junio 2024, Volumen 38, Número 3
Agroecología, arte y cultura: explorando procesos creativos

Agroecología, arte y cultura: explorando procesos creativos

DIANA LILIA TREVILLA ESPINAL, IVETT PEÑA AZCONA, ANA DORREGO CARLÓN | Página 5
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Durante los 27 años de LEISA revista de agroecología, se han difundido fundamentalmente experiencias situadas de la agricultura familiar, campesina e indígena de base agroecológica. No obstante, en este caminar hemos observado que en cada rincón donde las prácticas agroecológicas ocurren, la relación intrínseca entre arte, cultura y agroecología se manifiesta y es de ahí que surge el interés por visibilizarlas.

Los encuentros campesinos, las ferias de semillas, las huertas escolares, comunitarias o familiares, las movilizaciones sociales, los congresos, los mercados alternativos, las redes de mujeres agroecólogas, las infancias sembrando, las disidencias organizándose, las juventudes facilitando diálogos; todos ellos son territorios donde la práctica agroecológica está acompañada y nutrida por distintas expresiones artísticas.

Agroecología, arte y cultura es la apuesta y la propuesta de una articulación que abraza aprendizajes, vivencias encarnadas, sentidos éticos y políticos a favor del cuidado de la red de vida. Las bifurcaciones de las expresiones artísticas se manifiestan tanto en lo público como en lo privado, y son potenciadas desde lo individual y también desde lo colectivo. Añaden otra dimensión a la agroecología, normalmente asociada con conceptos científicos y técnicos, con el pensar y el hacer, capturando la esencia y complejidad de las interacciones entre seres humanos, otros seres vivos y los ecosistemas de una manera que la ciencia por sí sola no puede lograr.

Huerto mariposa inicio. Ivett Peña Azcona

Esta edición de LEISA nos invita a abrir nuestros sentidos para apreciar la expresión de todas las formas de vida interconectadas a través de la agroecología, Agroecología, arte y cultura. Encontramos la experiencia de la región andina, que convierte el concurso “Visiones de la agroecología para el Buen Vivir” a un foto-libro para la educación popular (p. 8). Los sentidos y la conexión entre los elementos que forman el huerto agroforestal en una universidad mexicana aparecen en el trabajo enfocado en algunos gestos artísticos (p.38). Desde el Altiplano norte de Bolivia, se nos muestra cómo el arte florece en una estrategia pedagógica en agroecología para generar sentires transformativos a través de la experiencia de diálogo intergeneracional con enfoque de género sobre las dinámicas alimentarias familiares con estudiantes de pregrado (p. 15). En este número se apunta al “arte agroecológica” desde la experiencia de las Agroecólogas en Movimiento, un grupo de mujeres agroecológas diversas, quienes (—con hilos y registros en bordados—) hacen evidente que las prácticas agroecológicas y los principios se manifiestan en las expresiones artísticas (p. 11). Las compañeras eliminan la “y” que une arte y agroecología, apostando en arte agroecológica como posicionamiento que sostiene caminos posibles, enlaces necesarios para, por y desde la territorialización de las agroecologías.

Encuentro Huertos Escolares. Ivett Peña Azcona

Desde Nicaragua, nos comparten la mágica y potente relación que devela “el arte de criar abejas nativas sin aguijón para expresar, compartir y descolonizar los cuerpos-territorios” (p. 20). Se suma el teatro agroecológico como una forma de sensibilización artística. La entrevista a Soledad Mujica desde Perú explora pautas en las que las visiones y acciones se entreveran (p. 29). La propuesta sobre el maíz, los murciélagos y las personas de México posibilita reconocer relaciones que se han sostenido en el tiempo (p. 25). También podemos encontrar procesos en los que festivales conectan consumidores, agricultores y decisores que, entretejidos, nos convertimos en actores (p. 32). Finalmente se presenta una experiencia en Bolivia que nos permite seguir abriendo posibilidades Encuentro Huertos Escolares. Ivett Peña Azcona No obstante, en este caminar hemos observado que en cada rincón donde las prácticas agroecológicas ocurren, la relación intrínseca entre arte, cultura y agroecología se manifiesta y es de ahí que surge el interés por visibilizarlas. 38.3 7 que muestran que el arte es potente para gestionar el territorio, las penas y las alegrías (p. 41).

