enero 2000, Volumen 15, Número 1-2
Encontrando bases comunes (número doble)

Una plataforma para mejorar la producción de maní

KVS PRASAD, CHITRAH SURESH Y MANS LANTING | Página
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ILEIA colaboró con AME para ampliar la base de evaluación en el Programa de Investigación de ILEIA. AME facilita una plataforma de investigación de agricultores, ONGs y organizaciones de investigación, que se dedican a mejorar la producción de maní en la meseta semiárida de Decán, en India. A través del Programa de Investigación de ILEIA, se han financiado estudios adicionales para conocer mejor los sistemas de producción de maní y su contexto dinámico. La plataforma que trabaja en maní es una de las plataformas facilitadas por AME; otras se centran en la producción y comercialización de arroz, algodón y hortalizas. Al igual que ILEIA, el programa de AME es implementado por la Fundación ETC.Esta sección trata del programa de producción de maní. El primer artículo da información general sobre agricultura en la meseta de Decán, y de la historia y sostenibilidad de la producción de maní. El segundo artículo se centrará en la estrategia de AME para el desarrollo tecnológico, en el proceso de acción concertada de interesados y en la experimentación del DPT.
Sostenibilidad en juego
Las fincas en la meseta de Decán son, por lo general, pequeñas (de uno a diez acres de extensión) y la mayoría de los agricultores tiene menos de tres acres. En esta vasta área, existen diferentes sistemas agrícolas. Sin embargo, en la mayoría de las fincas en tierras de secano se cultivan varios tipos de mijo, sorgo, sésamo, grama de caballo, leguminosas (como caupí y frijol de palo) y maní. Antiguamente, estos cultivos eran mixtos, pero ahora la tendencia es sembrarlos como monocultivos. Arroz, plátano, algodón y girasol son cultivados en áreas irrigadas. Los agricultores usan un poco de estiércol de corral (unos 1200 Kg/acre) una vez cada cuatro años en tierras de secano y la misma cantidad cada año en tierra irrigada. Esto es complementado con fosfato di-amonio y con úrea. El uso de fertilizantes fosforados es, aproximadamente, la mitad de lo que debería ser y, generalmente, no se aplican micronutrientes. Alrededor del 50% de las fincas tiene acceso a tracción animal; otros aran con bueyes alquilados, mientras que el uso de tractores se está incrementando. Los plaguicidas se usan principalmente en agricultura de irrigación. Los árboles y los animales representan un papel importante en los sistemas agrícolas de la meseta.

El maní es un producto económico importante en los tres estados del sur, cultivándose en unos 4 millones de hectáreas. Esto representa el 50% del área total de la India destinada al maní y el 12% del área cultivada de la meseta de Decán. Generalmente, quienes cultivan maní son los agricultores marginales, sin o con acceso limitado al riego. Prefieren cultivar maní porque es un cultivo bastante resistente a las sequías, de fácil comercialización y se pueden conseguir préstamos para su producción. Además, su costo-beneficio permite obtener dinero en efectivo y usar las ganancias en granos alimenticios, subsidiados, comprados al Sistema de Distribución Pública (Ver Recuadro 1).

Las nuevas tecnologías agrícolas han ayudado a los más pudientes, mas en las vastas áreas marginales, la productividad ha disminuido. La sobreexplotación de la base de recursos naturales es un fenómeno generalizado que mantiene a la mayoría de los agricultores atrapados dentro del círculo de la pobreza. Los sistemas tradicionales y las instituciones de administración de recursos se han debilitado y actualmente no existen opciones viables.

Muchos agricultores marginales y gente joven se han visto forzados a abandonar la agricultura o no quieren que sea su principal ocupación. El sector industrial y de servicios está creciendo rápidamente en la región, lo cual ha facilitado esa transición económica. La migración de la población masculina se ha incrementado enormemente y esto ha ocasionado problemas en las relaciones de las familias, de género y de la comunidad. Muchos de estos desarrollos han tenido su origen en inadecuados patrones de uso de recursos y a la incapacidad de las organizaciones de investigación y de desarrollo, y también del sector comercial, para apoyar el progreso de los agricultores con prácticas agrícolas más rentables y sostenibles.

