abril 2004, Volumen 19, Número 4
Rehabilitación de tierras degradadas

Manejo integrado del suelo y agua para un desarrollo agrícola sostenible en América Latina

JOSÉ R. BENITES | Página 4-5
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Las tierras de América Latina se están muriendo. Actualmente más de 306 millones de hectáreas están afectadas por una degradación del suelo de origen humano.

Erosión de suelos en Honduras / Foto: archivo ILEIA

La capa de suelo rico y fértil se está lavando rápidamente, cada día, por la erosión hídrica, y se está sedimentando en el cauce de los ríos y en las represas. Los suelos se están encostrando y compactando y esto produce encharcamientos o escorrentías. En las áreas secas el proceso de desertificación avanza inexorablemente. La causa principal de los síntomas de degradación indicados es el uso inadecuado de la tierra, que actualmente constituye la cuestión ambiental de mayor gravedad y cuyos principales efectos son: la erosión, la pérdida de fertilidad del suelo, la desertificación, la deforestación, el deterioro de los pastizales, la salinización y la alcalinización de las tierras de regadío, y la subutilización de la tierra de buena calidad.

El recurso tierra es limitado. Sólo el cuatro por ciento de las tierras tienen clima favorable y son fértiles y de alta productividad. El 96 por ciento restante tiene limitaciones físicas, químicas y de orden climático.

En América Latina, el crecimiento de la población está poniendo una presión implacable en los ya restringidos recursos de tierra. La población pasó de 166 millones de personas en 1950 a 513 millones en el 2000 y se espera que crezca a más de 800 millones en el 2050.

En cuanto a los recursos hídricos, las cifras medias esconden enormes diferencias entre los países y entre un mismo país. Por ejemplo, de 1 m3/persona/año en las costas áridas de Perú y Chile se llega hasta 300.000 m3/persona/año en la cuenca del Amazonas. En cuanto a la procedencia y utilización de los nutrientes de las plantas, en 1990, de los 17 millones de toneladas absorbidos por la biomasa de los cultivos sólo se repusieron siete millones en forma de abono, y cerca de 10 millones de toneladas se exportaron a las ciudades en forma de productos agrícolas. Se supone que siete millones de toneladas provinieron del reciclaje de residuos de cosecha, pero sabemos que estos residuos se queman, se utilizan como alimento del ganado o se usan como combustible.

El crecimiento urbano en América Latina y el Caribe ha alcanzado proporciones sin precedentes y muchas ciudades ahora compiten con la agricultura por tierra y agua. América Latina requiere más tierras de cultivo, más combustible y más pastizales para el ganado.

La economía de América Latina está basada muy fuertemente en la agricultura. Sin una agricultura fuerte y floreciente, la nutrición de la población disminuirá, la leña para combustible será escasa y costosa, el alimento para el ganado será cada día más pobre, y los ingresos por la exportación de productos decaerán.

El recurso básico tierra se debe preservar porque millones de personas dependen de él. Afortunadamente, en los últimos años algunos énfasis respecto a la conservación del suelo y el agua han cambiado:

• de la pérdida de suelo y agua a la pérdida de productividad;
• de las obras físicas de conservación en la superficie al mejoramiento en las condiciones del suelo en la superficie y debajo de ella;
• de la medición de la cantidad de suelo y agua perdidos a la cantidad de suelo y agua retenidos.

De un enfoque unidisciplinario, distinto de la práctica agrícola normal, a un enfoque multidisciplinario; de un control del escurrimiento superficial del agua a una absorción del agua, y de tecnologías de conservación de suelos basadas en medidas de conservación física a técnicas agrícolas conservacionistas que propician la recuperación biológica del suelo o de su estructura para mejorar su capacidad de absorción y retención de agua.

Del uso de la mano de obra proporcionada por los agricultores para implementar obras al manejo de sistemas conservacionistas por los agricultores; de la realización de la conservación de suelo y agua por decreto a una conservación del suelo y agua como un subproducto de la productividad mejorada de la tierra; y de obras que cuestan dinero a prácticas de bajo costo que promueven las acciones libres de los meso y micro-organismos.

Antes se suponía que las percepciones de los especialistas sobre los problemas de degradación y sus soluciones eran las correctas, ahora las familias agrícolas deciden qué se adapta mejor. Antes, a los pequeños agricultores se les consideraba ignorantes, irracionales y reaccionarios, ahora se reconoce que los pequeños agricultores son conocedores de sus condiciones locales, pero también reprimidos y comprensiblemente cautos en la adopción de ideas nuevas. Las personas que trabajan y viven de la tierra pueden mejor determinar las prioridades que encajen con sus necesidades y aspiraciones. Una buena comunicación produce resultados intangibles que hacen que las personas se motiven a comprometerse a largo plazo en la rehabilitación de su tierra. La participación de los usuarios de la tierra es un requisito previo para el éxito de cualquier programa de conservación de los recursos de tierra y agua.

