junio 2003, Volumen 19, Número 1
Aprendiendo con las ECAs

ECAs como respuesta de la modernización del Estado: experiencias en Ecuador

MANUEL PUMISACHO, IVÁN REINOSO | Página 22-24
DESCARGAR REVISTA COMPLETA
TIPOGRAFÍA
SMALL
MODO LECTURA
COMPARTIR

Desde los años sesenta en América Latina, los centros de investigación agrícola nacionales e internacionales han operado bajo un modelo de innovación basado en procesos centralizados de desarrollo y transferencia de tecnologías.

A la vez, a inicios de los años 80, y como respuesta a un nuevo pensamiento sobre cómo gobernar, la región comenzó a institucionalizar cambios diseñados a descentralizar la mayor parte de la administración de los gobiernos hacia los municipios y, junto a ello, privatizar muchos de los servicios públicos, incluyendo los procesos de innovación agrícola.

Una consecuencia del proceso de modernización que preocupa a los científicos del Estado ha sido la disminución de la inversión pública en el sector agrícola. Los fondos provenientes de las fuentes multinacionales públicas, como el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Interamericano, han sido conscientemente redireccionados a la transformación de la investigación y extensión agrícola desde instituciones públicas, como el INIAP y MAG, a compañías privadas de consultoría. Como resultado, las instituciones públicas han experimentado una disminución de sus fondos operativos, mientras que los gobiernos les han pedido cambiar sus funciones e independizarse del Estado. El INIAP, tanto como el CIP a nivel internacional, han sido relativamente lentos en responder a este nuevo contexto, y tal respuesta está poniendo en peligro su supervivencia institucional.

Jóvenes y niños de la comunidad participan de los nuevos conocimientos sobre insectos / Foto: Steve Sherwood

Descentralización de la extensión agrícola en Ecuador
En el Ecuador, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) es la entidad pública oficial encargada de realizar la extensión agrícola en el país. Por su parte, el Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (INIAP) tiene como principal misión la generación de tecnología y la transferencia de la misma. A partir de 1993 el Estado comenzó a reducir la asignación presupuestaria a estas dos entidades públicas, afectando su capacidad para cumplir con su misión. Con estas medidas se inicia una crisis institucional caracterizada por la salida de personal y la operación bajo una modalidad de proyectos financiados por entidades privadas.

Como parte del modelo de modernización de la agricultura, se implementó en el país el Programa de Modernización de los Servicios Agrícolas (PROMSA) que consta de dos componentes: la Generación de Tecnología Agropecuaria (GTA) y la Transferencia de Tecnología Agropecuaria. Este último es un servicio de transferencia privado basado en la conformación de grupos de agricultores, los que cuentan con un mínimo de condiciones favorables para la producción, como suelos fértiles y acceso al riego. Como resultado, los pequeños productores han quedado afuera de la red de apoyo público al desarrollo agrícola, siendo apoyados solamente por el esfuerzo esporádico de las organizaciones no-gubernamentales.

Apertura del PNRT al uso de nuevas metodologías participativas

Durante la última década, el Programa Nacional de Raíces y Tubérculos (PNRT) del INIAP, con el apoyo del CIP y la FAO, ha dedicado mucho esfuerzo a rediseñar sus procesos de interacción con los actores locales para la innovación agrícola, particularmente en el área de Manejo Integrado de Plagas (MIP). Aprovechando modelos de operación basados en procesos multiinstitucionales y de colaboración, tanto como metodologías como las Escuelas de Campo de Agricultores (ECAs) y los Comités de Investigación Agrícola Local (CIALs), el PNRT comenzó a transformar su papel convencional como generador primario de tecnologías, pasando a ser un facilitador de la generación y diseminación local de ideas y prácticas útiles para el mejoramiento de la productividad y la sustentabilidad de los sistemas paperos. Este movimiento tiene implicaciones importantes para el futuro de INIAP, debido a que requiere un repensamiento de sus modalidades de operación y su estructura organizacional y, además, demanda un nuevo perfil profesional.

