diciembre 2006, Volumen 22, Número 3
Investigación participativa y desarrollo

Cafetales marginales en Veracruz, México: avances en búsqueda de la sostenibilidad

CARLOS H. ÁVILA BELLO, SANTO FRANCO DUARTE, JULIETA MA. JALOMA CRUZ, MARINA MARTÍNEZ MARTÍNEZ Y LUIS F. ZETINA MARTÍNEZ | Página 19-21
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A partir de abril de 2004 un equipo interdisciplinario de profesores y estudiantes de la Universidad Veracruzana (especialistas en agroecología, trabajo social, biología, diseño gráfico, agronomía y vida silvestre) inició un proyecto de investigación sobre la diversidad biológica de los cafetales marginales. El proyecto se desarrolló con la comunidad de Ocotal Chico, municipio de Soteapan, Veracruz, dentro del área que comprende la Reserva de la Biósfera de los Tuxtlas. La investigación se planteó como respuesta al complejo problema de marginación de la comunidad, en la que se interrelacionan factores ambientales, económicos, políticos, sociales y culturales que ejercen presión sobre los productores y los recursos naturales.


Cosecha del café en una de las fincas de Ocotal Chico
Foto: Santo Franco Duarte

El cultivo del café en México se ha visto seriamente afectado por la caída permanente de los precios internacionales. Esto se ha reflejado en la pérdida significativa del poder adquisitivo de los pequeños productores, el abandono parcial o total de muchos agroecosistemas cafetaleros o su transformación en potreros; la emigración constante al norte del país y a Estados Unidos, y la oportunidad para quienes promueven y financian cultivos ilegales. Veracruz ocupa, después de Chiapas, el segundo lugar nacional en producción de café por número de productores y volumen de producción.

Cerca del 30 por ciento de las hectáreas dedicadas a la producción de café en Veracruz se encuentran entre 300 y 800 metros sobre el nivel del mar. Estas zonas son calificadas como marginales por encontrarse fuera del entorno más adecuado para la producción de café y porque tienen bajos rendimientos y calidad. Es el caso de las fincas cafetaleras de Ocotal Chico, carentes de un manejo, procesamiento y comercialización adecuados. Ocotal Chico tiene poco más de 900 habitantes pertenecientes al grupo étnico popoluca (descendiente de los olmecas).

La mayor parte de la población tiene un bajo nivel educativo; en promedio, los adultos han llegado al segundo año de primaria, pero un 23 por ciento de los habitantes de la comunidad no sabe leer ni escribir. La comunidad tiene una extensión de 1.354 hectáreas, de las cuales 1.110 son parcelas, 220 son tierras de uso colectivo y 24 están dedicadas a vivienda.

Como en otras comunidades de la zona, los habitantes de Ocotal Chico se dedican básicamente al cultivo de maíz para el autoconsumo y café para la comercialización y adquisición de recursos externos, sistema que han venido aplicando desde la década de 1930, con apoyo técnico y económico de diferentes instancias gubernamentales.

Investigación participativa: transformación de la realidad
El trabajo realizado en Ocotal Chico tiene como objetivo promover la toma de conciencia sobre los problemas sociales y la búsqueda de su transformación, a través de procesos de empoderamiento y autogestión colectiva, para lograr una mejor calidad de vida y un uso sostenible de los recursos naturales. El proyecto está fundamentado en los paradigmas de la agroecología, la teoría de sistemas, la sostenibilidad y la investigación-acción participativa (García B., 2000; Gliessman, 2003). En esta tónica, se han realizado talleres en los que los productores interesados, hombres y mujeres de diferentes edades, han aportado sus conocimientos, reflexiones y propuestas para el cambio, y se han presentado a la comunidad reportes trimestrales de los avances del proyecto.

En el proceso ha sido fundamental la intervención como agente dinamizador del estudiante popoluca Santo Franco Duarte, originario de Soteapan, cuyo manejo del idioma y conocimiento de la zona permitieron una mayor confianza y participación por parte de los productores.

