septiembre 2006, Volumen 22, Número 2
Agricultura en transición

Sustitución de insumos o agricultura ecológica

FERNANDO FUNES MONZOTE | Página 9-10
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En los 15 años transcurridos desde que se inició la crisis agrícola en Cuba, el país ha ganado una enorme experiencia sobre cómo cambiar hacia una agricultura más sostenible.

La base para esta transición se sentó a comienzos de la década de 1980, cuando parte de la investigación agrícola nacional se enfocó en encontrar formas de sustituir agroquímicos por insumos orgánicos. El principal objetivo en ese momento fue reducir los costos de producción de la agricultura comercial debido a que los agroquímicos tenían precios altos y, por ende, su uso era insostenible desde una perspectiva económica. Como resultado, una amplia gama de biofertilizantes fue desarrollada. Estos esfuerzos fueron complementados con más investigación y acción focalizadas, lo cual condujo a resultados extraordinarios a nivel nacional.

Biofertilizantes
Los biofertilizantes, en su mayoría, fueron desarrollados a partir de bacterias como Rhizobium, Azotobacter y Azospirillum, que fijan nitrógeno en asociación con leguminosas y, por lo tanto, pueden reemplazar nitrógeno inorgánico. En algunos casos, el uso de estas bacterias reemplazó hasta el 80 por ciento del nitrógeno inorgánico usualmente aplicado. Otras tecnologías desarrolladas para sustituir el uso de agroquímicos incluyeron: la mycorrhiza, bacteria que incrementa la disponibilidad de fósforo, y el uso de abonos verdes y leguminosas como cultivos de cobertura. Algunas prácticas tradicionales fueron también revividas: se utilizaron equipos de bueyes para la labranza, evitando así la compactación de suelos; además, con el deshierbe mecánico de malezas se consiguió reemplazar el uso de herbicidas.

Actualmente, el humus de lombriz y el compost son aplicados a gran escala. Hacia 1998, la producción nacional de estos dos fertilizantes orgánicos había alcanzado un total de casi 700 mil toneladas. La cachaza o “torta filtro” (un producto derivado de la industria azucarera, que contiene las impurezas extraídas del jugo de caña) es ahora usada en lugar de los fertilizantes químicos en la mayoría de los cultivos comerciales importantes, especialmente, caña de azúcar. Con una aplicación de 120 a 160 toneladas por hectárea, este fertilizante orgánico puede sustituir completamente a los fertilizantes químicos por tres años en suelos arenosos.

Control biológico de plagas
En Cuba, la investigación sobre el control biológico de plagas se ha estado realizando desde la década de 1960. El conocimiento generado hizo posible el cambio a una estrategia de control biológico de plagas a escala nacional como respuesta a la crisis. Más de 270 centros de reproducción de control biológico (conocidos como CREEs) fueron establecidos a través del país. La producción de agentes de biocontrol (hongos, bacterias, nemátodos e insectos benignos) es a pequeña escala y descentralizada, con lo cual se logra, entre otras cosas, la producción de 1.300 toneladas por año de Basillus thuringiensis para rociadores (utilizados para controlar lepidópteros); 780 toneladas por año de Beaveria para rociadores (para controlar escarabajos) y 200 toneladas de Verticillium (para el control de la mosca blanca). El manejo integrado de plagas (MIP), combinando el control biológico y un limitado control químico de las mismas, junto con la gestión cultural, ha sido la estrategia más comúnmente aplicada. A nivel nacional, la aplicación de plaguicidas en cultivos comerciales se redujo 20 veces en un período de 15 años; de 20.000 toneladas en 1989 a cerca de 1.000 toneladas en 2004. Hoy en día, el uso de plaguicidas continúa decreciendo y muchos métodos de control biológico han demostrado ser más eficientes que los productos inorgánicos.

Tracción animal
Desde 1989, el número de tractores en Cuba cayó dramáticamente debido a la falta de repuestos, mantenimiento y combustible que les permitiera seguir activos. Esto estimuló la recuperación de la práctica tradicional del uso de bueyes para el arado y el transporte. Alrededor de 300.000 equipos de bueyes fueron entrenados, lo cual condujo a una muy reducida dependencia del combustible en los nuevos sistemas de producción. Los conocimientos, habilidades y prácticas tradicionales del manejo de bueyes han sido largamente recuperados, contribuyendo a alcanzar muchas metas agroecológicas.