Implementación de un enfoque colaborativo interinstitucional: los Comités de Investigación Agrícola Local (CIALs)

El PNRT fue el pionero dentro del INIAP en adoptar la Investigación Participativa (IP) como su estrategia central de mejoramiento de variedades de papa. A partir de 1993, comenzó a incorporar en forma sistemática el criterio y los puntos de vista de los productores en las etapas tempranas del proceso de generación de nuevas variedades de papa. En las zonas paperas del país se conformaron grupos de evaluadores de clones (GECs) para realizar las evaluaciones en las diferentes etapas de crecimiento del cultivo. Durante varios años consecutivos, estos grupos realizaron una serie de evaluaciones del mismo grupo de materiales, hasta llegar a seleccionar un clon como variedad. Como resultado, los logros obtenidos con la incorporación de este enfoque han sido significativos:
un mayor conocimiento sobre los criterios de preferencia por región;
un mayor número de variedades mejoradas (Sta Isabel, Rosita, Margarita, Papa Pan, Soledad Cañari, Suprema, Raymi y Fripapa);
disminución del tiempo en la generación de nuevas variedades, de 9 a 10años con el esquema tradicional a 4 –5años con IP;
mejor posicionamiento de las variedades mejoradas en el mercado;
variedades específicas para cada zona agroecológica.

Posteriormente, el enfoque y la metodología de trabajo evolucionó, avanzándose en la conformación de Comités de Investigación Agrícola Local (CIALs) como grupos organizados con los que el INIAP comenzó a desarrollar tecnologías específicas de manera participativa. Los CIALs están más desarrollados en la provincia de Chimborazo, donde en la actualidad funcionan 15 comités, teniéndose prevista la incorporación de otros 50 a nivel de la Sierra. Los agricultores que forman parte de estos CIALs dominan y aplican con mucha claridad el proceso metodológico. Esta metodología ha servido para que se gesten y consoliden grupos de agricultores que, posteriormente, conformarán microempresas dedicadas, por ejemplo, a la producción de semilla de calidad y productos derivados, como harinas para los mercados locales.

Estos resultados reflejan el esfuerzo del INIAP en la conducción de numerosos cursos de capacitación a capacitadores sobre IP, con énfasis en la metodología de CIALs y su seguimiento, cursos para los que se contó con el apoyo del CIP y del proyecto IPRA del Centro de Investigación de la Agricultura Tropical (CIAT) en Colombia. Estos eventos han sido dirigidos a técnicos de los programas y departamentos de la Estación Sta. Catalina y las Unidades de Validación y Transferencia (UVTTs) del INIAP, y también a técnicos de otras organizaciones que se dedican a investigación. Con estos eventos se ha logrado incorporar a la IP en los programas de leguminosas, maíz, cereales de grano pequeño. Adicionalmente, las UVTTs de las provincias de Carchi, Cañar y Bolívar también están desarrollando CIALs en la actualidad. Este efecto positivo también se puede observar en otras organizaciones, como por ejemplo la organización indígena del Cañar TUCAYTA, el Centro de Desarrollo Rural Ecuatoriano Andino (CEDERENA) o la Universidad Católica de Ibarra. Así, la investigación participativa no está limitada al cultivo de papa, sino que es también parte del trabajo en otros rubros como la quinua, el maíz, el trigo, los pastos y el fréjol.

Rescatando el wachu rozado, una práctica tradicional de labranza de conservación / Foto: Steve Sherwood

Las Escuelas de Campo

Desde noviembre del 2000, con el apoyo de la FAO, el INIAP, junto con el CIP, el MAG y numerosas ONGs y organizaciones de base, comenzaron a probar la metodología de las Escuelas de Campo de Agricultores (ECAs) como mecanismo orientado a fortalecer el manejo integrado de los sistemas agrícolas, trabajando en tres zonas del callejón interandino: Norte (provincias del Carchi e Imbabura), Centro (Chimborazo y Bolívar) y Sur (Cañar). Una de las actividades más importantes desarrolladas en este proyecto fue la implementación de tres cursos de Capacitación de Capacitadores (CdC) en Producción y Manejo Integrado de Plagas (PMIP) con la metodología de las ECAs.

