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No es exagerado afirmar que la experiencia de LEISA revista de agroecología es en varios aspectos única en Latinoamérica. Empezó con el nombre de Boletín de ILEIA, como traducción al español de la publicación periódica en inglés del Centro de Información en Agricultura Sostenible de Bajos Insumos Externos (ILEIA), con base en los Países Bajos. El Boletín contenía artículos sobre experiencias de agricultores de pequeña escala llevadas a cabo, sobre todo, en países de África y Asia, en el marco de proyectos de desarrollo rural sostenible apoyados por la cooperación oficial neerlandesa. Buscando ampliar la difusión del Boletín en Latinoamérica, ILEIA decidió apoyar su traducción y distribución a una lista de 800 suscriptores, escogiendo para esa labor a Teresa Gianella-Estrems. La primera edición apareció en julio de 1996, numerada 12-1, con el tema “Montañas en equilibrio”. A partir del número 18-2, de octubre de 2002, sobre “Información y comunicación rural”, la publicación –que ahora incluía artículos latinoamericanos recopilados directamente, además de las traducciones–, pasó a llamarse LEISA revista de agroecología.25 años después de aquel primer Boletín, Teresa terminaba de editar LEISA 37-1, “Agroecología e investigación participativa: experiencias en los Andes”, que contiene 10 artículos escritos con la participación de 31 autores y autoras, la mayoría de Bolivia, Ecuador y Perú. Esa revista se distribuyó por internet a aproximadamente 14 000 suscriptores y pudo ser vista y descargada sin costo por los 30 000 visitantes, en promedio, que recibe la página web de LEISA cada mes.

Al conocer esto, son varias las preguntas que pueden surgir, pero la principal es la que busca entender por qué, a pesar de los cambios socioeconómicos y políticos que han experimentado los países de Latinoamérica, LEISA ha continuado y aumentado su alcance. La mejor respuesta a esta y otras preguntas es su editora principal: Teresa Gianella, persona comprometida, dedicada, luchadora, amigable, generosa, cuidadosa, humilde, exigente consigo misma y con grandes capacidades profesionales.

Teresa estudió diseño industrial en Estocolmo, Suecia, donde trabajó en esa profesión y conoció a Raimond Estrems, su esposo. Establecidos en Lima, ambos fueron fundadores y profesores de la especialidad de diseño industrial en la Facultad de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Católica del Perú. En esa universidad Teresa también estudió un diplomado en antropología. Cuando sus hijos eran pequeños, la familia se trasladó a Cusco por varios años. Allí Teresa trabajó con el Centro Bartolomé de las Casas en el área editorial. De regreso en Lima, se vinculó con la Coordinadora de Ciencia y Tecnología en los Andes (CCTA), donde su aporte incluía también un componente importante de trabajo editorial.

Teresa había leído y reflexionado mucho sobre la agroecología como alternativa a la agricultura industrial convencional y comprendía la importancia de difundir sus propuestas para enfrentar los desafíos provenientes del cambio climático, la ofensiva de las grandes corporaciones transnacionales y la necesidad urgente de avanzar hacia la soberanía alimentaria y un sistema agroalimentario más justo. Desde el principio orientó el rol de LEISA hacia la divulgación de experiencias concretas llevadas a cabo por agricultores familiares en Latinoamérica, que podían ser adaptadas y aplicadas en otros lugares según sus propias condiciones. También tenía clara la importancia de que organizaciones e investigadores pudieran transmitir de forma accesible sus hallazgos y recomendaciones a técnicos, profesionales de campo y agricultores familiares. En ambos casos, LEISA era un puente que vinculaba a diferentes actores del mundo de la agroecología y generaba diálogo entre ellos, un hecho destacable pues para la mayoría de los profesionales y protagonistas de la agroecología, los agricultores, escribir sobre sus trabajos y experiencias resulta complejo. No obstante, la principal autoría de los artículos incluidos en cada número de LEISA corresponde a profesionales y agricultores de Latinoamérica.

Esto es así debido a lo que Teresa y su equipo denominaron “edición didáctica”, que consistía en una atenta selección de los artículos recibidos –en promedio unos 20 para cada convocatoria– y en un proceso cuidadoso de consultas y colaboración con los autores.

De esa forma, construía y ampliaba relaciones de cooperación, al tiempo que se ganaba el respeto de investigadores, profesionales de campo, docentes, agricultores y estudiantes en el creciente número de países que iban siendo alcanzados por la revista.

