Argentina viene sufriendo enormes transformaciones en su modelo agroproductivo, iniciadas en 1996 con la autorización para el cultivo de la soja transgénica “RR” (roundup ready), y que cobraron un nuevo impulso en 2002 con la devaluación del peso y la creciente demanda externa de commodities.
La agricultura industrial y sus impactos socioambientales
Como resultado del proceso de introducción del cultivo de soja transgénica, se pasó de aproximadamente siete millones de hectáreas en 1996 a casi 20 millones en la campaña 2015-2016. En gran parte, este crecimiento se ha dado a costa de desplazar otras actividades productivas, como la lechería, la horticultura, la apicultura y la ganadería, entre otras, con un creciente impacto socioambiental. Por un lado aumenta el uso de biocidas –principalmente glifosato– y, por el otro, se dan importantes conflictos por la tenencia de la tierra, con la expulsión, en muchos casos violenta, de campesinos que históricamente han habitado esos sitios pero que carecen de papeles que los acrediten ante la justicia como propietarios de las parcelas sobre las que tienen derechos ancestrales.
Un último informe oficial, preparado por la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación, sostiene que:
En Argentina existen al menos 9,3 millones de hectáreas de campesinos e indígenas que son pretendidas por el sector privado y estatal, según lo revela el primer informe oficial sobre conflictos rurales. La tierra en disputa equivale a 455 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, son 857 casos y afecta a 63 843 familias. En la mitad de los casos, las familias campesinas e indígenas sufrieron violencia para que abandonen sus campos, el 64% de los conflictos comenzó en las últimas dos décadas y tiene relación con el modelo agropecuario (Aranda, 2013).
Estas dinámicas, con características propias de nuestro país, tienen a su vez muchos puntos en común con problemas y procesos globales en los cuales las presiones de los mercados internacionales, las empresas multinacionales y muchos Estados nacionales ejercen cada vez con mayor fuerza sobre la producción campesina e indígena.
La agroecología y el paradigma de la soberanía alimentaria: alternativas a la agricultura industrial
Este trabajo profundiza el análisis y la evaluación de una finca de 10 hectáreas en la zona rural de Casilda (departamento Caseros, provincia de Santa Fe), que desde 2011 lleva a cabo una transformación en la forma de producir, demostrando que las prácticas agroecológicas integradas y diversificadas son viables y sustentables. Desde el punto de vista metodológico el enfoque aplicado es el que aporta la agroecología, entendida como la ciencia que estudia los sistemas productivos (agroecosistemas), integrando variables económicas, sociales y ambientales, y que se basa en la diversificación temporal-espacial de la producción, el reciclaje de materiales (los deshechos de un subsistema son insumos de otro), el aumento de la biodiversidad y la baja utilización de insumos externos. Los datos obtenidos hasta el momento confirman la hipótesis de trabajo que hemos sostenido: es posible obtener producciones económicamente viables y ambientalmente sostenibles en pequeñas extensiones de tierra. Para esto es necesario optar por sistemas productivos diversificados, intensivos en mano de obra y aplicar tecnologías de procesos en lugar de tecnologías de insumos.
En el espacio productivo coexisten las plantas frutales con una forestación nativa o naturalizada, intercaladas con aromáticas, ornamentales y medicinales. Las medidas a implementar son discutidas con el productor y se le acompaña en su ejecución. La evaluación de los resultados indica un alto grado de compromiso del productor con esta forma de producir y su convencimiento de seguir profundizándola.
Algunas de las medidas implementadas y que pueden ser presentadas como resultados son:
- implantación de plantines de especies aromáticas y medicinales en el sector dedicado a la producción hortícola, para aumentar la diversidad y crear nichos para insectos benéficos (controladores de especies plaga);
- combinación de variedades que ya sea por su floración o emisión de aromas particulares también atraen poblaciones de insectos benéficos o repelen los perjudiciales. El incremento de la biodiversidad –tanto en los subsistemas productivos como en el predio y en los límites del mismo– es uno de los ejes del plan de manejo;
- por tres años consecutivos se sembró soja no transgénica en una superficie aproximada de tres hectáreas con técnicas agroecológicas. Se obtuvo un rendimiento promedio anual de 30 quintales (tres toneladas) por hectárea, muy cercano a los rendimiento s de la zona. Lo destacable en este resultado es que desde el segundo año se elaboró harina de soja, aumentando la rentabilidad en un 100%;
- el cultivo de trigo, también en aproximadamente tres hectáreas, tiene rendimientos un poco menores a los de la agri-cultura industrial pero, al transformarse en harina, la supera ampliamente en rentabilidad. El valor agregado local es una de las fortalezas del sistema.
La labranza convencional se realiza utilizando rastra de discos de dientes y escardillo para el control mecánico de malezas. Todas las tareas son efectuadas por el propietario y el equipo de trabajo que lo acompaña se encarga de la comercialización, la cual se hace en envases que van de 1,5 a 25 kg. Los gastos de cosecha se asumieron considerando un 10% del ingreso bruto en el caso de grano, para tener una referencia, a pesar de ser algo menor por ser el titular el dueño de la maquinaria. El período considerado fue 2015-16, incluyendo los meses con erogaciones efectivas y de una sola actividad, con el fin de compararlo con la producción dominante de la zona. El precio obtenido por la harina llega a los $17 kg (1,14 USD/kg), que contrasta con el precio de $4,3/kg por la venta del grano en bruto en el mercado mayorista. Esta transformación de la materia prima y el valor por kg hacen la diferencia, a pesar del aumento de costos en comparación con una siembra directa con semilla transgénica.
Enfoque metodológico: ¿qué y cómo evaluamos?
Pensamos que el diseño metodológico para evaluar cualitativa y cuantitativamente sistemas productivos debe contemplar aspectos que den cuenta de la multidimensionalidad y de las complejidades involucradas, que ninguna herramienta en sí misma puede abarcar. Lo que está claro es que los sistemas cuantitativos habitualmente utilizados son incompletos y sesgados por una mirada netamente productivista.
La herramienta metodológica de análisis que utilizamos fue el MESMIS (Masera, 2000: 18-23), que hemos adaptado y retrabajado. Tomamos las tres dimensiones de la sostenibilidad (ecológica-ambiental, socio-cultural y económica-productiva) y, en discusión con el equipo y con el productor, definimos una serie de indicadores. Los valores finales de cada indicador, con su respectiva unidad de medida, fueron calculados con una escala de 1 a 5, donde el valor 5 representa la mayor sustentabilidad y el valor 1 la menor. El gráfico 1 muestra la evolución en el tiempo (situación inicial-situación actual), a cuatro años de iniciado el proceso de acompañamiento y el trabajo participativo. Se puede apreciar la evolución de los indicadores que han mejorado sustantivamente:
- conocimiento y conciencia ecológica: basado en la mayor interacción entre el productor y los integrantes del equipo de trabajo –docentes y estudiantes– como de su participación en reuniones de agroecología a nivel nacional e internacional;
- riesgo de contaminación: en este caso el acompañamien¬to y la implementación de medidas de diversificación y ordenamiento de los cultivos ha redundado en la elimina¬ción total del uso de agrotóxicos;
- riesgo económico: ha disminuido al incorporar cultivos agroecológicos de soja no transgénica y trigo para elaborar harinas que permiten agregar valor; se incrementó la diversificación y el agregado de valor;
- integración social: este indicador ha mejorado notablemente debido a la interacción con el grupo de trabajo, intercambios con otros productores y la designación del productor como representante del Departamento de Caseros ante el Foro Nacional de la Agricultura Familiar (FONAF). El productor ha participado como ponente en encuentros de agroecología.
Conclusiones y aportes para la discusión sobre la evaluación y sistematización de experiencias agroecológicas
Los resultados muestran que en ningún caso los indicadores han retrocedido en la calificación, y es de destacar la evolución favorable en algunos indicadores que ponen de manifiesto la viabilidad y el potencial de este tipo de emprendimientos. En este caso hay muchos detalles y prácticas a mejorar e implementar, y la mayor dificultad se encuentra más asociada con los requerimientos de tiempo o mano de obra que con las limitantes técnicas que se puedan presentar.
Podemos afirmar que este ejemplo, sumado a muchos otros de la región, el país y el planeta, demuestra que la agro-ecología es económicamente viable y socialmente justa, y que garantiza la salud de los ecosistemas. Sin embargo, debe enfrentar barreras y dificultades de distintos tipos:
- culturales: muchos productores y técnicos, así como otros sectores de la sociedad, están influenciados por el modelo agroindustrial, al que ven como único camino posible. En este sentido la investigación-acción participativa promueve la apertura de otros escenarios posibles;
- políticos y económicos: la agroecología se enfrenta con los intereses de las empresas productoras de insumos industriales. Genera mercados alternativos y redes solidarias en los ámbitos de la producción, la transformación y el consumo;
- educativos: se sigue priorizando el paradigma de la agricultura industrial, el cual atraviesa todos los niveles, particular¬mente en las universidades, las cuales continúan produciendo graduados que reproducen el modelo. La agroecología promueve campos interdisciplinarios en la producción de conocimientos, incorporando otro tipo de saberes y la articulación con distintos movimientos sociales.
Es muy importante construir herramientas sólidas y flexibles que a la vez permitan evaluar la complejidad de los sistemas productivos, pues está claro que los volúmenes de producción como única variable –o la más importante– en la comparación entre sistemas agroindustriales y agroecológicos nos lleva a una trampa; debe evaluarse y compararse sistema contra sistema. La permanencia en el campo, la diversificación e integración productivas, la integralidad del paisaje, el riesgo de contaminación, los servicios ecosistémicos, la cultura y la conservación de la biodiversidad, la resiliencia, entre otros aspectos, deben ser considerados en cualquier evaluación seria que intente sistematizar y medir la sostenibilidad del desarrollo rural. Además, deben combinarse los análisis y evaluaciones multiescalares que nos permitan ir de la finca a la región y de la región seguir “subiendo” para “medir” los impactos del capitalismo global y su expresión en el mundo rural a través de la agricultura industrial.
El caso aquí expuesto intenta hacer un pequeño y concreto aporte en este sentido y muestra la viabilidad y la necesidad de involucrarse desde la universidad en los espacios que se consigue articular entre docentes y estudiantes sensibles a esta problemática. También promueve la factibilidad de desarrollar proyectos de investigación-extensión, producir conocimiento en la lógica del diálogo de saberes. Pensamos que estos resultados pueden contribuir a incidir al interior de la academia y a la discusión de políticas públicas que redireccionen el modelo de desarrollo agropecuario.
Eduardo Spiaggi
Director del Observatorio del sur y docente investigador de la Facultad. de Ciencias Veterinarias (UNR), Argentina.
epspiaggi@hotmail.com – www.observatoriodelsur.unr.edu.ar
Graciela Ottmann
Docente e investigadora de la Fac. de Cs. Veterinarias de la UNR.
Alejandro Miretti
Docente e investigador de la Fac. de Cs. Veterinarias de la UNR.
Cristian Alesio
Estudiante.
Marcelo Frattin
Productor agroecológico, en su predio se realizó este trabajo.
Referencias
- Masera, O., Astier, M., López-Ridaura, S. 2000. Sustentabilidad y manejo de recursos naturales. El marco de evaluación MESMIS. México: Mundi-Prensa/GIRA.
- Ottmann, G., Renzi, D., Miretti, A., Spiaggi, E. 2011. La sustentabilidad del modelo de desarrollo rural en la provincia de Santa Fe: determinación de indicadores para sistemas productivos de diferentes ecorregiones, en: Díaz, C., y Spiaggi, E., (comps), Desarrollo Rural, Soberanía y seguridad Alimentaria. UNR.