enero 2003, Volumen 19, Edición Especial
Ocho estudios de caso (edición especial)

Monitoreo económico de la transición agroecológica: estudio de caso de una propiedad familiar del sur de Brasil

SÍLVIO GOMES DE ALMEIDA Y GABRIEL BIANCONI FERNANDES | Página 58-63
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Este artículo presenta la síntesis de un estudio de caso realizado por la institución Assessoria e Serviços a Projetos em Agricultura Alternativa (AS-PTA) sobre la trayectoria de una familia de agricultores en la región Sur de Brasil, cuyo sistema productivo evolucionó en los últimos siete años, de un manejo convencional de la agroquímica hacia un sistema basado en la agroecología.

A pesar de enfocar un caso particular, el estudio expresa también un proceso bastante amplio de transición hacia la agroecología en sistemas agrícolas familiares tradicionales y modernizados en la región centro-sur del estado de Paraná. Este proceso ha sido estimulado por el Foro Regional de las Organizaciones de los Trabajadores y Trabajadoras Rurales, en alianza estratégica con la AS-PTA.

Al evaluar la transición agroecológica del sistema de la familia Licheski, el estudio se propuso realizar una comparación entre los patrones actuales de manejo y la percepción que la familia tiene de su propia experiencia en la gestión de un sistema convencional.

La restitución de las informaciones del pasado que los Licheski realizaron, sobre todo las cuantitativas, no fue en algunas ocasiones muy precisa. Por eso, para complementar y calificar consistentemente las referencias comparativas, el estudio recurrió igualmente a las informaciones primarias y documentales sobre la situación actual de la agricultura regional, producida por organizaciones de los agricultores y por instituciones oficiales de investigación.

El estudio, realizado entre mayo y diciembre de 2001, tuvo como referencia el año agrícola 2000-2001.
La familia y su trayectoria

En una feria de semillas, el matrimonio Licheski con sus hijos más pequeños

José y Sílvia Licheski son agricultores del municipio de São Mateus do Sul, en el estado de Paraná, sur de Brasil. Allí nacieron y se criaron. Se casaron en 1983 y tuvieron 3 hijos. El mayor trabaja en la propiedad y presta servicios a los agricultores vecinos. Los otros dos estudian en la escuela rural y se ocupan de pequeños quehaceres, sobre todo en la casa, huerto y gallinero.

Sílvia y José vienen de familias de agricultores. Los padres de Sílvia mantenían un sistema tradicional de policultivo-crianza y de la explotación de yerba mate. Los padres de José, a través de herencia y compras sucesivas de pequeñas parcelas de tierra, se convirtieron en propietarios de una explotación de 70 hectáreas, o sea, muy por encima del tamaño medio de la región. Además de los cultivos tradicionales de maíz, frijol, mandioca (yuca) y de la crianza animal, el sistema familiar, químico-motomecanizado y fuertemente orientado para el mercado, incorporaba también producciones intensivas de hortalizas, papa y tabaco, en régimen de integración vertical. Con excepción del cultivo de tabaco, ese nivel técnico-productivo fue, en líneas generales, reproducido por la pareja Licheski al instalarse como una nueva familia de agricultores. Desde entonces y hasta 1995, explotaron parte de la propiedad de los padres de José y trabajaron como arrendatarios y socios estratégicos en otras áreas en la comunidad.

El sistema de producción implantado por la pareja era fuertemente especializado en la asociación maíz-frijol y en el cultivo intensivo de papa, además de la extracción de la yerba mate nativa. La familia mantenía aún ocho vacas en manejo extensivo. No había ninguna preocupación con la constitución de un componente más diversificado, como una huerta o un pequeño criadero para el consumo familiar. A un lote arrendado de siete hectáreas, se le sumaban otras áreas a través de alianzas.

La racionalidad económica y técnica del sistema era totalmente orientada para la obtención de escalas crecientes de producción, tanto a través de la intensa utilización de agroquímicos, como del aumento de las áreas de cultivo. El cultivo de la papa es un ejemplo: se inició alrededor de 1987, en una área de aproximadamente 2 hectáreas; en 1990-91 ya alcanzaba 15 hectáreas.

