marzo 2015, Volumen 31, Número 1
Suelos para la vida

Producción de materia orgánica. Prácticas campesinas innovadoras en Cuba

NELSON VALDÉS RODRÍGUEZ, AGUSTÍN PIMENTEL NAVARRO, ROIBEL PIMENTEL VALIDO, MARÍA VALIDO VALIDO | Página 16-18
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La pobreza y el débil desarrollo rural, la intensa presión y el mal manejo de los ecosistemas que aún subsisten, con su secuela de erosión y pérdida en  la calidad de suelo, son factores casi homogéneos en el sector agrario latinoamericano. Entre los más determinantes están los efectos de la Revolución Verde que han hecho dependiente tanto a la propiedad, como al productor y su familia. Pero, ante el cambio climático, muchos campesinos lo enfrentan minimizando la pérdida de cosechas a través de un mayor uso de variedades locales tolerantes a la sequía, cosechando agua, sembrando cultivos mixtos, creando sistemas agrosilvícolas, realizando prácticas de conservación de suelos e implementando otras técnicas tradicionales.

Suelos restaurados. AutoresTanto la biodiversidad como el suelo son vitales para la salud y el funcionamiento del agroecosistema (Altieri, 2009; Nicholls y Altieri, 2007), Reijntjes y otros (1992) destacan la conservación del suelo como uno de los principios ecológicos básicos para el diseño de agroecosistemas sostenibles. Entre las principales características del suelo que se pueden relacionar con la resiliencia, Scherr (1999) menciona el contenido de nutrientes y materia orgánica, la capacidad de retención de agua, la estructura, la profundidad de la capa arable, la salinidad y su biomasa.

El contenido de materia orgánica presente en los suelos es un factor de primer orden pues, al aumentar sus porcentajes, mejoramos la estructura del suelo, su capacidad de retener agua y carbono –importante para la mitigación de los gases de efecto invernadero y por tanto para enfrentar el cambio climático y sus consecuencias impredecibles–, y contribuimos a la seguridad alimentaria y nutricional del productor y su familia.

Primeras experiencias

La finca El Charrabascal en Pinar del Río, Cuba, es una pequeña extensión de tierra propiedad del productor Agustín Pimentel Navarro. Antes de adquirirla había sido sometida a un intenso sistema de explotación que incluía el uso de maquinaria en pendientes mayores a 12%. El suelo no solo había perdido la materia orgánica, sino también la capacidad para producir, y sus cultivos se limitaban a la yuca con muy bajos rendimientos.

El productor se integró a un grupo de innovación y experimentación campesina y comenzó a trabajar con la diversidad agrícola, incorporándola en su finca con el propósito de mejorar el funcionamiento y la productividad del sistema. Pero a pesar de los esfuerzos, la diversidad por sí sola no mejoraba los niveles de funcionamiento de la propiedad y los rendimientos aumentaban muy poco. Después de unos años, la diversidad comenzó a reducirse nuevamente. Un breve diagnóstico de la propiedad arroja: capa arable pobre, bajos niveles de materia orgánica, problemas relacionados con el drenaje interno y elevada compactación a pesar de estar en suelos de pendiente.

El regreso a la conservación del suelo

Conociendo las bondades de un suelo bien conservado, no solo para las cosechas, sino para la retención de carbono por el aumento de materia orgánica, la retención de humedad y su efecto sobre la seguridad alimentaria y nutricional, se emprendieron acciones encaminadas a este objetivo.

Construcción de curvas de nivel y barreras vivas

Una vez establecidas las curvas de nivel, se eligieron las plantas para sembrar como barrera viva: vetiver, king grass y titonia (Tithonia rotundifolia. Mill); la primera se eligió por sus buenas características para el cierre de la barrera y su aporte significativo a la producción de materia orgánica como resultado de la poda de mantenimiento, y las otras dos porque son plantas con doble propósito: el de barrera y como alimento para los animales de la finca. Las tres especies tienen alta producción de biomasa en breves períodos de tiempo, lo que contribuye al incremento de los niveles de materia orgánica en el suelo.

Uso de residuos

Los residuos domésticos usualmente solo se apartaban para evitar insectos y malos olores, y los de la finca generalmente se quemaban como parte del proceso de acondicionamiento de los suelos para la siembra, pero aquí también se quemaba la materia orgánica tanto de los residuos como la que estaba en la superficie de los suelos. Ante esto, se inició la elaboración de compost con ambos tipos de residuos y la preparación de biotierra, en la que se incorpora un mayor porcentaje de suelo, que generalmente es de baja calidad y que sale enriquecido después del proceso. Los fertilizantes obtenidos son ricos en materia orgánica para incorporar al suelo, en el lecho de siembra o sencillamente esparcida en las plantaciones.

