Estos agricultores están organizados en la Red de Huertas de la Zona 12 y producen de forma orgánica. El grupo de trabajo está conformado por un equipo universitario interdisciplinario (agrónomas, trabajadora social y psicóloga) y 12 vecinos de la Red de Huertas, quienes trabajan conjuntamente desde 2003 junto al Programa de Producción de Alimentos y Organización Comunitaria (PPAOC), un programa de extensión universitaria de la Universidad de la República (Uruguay).
¿Quiénes somos?
El PPAOC surgió en 2002 como respuesta universitaria a la demanda de grupos de vecinos de distintos puntos del país que solicitaban apoyo a la Facultad de Agronomía para la implementación de huertas que permitieran mejorar sus niveles de seguridad alimentaria familiar o comunitaria (ver LEISA 21-2, pp. 29-32).
Recorrido de huertas de la zona 12 en abril de 2005
Foto: B. Bellenda
El volumen de demandas, así como su dispersión geográfica, motivaron la convocatoria abierta a docentes, estudiantes y funcionarios de toda la Universidad de la República, para abordar esta demanda multidisciplinariamente. En el marco de crisis económica de 2002 y en medio de una huelga universitaria, en agosto de ese año, estudiantes, docentes, egresados y funcionarios respondieron a la convocatoria. Así se inició formalmente el Programa de Huertas Comunitarias, que luego pasaría a ser el PPAOC.
El PPAOC está integrado por cinco servicios universitarios: las Facultades de Agronomía, Ciencias Sociales, Psicología y Veterinaria, y la Escuela de Nutrición y Dietética. Los equipos son interdisciplinarios, tienen inserción territorial y trabajan con agricultores urbanos organizados en grupos o redes. Actualmente trabajan en coordinación con el PPAOC seis colectivos ubicados en la zona metropolitana de Montevideo. Uno de estos colectivos es la Red de Huertas de la Zona 12.
En la Zona 12 de Montevideo, situada al norte del departamento, los agricultores urbanos y periurbanos están organizados desde los primeros meses de 2003 y constituyen la Red de Huertas de Colón (nombre del barrio de mayor importancia dentro de la Zona 12). Esta red agrupa emprendimientos familiares y comunitarios de la zona y articula sus acciones con instituciones como la universidad, la Intendencia Municipal de Montevideo, instituciones locales (hospital, Centro de Reclusión) y algunas ONGs con presencia en la zona.
Los integrantes de la red se reúnen cada semana para coordinar actividades, tales como: jornadas de trabajo, recorridos de huertas, actividades de capacitación, actividades de apoyo a instituciones de la zona e intercambio de información. Además intercambian conocimientos e insumos, como semillas y plántulas.
Investigando juntos
Desde principios de 2006, los participantes de la red se plantearon la necesidad de encontrar canales de comercialización para sus productos, entendiendo que, en muchos casos, la sostenibilidad de los emprendimientos dependía de encontrar la forma de generar ingresos a partir de la producción. En ese momento se concretó el convenio entre la Comuna de Gorizia y el CETA de Italia, con la Universidad de la República, para realizar una investigación sobre el potencial productivo y de comercialización de hortalizas orgánicas en huertas urbanas y periurbanas en la Zona 12 de Montevideo.
Los objetivos planteados fueron: desarrollar un estudio sobre el potencial comercial de las huertas orgánicas de la Zona 12 y contribuir a la formación de los participantes en las áreas de producción, comercialización alternativa, gestión y organización grupal.
Elegimos la metodología de investigación-acción participativa (IAP) porque nos permitiría, a universitarios y vecinos, generar conocimiento en forma conjunta, articulando los aportes de la ciencia y del saber local y, a la vez, contribuir a la formación de los actores durante el proceso.
Lo distintivo de esta forma de generar conocimiento es: la búsqueda de relaciones horizontales, participativas y del tipo sujeto-sujeto entre investigadores y comunidad; el reconocimiento de que el saber popular es tan válido y valioso como el académico, y la “utilidad” de esta forma de trabajo para promover la organización popular, ya que el conocimiento generado se dirige a reforzar a la organización misma. La IAP no termina en la producción de conocimiento, sino que lo prioritario es el diálogo que se establece entre los actores sociales: la interacción continua de la reflexión y la acción (Fals Borda y Rodríguez Brandao, 1991). El carácter distintivo de esta metodología es permitir el desarrollo de las potencialidades humanas, “creando condiciones para que se den procesos de formación, de autoformación, de programación y de acción social más participativos e igualitarios”, con rigor metodológico, diseñando una investigación “en proceso”, o sea, reconstruida a partir de la propia práctica junto a la comunidad (Martí, 2005, p. 127).