Este nivel productivo hizo que la renta familiar fuese dependiente de las condiciones de mercado de algunos pocos productos, supeditándola a crónicas oscilaciones: «Teníamos éxito en una cosecha, empate en la otra, pérdidas en la siguiente». En estas circunstancias, no había posibilidades de ahorrar. La renta generada en un año era consumida en el ciclo productivo siguiente.

En los años 1995-96, debido a dos circunstancias, se dio inicio a la transformación del sistema de producción de la familia. Por un lado, los Licheski pasaron a ocupar 2,7 hectáreas obtenidas por herencia y adquirieron 2,5 hectáreas más en las proximidades. Por otro lado, el exceso de lluvias en la región, producto de El Niño, tuvo impactos drásticos sobre las producciones, agravando la situación ya crítica de la economía familiar, desorganizándola e imposibilitando la reproducción del nivel productivo mantenido hasta ese momento. Si no hubiera sido por la renta de la extracción de la yerba mate y la venta de ocho vacas, los Licheski habrían entrado en quiebra y se hubieran visto presionados a abandonar la actividad agrícola.

Desde entonces, la familia decidió sólo cultivar las áreas que conseguían trabajar con sus propios medios, abandonó progresivamente el uso de agroquímicos y la moto-mecanización e inició la transición hacia la agroecología.

Para eso, José Licheski ya disponía de un «capital inicial», de motivaciones y conocimientos. Traía de la casa paterna la experiencia de la producción de semillas y de la producción y manejo de abonos verdes, además de la práctica adquirida en el cultivo de la papa orgánica para el consumo familiar. Al participar en actividades del Sindicato de Trabajadores Rurales, asistió a cursos e intercambios y compartió vivencias con agricultores motivados por la problemática ecológica. Con la llegada de la AS-PTA a la región y el establecimiento de alianzas estratégicas con el Sindicato, José asumió un papel destacado en la práctica y promoción de la agroecología en la región.
Gestión y fertilidad del sistema

La familia tiene 13,7 hectáreas divididas en 3 áreas. En la principal, de 2,7 hectáreas, se encuentran la casa de la familia, el gallinero, la huerta, el galpón y buena parte de los cultivos. La segunda área, de 2,5 hectáreas, tiene 0,24 hectáreas de labor y lo que resta está ocupado por una foresta con yerba mate. La última área tiene 8,5 hectáreas. Se trata de un pastizal degradado, herencia anticipada de los padres de José Licheski.

Según la familia, la mitad de la mano de obra empleada en la propiedad viene de relaciones de reciprocidad entre parientes y vecinos, como mutirões (ayuda gratuita entre agricultores para la realización de una determinada tarea) e intercambio de servicios.

El capital de explotación está formado por implementos de tracción animal (arado, grada, cultivador y plantador) y un caballo, además de una matraca (plantadora manual articulada), una desgranadora manual de maíz y un galpón.

El sistema familiar, antes fuertemente especializado, en menos de cinco años incorporó una organización basada en la diversificación. El Cuadro 1 pone en evidencia que la propiedad se organiza en diferentes subsistemas y que entre ellos se da un intenso flujo de fertilidad. Asociada al elevado aprovechamiento interno de los recursos localmente disponibles, esa composición diversificada permite que la familia tenga una baja dependencia de insumos externos y elevada autonomía técnica.

Cerca de casa, la familia cultiva más de 60 especies entre frutas, hortalizas y plantas medicinales. A esta huerta se le abona con ceniza del horno de la casa, estiércol de aves y biofertilizantes. Al pequeño criadero, por su parte, se le alimenta con restos de la huerta y de la comida de la familia. Se trata a las aves con plantas medicinales y reciben como complemento alimenticio el maíz y la papa que no llegaron al padrón de consumo.