Recuadro 1 El Sistema de Distribución Pública

El Sistema de Distribución Pública proporciona raciones de alimentos a precios altamente subsidiados. En Andhra Pradesh, por ejemplo, se vende arroz a Rs 3,5/kg a través del Sistema de Distribución Pública, a comparación con el mercado abierto donde se vende a RS 10/kg (1998). Una familia de pocos recursos, conformada por unas 5 personas, tiene derecho a comprar 25 kg al mes, a través de este sistema.

Una breve historia del cultivo de maní
El maní hizo su ingreso en India a mediados del siglo XVI, proveniente de China o de las islas del Pacífico. Hasta 1900, se cultivaba ‘guarani’ en menos de 230,000 hectáreas, una variedad que maduraba en 195 días y que requería 2-3 riegos después de los monzones. Durante las siguientes dos décadas, se introdujeron dos variedades que podían crecer con lluvias estacionales: Gran Japonés y Español (‘Big Japan’ y ‘Spanish’); estas variedades rastreras, semi-rastreras o en racimos tienen mayor contenido de aceite y maduran en 105 – 145 días; estas variedades entraron y reinaron. Después, en las décadas de 1960 y 1970, se introdujeron las variedades de corta duración (95-105 días), racimadas, que podían crecer en zonas propensas a sequía, en suelos poco profundos e improductivos. La literatura reporta que el rendimiento promedio de maní (con cáscara) disminuyó de 1200 kg/ha en 1920 hasta 800 kg /ha en la década de 1950 y permaneció estable hasta fines de la década de 1960. Desde 1970 en adelante, los rendimientos se elevaron gradualmente hasta llegar a unos 900 kg/ha (ver Recuadro 2).

La disminución de la productividad en la década de 1950, se debió a:

• el incremento proporcional en número de acres de las variedades de corta duración, lo cual reduce el período de fotosíntesis; por eso, el potencial inherente de producción es menor que el de las variedades de mayor duración;
• el uso constante de suelos de baja fertilidad para cultivar variaciones de maní de corta duración (entre 1954 y 1973, el área se amplió en un 24%, mientras que el rendimiento incrementó sólo en 10%).
Hasta 1970, el maní sólo crecía como un cultivo de ‘Kharif’ (temporada de lluvias). Sin embargo, desde 1970, el área de maní cultivado en tierras irrigadas (‘Rabi’) se amplió a 1,5 millones de hectáreas y esto dio un incremento temporal en la productividad promedio. Hoy, alrededor del 19% de la tierra con cultivos de maní es irrigada. Los precios base para el maní también se incrementaron de Rs. 350/100 kg en 1984-85 a Rs. 900/100 kg en 1995-96. El maní obtuvo mejores precios que otras semillas oleaginosas y plantas alimenticias. Una mejora en la rentabilidad relativa durante este período pudo haber inducido la expansión de los cultivos de maní en áreas irrigadas.
La agricultura de maní está en problemas
Si el gobierno opta por desregular los precios de maní, la mayoría de los agricultores sufrirían pérdidas.

Hasta ahora, la historia del maní es aparentemente promisoria: hay incrementos en la productividad y en la producción total promedio, mayores áreas bajo cultivo y precios rentables. Pero en realidad, las tendencias de desarrollo son negativas.

La degradación de la tierra induce plagas
Hay cambios lentos pero definitivos que progresivamente ponen en riesgo la sostenibilidad en las áreas de secano donde se cultiva maní.

En la década de 1960, los agricultores comenzaron a cultivar maní masivamente, en áreas marginales caracterizadas por suelos en ladera (>5% de pendiente), poco profundos (menos de 60 cm de profundidad), rojos, franco arenosos. Se estima que en 50 años se han perdido de 15 a 30 cm de la superficie del suelo, por erosión.

La fragmentación de las fincas, la sobreexplotación de tierras comunales y la desaparición del ganado y bueyes ha producido una aguda escasez de abono orgánico. Esto, junto con un exceso de aplicación de fertilizantes nitrogenados, ha agotado la materia orgánica en estos suelos. Según los científicos, hay casos extremos donde el contenido de carbón es menor al 0,3%, un tercio de lo que era. Por su cultivo ininterrumpido en más de cincuenta años, el maní ha adquirido una posición crucial representando actualmente del 25% al 80% de los cultivos producidos en los sistemas agrícolas de nuestras cuatro áreas operativas.