A partir de los talleres y las diferentes técnicas grupales aplicadas, fue posible profundizar en cuanto a saberes y prácticas comunitarias tales como: el calendario agrícola, las plantas útiles del huerto familiar, de la milpa y de la finca, así como aquellas recolectadas en los diferentes tipos de vegetación; el funcionamiento de los sistemas de producción (café y maíz); la organización de un grupo de productores y los problemas que enfrentan para comercializar su café.

Nuevas líneas de investigación
Del planteamiento original, surgió la necesidad de estudiar el uso de los recursos naturales de manera integral en la búsqueda del desarrollo sostenible de la comunidad, a través del trabajo familiar y colectivo. La complejidad del sistema se hizo visible a través del contacto con la comunidad y del conocimento de sus necesidades e intereses, lo que obligó a derivar nuevas líneas de investigación relacionadas con:

a) el estudio del agroecosistema cafetalero para entender su funcionamiento, los elementos que lo conforman y establecer puntos críticos en el proceso de producción;
b) el estudio de la milpa, con el objeto de conocer el sistema de producción de maíz, caracterizar las variedades que se siembran (negro, amarillo, blanco y rojo) y conocer la diversidad biológica presente y sus usos;
c) investigación para el control biológico de plagas como la mosca pinta (nombre dado en la región al salivazo, Prosapia y Aeneolamia spp.), extendida hasta este cultivo desde los pastizales ganaderos;
d) investigación para el establecimiento de dos sistemas agroforestales en curvas de nivel, uno con café y otro con maíz, con productores cooperantes.

Además de estos estudios, surgieron otros temas por investigar, fundamentales para comprender la problemática social, tales como las relaciones interpersonales en la comunidad, la educación de los adultos y la percepción que los productores tienen de sus recursos naturales.

Resultados hacia la sostenibilidad

Algunos de los resultados de los talleres participativos, las entrevistas y los recorridos de campo nos han permitido conocer los elementos que conforman el sistema productivo y su importancia para la comunidad. En el proceso se han propuesto indicadores de sostenibilidad relacionados con los puntos críticos positivos y negativos del sistema.

Variedades de maíz criollo conservadas por algunos productores
Foto: Julieta Jaloma Cruz

Los puntos críticos positivos más importantes son la alta diversidad biológica que posee la zona y la disponibilidad de insumos gracias al acceso a programas gubernamentales de apoyo al campo. Los negativos incluyen: un bajo nivel de organización (de 154 productores, sólo 30 están organizados, pero no han logrado aprovechar comercialmente su estructura ni proyectar en conjunto sus actividades productivas), alto minifundismo (la reducida extensión de las parcelas), nulo manejo de la broca del café (Hypothenemus hampei), baja aplicación de prácticas de manejo como las podas, nulo ingreso por concepto de otras especies manejadas, dependencia del mercado internacional y una total ausencia de autogestión.

Algunos de los productores han mostrado interés en la conservación y diversificación de sus sistemas de producción, como Bernabé Matías González y Hermenegildo Mateo González, quienes cedieron parte de sus terrenos para establecer en ellos dos sistemas agroforestales: el primero basado en el café y el segundo en el maíz. Las innovaciones se discutieron y planearon con estos productores. Los agricultores aportaron conocimientos y experiencia en el manejo de algunas especies y propusieron conservar algunos cultivos que ya tenían.