Los cultivos de papa, maíz, frijol, trigo, arroz y mandioca son siempre intercalados, en el espacio o en el tiempo, con abonos verdes de verano o invierno. De esta forma el agricultor regenera la fertilidad del suelo, produciendo y descomponiendo una gran cantidad de biomasa. Como complemento, utiliza una mezcla de estiércol, ceniza, fosfato de roca y calcáreo y también biofertilizantes. El estiércol se lo compran a los productores vecinos debido a la ausencia de bovinos y porcinos en la propiedad. No se usa ningún abono sintético.

El control de la vegetación espontánea se realiza a través del deshierbe manual asociado a rotaciones de cultivos y a la utilización de rastrojos de cobertura vegetal. Los aportes externos se ven más como activadores de la dinámica biológica del suelo, que como fertilizantes propiamente dichos.

La familia también mantiene áreas en barbecho. En algunas de ellas, se realizan experimentos de enriquecimiento con abonos verdes y fosfato natural con el propósito de acelerar la recomposición de la fertilidad.

El cuadro de diversificación de la propiedad permite estrategias variadas de manejo de la fertilidad del agroecosistema, incluyendo agroforestería y reservas forestales. De las áreas de agroforestería se extraen plantas medicinales, yerba mate, leña y frutas silvestres. En ella, la familia realiza un trabajo de poda selectiva de la regeneración natural, enriquecimiento con plantas medicinales y densificación de la plantación de yerba mate. En total, la familia utiliza más de 35 especies de la agroforestería. El remanente forestal se destina a la preservación. El área dedicada a la agroforestería y la reserva forestal, juntas, suman más del 42 por ciento del área de la propiedad. propiedad.

Cuadro 1. Rendimientos físicos y rentabilidad económica comparados de los principales cultivos
Cosecha 2000/01 (Kg/ha)

Fuente: Investigación de campo; DERAL – Secretaría de Agricultura de PR; Sindicato de los Trabajadores Rurales de São Mateus do Sul
Economía de la diversidad

Al mismo tiempo en que la diversidad es un elemento central en la gestión de la fertilidad del sistema, el elevado número de especies cultivadas también se muestra como un importante generador de rentas diversificadas. El hecho que el 68 por ciento de la renta agrícola provenga de 4 productos –papa, productos agroforestales, huerta y mandioca– no le resta importancia a las demás actividades, ya sea en la generación de rentas monetarias (a través de pequeñas rentas) o no monetarias (a través de la generación de subsidios internos a otras actividades y del suministro de una alimentación diversificada y de calidad para la familia). Del valor total agregado por la familia a la producción, 27 por ciento se usa en su abastecimiento alimenticio. Contrastando con esta situación, es común que la economía de los agricultores familiares de la región dependa de la dupla frijol/maíz, del cultivo de la papa convencional y, en el caso de propietarios de tierra, de la yerba mate.

Las diferentes formas de valorizar económicamente un mismo producto, ya sea para consumo animal o humano, o para la utilización como semilla, venta y autoconsumo, operan como estabilizadoras de la economía del sistema. La venta de semillas se ha constituido en una fuente signicativa de la renta agrícola de la familia. Las venden o intercambian en el mercado local, donde hay una gran demanda. En general los agricultores de la región no producen sus propias semillas. Se trata, pues, de un nicho sólidamente valorizado por la economía familiar.

A los seis principales cultivos agrícolas anuales se suman otros treinta, todos producidos y mejorados en la propiedad. La diversidad de variedades, a través de diferentes ciclos productivos, es otra faceta de la diversificación, lo que permite varias inserciones de un mismo producto en el mercado, generando ingresos monetarios y no monetarios, distribuidos a lo largo del año.

La relación con el mercado es otra forma de valorización de la diversidad en la economía familiar. Con excepción de una pequeña parte de la producción de maíz vendida a intermediarios, lo que resta de la producción fluye a través de múltiples canales de comercialización directa con los consumidores finales. A lo largo de los años, la familia formó una clientela propia mantenida, sobre todo, a través de relaciones de confianza en la calidad del producto. En el municipio de São Mateus, esa clientela está conformada por restaurantes, colectividades y familias.

