junio 2003, Volumen 19, Número 1
Aprendiendo con las ECAs

Escuelas de Campo de Género

MANSOUR FAKIH | Página 30-31
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Desde que comenzó, en 1989, la mayoría de participantes y facilitadores del exitoso programa de Escuelas de Campo de Agricultores (ECA) para el Manejo Integrado de Plagas (MIP) han sido hombres.

Ejercicios de dinámica de grupos en una escuela de campo de género en el Distrito Ciamis, en Java Occidental / Foto: FIELD

Desde el comienzo del programa se hicieron algunos esfuerzos para incluir mujeres, pero con limitado éxito. A pesar que ahora hay más capacitadores y participantes mujeres en las ECAs, las evaluaciones de la Red MIP todavía indican que sus experiencias son diferentes a las de los hombres. Muchas mujeres comprometidas en el MIP sentían que «algo está faltando», algo que no ha sido comprendido o atendido. Ellas querían pasar de la «incorporación de las mujeres» a la igualdad de género.

Dando un paso más

Como resultado de la actual percepción de que las ECA en Indonesia aún no son igualitarias en cuanto al género, se está introduciendo ahora un programa especial en las actividades del MIP. Este programa está enraizado firmemente en el enfoque participativo y tiene por finalidad hacer que todos aquellos involucrados con la ECA-MIP sean conscientes de lo que es la discriminación de género y por qué y cómo ocurre esto.

Esto requiere un marco político de soporte, así como un compromiso del personal del programa para integrar los aspectos de género. La Asociación Nacional de Agricultores del MIP declaró su apoyo y estableció un marco político para el programa en el año 2001, proporcionando el marco necesario para el primer Taller Nacional de Género.

El primer Taller Nacional de Género, organizado por los agricultores, se concentró en desarrollar una estrategia, un plan de actividades y un currículo que le permitiera mantener un enfoque completamente participativo para introducir la problemática del género en todas las actividades de la ECA-MIP. Al mismo tiempo, se iniciaron las discusiones a nivel de finca. Los agricultores participantes en la ECA-MIP acordaron tomar parte en una capacitación sobre género y en actividades de elaboración de un currículo, así como en la recopilación de información sobre aspectos de género que pudieran ser discutidos y analizados después.

Se reclutó un equipo central entre las facilitadoras mujeres que tuvieran experiencia en ECA y estuviesen interesadas en los aspectos de género. Se estableció un currículo de capacitación en género, usando el enfoque ECA, para introducir y explorar el concepto de la desigualdad de género en comunidades rurales. El currículo se centró en las actuales incidencias de la injusticia de género y estuvo dirigido a inventariar los factores sociales y políticos que subyacen a la desigualdad de género. Se discutieron extensamente las estrategias para recopilar información de manera efectiva sobre los temas de género y esclarecer lo que significa la desigualdad de géneros a nivel de la finca. Los agricultores cumplieron un papel central en la recopilación de datos y en el desarrollo de los estudios de caso. El entusiasmo de los agricultores por esta iniciativa dio lugar a un fuerte proceso de desarrollo de conocimientos y análisis de género iniciado por ellos mismos.

Hacia un enfoque sensible al género

En 1990-91, durante el primer ciclo del Programa Nacional de MIP, se hizo evidente que las mujeres tenían acceso y oportunidades más limitadas que los hombres para beneficiarse de la capacitación en MIP. Adicionalmente, las mujeres indonesias con frecuencia se sienten menos competentes e inferiores a los hombres, lo que puede impedir un activo compromiso en la capacitación.

Esto tuvo serias implicancias para el programa MIP. Las mujeres representan el 50% de fuerza laboral agrícola en Indonesia y en áreas de cultivo de arroz, tal como Java Central, las tareas agrícolas son compartidas igualmente entre hombres y mujeres. Las mujeres no sólo están involucradas en el transplante, deshierbe, observación rutinaria del cultivo, suministro de alimentos a los trabajadores asalariados, cosecha, trillado y venta de la cosecha; ellas también tienen una importante tarea en el manejo del dinero del hogar.

Adicionalmente, un número significativo de mujeres son jefes de familia en Java Central, ya sea porque sus esposos son trabajadores migrantes o debido a que están solas. Las mujeres con una posición socioeconómica más baja son mayoría dentro del grupo femenino de jefes de familias. En general, ellas tienen bajos niveles de educación, pero en muchos casos se tiende a no considerarlas en los programas de desarrollo.