Los tres cursos de capacitación a capacitadores se realizaron tomando como base el cultivo de papa, por ser un cultivo de prioridad para los agricultores de la Sierra debido a sus problemas fitosanitarios y su valor cultural (aunque, con el tiempo, las organizaciones involucradas han adaptado la metodología a fríjol, pimiento, arveja, pasto, agroforestería y quinua). En otras partes del mundo, la capacitación a capacitadores se realiza a través de cursos residenciales de aproximadamente tres meses. Este modelo es de alto costo e implica sacar a los extensionistas y promotores de su trabajo ordinario por mucho tiempo. Por este motivo, se implementó un sistema a través de múltiples convocatorias con un período residencial de una semana en cada llamada y un período entre llamadas de 3 semanas. El curso está cofinanciado con los otros socios y los participantes vienen con el compromiso de realizar ECAs en su lugar de trabajo cuando egresan del CdC.

Hoy en día, la Sierra cuenta con 75 nuevos facilitadores de ECAs provenientes de 26 instituciones diversas. Estas incluyen a organismos gubernamentales (como las direcciones provinciales del MAG o las Unidades de Validación del INIAP), ONGs (como el Fondo Ecuatoriano Populorum Progresio FEPP, la Fundación Equinoccio o el Centro Julián Quito), colegios agropecuarios (como Martínez Acosta, Santiago de Guaranda, en la Provincia de Bolívar), universidades (como la Escuela Politécnica de Chimborazo «ESPOCH» o la Universidad Técnica de Bolívar), municipios (Municipio de Montufar, Municipio de Chillanes o el Consejo Provincial de Chillanes) y organizaciones campesinas como TUCAYTA. Con este recurso humano capacitado está en camino el diseño de un proceso multiinstitucional y de colaboración para la capacitación a productores.

Las metodologías participativas han promovido cambios en el PNRT-papa

En el INIAP, el trabajo con las ECAs y las metodologías participativas en general ha significado una serie de cambios, donde el primero de éstos ha estado en la necesidad de un trabajo multidisciplinario. A partir de 1990, el PNRT-papa se vio fortalecido por el proyecto FORTIPAPA, siendo su objetivo principal el fortalecimiento de sus procesos de producción de semilla. En el marco del proyecto se logró conformar un equipo multi-disciplinario integrado por entomólogos, fitomejoradores, mejoradores, patólogos, agrónomos y transferencistas. Esto fue muy positivo, se reforzó la investigación en todas las áreas dentro del rubro papa, pero lamentablemente, esto hizo que se debilitaran otros programas debido a que los especialistas se dedicaron ciento por ciento de su tiempo a la investigación en el rubro papa.

Otro cambio notorio es que en las actividades de mejoramiento genético se comienza a utilizar la investigación participativa, metodología que en un inicio no era aceptada dentro del INIAP y que había sido criticada duramente por los investigadores puros. Los resultados observados dentro del PNRT-papa han demostrado que se puede reducir el tiempo para la generación de nuevas variedades, con lo que éstas están en manos de los productores en menos tiempo, sirviendo de ejemplo para lo que podría darse a nivel de todo el INIAP.

Metodologías participativas y su fundamento

Utilizar metodologías participativas permite aprovechar los conocimientos y experiencias de productores, extensionistas e investigadores;
Permiten aprovechar al máximo posible el potencial organizativo y de autoayuda que disponen los productores y extensionistas para lograr efectos multiplicadores;
Promueven una estrecha cooperación con instituciones públicas y privadas y organizaciones de productores para lograr un efecto multiplicador, y;
Llevan a implementar un modelo de capacitación basado en la práxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.

Por otro lado, como parte de este nuevo enfoque, en el proyecto FORTIPAPA se definió como estrategia para la transferencia de tecnología el establecimiento de alianzas con las ONG que trabajan en el campo. Si bien es cierto que se lograron varios acuerdos y se realizaron varios eventos de capacitación, no se logró implementar el proceso de difusión que se pretendía; para que esto ocurra es necesario que las instituciones involucradas compartan los mismos objetivos y que esta actividad no sea considerada como una imposición. Las ECAs tienen mucho potencial para la innovación tecnológica, pero se requiere concertar la metodología con las otras instituciones participantes y no simplemente imponer la metodología. Es necesario negociar con los directores de las diferentes instituciones para emprender el proceso en forma conjunta y no solamente capacitar a los técnicos locales.