Teresa también pensaba constantemente en maneras de innovar y mejorar el contenido de LEISA, así como en hacerla más atractiva formalmente, en trabajar cuidadosamente la redacción, en escoger los colores más adecuados para cada número, en la importancia de contar con imágenes con la resolución necesaria. Acompañarla en los diversos aspectos de la producción y difusión de LEISA constituyó una valiosa escuela para quienes trabajamos con ella.

Las organizaciones que impulsan la agroecología en el Perú también encontraron en Teresa una militante en el marco de la Red de Agricultura Ecológica y el Consorcio Agroecológico Peruano y también como representante de LEISA, en la Plataforma Nacional de Lucha contra los Transgénicos. Asistía a las manifestaciones y eventos, y siempre recalcaba al interior del equipo la necesidad de difundir los planteamientos de estas organizaciones. Fue miembro de la Sociedad Científica de Agroecología de América Latina (SOCLA) y difusora en Lima del sistema de comercialización de la Asociación de Guardianes de Papa Nativa (AGUAPAN), además de haber desempeñado un importante papel como consultora en el Perú del Programa de Pequeñas Donaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Coincidiendo con la celebración de los 25 años de la revista, Teresa pensaba retirarse a una posición menos exigente en el equipo. Cuando supo que tenía una enfermedad incurable, con toda serenidad decidió seguir trabajando hasta el último momento. Nos dejó un gran vacío, pero también un gran legado y su ejemplo de vida comprometida, honesta y consecuente. Para ella, nuestra profunda gratitud y reconocimiento.

Ana Dorrego, Teobaldo Pinzás
LEISA revista de agroecología

Mi relación con Teresa Gianella comenzó hace muchos años, cuando ella trabajaba en la Coordinadora de Ciencia y Tecnología en los Andes (CCTA) y me invitó a integrar un equipo de consultores para sistematizar las experiencias de desarrollo rural. Esto me permitió tomar contacto con las comunidades e intercambiar conocimientos tradicionales con los conocimientos científicos desarrollados en la universidad. Guardo muy gratos recuerdos de Teresa como una persona comprometida con el cuidado del ambiente y el bienestar de las poblaciones rurales andinas. Su dedicada labor en la publicación de LEISA ha sido uno de sus grandes aportes. Sin duda su partida nos deja un gran vacío y la recordaremos siempre como la persona carismática, amigable y comprometida con las causas nobles. Querida Tere, descansa en paz.
Tu amiga,

Carmen Felipe-Morales
Bio-Agricultura Casablanca

Foto: Teobaldo Pinzás

Cuando conocí a Teresa me faltaba poco para terminar la universidad y había optado por la agricultura ecológica, “una locura” entonces. Llegó a mis manos el Boletín de ILEIA y mi relación con Teresa fue sentir que  existían otras personas que pensaban como tú, que te cobijaban y te apoyaban. Teresa también era asidua compradora de la Bioferia de Miraflores y me daba siempre sus opiniones sobre los productos, los participantes y la organización. Su actitud cariñosa y la sabiduría acumulada difundiendo experiencias agroecológicas a través de LEISA hacían que sus opiniones se tomaran con atención. Publiqué algunos artículos en la revista y recibí sus aportes y observaciones. La vi por última vez en 2018 y, como siempre, compartimos proyectos y gratos momentos. Querida Teresa, quienes aún no hemos partido en ese viaje, te extrañamos y seguimos comprometidos con la causa que nos unió y forjó nuestra amistad. Muchas gracias por todo, apreciada amiga.

César de la Cruz
Red Agroecológica de Granada

Teresa fue una de esas luchadoras inagotables, defensora de la agricultura familiar, llena de mística y de compromiso. En 2014 tuvimos la oportunidad de conocerla y de apreciar sus esfuerzos por apoyar la agroecología, la biodiversidad y los sistemas alimentarios. Fue ella quien nos animó a escribir sobre el trabajo de EkoRural en los Andes. Recuerdo que nos hizo sentir muy complacidos y honrados saber que Teresa seguía nuestro trabajo y que nos propusiera compartirlo. La conocimos personalmente cuando nos invitó a Lima para hablar sobre la agricultura campesina en Ecuador y tuvimos varias oportunidades de publicar y de cooperar en la difusión de LEISA. La vimos luchando incansablemente para hacer de LEISA un baluarte en defensa de la agroecología y para difundir las experiencias de productores, técnicos y científicos a toda Latinoamérica y al mundo. En EkoRural, Teresa nos queda como ejemplo de vida. Nuestra admiración por su ímpetu, entusiasmo y dedicación permanece. Su alegría de vivir, su gracia y excelente sentido del humor fueron y son  implemente inspiradores.