La combinación de estos tres factores: erosión, rápida mineralización de la materia orgánica y cultivos continuos de maní, produce los siguientes efectos:

• pérdida de la capacidad de retención de agua y mayor susceptibilidad al estrés hídrico, especialmente durante las temporadas sin lluvias;
• deficiencia de micronutrientes (Zn, B);
• susceptibilidad extrema a enfermedades de hongos;
• mayor carga de microorganismos patógenos; e
• incremento en la población de plagas.
Recuadro 2 Productividad del maní irrigado versus de secano

Actualmente, la producción promedio de maní, en vaina, está en 900 kg/ha, con un porcentaje de cáscara de un 70%. Existen importantes diferencias entre las condiciones de producción. En condiciones bastante favorables de lluvias y en buena tierra, se puede esperar un rendimiento -en vaina- de unos 1200 kg/ha. Con malas condiciones de lluvias, el rendimiento de las vainas puede ser tan bajo como 300 kg/ha, con un porcentaje de cáscara de 55%. Con riego se podrían tener rendimientos en vaina tan altos como de 3000 kg /ha.

Las enfermedades fúngicas, tales como manchas en las hojas (tempranas o tardías), podredumbre del cuello de la raíz y podredumbre del tallo están incrementándose. Las plagas, tales como: oruga de pelos rojos, gusano blanco, minador de hojas y gusanos de tabaco, cada vez crean más problemas. Como consecuencia, los rendimientos de maní continúan disminuyendo en las áreas marginales, mientras que la producción es cada vez más riesgosa. Ahora, aún en un año con lluvias normales, muchos agricultores solamente recuperan sus gastos con una producción de 600 kg/ha. Cada tres años fallan los monzones y el rendimiento disminuye a sólo 175 kg/ha, lo cual solamente alcanza para reemplazar las semillas sembradas. Con los años, ese cultivo se ha convertido en una actividad que produce pérdidas a los agricultores de pocos recursos. Irónicamente, aún cuando muchos agricultores están muy endeudados, continúan trabajando con maní porque es la única planta para la cual los prestamistas dan dinero a altísimos intereses (que a veces llegan al 120%).

Seria competencia
Aproximadamente, el 80% del maní producido en India es para extracción de aceite, el 15% es para semillas y solamente el 2% tiene la calidad suficiente para llegar a la mesa y ser exportado. Desde 1994, la economía se ha abierto gradualmente y ahora las importaciones y la competencia internacional tienen más importancia. El caro aceite de maní de la India ahora compite en el mercado mundial con aceites comestibles más baratos, tales como el aceite de palma. El aceite de palma de Malasia, por ejemplo, es más barato porque:

• la producción de aceite de palma por unidad de tierra y tiempo es mayor que la del aceite de maní, aunque los costos de producción por unidad de aceite son comparativamente menores;
• el procesamiento de aceite en India no es eficiente; la mayoría de los molinos trabajan a capacidad sub-óptima y tiene un sinfín de problemas administrativos, que incluyen exceso de personal y malos procedimientos contables.
El efecto neto es que los procesadores de aceite tienen dificultad en obtener ganancias y permanecer en el mercado. Ya que el gobierno mantiene precios base para el maní, lo cual a veces es crucial para muchos agricultores pobres, los procesadores de aceite tienen que incrementar la eficiencia de la producción, lo cual es una alternativa poco probable por el momento. Si el gobierno no llega al rescate, algunos tendrán que cerrar sus negocios.

Alternativamente, si el gobierno opta por la desregulación de precios de maní, bajando los precios en las fincas y bajando las ganancias, disminuiría el número de acres de cultivos (en particular, en tierra marginales) y la mayoría de los agricultores tendría pérdidas. El sustento de los agricultores pobres que dependen de rentas provenientes de maní para comprar alimentos se vería seriamente dañado. Con la pérdida de seguridad alimentaria, la migración a áreas urbanas sería inevitable para las familias de agricultores pobres.

Dada la aciaga situación ecológica y económica con relación al maní y a la presión de la población, es obvio que se tiene que hacer algo para mejorar la sostenibilidad de la producción de maní en tierras de secano y, en general, de la agricultura en la Meseta de Decán.

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