Al momento de iniciar la investigación, surgieron muchas preguntas sobre las formas de participación, las responsabilidades y roles de los participantes, los objetivos y las formas de llevarlos adelante. Fue entonces que iniciamos formalmente este proceso con el primer taller de discusión “Pongámonos de acuerdo”. En este taller discutimos y alcanzamos acuerdos sobre las formas de participación, llegando a la siguiente definición de participación:
“Participación es un conjunto esperanzado de objetivos e ideas que se construye a través de unidad, valores, compañerismo e intercambio. Requiere de estímulos, información, comunicación, discusión y confianza, para actuar en forma cooperativa, buscando un rumbo o fin acordado por todos. Es, a su vez, un proceso de toma de decisiones creativo, donde todos aportan y reciben ideas, propuestas y trabajo” (Equipo del proyecto, 2006).»
En ese primer taller también establecimos un esquema general de trabajo con algunos acuerdos:
• recopilar la información ya existente sobre la zona para luego definir dónde y de qué forma recoger la información primaria;
• el estudio debía finalizar planteando posibles escenarios: la situación actual y otros escenarios en los que se establecieron los recursos necesarios para llevar adelante las actividades; es decir, analizar la producción, identificar las limitantes para alcanzar mayores y mejores niveles productivos y establecer nuevas situaciones (pequeñas inversiones, reorganización de recursos, planificación) que solucionen las restricciones identificadas;
• el estudio debía servir de base metodológica para futuros estudios en otras zonas, y
• como condición excluyente se definió la producción orgánica. Esta condición fue ampliamente debatida en el grupo, pero se llegó al consenso de que los productos que se comercializarían debían ser producidos en forma orgánica.
Testimonios
Josefina Barón (agricultora):
“Creo que es importante esta forma de trabajo porque hemos descubierto que tenemos una capacidad de investigar, que yo no imaginaba… En la búsqueda de un resultado futuro, ver, discutir, analizar si podemos seguir soñando en vivir en la tierra, aportando datos a la comunidad. Además en el proceso se logran otras cosas: compañerismo, relacionarse mejor en el grupo, consolidar y fortalecer el grupo… Espero que sea un paso hacia concretar un proyecto productivo, participativo, que permita poder generar ingresos más seguros, dedicando más horas de trabajo, pero con la perspectiva de vivir, al menos en parte, del emprendimiento.”
Con base en estos acuerdos, durante las siguientes actividades fuimos elaborando y siguiendo un plan de trabajo. Se definieron tres fases de estudio: agraria, industrial y comercial, las cuales se abordarían independientemente. Por ejemplo, se definió que la información necesaria para caracterizar la fase agraria se basaría en: una descripción de los recursos naturales y el estado en que se encontraban (existencia de contaminación, degradación), identificación de productores orgánicos de la zona, determinación del área disponible para la producción, capacidad de trabajo (horas de trabajo disponibles), disponibilidad de herramientas y maquinaria, fuentes de materia orgánica disponibles a nivel local (criaderos de aves, aserraderos, establecimientos agropecuarios de producción de ganado lechero) y capital social (experiencia previa, capacidad para emprendimientos colectivos basados en trayectorias de participación; concepciones sobre lo colectivo).
Otro de los objetivos del proyecto es la formación de los actores que intervienen. Periódicamente se realizan actividades de capacitación con todos los integrantes del equipo. Los temas son propuestos y discutidos por todo el equipo y, hasta el momento, las actividades de formación han abordado las siguientes temáticas:
• manejo de cultivos: la dinámica en estos casos es de discusión de las alternativas productivas que cada uno utiliza en relación a un cultivo que se define previamente;
• planificación de cultivos: se realizan talleres generales sobre los elementos a tener en cuenta en la planificación; además se apoya la planificación de cada uno de los emprendimientos;
• técnicas de levantamiento y registro de información: en primer lugar se brindan elementos generales sobre las características de las técnicas básicas para recoger información, luego se discute cuáles son las técnicas más apropiadas para aplicar en tratamiento selectivo de información para este estudio, y
• herramientas informáticas: en este caso se brindan elementos sobre el funcionamiento básico de una computadora y se profundiza en el uso de internet y las distintas formas de búsqueda de información.
