Muchos temas controversiales han surgido en el actual debate público sobre el manejo de las fuentes genéticas en la agricultura. Estos incluyen modificación genética, patentes y la pérdida de agrobiodiversidad.
En la agricultura para el mercado hay una enorme pérdida de biodiversidad, tanto en las mismas fincas como también en el medio ambiente. En condiciones más favorables, la agricultura tradicional, muy diversa en sus funciones, cultivos y variedades (Altieri, p. 14), ha evolucionado en sistemas agrarios dependientes de unos pocos cultivos comerciales y de variedades uniformes con una base genética bastante estrecha. Este desarrollo comenzó con la aparición de la Revolución Verde pero continúa hasta hoy a medida que la economía de mercado alienta a que los agricultores adopten los cultivos y variedades economicamente más rentables. Otra amenaza que limita aún más la opción entre diferentes variedades son los nuevos desarrollos, tales como la modificaciòn genètica (GRAIN, p. 8).
Los agricultores vinculados al mercado de productos orgànicos en Holanda se quejan ahora que, las semillas convencionales son cada vez más difíciles de obtener porque los comerciantes de semillas se han pasado al lucrativo mercado de semillas producidas con tecnología genética (Minderhoud, p.11). La necesidad de conseguir variedades que no sean genéticamente modificadas y que sean menos uniformes ha hecho que el movimiento de agricultores orgánicos inicie su propio programa de fitomejoramiento.
Los pequeños agricultores son los más afectados
Los pequeños agricultores que producen para el mercado en aquellas regiones donde las condiciones les son menos favorables, son los más afectados por estos desarrollos. No tienen la capacidad de competir con los agricultores que trabajan en condiciones más favorables y que pueden pagar por el uso de semillas mejoradas, caras. También tienen carencia de variedades mejoradas adaptadas para sus diversas condiciones agroecológicas. La degradación del suelo agrava la situación y hace que los pequeños agricultores sean particularmente vulnerables ante desastres naturales, como las sequías (Singh, p.12).
Como la agricultura de subsistencia se ve menos afectada por la economía de mercado, la pérdida de la agrobiodiversidad es más lenta en las regiones aisladas y agroecológicamente complejas. Allí, todavía se puede encontrar mucha biodiversidad nativa y conocimientos tradicionales, ya que la cultura indígena y la biodiversidad son inter-dependientes (Boletín COMPAS 1-2 y Ramprasad, p. 13). Sin embargo, en los lugares donde las culturas indìgenas se están desintegrando, la biodiversidad y el conocimiento sobre su uso y manejo también están desapareciendo.
Acción internacional
En este contexto, en muchos países los pequeños agricultores se han organizado para conservar lo que queda de su rica agrobiodiversidad tradicional y están haciendo campañas contra las modificaciones genéticas, las patentes y el dominio de las compañías internacionales. Ven estos desarrollos como amenazas para su supervivencia, como un riesgo para la seguridad alimentaria y piensan que entran en conflicto con sus valores espirituales. No están solos en su protesta. En el ámbito internacional hay cada vez mayor preocupación por las consecuencias de las modificaciones genéticas, lo que ha dado lugar a acciones políticas (Minderhoud, p.10).
Conservación \’in-situ\’
En este número, encontrarán ejemplos de iniciativas para conservar y desarrollar la agrobiodiversidad, especialmente en regiones con condiciones poco favorables para la agricultura. Varios artículos tratan sobre dichas iniciativas y el conocimiento indígena relacionado con ellas (Boncodin, p. 23), ferias de semillas (Neuendorf, p. 24 y Scurrah, p. 26), un registro de biodiversidad (Utkarsh, p. 28) y bancos comunales de semillas (Demissie, p. 30). Aún así, como argumentan con razón Boncodin y Vega (p. 30), los agricultores solamente conservarán los recursos genéticos si ello significa mayor valor agregado a su producción. El añadir valor económico a la (agro)biodiversidad, como lo es en los casos presentados por Terrazas et al. (p. 32) y Gerrits (p. 34), contribuirá a su uso sostenible.
Desarrollo de cultivos
Sin embargo, la conservación de la agrobiodiversidad no es suficiente. Las semillas se degradan y cambian las condiciones y las oportunidades para la agricultura. Esto significa que los recursos genéticos tienen que ser adaptados y mejorados constantemente. La selección de semillas y los cruces para el mejoramiento de los cultivos son prácticas tradicionales, pero los agricultores no siempre tienen la suficiente habilidad y los conocimientos para estar al tanto de las necesidades que generan los cambios. Los criterios científicos y las técnicas de fitomejoramiento del sector formal pueden contribuir a que los agricultores obtengan mejores resutados de su trabajo.
Pero, el sector formal tiene mayor interés en la agricultura comercial. Las variedades desarrolladas por este sector son con frecuencia inadecuadas para las diversas condiciones agroecológicas y necesidades de los pequeños agricultores. La colaboración entre el sector informal y el formal puede contribuir a mejorar el manejo de los recursos genéticos en condiciones poco favorables.
Colaboración entre agricultores y científicos
Los científicos tratan de comprender cómo los agricultores tradicionales manejan sus recursos genéticos (ver Mekbib, p. 15; Longley, p. 16; Soleri, p.18; y Song, p. 20). Los enfoques de desarrollo participativo se basan en estas habilidades indígenas. Las experiencias adquiridas con la selección de semillas y el fitomejoramiento participativos (Ceccarelli, p. 36; Wright, p. 38; Sthapit, p. 40; CBDC, p. 48 y Yap, p. 47) demuestran este potencial.
Hacia sistemas integrados
La conservación de las semillas y el mejoramiento de los cultivos son importantes para mantener y ampliar la opción de los agricultores, en lo que se refiere a cultivos y variedades, pero para realmente incrementar y hacer un uso funcional de la biodiversidad, los agricultores tienen que reconstruir y desarrollar una agricultura integrada (tradicional). Como lo indica Altieri (p. 14), la agricultura integrada (agroecología/LEISA) es la mejor opción para los agricultores de subsistencia que producen para el mercado y que quieren incrementar la biodiversidad con cierta frecuencia, la elasticidad, la productividad y la sostenibilidad de su sistema agrícola.
Este también puede ser un enfoque efectivo en la agricultura comercial, pero los agricultores que se involucran completamente en ella no solamente pierden sus semillas sino también sus conocimientos sobre la agricultura integrada. Ya que los científicos tienen poca experiencia con la agricultura integrada, es crucial la colaboración entre el sector informal y el formal para su regeneración y desarrollo, como lo muestra, por ejemplo, el caso del proyecto «Eco-Papas» en Ecuador (Frolich et al., p. 44).
Sin embargo, cuando los costos de mano de obra son demasiado altos, la agricultura integrada puede no ser una opción viable. Si este fuera el caso, ¿qué enfoque debería seguirse para incrementar la biodiversidad en la agricultura comercial? Los artículos no dan muchas indicaciones de cómo resolver este problema fundamental, ni cuánto ni qué tipo de biodiversidad realmente se necesita en determinadas situaciones. Aparentemente, la última palabra sobre agrobiodiversidad todavía no ha sido dicha.
Coen Reijntjes