El hecho de que las agricultoras mujeres en Indonesia con frecuencia son «segregadas» de las ECAs es un resultado directo de la inclinación de los funcionarios locales a seleccionar automáticamente a jefes de familia hombres para la capacitación en MIP. Ellos también tienden a seleccionar a hombres de los grupos de ingresos altos y medios. Esto no sólo previene a las mujeres de participar en las ECAs de MIP, sino que también significa que existe poco «goteo» del conocimiento debido a que los hombres de estos grupos socioeconómicos con frecuencia no hacen las labores agrícolas ellos mismos –usualmente ellos son trabajadores asalariados- y tienen muy poco contacto con las mujeres de una posición socioeconómica inferior.

Los factores domésticos y educativos también juegan un papel. Las mujeres tienen tareas familiares que les dificulta seguir en forma consistente una sesión completa de las ECAs semanalmente. En algunas sectores de la sociedad indonesia, las mujeres se sienten menos competentes que los hombres y esto puede inhibirlas cuando se busca un aprendizaje en grupo. Por ejemplo, en Java Central, se encontró que las mujeres que fueron seleccionadas para las ECAs participaron activamente en todas las actividades, excepto en aquellas que incluían presentaciones en grupo.

Las mujeres no son excluidas deliberadamente de la capacitación en MIP. Como uno de los funcionarios afirmó: «Es sólo que yo nunca había pensado en el asunto». No se había dado ninguna atención específica a la identificación de las convenciones sociales y prácticas culturales que limitaban el acceso de las mujeres a los programas de desarrollo agrícola hasta que, en 1989, el Programa Nacional de MIP y el programa local NEO MIP, coordinado por Educación Mundial, desarrolló un proceso de preparación de la capacitación que trató específicamente el asunto. Se llevaron a cabo un análisis de género y una identificación de necesidades con comunidades agrícolas y funcionarios del pueblo, y, para 1995, los resultados mostraron que en todos los lugares de Indonesia la participación de las mujeres en las ECA-MIP se había incrementado en un promedio del 15%.

El Programa Nacional de MIP concluyó que el compromiso de las mujeres en la ECA-MIP podría mejorarse a través de un proceso de preparación de la capacitación con anterioridad a la ECA, fortaleciendo el papel de los capacitadores agricultores y los funcionarios extensionistas, y enfatizando el desarrollo del liderazgo de las mujeres. Después de 2001 y sobre la base de estas experiencias, se inició una política que condujo al desarrollo de las Escuelas de Campo de Género.

Fuente: Fliert, E, van de y Proost, J. (eds.). 1999. Women and IPM: crop protection practices and strategies, KIT, Ámsterdam, 1999. Email: elske.vandefliert@fao.org.vn

Preguntas clave

Los agricultores y el grupo central de facilitadores se reunieron en talleres provinciales y distritales, donde desarrollaron herramientas que pudieran ser incluidas en el primer currículo. Durante estos talleres, se generó ideas en cuanto a cómo elevar la conciencia sobre género en áreas rurales y en la red MIP.

Las dos preguntas claves que surgieron durante estos talleres fueron: «¿Por qué queremos introducir género en el MIP?» y «¿Qué hay en esto para los hombres?» La respuesta a la primera pregunta reveló la profundidad y complejidad de la desigualdad de género. Las mujeres respondieron en términos directos y emocionales, señalando que «Somos de segunda clase en nuestra propia cultura» y «Sólo somos seguidoras». Ellas mostraron estar bien conscientes del hecho que la discriminación es vista como algo normal, justamente porque las mujeres son consideradas como personas de segunda clase. La pregunta «¿Qué hay en esto para los hombres?» fue respondida durante el curso del taller. Los participantes concluyeron que el tratar los aspectos de género no implicaba un ataque a la posición de los hombres, sino que podría tener un beneficio directo para la familia y la comunidad a través del fortalecimiento de la confianza, autoestima y posición de las mujeres. La exploración de problemas en el contexto de la desigualdad de género también abrió el camino a soluciones efectivas.

En la discusión de la desigualdad de género, los participantes del taller hicieron una clara distinción entre la definición biológica de la diferencia sexual y el concepto sociocultural del género, que incluye papeles culturales específicos, como la idea de que es el hombre quien se gana el pan y la mujer la que se encarga de la casa.

Escuelas de Campo de Género

El enfoque participativo escogido para integrar al género en el movimiento MIP coloca a los agricultores, tanto hombres como mujeres, en el centro. Esta es una actividad con una orientación de proceso, de largo plazo. Los agricultores usan sus propias experiencias para identificar de manera precisa lo que para ellos significa desigualdad y discriminación de género, aplicando estos discernimientos para hacer ajustes a su propio programa de MIP. Los miembros del equipo central de género también se convirtieron en los facilitadores que trabajaron estos aspectos con los primeros grupos de agricultores.