Todas las personas y colectividades que han compartido sus experiencias en esta edición han conspirado juntas y ofrecen registros que permiten seguir sembrando para tener cosechas ricas en los próximos números. Sin embargo, comprobamos el gran desafío que implicó para las personas autoras compartir las experiencias en textos escritos, pues son procesos vivenciales y que por sí solos enuncian e interpelan tanto a las personas creadoras como a las participantes del proceso o a las observadoras. El mismo proceso de acompañamiento también nos sugiere seguir cultivando estos aprendizajes desde la creatividad, lo cual nos ofrece una cosecha diversa, enriquecida, con sabor latinoamericano y con la inspiración para seguir apostando por la difusión y divulgación de las experiencias concretas situadas, encarnadas y corporizadas a favor de la transformación del sistema alimentario convencional.

La misión de LEISA es facilitar la difusión de las experiencias innovadoras, de los debates generados en el marco de la investigación y práctica agroecológica, principalmente en América Latina, para contribuir a la transformación del modelo agroalimentario, incidiendo en la justicia social mediante el impulso de alianzas, redes, así como del fortalecimiento y ampliación de los canales de difusión.

Mientras en América Latina, las corporaciones transnacionales agroindustriales, en su intento de extenderse y ampliar sus mercados para el uso de agrotóxicos en todo el mundo, utilizan el discurso de la agroecología con fines comerciales a fin de influir en los gobiernos y los gremios empresariales, nosotras, las personas que juntas hacemos posible este número, mostramos que hay prácticas, creaciones y acciones inspiradoras cargadas de creatividad, color, sentido, resonancias, gestos, inspiración, todos ellos principios que apuestan por la sostenibilidad de la vida. Pues las formas de hacer agroecología están ligadas a las personas, a las comunidades y a su cultura. En cada contexto es posible encontrar símbolos que muestran la constante interacción entre los ecosistemas y los sistemas alimentarios.

Todos estos caminos de manifestaciones creativas nos remiten a los saberes de los pueblos originarios, quienes preservan fiestas y ceremonias que honran los ciclos de la tierra y su vínculo con la alimentación. En dichas ceremonias se representan animales y plantas, acudiendo a lugares sagrados como lagunas y cerros para ofrendar plegarias a través de cantos, música, comida y rezos. En contraposición, en otros espacios rurales y urbanos, el arte se convierte en una herramienta poderosa para comunicar procesos, prácticas, aprendizajes, principios relacionados con la agroecología. Esta es una manera de interpelar el sentir, de dialogar en otro lenguaje y de compartir los horizontes políticos y deseos hacia la soberanía alimentaria, el respeto por los derechos humanos, el cuidado de los bienes comunes y la construcción de relaciones más armoniosas entre seres humanos y con otros seres no humanos.

Mural en tianguis orgánico Chapingo, Texcoco Estado de
México. Santiago Landois

Las experiencias que se presentan revelan una diversidad de actores, de expresiones artísticas y creativas que apuestan por la sensibilidad para lograr la transformación personal y colectiva. Además, muestran cómo las metáforas y las experiencias lúdicas facilitan el acercamiento intergeneracional e intercultural para cuestionar, proponer y actuar hacia la transición agroecológica. Finalmente, es importante destacar que las diferentes experiencias son muestras y nos brindan pistas para continuar con un mejor entendimiento de las agroecologías, reconociendo su complejidad, dejándonos abierta la puerta para continuar creando diálogos y construcciones colectivas que permitan su amplificación. Es desde la escucha, los intercambios y la visibilización de la diversidad de actores, actoras y actuantes que hacen agroecología que se pueden generar alternativas y encontrar respuestas a los desafíos que nos presenta el contexto actual.

Diana Lilia Trevilla Espinal
Cofundadora de Agroecólogas en Movimiento.
Investigadora independiente
diana.trevilla@gmail.com 

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