La comunidad donde vive la familia y su entorno constituyen también un espacio importante de realización de la producción, a través de la venta o del intercambio de productos, particularmente la yerba mate para procesamiento, semillas, hortalizas, además de huevos y pollos. Diferente a esta situación, los agricultores familiares de la región, incluso participando intensamente de este mercado local comunitario, venden la mayor parte de la producción a precios deprimidos en los circuitos dominados por intermediarios y mayoristas. A este respecto, no podemos dejar de señalar aquí la colocación diferenciada que los productos orgánicos alcanzan en el mercado, llegando a precios más elevados y regulares. Aún en el caso de la papa, la familia vendió su cosecha de la campaña 2000-2001, con un premio de 212 por ciento en relación a los precios practicados en el mercado convencional, lo que, en un cuadro de fuerte variación de precios, impacta positivamente la estabilidad de la renta.

Siguiendo una tendencia actual en la agricultura familiar, 34 por ciento de la renta total de la familia proviene de actividades ejercidas fuera de la propiedad. El hijo trabaja en otras propiedades y José actúa como «monitor» en los programas de desarrollo de la AS-PTA y del Fórum Regional de los Trabajadores Rurales. Sílvia recibe una ayuda económica por sus actividades como agente de la Pastoral de la Salud. Debemos resaltar que los conocimientos que Sílvia adquirió en el uso de plantas medicinales para el tratamiento de las enfermedades más comunes significaron un beneficio económico para la familia al disminuir los gastos por servicios médicos y remedios comprados.

Como se ha visto, una estrategia de diversificación en varios campos de la actividad económica protege el sistema de las variaciones naturales de productividad y de fluctuaciones de los mercados, garantizando una elevada autonomía. A la par de esto, la economía familiar no está supeditada a la integración con agroindustrias, ni a las estrategias de «ventas en conjunto» o de incorporación de paquetes tecnológicos. Tampoco ha sido necesario hasta ahora recurrir a préstamos bancarios, ya que la renta monetaria anual les permite reponer los recursos necesarios para la adquisición de los insumos. Los costos monetarios del sistema corresponden sólo al 14,5 por ciento del excedente monetario de la renta agrícola de la familia, mientras que el conjunto de las necesidades domésticas (inclusive alimenticias) compradas en el mercado corresponde a solamente el 2,5 por ciento de ese excedente.
Bajos costos y alto valor agregado

El uso intensivo que la familia Licheski hace de prácticas agroecológicas se ha traducido en niveles relativamente elevados de los rendimientos físicos de los cultivos.

A pesar de no haber sido posible la reconstitución de datos precisos sobre los rendimientos que la familia obtuvo anteriormente en el manejo convencional, informaciones producidas por la Secretaría de Agricultura del Estado de Paraná para los cinco principales productos regionales dejan clara la superioridad de los resultados del sistema agroecológico sobre los sistemas convencionales.

Salvo en el caso del cultivo convencional químico moto-mecanizado de la papa (-53%) y del cultivo con tracción animal (-47%), los rendimientos de los principales cultivos regionales en el sistema agroecológico, son ampliamente superiores a los demás. Varían entre un mínimo de +16 por ciento para la mandioca y un máximo de +171 por ciento en el caso del frijol en cultivo convencional moto-mecanizado. En el caso de la papa, según la evaluación del agricultor, la significativa diferencia se debe a la no disponibilidad de material genético adaptado al manejo orgánico en las condiciones biofísicas locales.

Junto con los rendimientos físicos elevados, los costos unitarios de producción extremadamente bajos le otorgan alta rentabilidad económica al sistema agroecológico. Los consumos intermedios, o costos monetarios de producción, absorben sólo un 5,5 por ciento del producto bruto del establecimiento. Esto revela la alta capacidad que posee el sistema de proveer las necesidades de su propia reproducción, optimizando el uso de los recursos internos a la unidad productiva y minimizando los recursos para la compra de insumos y servicios. Esa característica de autonomía del sistema productivo se traduce en un valor agregado, por el trabajo familiar, al valor de los insumos adquiridos fuera de la propiedad, de nada menos que 1.640 por ciento.