Educación para adultos
Entre las estrategias para lograr la transformación social y mejorar las condiciones de vida, están la educación y el desarrollo humano. Por medio de entrevistas domiciliarias, cuya finalidad era conocer los intereses y necesidades de capacitación de la población, se identificó el deseo de estudiar y de obtener los documentos que acreditan la educación básica para aumentar sus oportunidades de trabajo. Paralelamente a las actividades realizadas con los productores en las líneas de investigación, los hombres y mujeres interesados iniciaron clases de alfabetización y de educación primaria y secundaria. La metodología aplicada fue el “modelo educativo para la vida y el trabajo” del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Este modelo busca que los adultos participantes en los procesos de alfabetización y educación puedan apropiarse de conocimientos a través de la reflexión de las condiciones de vida en su propio contexto, aportando respuestas a los desafíos que éste plantea e integrándolas activamente en su proceso de cambio y crecimiento personal. El proceso de educación se inició con un grupo de 33 personas, de las cuales 26 son mujeres, quienes han demostrado mayor interés y persistencia en los estudios. Aunque el avance ha sido lento y el grupo fluctuante, además de enfrentar problemas logísticos (seguridad de contar con un espacio y de ser atendidos por el sistema nacional de educación para adultos; deserción, competencia con programas asistencialistas), el trabajo continúa mientras exista el compromiso y la dedicación de las personas por su preparación y crecimiento.

Conclusiones
El proceso de investigación participativa ha favorecido una relación horizontal con los habitantes de la comunidad de Ocotal Chico, el establecimiento de nuevas líneas de investigación y la conformación de un equipo interdisciplinario. La vinculación del proyecto con un proceso educativo local, identificado como necesidad por la propia comunidad, está extendiendo sus alcances más allá del campo de cultivo, hacia las relaciones sociales, la autoestima y el empoderamiento local.

El proceso de diálogo se ha abordado a través de la investigación participativa y los talleres se han llevado a cabo en coordinación con las actividades de todo el equipo, ya que se pretende generar información que complemente y apoye los resultados globales del proyecto y permita una construcción conjunta del saber: comunidad-equipo de trabajo. Sin embargo, la participación concreta de los agricultores ha sido reducida, pues el 70 por ciento de los recursos económicos de cualquiera de las unidades productivas de la comunidad proviene de programas asistenciales del gobierno, lo que ha provocado que los agricultores esperen la aportación de recursos económicos de quien hace nuevas propuestas, dificultando la autogestión y la sostenibilidad del sistema.

Es necesario mencionar también que el proyecto se encuentra en una etapa inicial, en que las relaciones entre los participantes se empiezan a consolidar y los resultados de las actividades comienzan a llamar la atención de otros productores. Mientras tanto, para el equipo de investigación se plantea la realización de estudios más detallados sobre biodiversidad y prácticas medicinales y alimentarias de los productos en los solares de la comunidad, así como estudios relacionados con la percepción del estado actual de los recursos naturales en relación con su estado pasado. Uno de los objetivos es encontrar actividades donde las mujeres tengan oportunidades específicas de participación.

 

Carlos H. Ávila Bello, Santo Franco Duarte, Julieta Ma. Jaloma Cruz, Marina Martínez Martínez y Luis F. Zetina Martínez

Carlos H. Ávila Bello
Santo Franco Duarte
Julieta Ma. Jaloma Cruz
Marina Martínez Martínez
Luis F. Zetina Martínez
Universidad Veracruzana
Correos electrónicos: carlavila@uv.mx
cavilab2001@yahoo.com

Referencias
– García B., R., 2000. “Conceptos básicos para el estudio de sistemas complejos”. En E. Leff (coord.), Los problemas del conocimiento y la perspectiva ambiental del desarrollo. Siglo XXI editores, México, pp. 381-409.
– Gliessman, S. R., 2002. Agroecología. Procesos ecológicos en agricultura sostenible. CATIE, Universidad Autónoma de Yucatán, GTZ, PRO TRO PICO , University of Southern California. Turrialba, Costa Rica.
– Siemmens, A. H., 2004. “Los paisajes”. En: S. Guevara S., J. Lavorde D. y G. Sánchez-Ríos (eds.), Los Tuxtlas. El paisaje de la sierra. Instituto de Ecología. Unión Europea. Xalapa, Veracruz, México.

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