junio 2000, Volumen 15, Número 4 - 3
Semillas para la agrobiodiversidad (número doble)

Biodiversidad multifuncional en la agricultura tradicional latinoamericana

MIGUEL A. ALTIERI | Página
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Los agroecosistemas tradicionales, basados en la siembra de una diversidad de cultivos y variedades, han permitido que los agricultores tradicionales maximicen la seguridad de las cosechas usando bajos niveles de tecnología, con un limitado impacto ambiental.

Muchos agroecosistemas latinoamericanos son pequeños, separados geográficamente y ocupan una variedad de nichos ecológicos. Con gran riqueza de diversidad, los sistemas agrícolas específicos para determinados lugares, se adaptan bien a las condiciones locales.

Los sistemas agrícolas tradicionales se caracterizan por la diversidad de las plantas, generalmente en forma de policultivos y patrones agroforestales. Cuando se siembran varias especies y variedades de cultivos como estrategia para minimizar el riesgo, los rendimientos se estabilizan con el tiempo, se asegura una variabilidad en la dieta y se maximizan los réditos. Los sistemas tradicionales de cultivos múltiples proporcionan el 20% de los alimentos del mundo (Francis, 1986). En los trópicos latinoamericanos, la mayoría de los cultivos son múltiples, y su rendimiento combinado es más alto que en condiciones de monocultivos (Francis, 1986). También hay poca variabilidad en los rendimientos de policultivos de cereales / leguminosas.

Muchos agroecosistemas tradicionales se ubican en centros de gran diversidad de cultivos y contienen cultivares variables y adaptados, como también parientes silvestres de los cultivos. Los agroecosistemas tradicionales son así reservas de diversidad genética \’in-situ\’ (Altieri y Merrick, 1987). Existe una considerable documentación sobre los sistemas en los cuales los agricultores, sembrando múltiples variedades de cada cultivo, aseguran la diversidad dentro de la especie y entre las especies, incrementando la seguridad de las cosechas. Como ocurre con los campesinos andinos, que tienen hasta 50 variedades de papa en sus campos o con los agricultores mexicanos que instalan el «teosinte» (maiz primigenio) dentro ocerca de los campos de maíz, de modo que cuando el cultivo sea polinizado por el viento, ocurran cruzamientos naturales que resulten híbridos.

Los agroecosistemas tropicales están conformados por campos agrícolas y campos en barbecho, huertos domésticos complejos y parcelas agroforestales, que con frecuencia contienen más de 100 especies vegetales por campo. Los huertos domésticos más diversos son en realidad una colección de plantas domesticadas y semi-domesticadas donde resalta la presencia de árboles frutales perennes. Los huertos son similares a un bosque tropical, con diversas especies y una configuración dispuesta por el hombre. La diversidad genètica resultante incrementa la resistencia a las enfermedades que aquejan a las líneas específicas de cultivos, permite que se exploten microclimas diversos y que se deriven usos nutritivos y de otro tipo de esa variabilidad genética.

En resumen, la prevalencia de cultivos complejos y diversificados es de vital importancia para los campesinos, ya que las interacciones entre cultivos, animales y árboles resulta en sinergismos benéficos que permiten a los agroecosistemas asegurar su propia fertilidad, control de plagas y productividad.

Agroecosistemas y naturaleza

La mayoría de los estudios sobre agricultura tradicional se centran en unidades productivas donde se cultivan plantas. Se ignora el hecho de que muchos agricultores usan, mantienen y conservan áreas de ecosistemas naturales (bosques, laderas de cerros, lagos, pastizales, arroyos, pantanos) que proporcionan valiosos suplementos alimenticios, materiales de construcción, medicinas, fertilizantes orgánicos, combustible y artículos para el culto religioso. Las unidades de producción de cultivos y los ecosistemas adyacentes, forman una continuidad donde los habitantes recolectan plantas, pescan y cultivan.

Muchas sociedades campesinas consideran que la agricultura es parte de un sistema mayor de uso de la tierra. Para los indios P\’urepecha, del Lago Patzcuaro en México, por ejemplo, la recolección es parte de un patrón de subsistencia muy complejo que se basa en el uso múltiple de los recursos naturales (Caballero y Mapes, 1985). Ellos usan más de 224 especies de plantas vasculares silvestres nativas y naturalizadas como alimentos, medicinas y combustible. De una manera similar, los Indios Jicaque (en Honduras Central), usan más de 45 plantas locales para sus necesidades domésticas. Ellos talan y queman para cultivar maíz y los campos cultivados están extensamente espaciados por todo el bosque. Cuando los Jicaque van de campo en campo, recolectan plantas silvestres comestibles (Lentz, 1986).