Estudios sobre costos de producción para distintos productos realizados por la Secretaría de Agricultura de Paraná, así como también para el conjunto del Estado y para la región Centro-Sur, permiten establecer una rentabilidad económica comparativa a la de algunos de los principales cultivos regionales en el sistema agroecológico de la familia Licheski frente a los sistemas convencionales con tracción animal y moto-mecanizados. Los amplios márgenes de diferencia no dejan duda del notable resultado del sistema Licheski. En el caso de los tres cultivos más importantes de la agricultura regional, su capacidad de agregar valor a cada unidad monetaria empleada en los costos intermedios es superior a los sistemas convencionales. En el caso del maíz, a cada real (unidad monetaria del Brasil) aplicado en el proceso productivo, la familia agrega nuevos R$ 38,12; contra R$ 1,27 en el sistema convencional con tracción animal y sólo R$ 0,57 en el sistema moto-mecanizado. Incluso en el caso del cultivo de la papa, en el cual los rendimientos físicos son significativamente menores en función de los bajos costos, el sistema agroecológico alcanza mayor rentabilidad económica, agregándole entre 8 y 28 veces más valor al producto por unidad de área, que en las producciones convencionales moto-mecanizadas y a tracción animal, respectivamente.

De este resultado técnico y económico la renta agrícola familiar corresponde al 92 por ciento del valor agregado total de la actividad productiva. Con ese resultado, la ocupación económica del núcleo familiar se ha mantenido estable, con una renta agrícola per cápita (2000-2001) que es 13 por ciento superior al costo de oportunidad de la fuerza de trabajo en la región (1 sueldo mínimo).

Valor agregado

El cálculo del valor agregado es un instrumento fecundo para el análisis económico integrado y comprensivo de los procesos productivos. La utilización del concepto es más difundida cuando se trata de la «agregación de valor» en las esferas de la transformación y de la circulación de los productos. Aplicado a la producción primaria familiar, el concepto postula que, al incorporar su propio trabajo a los insumos (semillas, abonos, etc.) y al capital fijo disponible (máquinas, implementos, etc.), la familia los transforma en un nuevo producto (maíz, frijol para venta y autoconsumo, etc.), generando nueva riqueza y agregando valor a los bienes consumidos o transformados en el proceso productivo. Así, del punto de vista de la familia agricultora y de la sociedad, cuanto mayor es el valor agregado por el trabajo familiar tanto mayor se revela la capacidad del sistema de aprovechar los recursos disponibles y de generar subsidios internos a sus propias actividades productivas.

Pero la totalidad del valor agregado generado de esta forma no es necesariamente apropiado por la familia. Una parte mayor o menor de ese valor se lo destina con frecuencia a la remuneración de agentes que, directa o indirectamente, intervienen en la producción: se pagan intereses a los bancos; al Estado, los impuestos; a los trabajadores, sueldos y jornales, y otros.

De esta forma, también del punto de vista de la familia agricultora y de la sociedad, cuanto mayor es la cuota del valor agregado total retenida para la remuneración de la familia (la renta agrícola), mayor su autonomía económica e igualmente mayor su capacidad de regulación de los intereses contradictorios o convergentes que se organizan en torno a la producción.

En convergencia con los postulados de la agroecología, el concepto de valor agregado sitúa a la familia trabajadora en el centro de los procesos de producción y de reproducción biológica, técnica y socioeconómica de los sistemas agrícolas. De este punto de vista, contrasta fuertemente con los procedimientos del cálculo económico convencional de la economía, como por ejemplo en la relación costo-beneficio. Este tipo de enfoque coloca la centralidad de los procesos productivos en los flujos cuantificables de bienes intermediarios de producción, generando un fuerte efecto de ocultación sobre las relaciones sociales que dinamizan y condicionan (positiva o negativamente) el desempeño de los sistemas agrícolas.

Los estudios realizados por la AS-PTA han buscado desarrollar este enfoque, ya que el concepto de valor agregado:

• sitúa el trabajo de la familia como elemento central del proceso de generación de riqueza;
• permite establecer las proporciones en las cuales se distribuye esa riqueza entre la familia y otros agentes socioeconómicos, revelando relaciones de interés y las correlaciones de fuerza presentes en la dinámica de los procesos productivos;
• engloba un fuerte valor educativo en la promoción de la agroecología;
• señala cuestiones que deben pautarse en los debates sobre orientaciones de las políticas públicas;
• constituye una referencia importante para la planificación de la economía familiar a corto y largo plazo.