Existen soluciones prácticas y comprobadas para detener la erosión hídrica aumentando la cobertura del suelo con la siembra directa sobre el rastrojo del cultivo. El mantenimiento de la cobertura del suelo es mucho más importante que prevenir la erosión por medio de terrazas o barreras vivas o muertas que solamente son medidas de apoyo para favorecer la infiltración del agua y reducir su escurrimiento superficial. También son importantes para el mantenimiento de la calidad del suelo agrícola: los sistemas de cultivo intercalado que devuelven nutrimientos a las tierras empobrecidas; las técnicas innovadoras de cosecha de agua de lluvia en tierras con sequía estacional, tales como las medialunas para plantaciones de árboles; los cercos para detener el movimiento de las dunas, que usan materiales locales y son fáciles de mantener.

Las tierras de bajo potencial productivo florecen cuando se adoptan usos de la tierra de acuerdo con su aptitud. Una mejor captación de agua in situ reducirá la necesidad de sistemas costosos de riego. Los sistemas integrados de nutrición de plantas aumentarán la eficiencia del suministro de nutrientes y los ingresos de los agricultores. Nuevas tecnologías eficaces en función de los costos se están promoviendo en Argentina, Paraguay, Brasil (Paraná y Santa Catarina) y en otros lugares de la Región.

Son necesarios estudios detallados de tierras, para ayudar a los gobiernos a mejorar su uso. El montaje de bases de datos permite la colección y análisis de la información. Es imprescindible identificar los diferentes tipos de uso de la tierra en las diferentes unidades del paisaje, para formular políticas y programas agrícolas.

La investigación agrícola debe estar orientada hacia la generación de tecnologías que promuevan una agricultura sostenible. Se debe consultar con los usuarios de la tierra en cada fase de un programa de mejoramiento del uso, especialmente durante la fase inicial.

Las políticas agrícolas adecuadas ayudan a restaurar y proteger la tierra. Las soluciones están allí…todo lo que se requiere es voluntad política y apoyo técnico para aplicarlas.

Cuando el problema está entendido en forma integral a nivel de cuencas o microcuencas se pueden encontrar, entonces, las soluciones. Para ello se debe mejorar:

• la colección y análisis de la información de tierras y agua;
• la planificación del uso de la tierra de acuerdo a su aptitud;
• la cuantificación de la pérdida de la productividad para definir las necesidades de conservación y manejo en los sistemas de producción;
• la selección de las opciones de manejo y conservación confrontando las necesidades de conservación con el uso potencial de la tierra.

Es necesario formular un marco de política para la conservación que permita a los gobiernos eliminar las causas del abuso de la tierra:

• mejorando sus sistemas de colección e información sobre recursos naturales;
• motivando a la población local a adoptar prácticas que han demostrado resultados beneficiosos;
• usando estrategias efectivas de precios de los productos agrícolas para proteger las fluctuaciones súbitas en el mercado;
• introduciendo una legislación realista para la distribución equitativa de la tierra y medidas viables de conservación de tierra y agua;
• fortaleciendo las instituciones locales y nacionales.

Todo esto dará como resultado un aumento de la producción de bienes y servicios, y una mejor protección de los recursos de tierra y agua.

Los acuerdos regionales e internacionales proveen un apoyo vital para el intercambio de información, entrenamiento y asistencia técnica. A nivel internacional se debe estrechar la colaboración entre instituciones nacionales, ONGs, entidades financieras, organismos internacionales, etc.

Se debe propiciar la Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo (CTPD), así como mayores esfuerzos de integración subregional, regional y acuerdos bilaterales. Igualmente, las redes de cooperación técnica facilitan los vínculos entre países con las actividades regionales y mundiales y hace que los esfuerzos para enfrentar los problemas del ambiente y de los recursos naturales sean más productivos.

La formulación y aplicación de un enfoque integrado de la conservación del suelo y el agua puede reportar enormes beneficios. ¡No hay tiempo que perder! ¡Las tierras de América Latina y el Caribe se mueren!….Sólo los esfuerzos conjuntos y coordinados pueden salvarlas.

José R. Benites
editor invitado
Los puntos de vista expresados en este editorial son la opinión personal del autor y no reflejan necesariamente la política oficial de la FAO.

José R. Benites
FAO-B709 Viale delle Terme di Caracalla
00100 Roma, Italia
Email: Jose.Benites@fao.org
www.fao.org/landandwater/default.stm

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