consecuente elevación de la incidencia de plagas y enfermedades, además de los problemas de salud y ambientales derivados de este manejo.
Elaborando los biofertilizantes
Foto: autores
Los suelos de baja fertilidad como consecuencia de la erosión y las variedades modernas de hortalizas, menos adaptadas al ambiente, que sufrían los ataques intensivos de plagas y enfermedades (especialmente cebolla y tomate) y frutas (básicamente manzana, durazno y uva), eran los desafíos que los agricultores ecológicos tenían que superar. El cambio comenzó al eliminarse el factor de desequilibrio inmediato del suelo y de la planta: el uso de abonos químicos solubles. Se introdujo el empleo de abonos orgánicos y abonos verdes, inclusive en los huertos cultivados con el sistema convencional. Luego se buscaron medios para complementar la nutrición de las plantas de forma adecuada. Estos cambios elevaron los niveles de tolerancia de los cultivos ante el ataque de plagas y enfermedades.
En términos prácticos, en vez de dar una respuesta simplificada (o una receta) para resolver una determinada situación, la comprensión del contexto se realizó a través de una serie de preguntas, que fueron desde la lectura del paisaje hasta los aspectos más específicos para conocer el manejo de la planta. Así, ciertas preguntas cumplen un papel muy importante cuando se trata de proponer soluciones, por ejemplo: ¿cuál es el tipo de abonamiento utilizado?, ¿cómo fue hecho el riego: con demasiada agua o con poca?, ¿cómo está el clima: muy frío o muy caluroso, o demasiado seco o húmedo?, ¿cómo es la adaptación de la variedad al lugar?, ¿se realizó la siembra en una época adecuada? ¿cuáles han sido los tratamientos empleados en los cultivos?, etc.
Para responder a varias de estas preguntas usamos la información que proporcionan los indicadores biológicos existentes en el área o en el mismo cultivo en cuestión, como por ejemplo la vegetación espontánea, especialmente las hierbas, y el desempeño de las propias plantas que están siendo cultivadas.
La vegetación herbácea espontánea nos permitió recopilar mucha información con respecto al suelo donde aparecía. Por ejemplo, un suelo dominado por gramíneas estoloníferas (que disponen de tallos o estolones a lo largo de la superficie del suelo, raíces en los nodos y producen retoños nuevos), como la Digitaria sanguinalis (pasto cuaresma o gramilla), conocida localmentecomo milhã, presentaba una estructura física deficiente, o sea, no era un suelo suelto y por ello, probablemente la planta cultivada gastaba mucha energía para establecerse, pudiendo presentar deficiencia de nutrientes (ver cuadro 1). Y, del mismo modo que las hierbas, las plagas y enfermedades indicaban el origen de las dificultades que las plantas estaban teniendo, como por ejemplo, la falta de nutrientes (ver cuadro 2). Sin embargo, esos nutrientes podían estar presentes en el suelo mas no estaban siendo aprovechados por la planta, como es el caso de la pudrición apical en el tomate que ocurre debido a la falta de calcio en los períodos en que el suelo está demasiado seco y no necesariamente por carencia de este mineral en el ambiente.
Con el tiempo se hizo evidente para nosotros que el agricultor, o quien lo está asesorando, no necesita saber detalles técnicos de lo que está ocurriendo, pero puede buscar formas de mejorar el metabolismo de la planta para obtener su equilibrio. Esto va desde seleccionar, cada año, las mejores plantas para recolectar las semillas con el fin de tener variedades más adaptadas a su propia localidad, cambiar el manejo del suelo, incrementando el abonamiento verde, o dejar crecer la vegetación espontánea al máximo para que sirva como abono verde, entre otras prácticas.
Es posible intervenir directamente en la nutrición de la planta, en el sentido de fortalecerla para que pueda superar las dificultades. A esto le damos el nombre de control fisiológico, que quiere decir que es muy difícil que un vegetal saludable y bien alimentado sea atacado por plagas y enfermedades. Dichas plagas y enfermedades mueren de hambre en una planta saludable. Insectos, ácaros, nemátodos, hongos, bacterias y virus son la consecuencia y no la causa del problema. Por ejemplo, al pulverizar biofertilizante enriquecido en plantas de cebolla atacadas por tripsdespúes de períodos de lluvia intensa, estos desaparecen.Según los relatos de algunos agricultores ecológicos: “Cuando comenzamos a realizar más tratamientos nutricionales (vía foliar), el parral redujo los problemas de mortalidad, mejoró el vigor y la uva salió más grande”. Los tratamientos nutricionales engrosan la hoja y reducen la incidencia del “mildiu” (Plasmopara vitícola) (Elio Chilanti, Antonio Prado). “Nosotros hacemos de seis a siete tratamientos con biofertilizantes o caldos por zafra; nuestros vecinos, que producen de forma convencional, hacen de 12 a 15 aplicaciones de venenos” (Jamir Vigolo, Antonio Prado).
A partir de esta perspectiva de control fisiológico, diversos productos, simples y de bajo costo, fueron utilizados y desarrollados como insumos para los sistemas agrícolas. Son insumos, en general, abundantes, disponibles y de fácil apropiación por los agricultores; destacan la ceniza de madera y los polvos de roca, que son restos de las canteras de mármol o piedra. Sobre todo se privilegia el desarrollo de los biofertilzantes enriquecidos, una tecnología económica de la cual los agricultores se apropiarán realmente y que hoy se encuentra difundida prácticamente en todas las experiencias de agricultura ecológica en América Latina.
La teoría de la trofobiosis
Según esta teoría, la salud de la planta está directamente asociada a su metabolismo y, por lo tanto, a su equilibrio interno. Este equilibrio es dinámico y está en constante proceso de transformación. Según Chaboussou, no cualquier planta es atacada por plagas y enfermedades; son atacadas sólo aquellas que pueden servir de alimento adecuado para una plaga o una enfermedad. En otras palabras: la planta cultivada o una parte de ella, sólo es atacada por insectos, ácaros, nemátodos o microorganismos (hongos o bacterias), cuando en su savia existe la disponibilidad de alimento que estos agentes indeseables necesitan. Para que una planta tenga en cantidad las sustancias que sirven de alimento a las plagas o enfermedades, basta manejarlas erróneamente. Por el contrario, para tener una planta resistente, es necesario un manejo adecuado.
Todos los factores que interfieren en el metabolismo de la planta, o sea, en su funcionamiento interno, pueden disminuir o aumentar su resistencia a los ataques de las plagas y enfermedades. Éstos pueden ser factores intrínsecos de la planta (tales como la propia adaptación de la variedad, la edad de la planta o parte de ella, o del injerto), del medio ambiente (clima, luz, temperatura, humedad, viento), o estar asociados a las prácticas de manejo (tales como la estructura y la fertilidad del suelo; la distancia entre las plantas; el desbroce; la poda; el abonamiento, y el uso de insumos químicos).
Biofertilizantes enriquecidos
Los biofertilizantes enriquecidos pueden ser hechos con cualquier tipo de materia orgánica fresca. Mayormente se utiliza estiércol pero también, a veces, se usan residuos vegetales. Es posible y conveniente añadir suero de leche o jugo de caña para propiciar condiciones en las que las bacterias se desarrollen con mayor velocidad. El biofertilizante puede ser enriquecido con algunos minerales provenientes de cenizas o rocas finamente molidas, y de restos de plantas silvestres. Además de mejorar el producto final, estos minerales favorecen una fermentación más eficiente, siendo utilizados directamente en el suelo o a través de pulverizaciones foliares. En este último caso, son muy eficientes para el control de diversas enfermedades, porque propician en la planta un funcionamiento fisiológico más armónico y equilibrado.
El biofertilizante en proceso
Foto: autores
Se cuestiona mucho la necesidad de trabajar con pulverizaciones foliares en agricultura ecológica. Está demostrado que alrededor de la superficie de una hoja, en la filósfera, acontece una serie de reacciones bioquímicas, así como en ella conviven decenas de microorganismos. Estas reacciones producen la liberación de nutrientes importantes, tanto minerales como orgánicos, que la planta aprovecha directamente. En el análisis de los ecosistemas de bosque está demostrado que el agua de la lluvia que escurre desde los estratos superiores de la vegetación es muy rica en nutrientes, tanto en elementos químicos como en formas más complejas como aminoácidos, enzimas, azúcares, ácidos húmicos, hormonas vegetales, etc. Si al llegar al suelo el agua de lluvia aún contiene nutrientes que no han sido absorbidos por los diferentes estratos de la planta, estos serán absorbidos por la intensa actividad de la rizósfera (raíces). Las pulverizaciones foliares hechas por los agricultores ecológicos, tienden a imitar este proceso ecológico de reparto de los nutrientes del ecosistema entre las diversas plantas.
La intención en la formulación del biofertilizante enriquecido es que el agricultor pueda comprender el proceso y fabricarlo en casa con ingredientes fácilmente accesibles y de bajo costo. Las formulaciones caseras de biofertilizantes enriquecidos tienen el mérito de ser fácilmente apropiadas y reproducidas por los agricultores.
A través de la fermentación, los agricultores transforman productos que no podrían ser absorbidos por las plantas en nutrientes de fácil asimilación. Por lo tanto, el biofertilizante enriquecido alimenta a la planta, pero esta no es su única acción. Una de las propiedades importantes descubiertas en los biofertilizantes es que protegen a la planta, actuando como agentes defensivos.
Esta defensa puede ser ocasionada por diversos factores. Uno de ellos es que la planta mejor nutrida tiene mayor resistencia, como nos lo explica la trofobiosis. Si una planta tiene a su disposición todo lo que necesita, en la cantidad y en el momento correctos tiene todas las posibilidades de defenderse por sí sola de algún ataque de insectos, nemátodos, ácaros, hongos, bacterias, etc. También, como el biofertilizante es un producto vivo los microorganismos que contiene pueden entrar en lucha con los microorganismos que están atacando a la planta y destruirlos o paralizarlos.
Conclusiones
Para los agricultores asesorados por el Centro Ecológico, comprender y aplicar la teoría de la trofobiosis es una herramienta muy valiosa que les posibilita un abordaje innovador a los problemas técnicos presentados por la agricultora ecológica y facilita su entendimiento y manejo exitoso. Esta teoría es también valiosa cuando se busca producir alimentos sin uso de abonos sintéticos o agrotóxicos y, más aún, cuando no se quiere simplemente sustituir insumos sintéticos por venenos naturales (fitoterapeúticos, cobre, árbol de nim, etc.)
A pesar de estar basado en conocimientos científicos sólidos y pioneros, gran parte del conocimiento acumulado al respecto es fruto de la experimentación participativa y aún existe la intención de que ésta sirva como estímulo para nuevas experiencias de los agricultores.
Teniendo claro que para cualquier acción no adecuada (abonamiento con concentrados químicos solubles, falta de materia orgánica, falta o exceso de agua, falta de luz, uso de agrotóxicos, tratamientos equivocados de los cultivos, suelo mal estructurado, etc.) habrá siempre una reacción de la naturaleza (en forma de un ataque de algún agente, como insectos, ácaros, nemátodos y microorganismos, indicando un error en el manejo), tenemos la clave de cómo corregir la situación. La manera correcta de proteger a las plantas de los insectos y microorganismos, es prevenir los ataques de estos agentes naturales proporcionando a las plantas un ambiente y una alimentación saludables y equilibrados. Y complementarla estimulando el control fisiológico a través del uso de biofertilizantes enriquecidos. “El biofertilizante ayuda a las plantas cuando el suelo está desequilibrado y, con el tiempo, se va ir usando menos. Hoy, depende mucho del clima, no basta tener un suelo bien equilibrado porque el tiempo está cambiado, hace frío, calor fuera de época y también hay una insolación mayor” (Pio Bernardi, agricultor ecológico).
Esta perspectiva permite que una unidad productiva aislada, o incluso parte de ella, pueda ser manejada ecológicamente. Es también un abordaje muy útil durante el proceso de transición agroecológica y en momentos de estrés ambiental.
Maria José Guazzelli, Laércio Meirelles, Ricardo Barreto, André Gonçalves, Cristiano Motter y Luís Carlos Rupp
Centro Ecológico
Correo electrónico de la Oficina Ipê-Serra:
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Correo electrónico de la Oficina Litoral Norte:
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Página en internet: www.centroecologico.org.br
Referencias
– Centro Ecológico, 2005. Cartilla de agricultura ecológica (princípios básicos), marzo de 2005. Disponible sin costo en www.centroecologico.org.br/agricultura.php
– Chaboussou, F., 1987. Plantas doentes pelo uso de agrotóxicos (A teoria da trofobiose) (Plantas enfermas por el uso de agrotóxicos: la teoría de la trofobiosis). L&PM Editores, Porto Alegre.