Economía de sinergia
La sustentabilidad económica del sistema productivo de la familia Licheski se funda en gran parte en la constitución de una sólida «economía de sinergia» o de integración interna y externa.
Internamente, hay un aprovechamiento intenso de los productos y de la biomasa producidos en la propiedad. Además las ventajas agronómicas y los servicios ambientales asociados a tales prácticas, permiten una considerable economía de insumos.
Externamente, las intensas relaciones de cooperación entre vecinos y parientes representan una importante economía en la contratación de servicios y mano de obra, o en la adquisición y en el mantenimiento de equipos.
Incluso estimando monetariamente sólo una parte de esa «economía de sinergia», se observa que, si la familia tuviese que adquirir esos productos y servicios en el mercado local, tendría que responsabilizarse de los costos en un orden del 80 por ciento de la facturación líquida (producto de las ventas menos los costos monetarios) de la cosecha correspondiente a la campaña 2000-2001.

Información: insumo estratégico

La unidad productiva es un sistema intensivo de producción y uso, tanto de informaciones como de conocimientos, que busca la incorporación de innovaciones y la adaptación a cambios.

Cada uno de los miembros de la familia en sus campos de afinidad –manejo agroforestal y de los suelos, manejo de los recursos genéticos y la salud– considera el tiempo dedicado a la formación y a la búsqueda de informaciones, sobre todo a través de intercambios con agricultores e investigadores, participación en grupos de experimentadores y el acceso a publicaciones especializadas, como un trabajo productivo inscrito en el proyecto técnico-económico familiar.

La identificación, la prueba y la incorporación sistemáticas de innovaciones colocan a disposición de la familia un abanico de opciones tecnológicas que le otorga al sistema una gran capacidad adaptativa y de incremento simultáneo de su eficiencia técnica y económica. Se introdujo en los últimos años una gran variedad de focos de observación y experimentación en la propiedad:

• experimentación con 11 diferentes variedades de papa, incorporándose ya tres a los cultivos;
• experimento con la variedad de maíz «Sol da Manhã»;
• plantío de papa en la estación seca;
• labranza mínima y siembra directa de maíz;
• poda selectiva y consolidación del bosque;
• abono verde de verano;
• diversos preparados orgánicos para la fertilización de los cultivos anuales y de la huerta;
• manejo de la biomasa;
• diversificación de cultivos.

El papel de «agricultor experimentador» que desempeña José Licheski en la escala del sistema familiar se asocia también, a una fuerte integración a los programas locales y regionales de las organizaciones de los agricultores para la promoción de la agroecología. Se trata de un eficiente servicio de promoción y atención de una creciente demanda social por innovaciones técnicas adaptadas a los sistemas familiares. Ejerciéndose en un espacio marcado por la ausencia de las instituciones estatales de extensión e investigación, la función de «agricultor experimentador» posee gran valor social, técnico y económico, a pesar de no ser reconocida por las políticas públicas y no tener remuneración como tal.

Nuevos valores

La incorporación de las innovaciones agroecológicas al sistema productivo se articula a la emergencia de nuevos valores que se manifiestan en las relaciones familiares. En la familia Licheski hay un reconocido esfuerzo de compartir decisiones con el núcleo familiar, como por ejemplo en la planificación de cultivos y asignación de recursos financieros. La mujer ejerce plenamente sus actividades de agente de salud y tiene el control de las remuneraciones recibidas por ese trabajo y por la gestión de la huerta y del pequeño criadero. Los ahorros que la familia posee son, en buena parte, destinados a beneficios colectivos y a la mejora de la calidad de vida a través de reformas en la casa, compra de mobiliario y equipos domésticos, acceso a la educación formal, a la información y al ocio.