¿Dónde estamos hoy?
La información secundaria ha sido recopilada y discutida. Hemos iniciado el acopio de información primaria; tenemos sistematizada una selección de los recursos disponibles en los emprendimientos que forman parte de la Red de Huertas. En la próxima actividad se trabajará para identificar los límites y potencialidades. Se ha decidido invitar a nuevos emprendimientos de la zona a incorporarse al estudio; el primero será un grupo de jóvenes que conforman una cooperativa de producción y que tienen experiencia en la comercialización a través de canastas que se entregan en el domicilio de los consumidores. Paralelamente se iniciará el estudio de la fase de comercialización, para lo cual se han identificado informantes calificados que han realizado estudios sobre la demanda de productos orgánicos en la ciudad de Montevideo y llevan adelante experiencias de comercialización de estos productos en varias modalidades (feria, tienda, distribución de canastas). También se ha constatado la necesidad de contar con apoyo para la capacitación sobre economía solidaria, comercio justo y formas alternativas de comercialización.
El balance hasta ahora es altamente positivo. Vecinos y universitarios trabajamos en el proyecto con compromiso y responsabilidad. La integración de los agricultores urbanos y los universitarios en un proyecto de estas características ha resultado una experiencia muy enriquecedora para todos los participantes, los aprendizajes han sido muchos y muy buenos. Entre ellos, podemos destacar los siguientes:
• en la investigación-acción es posible integrar el saber académico y el saber local. Esto se ha reflejado permanentemente en el proceso de descripción y análisis de los recursos disponibles; en la planificación de las actividades y en la discusión y elaboración de los coeficientes técnicos de cada cultivo, entre otros ámbitos. Las diferentes miradas, enfoques y bagajes teóricos se ponen en juego al analizar situaciones de la vida cotidiana, definir las acciones u optar por las soluciones más pertinentes;
• el proceso de la IAP está en permanente construcción. Muchas veces, esto genera confusión en el equipo universitario que, poco acostumbrado a trabajar en esta forma de generación de conocimiento, tiene que analizar, volver a discutir y construir los caminos metodológicos para el avance de la propuesta;
• en términos de generación de conocimientos hemos profundizado en la realidad de los recursos disponibles, en los coeficientes técnicos de los cultivos, en los modos de producir de cada agricultor, en herramientas informáticas, en planificación de cultivos y en técnicas de registro de información, entre otras.
El estudio no ha concluido aún, pero se espera que tenga un impacto positivo en los consumidores de Colón y en otros productores, ya que una parte de los objetivos del grupo es contribuir a que los consumidores tomen conciencia sobre la importancia de una alimentación sana, libre de residuos tóxicos y de consumir alimentos producidos en condiciones de equidad social. Se espera concluir el estudio en diciembre de 2006, con un producto que sirva de base metodológica para otros estudios de este tipo y para emprender una segunda etapa en 2007, que permita ensayar alguna de las propuestas surgidas del mismo.
Beatriz Bellenda, Luciana Bibbó, Cecilia Blixen, Maria Echeverriborda, Josefina Barón, Jorge Cabrera, Rubén Ferreira, Nelly Leiva, Humberto Martínez, Daniel González, César Russi, Santiago Serra, Jesús Vázquez y Juan Yanuzi
Beatriz Bellenda
Correo electrónico: bbellenda@gmail.com
Luciana Bibbó
Correo electrónico: lubisei@gmail.com
Cecilia Blixen
Correo electrico: lacasitadececi@gmail.com
María Echeverriborda
Correo electrónico: echemaria@gmail.com
Programa de Producción de Alimentos y Organización Comunitaria, Universidad de la República
Josefina Barón, Jorge Cabrera, Rubén Ferreira, Nelly Leiva, Humberto Martínez, Daniel González, César Russi, Santiago Serra, Jesús Vázquez, Juan Yanuzi
Red de Huertas, Zona 12 de Montevideo
Referencias
– Fals Borda, O. y C. Rodríguez Brandao, 1991. Investigación Participativa. Con comentarios de Ricardo Cetrulo. Instituto del Hombre. Ediciones de la Banda Oriental, Uruguay.
– Martí, J., 2005. “La Investigación-Acción-Participativa. Estructura y fases”. En: Curso Desarrollo Agroecológico Urbano y Rural. CEPAR. Edición 2005-2006.
– Rebellato, J. L., 2000. Ética de la liberación. Nordan-Comunidad. Montevideo.