Ross Mary Borja
Fundación EkoRural

 

Conocí a Teresa en un taller sobre sistematización de experiencias realizado por LEISA en Lima. Era el inicio de los años 2000 y en ese tiempo estaba viviendo un momento particularmente difícil y lleno de incertidumbres. Pero allí estaba Teresa y, entre tantos compañeros y compañeras, esa mujer inteligente, interesada en las historias y vivencias de cada uno, me llenó de luz y encanto. No sabía yo que poco después comenzaríamos a compartir la construcción de una red de editores y que nos encontraríamos para escuchar y conocer su trabajo, sus historias, y aprender de su militancia comprometida con la madre Tierra. Todavía recuerdo con gran emoción el encuentro de redactores que se llevó a cabo cuidadosamente en Perú, cuando pudimos, además de escuchar, vivir la cultura de su gente. Teresa para mí fue y será siempre una gran inspiración, una mujer culta, sensible, pionera en su tiempo y con un gran compromiso por construir un mundo mejor.

Adriana Galvão Freire
AS-PTA

La primera vez que me encontré con Teresa fue en una cafetería, a principios de 2015 cuando apenas me había mudado a Lima. Iba a reunirse con una de mis colegas del Centro Internacional de Investigaciones Agroforestales (ICRAF) para hablar sobre la trayectoria del movimiento agroecológico en el Perú. Su experiencia y su opinión sobre qué hacer para consolidar el movimiento me dejaron impresionado. Un par de años después trabajaría mano a mano con Teresa, en una edición especial de LEISA sobre sistemas alimentarios locales en los Andes. No puedo olvidar cuando fui a su despacho; me compartió ediciones de LEISA y me habló sobre artículos e investigaciones que podrían servirme; se notaba que ese trabajo era su pasión. Me encantaba escuchar sus reflexiones y sus preguntas, siempre inquisitivas y agudas. Tenía esperanza en que un sistema alimentario más sostenible y justo era posible. La alegría y energía que ponía en esa causa eran contagiosas; teniendo menos de la mitad de su edad no podía competir con su energía. Teresa nos ha inspirado a muchos a continuar la lucha. Seguiré promoviendo la agroecología con el vigor que me enseñó.

Trent Blare
Universidad de Florida

En el torrente de la vida hay quienes se distinguen por haber contribuido al avance de la verdad, de la justicia o de la belleza, y quienes pasan de largo sin dejar mayor huella. La agroecología en Latinoamérica ha vivido una fase de despegue y fortalecimiento en sus batallas para establecer sistemas alimentarios sanos con el ambiente y los humanos, y en ello Teresa Gianella ocupa un lugar muy destacado por su largo esfuerzo editorial de 25 años con la revista LEISA, sin duda el principal foro de difusión en la región. Ella no solo llevó a buen fin numerosos proyectos de números especiales, sino que su profesionalismo, entrega y trato personal la situaron en un lugar especial para quienes la conocimos. Jamás olvidaremos su contribución a la agroecología latinoamericana. Nuestro reconocimiento.

Víctor Manuel Toledo
IIES-UNAM

 

Foto: Martín Estrems

Teresa Gianella, leí entre la lista. Habíamos realizado un sondeo entre las integrantes de la Alianza de Mujeres en Agroecología (AMA-AWA) para visibilizar el trabajo de 10 mujeres durante el Congreso de SOCLA que se celebró en Argentina en 2015. Nunca había escuchado su nombre. Continué leyendo. Era la editora de la revista LEISA. ¿Cómo era posible que no la conociera? ¡Pues claro!, por eso es nuestra lucha. La invitamos a llegar a la sala donde le daríamos el reconocimiento, pero no llegó. “Otra mujer que le teme a las feministas”, pensé. Fue hasta 2019, en Lima, que entendí por qué. Le planteamos la idea de un número especial sobre mujeres y agroecología. Se entusiasmó, pero nos pidió que escribiéramos los artículos de la mano de las campesinas, las cocineras y las activistas, no que escribiéramos sobre ellas. Nos regaló así una experiencia maravillosa y entendí que esa vez no llegó porque, siempre, a quien quiso hacer brillar fue a esos que meten la mano en la tierra.