En el país existen ONGs que desarrollan actividades de extensión agrícola; éstas son dependientes de recursos externos y funcionan a base de proyectos de mediano y corto plazo. Esto hace que su equipo técnico no sea permanente, que exista una inestabilidad constante e incluso las actividades en campo adolezcan de continuidad. La permanencia de los técnicos en las instituciones depende de la vida del proyecto; se terminan los proyectos y desaparecen los técnicos que fueron capacitados.

En cada región donde opera el proyecto se han identificado y seleccionado instituciones que se encuentran desarrollando actividades en el rubro papa y que las consideramos nuestros aliados. El problema es que quienes institución son los directivos, y a las reuniones que se organizan con este objetivo ellos no asisten, en su lugar delegan a sus subalternos, quienes adquieren compromisos en nombre de la institución, pero que nunca se cumplen.

Retos del PNRT

Las ECAs y los CIALs fueron creados con diferentes propósitos y, por lo tanto, sus objetivos son distintos, pero comparten varios principios y procesos (ver recuadro). Ambos ofrecen soluciones concretas a problemas locales, pero en su desarrollo aplican diferentes estilos de investigación y análisis, decisión, estimulan la innovación local y ponen énfasis en los principios y procesos, en lugar de recetas o paquetes tecnológicos. Su implementación debe cuidar la capacitación inicial, desarrollando un sistema de seguimiento y respuesta. Debe igualmente intentar aprovechar la sinergia entre los diferentes esfuerzos, evitando relaciones de competencia y más bien fomentando la cooperación.

Este proceso también requiere de otros pasos, que harán que el rol del INIAP se fortalezca. Entre éstos, está definir parámetros o requisitos mínimos que debe cumplir un facilitador para que sea certificado como tal. Este trabajo se deberá realizar también a nivel de productores para que puedan ser considerados como egresados de una ECA. Junto a ello está la necesidad de fortalecer la orientación hacia el mercado, paso que ya se está dando.

Un reto que también se tiene es la introducción de temas tales como la investigación participativa y las Escuelas de Campo en el pensum de estudios de los colegios agropecuarios y en las facultades de agronomía de las universidades, y, a la vez, conformar y organizar redes de CIAL y ECAs para la innovación agrícola a nivel provincial, regional y nacional, para de esta manera institucionalizar el uso de estas dos metodologías. Resulta necesario incorporar en el liderazgo de este proceso a los organismos sectoriales del Estado, como los municipios y concejalías, muchos de los cuales, al contar con financiamiento propio, pueden contribuir grandemente.

Conclusiones

Como se ve, lo que aún se requiere significa todo un reto para una institución como el INIAP. Creemos, sin embargo, que estamos en camino. El PNRT ha logrado incorporar los CIALs y ECAs en el proceso de innovación agrícola; faltando sólo que estas dos metodologías se institucionalicen en el INIAP. Este nuevo enfoque permitirá al INIAP cambiar su rol, pasando de ser generador del proceso a ser catalizador del proceso.

Sin lugar a dudas, las ECAs representan una plataforma importante para promover la innovación tecnológica. En Ecuador se ha movilizado una red de actores locales para aumentar la escala de la intervención. En un contexto donde el Estado aporta poco a la extensión, se ha modificado la propuesta original de capacitación para ahorrar costos a través de llamadas y cofinanciamiento por parte de los otros socios. Aunque quedan todavía algunos problemas por resolver, como es la integración de las ECAs con las otras plataformas y la calidad de la capacitación, estamos convencidos que hemos elegido el camino apropiado y que las ECAs jugarán un papel central en el desarrollo de un agro más próspero, sostenible y equitativo en la sierra ecuatoriana.

 

Manuel Pumisacho, Iván Reinoso

Manuel Pumisacho
Núcleo de Asistencia Técnica
Instituto Nacional Autónomo
de Investigación Agropecuaria
(INIAP), Quito, Ecuador
Email: pumisacho@fpapa.org.ec

Iván Reinoso
Programa Nacional de Raíces y Tubérculos
Instituto Nacional Autónomo
de Investigaciones Agropecuarias
(INIAP), Quito, Ecuador
Email: reinoso@fpapa.org.ec

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA