diciembre 2002, Volumen 18, Número 3
Hacia la recuperación de la vida en el suelo

Experiencias en El Salvador Agricultura de conservación y desarrollo rural

MARCOS VIEIRA Y JAN VAN WAMBEKE | Página 11-12
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Además de conocimientos, tecnologías y suministros, la adopción de la Agricultura de Conservación (AC) necesita un entorno de políticas favorables, y la motivación y participación de los agricultores y de sus comunidades. La presencia de los líderes y/o de las organizaciones de los agricultores es importante para compartir los conocimientos y para incrementar las capacidades. La combinación de todos estos parámetros con AC, al inicio, resulta en un desarrollo rural basado en el manejo integrado de los recursos naturales.

Vinculando productividad y prácticas de conservación

En Guaymango (El Salvador), cerca del 85% de la tierra se usa para la agricultura, esta zona consta de pequeños cerros y laderas de 40-90% de inclinación. La mitad de las tierras agrícolas se usa para pastizales, la otra mitad para el cultivo (principalmente maíz y sorgo). Al comienzo de la década de 1970, los monocultivos, el sobre pastoreo, la quema de los residuos de los cultivos y una intensa labranza produjeron rápidamente una severa degradación del suelo, bajos rendimientos, una pobre nutrición y el incremento de la pobreza. Después de la Revolución Verde para los cultivos de trigo y arroz, la tendencia de la investigación y la extensión en El Salvador se vio condicionada por los métodos tradicionales de extensión, combinándolos con un enfoque de «paquetes». El paquete difundido por el Ministerio de Agricultura, en
particular, hacia fines de la década de 1960 y durante toda la década de 1970, consistió en la siguiente tecnología (según Sain y Barreto, 1996):

• Uso de semillas híbridas de maíz,
• Uso de fertilizantes de nitrógeno y fosfato,
• Incremento de la densidad de las plantas, distanciando menos las hileras,
• Aplicación de herbicidas e insecticidas.

Durante una evaluación diagnóstica, llevada a cabo en el área de Guaymango en 1973, se identificaron tres problemas principales: altos niveles de pobreza, inseguridad alimentaria y problemas recurrentes de salud en la comunidad. Con este diagnóstico se concluyó que la baja productividad del sistema agrícola era una de las principales causas de los altos niveles de pobreza en el área (Calderon, 1973). Es más, se llegó a la conclusión de que la baja calidad de los suelos, por una seria degradación en el área, era la principal razón de la baja productividad en los sistemas agrícolas. Con estas conclusiones, el Ministerio de Agricultura y varias instituciones públicas y privadas lanzaron un programa intensivo para incrementar la productividad del maíz y del sorgo, y para mejorar las prácticas de conservación del suelo. Al paquete ya mencionado se le añadieron varias medidas para la conservación del suelo, que se referían a la labranza cero y a un mejor manejo de los residuos de los cultivos. En el paquete se incluyeron los siguientes componentes:

• No quema de residuos de los cultivos,
• Distribución uniforme de los residuos de cultivos en los campos
• Uso de barreras vivas y no vivas, y
• Siembra en contornos.

El punto de partida para una nueva fase en el manejo de la tierra en el área fue la promoción de estas medidas. A través de este programa y, después, por la reforma agraria, los agricultores mejoraron su producción agrícola, incrementaron sus ingresos netos más de 2,5 veces y, al mismo tiempo, adoptaron las prácticas de «conservación». Un factor importante fue la estrecha colaboración entre las instituciones y las organizaciones que participaban en el programa, lo que contribuyó al éxito en la adopción de las prácticas de la Agricultura de Conservación por los agricultores.

Integración de cultivos y animales

La interacción de cultivos y animales dentro del sistema de producción agrícola es vital para comprender la adopción por los agricultores de las prácticas de la labranza de conservación. Probablemente el principal reto es la actividad pecuaria en el sistema agrícola, particularmente cuando hay otros usos de los residuos de los cultivos, como son el mulch y el mejoramiento del suelo, en vez de usarlos para alimento del ganado.