Pero los cambios no son únicamente en el ámbito familiar. José participa activamente del Sindicato y del Fórum Regional de los Trabajadores Rurales, frecuentando intercambios, impartiendo cursos y discutiendo propuestas de políticas para la transición agroecológica de la agricultura familiar. Sílvia actúa en la Pastoral de la Salud, atiende a comunidades y participa de diversos eventos. El hijo mayor de la pareja forma parte del grupo de trabajo regional de agricultores sobre agrobiodiversidad. Además de esto, grupos de agricultores e investigadores visitan con frecuencia la propiedad de la familia.

Con la participación de la familia, se abren diferentes canales de intercambio, de ayuda mutua y de trabajo colectivo. Es una conducta social más integradora, al contrario de la convencional, caracterizada por un mayor aislamiento e individualismo. Este nivel de sociabilidad de la familia Licheski se expresa, sobre todo, a través del estímulo a prácticas dinamizadoras de la economía local, favoreciendo la circulación de las rentas familiares dentro de la propia comunidad, por intermedio de procesos locales de compra y venta, intercambio y préstamos de bienes y servicios, incluyendo trabajo, semillas, productos animales y vegetales, de uso doméstico, entre otros.
Desafíos

En la continuidad de la transición para la agroecología, la familia planea intensificar en los próximos años la actividad productiva, extendiéndola al conjunto del área disponible. Esa decisión coloca, a la orden del día, la necesidad de enfrentar los desafíos y las fragilidades del sistema, que la familia identificó y problematizó a lo largo del monitoreo:

• En primer lugar, la ampliación de la escala de trabajo cuestiona el nivel actual de ocupación económica de la familia, desafiándola a buscar un nuevo equilibrio entre la mayor demanda por trabajo y su influencia sobre las demás actividades que componen su universo sociocultural y político-organizativo. Ésta tendrá también influencia en uno de los mecanismos esenciales de la economía del sistema, que es el intercambio de trabajo. Habrá necesidad de ajustes, que podrán resultar en la contratación de mano de obra.

• La reintroducción de bovinos y porcinos en la propiedad, como planea la familia, permitirá simultáneamente el incremento de la producción local de materia orgánica para fertilizar un área mayor y la intensificación de las interacciones entre los diferentes subsistemas. Sin embargo surgirán otros desafíos, particularmente una mayor demanda por forraje. La familia prevé la compra de una área contigua para la formación de un pastizal.

• La expansión productiva también pone en relieve cuestiones de orden técnico, relacionadas al cambio de la escala de producción. La ampliación deseada de la producción de papa orgánica, por ejemplo, demandará la incorporación de nuevos equipos para el cultivo, puesto que lo disponible no satisface las exigencias de una escala mayor. Por otro lado, la lógica de «jardinería» que comanda actualmente el trabajo familiar se tornará imposible con la cobertura integral del área cultivable.

• A la par de las inversiones en nuevos equipos, el bajo rendimiento relativo actual de los cultivos de papa y la inadaptación del material genético disponible exigirán demandar a las instituciones de investigación, la identificación de variedades adaptadas a las condiciones locales.

• El conjunto de los cambios en la estructura productiva y de manejo se traducirá en la necesidad de recurrir a créditos, cuyos mecanismos actuales «por producto» son incompatibles con el manejo agroecológico del sistema. El Fórum Regional de los Trabajadores Rurales ya propuso al organismo de financiación del gobierno federal una experiencia piloto de crédito para la transición agroecológica.

Sílvio Gomes de Almeida y Gabriel Bianconi Fernandes
AS-PTA, Río de Janeiro, Brasil
Email: aspta@aspta.org.br

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Foto: Archivos AS-PTA

Referencias
– Almeida, S. 2001. Monitoramento de impactos econômicos de práticas agroecológicas: termo de referência. AS-PTA, Rio de Janeiro.
– Masera, O., M. Astier y S. López-Ridaura. 2000. Sustentabilidad y manejo de recursos naturales – El marco de evaluación MESMIS, Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada (GIRA), Mundi-Prensa, México.
– Projeto de Cooperação Técnica INCRA/FAO. 1999. Guia Metodológico. Diagnóstico de Sistemas Agrários. (Autor: Danilo Prado Garcia Hijo).

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