Las experiencias lideradas por el Parque Nacional Viñales en Cuba muestran cómo la articulación de factores en una cadena de valor, desde la familia productora hasta los mercados locales diversificados, generan estabilidad y sostenibilidad capaces de afrontar una situación extraordinaria como la pandemia de covid-19 sin sufrir impacto considerable.
Finca Coco Solo, asociada a proyectos del PNV, diciembre de 2019. Autores
A nuestro juicio, las cadenas de valor –concebidas según Manrique (2011) como un sistema constituido por actores interrelacionados y por una sucesión de operaciones de producción, transformación y comercialización de un producto o grupo de productos en un entorno determinado– aportan elementos y criterios que nos permitieron mejorar la dinámica de producción y comercialización en las comunidades del área protegida en el Parque Nacional Viñales (PNV), en Cuba.
Desde la intervención de los especialistas del PNV en estas comunidades se han gestado y liderado proyectos dirigidos al manejo sostenible de tierras, a la adaptación a los efectos del cambio climático y a elevar la agrobiodiversidad. Las acciones desarrolladas están enfocadas en los potenciales clientes consumidores. Dadas las características socioeconómicas del territorio, donde las principales actividades son la agropecuaria, la forestal y el turismo, la prestación de servicios, en particular los gastronómicos, tiene vital importancia. Por ello, el sector privado ha desarrollado negocios que necesitan de las cadenas de valor, gestadas desde las fincas agroecológicas creadas en las comunidades aledañas al sector urbano.
A la hora de diseñar el sistema productivo empleado hemos pensado qué nutrientes necesita el consumidor y cuáles son sus hábitos alimentarios, tanto en cantidad como en diversidad, para concebir un proceso productivo endógeno desde la finca y la comunidad, con el fin de acortar la cadena de valor y garantizar productos más frescos, de mejor calidad y que, a la par, generen mayores ingresos.
Visión del PNV en el ejercicio de liderazgo
En el proceso de diseño de las fincas asociadas a proyectos liderados por el PNV se partió de un diagnóstico de las condiciones del predio. Entre otros elementos se abordaron las características del suelo, su fertilidad y nivel de erosión; los sistemas agroforestales y pecuarios establecidos, y las condiciones materiales y tecnológicas con que contaban, en especial el acceso al agua y a sistemas de riego.
Para decidir los cultivos y prácticas a desarrollar en las fincas, considerando que uno de los principales consumidores sería el turismo, se hizo un estudio de los meses de mayor afluencia de turistas, los principales países de procedencia y sus costumbres y necesidades alimentarias.
Sobre esa base se montaron los planes de siembra y producción, siguiendo los principios de respeto a las épocas de cultivo, reciclaje óptimo de nutrientes y reducción de la dependencia de insumos externos; lograr la mayor biodiversidad agrícola posible incluyendo especies autóctonas que prácticamente estaban desaparecidas de nuestros campos e incorporando especies exóticas que se aclimatan muy bien al territorio y que gozan de buena aceptación. Asimismo, se emplearon buenas prácticas de cultivos y manejo sostenible de tierras para garantizar productos frescos y de calidad sin emplear insumos agroquímicos (o reducirlos al máximo). Para la planificación, también se tomó en cuenta la distancia a los centros de comercialización y se evaluaron las condiciones en que los productos son envasados, transportados y almacenados.
De igual modo, en el diseño e implementación de la cadena se consideraron las peculiaridades de la economía cubana, caracterizada por la presencia de múltiples formas de gestión de la producción, múltiples variantes para la comercialización de la producción agropecuaria, concentración de los insumos tecnológicos en manos del Estado (Bu y Rego, 2007).
Inicio de la cadena
El eslabón primario lo constituyen los pequeños y medianos productores que desde sus propiedades y tierras en usufructo generan un grupo de producciones, en primer lugar para la satisfacción de la demanda familiar, y para contribuir al consumo comunitario, aportar al consumo de instituciones sociales y a la comercialización en ferias agropecuarias, restaurantes y otros negocios que ofertan alimentos.
En función de la demanda y los compromisos de comercialización establecidos, se van decidiendo las siembras a realizar. La gran mayoría apuesta por la diversificación que, además de generar ventajas ecológicas para los agroecosistemas y favorecer la conectividad de paisajes, permite una mayor diversidad de especies en función de las necesidades y expectativas de los clientes.
Desde el PNV desarrollamos talleres de capacitación para los productores en temas como manejo sostenible de tierras, adaptación al cambio climático, producción de abonos orgánicos, manejo integrado de plagas y enfermedades, entre otros. Los talleres se convierten en espacios de coordinación y diálogo entre los integrantes de las cadenas de valor, para abaratar costos, generar ingresos y perfeccionar la gestión de sus actores.
Las prácticas agrícolas también se deciden de manera tal que los productos alcancen la mejor calidad según los intereses y costumbres de los destinatarios. En la comunidad de productores es común la elaboración y uso de abonos orgánicos y productos biológicos para el control de plagas y enfermedades, así como el uso de microorganismos que mejoren la capacidad de las plantas para absorber nutrientes y la rotación e intercalamiento de cultivos, entre otras prácticas que favorecen la calidad orgánica de los productos.
Como gestor de la cadena –y en alianza con proyectos financiados por el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Cuba, y por el Fondo Mundial del Medio Ambiente (GEF), el PNV ha propiciado el acceso de los productores a casas de cultivos y posturas, sistemas de riego eficientes, mallas para cultivos semiprotegidos, biodigestores, despulpadoras ecológicas de café y otros recursos que fortalecen la capacidad productiva local a la vez que minimizan los impactos del cambio climático.
Las cosechas por lo general se escalonan según la demanda de los distintos mercados y clientes. La recolección se ejecuta pocas horas antes de que los productos sean comercializados en envases apropiados, como cajas de polipropileno o sacos para evitar su deterioro. En la mayoría de los productos el proceso de transformación es sencillo: la propia familia productora los limpia y selecciona, con criterios como tamaño, calidad, nivel de maduración botánica, etc., lo que abarata los costos.
Las distancias a recorrer no exceden los ocho kilómetros; los medios de transporte para los productos son diversos, desde carros tirados por equinos hasta automotores. En todos los casos, garantizan un producto fresco a disposición de los consumidores.
Otros actores intervienen en la cadena, como las cooperativas de créditos y servicios, que contratan un porcentaje de la producción y cubren con insumos una pequeña parte de las necesidades de los productores. También existe un sistema estatal de agricultura urbana que contrata la producción de determinadas hortalizas y frutas con algunas de las fincas, con destino, por lo general, al consumo social en hospitales, círculos infantiles, casas de abuelos, etc.
Pasos de avance
Para diversificar las opciones ecoturísticas que se ofrecen en el PNV se establecieron fincas de confianza como destino agroturístico. Los interesados en Viñales como destino de naturaleza han superado la cifra de 17 mil visitantes anuales durante los últimos tres años.
En estas fincas, además de observar las formas de cultivo tradicionales, las actividades culturales que se desarrollan y los instrumentos utilizados para minimizar el impacto en el suelo, los visitantes pueden adquirir productos muy frescos, como frutas y hortalizas, consumir un delicioso jugo de frutas, una taza de buen café cubano o un trago de la coctelería cubana salpicado con el ron de primera calidad extraído de la caña de azúcar.
Estas fincas de confianza han visto mejorar sus ingresos a la vez que tienen un mercado seguro para sus producciones, y han permitido emplear a la familia, en especial a las mujeres, que en su mayoría son quienes comercializan y brindan servicios a los clientes.
También desde el PNV se organizan ferias de agrobiodiversidad para que los productores que integran las cadenas de valor expongan sus productos y concreten contratos con los diversos actores locales.
Contamos con un grupo de fincas de avanzada que han logrado concretar un ciclo cerrado, en el cual la gestión de la finca integra la actividad productiva y las labores de transformación de las hortalizas y frutas, a través de minindustrias que producen encurtidos, pulpas, aliños y otras conservas para el consumo familiar y que se comercializan en sus propios restaurantes o se destinan a otros clientes.
Queso de cabra producido por Osnel Corrales Valdés, finca El Olivo, diciembre de 2019. Autores
Especial mención hacemos de la finca El Olivo, del productor Osnel Corrales Valdés, que se dedica a varios cultivos, principalmente hortalizas, y a la cría de cabras en tarimas y cerdos de capa oscura. Osnel ha logrado producir queso, requesón, mantequilla y yogur de leche de cabra, lo que da valor agregado a sus productos. Su producto insignia, el queso de cabra, llevó a que fuera designado en 2018 el mejor productor de queso artesanal de Cuba. Produce más de seis tipos de queso, entre los que sobresale La Guayabita del Pinar, único en su tipo. Además, Osnel etiqueta y comercializa a través de su restaurante.
Cadenas de valor y covid-19
Los momentos que vive la humanidad por los efectos de la pandemia de covid-19 han generado una tensa situación alimentaria. En este contexto, tener diseñadas cadenas cortas de valor desde la gestión de las fincas agroecológicas concede innumerables ventajas para todos los implicados en ellas.
En nuestro caso, la situación ha permitido mantener la sostenibilidad de las producciones a pesar del cierre de fronteras internacionales y locales, lo cual, dadas las técnicas tradicionales de cultivo, la baja dependencia de insumos externos, las buenas prácticas agrícolas y el uso de abonos orgánicos y productos biológicos, no ha repercutido en los resultados productivos.
Por otra parte, se han mantenido los niveles de empleo para muchas personas, empoderando a la mujer, que se ha convertido en un eslabón importante en la trasformación y variedad de los productos elaborados para la oferta en negocios privados y mercados locales, ante la no afluencia de turismo foráneo. A la par, se ha reforzado el liderazgo de la cadena de valor, en especial de sus productores y del PNV como gestor de las transformaciones en los conceptos y prácticas de la misma, al propiciar alternativas alimentarias que el encargo estatal no ha podido cumplir a cabalidad dada la actual situación.
Evaluando resultados
La cadena de valor gestada desde el PNV ha demostrado su validez como sistema al permitir:
- La integración de un grupo de factores locales en función de lograr eficiencia en la producción y comercialización de alimentos saludables y frescos.
- La generación de ferias, eventos y otros espacios para la exposición y comercialización de productos.
- El mejoramiento de la competitividad desde la inyección tecnológica aportada por proyectos liderados por el PNV y el fortalecimiento de sus capacidades productivas.
- El establecimiento de una demanda y un mercado seguros para los productos generados por la cadena de valor.
- La posibilidad de concretar respuestas rápidas y viables ante cambios en la demanda y ante situaciones de desastre y epidemias.
- El aumento de la calidad de productos y servicios.
- El fortalecimiento de la relación entre los distintos actores, y el establecimiento de alianzas con instituciones y centros de investigación que aportan de manera tangible a la cadena.
- La generación de empleo y el empoderamiento de la mujer campesina, y un mayor desarrollo para las comunidades agrícolas, con inclusión y justicia social.
MsC. Ricardo Romero Miranda
Especialista principal del área protegida Parque Nacional Viñales. Empresa de Servicios Ambientales e Investigación (ECOVIDA). Licenciado en Educación, especialidad Geografía y Máster en Ciencias en temas de Agroecología.
richard@pnvinales.vega.inf.cu
MsC. Mario A Sánchez Carrillo
Mario Alberto Sánchez Carrillo. Director del Parque Nacional Viñales. Empresa de Servicios Ambientales e investigación (ECOVIDA). Licenciado en Educación. Máster en Cultura Económica y Política.
mario@pnvinales.vega.inf.cu
Referencias
- Manrique, G. (diciembre de 2011). Manual Cadenas de Valor Agropecuarias. Proyecto BID Rural ATN/ME-11055-RG, Expansión a Zonas Rurales de un Sistema Microfinanciero Integral.
- Bu, A. y Rego, I. (2007). Cuba: producción, transformación y comercialización de productos agropecuarios. Agroalimentaria 13.