Las Escuelas de Campo de Género (ECG) han llegado a ser la base de los esfuerzos para que el tema de género sea una de las líneas principales dentro de la red de MIP en Indonesia. En ello, los participantes siguen cinco pasos básicos hacia una comprensión más profunda de los aspectos de género en su comunidad.
El primer paso es la capacitación en género, para elevar la conciencia en estos aspectos y hacer posible que los agricultores puedan conducir una investigación participativa de género.

El segundo paso es la recopilación de datos. Los agricultores usan su capacitación para identificar los aspectos de género a nivel de los hogares y en la comunidad y para recopilar la información correspondiente. Los datos recopilados son agrupados en cinco categorías: acceso, participación, control, beneficio, responsabilidades y nivel de violencia.

El tercer paso es el Análisis de Género. El facilitador ayuda a los agricultores a analizar los datos recopilados. Los agricultores llegan a comprender la manera en que las percepciones locales de género afectan las vidas de las mujeres.

El cuarto paso es el plan de acción para reducir y eliminar las desigualdades identificadas entre las mujeres y los hombres.
El quinto paso es el monitoreo y evaluación. La evaluación ayuda a identificar las actividades que incrementarán el acceso, el control y los beneficios de las mujeres del programa MIP, y a ampliar la participación de las mujeres en las organizaciones, programas y procesos de agricultores de MIP.
El desarrollo de los grupos nucleares como pioneros en el proceso de hacer que el género sea la «corriente principal» en las redes de MIP, es considerado crucial en el proceso. Para ponerlo en marcha, las comunidades de agricultores que participarán en los experimentos de la Escuela de Campo de Género son seleccionadas cuidadosamente. Hasta el momento, se han puesto en marcha ocho grupos de ECG, todos ellos con grupos de agricultores que previamente habían estado involucrados en la ECA-MIP. Las ECG son desarrolladas y financiadas por los mismos agricultores .

Después que culmina una ECG, se establece lo que se conoce como un Centro de Crisis Familiar de Agricultores (Tim Pembimbing Keluarga Petani-TPKP), ubicado en la misma comunidad de agricultores de MIP. Se espera que los centros ayuden a disminuir los niveles de divorcio y a minimizar la violencia doméstica y otras formas de discriminación contra las mujeres. Hasta ahora se han establecido ocho de estos centros.

Lecciones aprendidas

A partir de las experiencias de la red MIP de agricultores en tratar de integrar el género en su programa de desarrollo, es claro que para que tales iniciativas sean exitosas, los agricultores deben estar completamente involucrados y las comunidades agrícolas que participen en los experimentos de Escuelas de Campo de Género deben ser seleccionadas cuidadosamente. También es importante que los agricultores tengan una experiencia anterior con la ECA. Otras lecciones aprendidas incluyen:
La integración del género al programa de desarrollo no puede ser inducida desde fuera. Esto requiere un proceso conducido por los mismos agricultores, tanto hombres como mujeres.

Incorporar los aspectos de género como una de las líneas principales requiere de voluntad política y del compromiso de liderazgo del programa MIP. Son necesarios, un gran esfuerzo y los mecanismos apropiados para integrar el género a la estructura nacional del MIP y a las actividades de la Asociación Nacional de Agricultores MIP.

El incorporar los aspectos de género es un proceso de educación, investigación y acción. Por ello, la construcción de capacidades es esencial. Se ha proporcionado apoyo a la construcción de capacidades de los agricultores para realizar la recopilación de datos de género y para la creación de un sistema de información, a través de un enfoque participativo. El proceso de construcción de capacidades debe incluir la capacitación de los agricultores para que establezcan su propia visión, misión y estrategias, así como la estructura organizativa que haga del género la «corriente principal».

Conclusiones

Hasta ahora, los esfuerzos para que el género sea la «corriente principal», han incrementado la capacidad de las redes de agricultores de MIP para integrar el género a su política, planificación y monitoreo. El personal del proyecto MIP tiene mayor conciencia acerca de sus roles en el proceso de hacer que los aspectos de género sea una de las líneas principales. Las experiencias obtenidas a través de este proceso pueden contribuir no sólo al proyecto FAO-MIP, sino también a otros grupos que son pioneros en el campo de la igualdad de géneros en las áreas rurales.

Mansour Fakih
Institute for Social Transformation (INSIST)
Sekip Blok T No.7, Yogyakarta, Indonesia.
Email: mansouf@remdec.co.id

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