Así, el uso sostenido de bueyes llevó a cambios en los patrones del uso de la tierra, requiriendo más sistemas integrados. Muchas granjas ganaderas que antes se especializaban en la producción de leche o carne, empezaron a utilizar bueyes para transportar forraje fresco y para arar tierra cultivable. Muchas cooperativas que antes estaban dedicadas a cultivos especializados como papas, camotes u hortalizas, crearon “módulos ganaderos” utilizando bovinos de doble propósito para producir leche para los agricultores y sus familias, así como para reemplazar los equipos de bueyes con el tiempo.

Prácticas de cultivo
Las rotaciones de cultivos y los policultivos (cultivos mixtos o múltiples) han sido usados crecientemente para estimular la fertilidad natural del suelo, para controlar plagas y enfermedades y para restaurar la capacidad productiva. Los resultados de investigación, así como las cifras actuales de producción, mostraron un incremento en la productividad de la mayoría de los cultivos económicamente importantes. Los experimentos confirmaron que el uso de soya en rotación con caña de azúcar, incrementó los rendimientos de esta última de 84,4 a 90,6 toneladas por hectárea, con una producción adicional de 1,7 toneladas por hectárea de soya. Los policultivos de mandioca y frijoles comunes bajo diferentes sistemas de cultivo también dieron por resultado una producción total superior en comparación con el cultivo individual de mandioca o frijoles.

Más allá de una estrategia de sustitución de insumos
Estos ejemplos de sustitución de insumos en Cuba tuvieron un efecto muy positivo en la autosuficiencia alimentaria nacional, así como en el medio ambiente. La experiencia es considerada como el primer intento de conversión de un sistema alimentario de alcance nacional. Sin embargo, los sistemas de producción resultantes pueden seguir teniendo muchos de los problemas que se presentan en los sistemas convencionales (los patrones de monocultivo). Para alcanzar un sistema sostenible de producción, la estrategia de sustitución de insumos necesita evolucionar hacia un enfoque de sistema de producción agroecológica. Solamente haciendo cambios de mayor alcance hacia sistemas agrícolas regenerativos que sustituyan a aquellos basados en insumos –aunque estos insumos sean biológicos u orgánicos– será posible incrementar la sostenibilidad a largo plazo. La integración de cultivos y ganadería en un sistema de producción más diversificado es un ejemplo de sistema basado en la agroecología que permite incrementar la producción de alimentos al mismo tiempo que se regenera el medio ambiente.

La estrategia seguida por Cuba creó condiciones tales como una mejor infraestructura y conocimiento sobre tecnologías más sostenibles de bajos insumos y de sustitución de insumos. Esto brinda un punto de partida excepcional para el desarrollo de una agricultura integrada y sostenible. Aún más importante es el alto nivel de conciencia y entendimiento de la agricultura ecológica desarrollado entre la población, así como las capacidades humanas y organizacionales desarrolladas para la innovación e intercambio de experiencias. Nunca antes Cuba (o ningún otro país) ha tenido tales oportunidades para desarrollar e implementar un modelo agroecológico nacional para el desarrollo rural.

Fernando Funes Monzote
Apartado postal 4029, CP 10400, La Habana, Cuba
Correo electrónico: mgahona@enet.cu

convocatoria

LEISA revista de agroecología 22-3, diciembre de 2006 Investigación participativa y desarrollo

Las metodologías participativas de investigación y desarrollo relacionadas con la agricultura sostenible y el manejo de recursos naturales se encuentran en un constante proceso de actualización. Una amplia gama de métodos con enfoques, objetivos y nombres diferentes ha sido promocionada y utilizada durante los últimos 30 años, incluyendo aproximaciones tales como la autoevaluación o el diagnóstico rural participativo, el desarrollo participativo de tecnologías, el aprendizaje-acción participativo y los enfoques sobre sostenibilidad de los medios de vida. El involucramiento de los agricultores en el proceso de investigación es esencial, pero no siempre comprendido por las instituciones que desarrollan proyectos de desarrollo rural.

En LEISA 22- 3, presentaremos experiencias recientes de innovación y adaptación de conocimientos y tecnologías con resultados positivos y que sean producto de investigaciones donde los agricultores hayan participado activamente desde su formulación, ya que su enfoque responde a la visión que el agricultor tiene de sus problemas y desafíos. También buscamos ejemplos de cómo las metodologías de investigación participativa pueden aplicarse en un contexto más amplio. Esperamos sus contribuciones de artículos sobre experiencias relacionadas con el uso de perspectivas participativas en la investigación para la agricultura y el desarrollo sostenibles.

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