Vínculos

Cuando ocurre un desarrollo agrícola en un ambiente natural, éste tiende a resultar en un mosaico heterogéneo de varios tipos de hábitat, a manera de parches. La mayor parte de la tierra se maneja intensivamente con intervenciones frecuentes para la producción agrícola. Sin embargo, los bordes y las franjas entre los campos, los lados de los caminos, y las áreas naturales adyacentes son muy utilizadas para el cultivo, mientras que las tierras húmedas, los corredores con ripio y las laderas del cerro se dejan casi en su estado natural.

Tradicionalmete los productores de café en Latinoamérica integran muchas variedades de árboles frutales, para combustible y de forraje en sus fincas. Ellos además de ofrecer sombra, proporcionan un hábitat para pájaros y animales. En México, las plantaciones de sombra en los cafetales albergan a unas 180 especies de pájaros, algunos de los cuales son importantes para el control de plagas y para la dispersión de semillas.

En los lugares donde predomina la agricultura tradicional, el uso mínimo de insumos industriales ha producido paisajes muy heterogéneos y variados, posiblemente más heterogéneos que si fuesen naturales. En esos ambientes, parte del ecosistema natural y semi-natural incluido en el paisaje puede convertirse en una reserva del agroecosistema, ayudando así a conservar la integridad de los ecosistemas naturales. Muchos agroecosistemas pequeños han sido diseñados y manejados para ser menos agresivos para las especies nativas.

Conclusiones

El aprender cómo combinar las funciones ambientales y productivas en el manejo de la agricultura requiere la colaboración de agroecologistas, etno-científicos, biólogos de conservación, y ecologistas de paisajes. A no ser que se adopten prácticas de manejo ecológicamente sólidas, sería imposible una agricultura multifuncional.

Al adoptar una estrategia de usos múltiples, los agricultores indígenas manejan un continuo de sistemas agrícolas y naturales y aseguran una agricultura multifuncional. Investigaciones recientes de sistemas de cultivos diversificados basados en cultivos asociados y agroforestería han dado nuevas evidencias que que estos sistemas son más sostenibles y conservan mejor los recursos (Vandermeer, 1995). Los datos también demuestran que la biodiversidad de las plantas tiene un efecto positivo en la estabilización de los procesos de agroecosistemas.

Los proyectos agroecológicos de campo conducidos por ONGs, han demostrado que las combinaciones tradicionales de agricultura y ganadería con frecuencia pueden ser adaptadas para incrementar la productividad cuando se mejora la estructura biológica de la finca y se usan eficientemente la fuerza laboral y los recursos locales (Altieri, 1995). En realidad, la mayoría de las tecnologías agroecológicas pueden mejorar los rendimientos agrícolas tradicionales e incrementar la biodiversidad general.

Si una estrategia de desarrollo rural se basa en la agricultura tradicional, en los conocimientos etno-botánicos y en los elementos de la agroecología moderna, se asegura un uso continuo y el mantenimiento de una valiosa biodiversidad. Eso también permite la diversificación de áreas agrícolas garantizando una variedad de servicios ecológicos vitales para la seguridad alimentaria, la conservación de recursos naturales, la viabilidad económica, el mejoramiento del clima, la conservación de la cultura y el acceso al poder para la comunidad. Muchos programas de desarrollo de las bases rurales en Latinoamérica intentan ahora mantener e incrementar la biodiversidad de los agroecosistemas tradicionales. El reto es promover políticas y asociaciones institucionales que permitan un incremento de la agricultura basada en la ecología, para que sus impactos multifuncionales puedan difundirse a todo lo largo de las zonas rurales de Latinoamérica.

Miguel A. Altieri, Department of Environmental Science, Policy and Management, University of California, Berkeley, 2156 Jefferson Ave Berkeley, CA 94703-1470, USA
agroeco@nature.berkeley.edu

Referencias

Altieri, M.A. y L.C. Merrick. 1987. In situ conservation of crop genetic
resources through maintenance of traditional farming systems. Economic Botany 4:86-96.

Altieri, M.A. 1995. Agroecology: the science of sustainable agriculture.
Westview Press, Boulder.

Caballero, J.N. y C. Mapes. 1985. Gathering and subsistence patterns
among the P\’urepecha Indians of Mexico. J. Ethnobiol. 5:31-47.

Francis, C.A. 1986. Multiple cropping systems. MacMillan, Nueva York.

Lentz, D.I. 1986. Ethnobotany of the Jicaque of Honduras. Econ. Bot. 40:
210-219.

Vandermeer, J. 1995. The ecological basis of alternative agriculture. Ann.
Rev. Ecol. Syst. 26: 201-224.

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