Helda Morales
Colegio de la Frontera Sur, México

 

La trayectoria de Teresa Gianella es inspiradora. Su labor profesional fue profundamente transdisciplinaria, abordando el diseño industrial, la vivienda en zonas marginales, la artesanía rural, la educación, la biodiversidad, la conservación y los guardianes(as) de especies nativas y el cambio climático, entre otros temas relacionados. Teresa fue una de las promotoras más importantes de la agroecología, y lo hizo desde los territorios y su rol de editora principal de LEISA. La filosofía con la que condujo la revista –compartir conocimientos desde lenguajes sencillos, pero con bases sólidas– fue fundamental para posicionar la reflexión, investigación y ejercicio de la agroecología en la región latinoamericana. Cuando la agroecología eran cuestionada, Teresa apostó por un contundente apoyo, motivada por su potencial transformador, especialmente para aquellas personas invisibilizadas y marginadas. Por ello, desde la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA) celebramos la visión, el compromiso y el legado de esta gran mujer, que perdurarán en las acciones inspiradas en su ejemplo. Nuestra gratitud imperecedera para Teresa.

Georgina Catacora-Vargas
Presidenta de SOCLA

Trabajando con gente y organizaciones de todas partes del mundo te das cuenta de que hay muchas personas que se “ponen la camiseta” y que trabajan duro, con muy buenos resultados. No tantas se esfuerzan por mejorar y por lograr mejores resultados analizando permanentemente lo que hacen y buscando alternativas una y otra vez. Este fue para mí el ejemplo de Teresa durante años. Muchas veces me pregunté si alguna vez se cansaba. Muchísimas otras intercambiamos ideas e hicimos planes. Con frecuencia nos reímos; creo que nunca me he reído tanbto en horas de oficina como cuando editamos un artículo sobre unas agricultoras de Rumanía. Pero lo que fue una constante era el aprendizaje –eso de “aprender haciendo”–, que ha sido el eje de todos los cursos y procesos en los que he estado involucrado. Yo aprendí muchísimo trabajando con ella y, tantos años después de haberla conocido, agradezco enormemente la oportunidad que tuve de trabajar juntos y de compartir esfuerzos. Muchas gracias, jefa.

Jorge Chávez-Tafur
Oxfam Novib

Foto: Carlos Maza

Conocí a Teresa Gianella hace 15 años, cuando iniciamos el curso de Domesticación en la Universidad Nacional Agraria La Molina. Fue un honor conocer a la editora de LEISA. Conversamos muchas veces durante mis visitas al Perú y en una de las visitas de Teresa a México. Conocí y admiré su enorme pasión por documentar la agroecología como un proceso vivo de investigación y praxis que se nutre de las numerosas experiencias del campo, de organizaciones y de instituciones académicas. Teresa y LEISA conformaron un foro para compartir experiencias y reflexiones multisectoriales de nuestra América Latina. En varios momentos me invitó a compartir las nuestras en el gran caleidoscopio temático del que LEISA es plataforma. La red que Teresa y LEISA tejieron me dejó gratamente impresionado cuando me invitó a coordinar una edición especial sobre agrobiodiversidad y semillas. Así pude percatarme del vigor de las alianzas agroecológicas latinoamericanas, del interés por compartir las experiencias de otros y de su inmensa labor por promoverlas.

Alejandro Casas
IIES-UNAM

Tuve la suerte de acompañar a Teresa durante los últimos 15 años en el cuidado de los textos y del diseño de LEISA. Había llegado de México con cierta experiencia editorial, pero cuando conocí a Teresa entendí cuán poco sabía del oficio: ella nos formó. Todas las personas que hemos trabajado textos a su lado hemos aprendido en la mejor escuela de editores. Gracias a Teresa, LEISA es uno de los mejores medios para la difusión de la agroecología porque su conocimiento no se quedaba ahí, en la agroecología, sino que se extendía hasta el último detalle en la arquitectura de la publicación. No he conocido editor más riguroso que Teresa en cuanto al respeto por el idioma español, por la claridad de lo que dice el texto, por la limpieza de su exposición, por la vastedad de conocimientos desde la que debe abordarse el trabajo editorial y, especialmente, por su compromiso con los lectores. Gracias por tanto, Teresa.

Carlos Maza
LEISA revista de agroecología

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