Al final de cada ciclo de cultivo, el sistema mejorado de maíz y sorgo en Guaymango produce cerca de 10 toneladas de residuos de cultivos por hectárea. Al final de la temporada seca, quedan casi 6 o 7 toneladas para ser usados como mulch. En comparación con regiones similares (donde se producen 2,3 toneladas por hectárea) esto representa una cantidad sustancialmente mayor que puede ser explicada por tres factores importantes:

• Aquí los agricultores valoran más el uso de los residuos de los cultivos como cubierta del suelo que en otros sitios;
• La gran importancia económica del ganado en el sistema agrícola (cantidad de cabezas y la duración del período de pastoreo);
• El alto nivel que ha alcanzado el desarrollo del mercado de forraje (comercialización de derechos de pastoreo).

La experiencia de Guaymango es una de las pocas que reporta una integración exitosa de los cultivos y de los animales como componentes del sistema agrícola, sin competir por la distribución de los residuos de los cultivos. La cantidad de residuos producidos por el sistema es suficiente y sirve tanto para la conservación del suelo como para forraje del ganado (Choto y Saín, 1993). Esta es precisamente la razón por la cual los agricultores no siembran variedades híbridas de sorgo en Guaymango, sino variedades locales que tienen un alto índice de paja y grano (Choto y colaboradores, 1995).

Percepciones de los agricultores acerca de las prácticas de labranza de conservación

Según los agricultores locales, la adopción de las prácticas de labranza de conservación y las mejores tecnologías para los cultivos han producido profundos cambios en sus medios de vida. Las diferencias más saltantes son el incremento del rendimiento, que se ha duplicado o hasta triplicado en los mejores años; y la reducción del 75% de la mano de obra requerida para la siembra, que según los agricultores es porque el suelo se ha vuelto más suave y más fácil de trabajar. Cuando se quemaban los residuos para limpiar los campos, el suelo era muy duro y se necesitaba el trabajo de 10 hombres durante un día para sembrar una hectárea; ahora, 5 o 6 personas la siembran en medio día.

El mulch preparado con los residuos de los cultivos ofrece ventajas adicionales. Según los mismos agricultores, con su uso se conserva más humedad en el suelo, lo que les permite cosechar en años secos. También evita que las semillas sean llevadas por la lluvia justo después de la siembra, y facilita la filtración del agua de lluvia. La capa de mulch en descomposición da al suelo un color más oscuro, que generalmente indica una mayor fertilidad. La presencia de más lombrices fue mencionada como un cambio positivo, ya que «sus excrementos sirven como fertilizantes». Uno de los agricultores dijo: «labrar en estas condiciones significaría destruir la fertilidad existente (por residuos y raíces) y la vida del suelo».

Después de manejar óptimamente los residuos de los cultivos durante 25 años, algunos agricultores están aplicando menos fertilizantes a sus campos de maíz, en comparación a cuando el quemar los residuos era una práctica común.

Se ha reducido la incidencia de plagas y de enfermedades. Una de las especies de insectos, el gusano blanco («gallina ciega») (Phyllophaga sp) que antes había sido reportado como una plaga del maíz, todavía está en los campos, pero ya no constituye un problema. Los agricultores piensan que las larvas ahora se alimentan de las raíces y de los residuos de los cultivos anteriores, y que ya no atacan las raíces de los cultivos sembrados en los campos. La capa de mulch también evita que los pájaros se alimenten de las semillas recién sembradas. Los pájaros, que siguen visitando los campos, constituyen ahora una forma de control biológico pues se alimentan de las orugas y de las larvas que encuentran en los residuos de los cultivos o en las plantas.
Adopción total después de sólo diez años

Las principales razones que dan los agricultores para no quemar más sus residuos de cultivos al preparar sus campos, son la expectativa de un incremento en los rendimientos y una mayor conciencia de que el buen manejo de los residuos de cultivos es una medida de conservación del suelo. Aunque el principio muchos agricultores fueron escépticos acerca del cambio de la quema de los residuos a un manejo del suelo más orientado a la conservación, se logró la adopción total de la tecnología en sólo 10 años. Los principales elementos que indujeron el cambio en el manejo del suelo fueron el exitoso programa de extensión agrícola y el nexo entre las recomendaciones prácticas, los incentivos y las restricciones.

 

Marcos Vieira y Jan Van Wambeke

Marcos Vieira, FAO, Km. 33 ½ Carretera a Santa Ana, San Andrés, La Libertad, El Salvador. Teléfono: +338-4503; Fax: +338-4278; Correo electrónico: agrisost@es.com.sv
Jan Van Wambeke, FAO, Santiago de Chile Teléfono: (562) 337-2221; Fax: (562) 337-2101; Correo electrónico: Jan.VanWambeke@fao.org

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