Recuperación de la diversidad agrícola

Una de las primeras manifestaciones de la baja fertilidad de suelo y la reducción de la posibilidad de obtener buenas cosechas fue la desaparición general de las leguminosas. Dada la importancia de estas especies para la fijación de nitrógeno, su ausencia limita enormemente la fertilidad del suelo. Al mejorar las condiciones del suelo y tener mayor diversidad agrícola fue posible establecer adecuadas rotaciones y asociaciones de cultivos, importantes para estas condiciones de montaña.

Dos ejemplos de las plantas utilizadas fueron el frijol caupí y el gandul que incrementan sustancialmente los niveles de materia orgánica en el suelo por su alta producción de biomasa, además de los significativos ingresos de nitrógeno que realizan ambas especies. Dada las características de la pequeña propiedad –solo seis hectáreas, que limitan la posibilidad de dejar áreas en barbecho–, las prácticas de rotación de cultivos adquieren una mayor importancia.

Uso de árboles

El uso de los árboles dentro de la pequeña propiedad campesina puede aportar múltiples beneficios. Son muy eficientes para mejorar los suelos por su gran producción de biomasa que puede aumentar los niveles de materia orgánica en la superficie del suelo. También funcionan como bombas de materiales que se han lixiviado hacia capas más profundas del suelo, y brindan sombra a los suelos evitando el excesivo calentamiento de su superficie y, por consiguiente, la pérdida acelerada de materia orgánica. En este caso se utilizaron la leucaena (Leucaena leucocephala. L), que aporta una importante cantidad de nitrógeno al suelo, y el saman o árbol de la lluvia (Samanea saman. Merr) conocido en Cuba como algarrobo. El follaje de ambas especies cae constantemente, lo que garantiza una capa superficial donde se descompone abundante materia orgánica.

Los microorganismos eficientes

Esta técnica ha sido utilizada fundamentalmente para la fertilización foliar de los cultivos y la aplicación directa en los surcos con el fin de evitar la presencia de algunas enfermedades que afectan a los cultivos. Al incorporar una gran gama de microorganismos se propicia una nivelación adecuada, un equilibrio que contribuye al manejo de la finca.

Los microorganismos eficientes también se pueden aplicar directamente sobre las pilas de compost y biotierra, lo que acelera el proceso de descomposición de materia orgánica, logrando una mayor calidad de la misma.

Resultados observados

Después de diez años de trabajo en la finca con el apoyo del grupo de innovación, los suelos de El Charrabascal han mejorado sustancialmente. Se han incrementado los niveles de materia orgánica y, por tanto, su potencial de retención de carbono; existen mejores condiciones para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, y los agricultores son más exitosos a la hora de enfrentar los efectos del cambio climático, sobre todo ante los huracanes y las intensas sequías, ahora comunes en estas zonas del país.

Testimonio de Agustín Pimentel

Esta pequeña propiedad era muy difícil para el trabajo, las piedras sueltas estaban sobre la superficie de los suelos, se pasaba mucho trabajo para cultivar la tierra, los equipos se rompían con facilidad y las labores se hacían muy lentas por las dificultades con la tierra. Incluso la cantidad y calidad de las cosechas era muy baja.

Comenzamos trazando las curvas de nivel en 2002 debido a la capacitación y los ciclos de aprendizajes recibidos de la facultad de Agronomía de Montaña. También sembramos king grass, titonia, caña de azúcar, piña y esto nos ayudaba con la alimentación de la familia y de los animales. Los suelos comenzaron a mejorar muy lentamente debido a la pendiente, pero poco a poco comenzaron las piedras a desaparecer de la superficie de la tierra. Después el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA) nos trajo una inyección de diversidad muy beneficiosa, con moruna, canavalia, conchita azul, piñón florido, leucaena y muchas variedades de caupí. También recibimos capacitación para utilizar esa diversidad para mejorar el suelo.

Para 2007 comenzamos la capacitación para la elaboración de compost y biotierra con materiales de desecho del hogar y de las cosechas así como del biodigestor, que también beneficiaba la cría porcina y el gas se utilizaba para la cocina de la casa. Recuperamos la extracción de materia orgánica de los arroyos que estaban cerca y la depositábamos en los suelos que, con las barreras, cada vez dejaban escapar menos tierra.

Para mí, la materia orgánica es fundamental para el funcionamiento de la finca, ya que estos suelos tan improductivos comenzaron a dar resultados muy positivos. Ahora puedo obtener muchas cosechas de diversos cultivos y eso no sería posible sin la incorporación de la materia orgánica a los suelos. La producción de materia orgánica permitió implementar un huerto familiar. Ahora se ha mejorado mucho la dieta de la familia y de muchos vecinos. Los productos se consumen generalmente frescos, pero como se produce bastante y con muy buenos rendimientos, también queda para la pequeña industria casera y se conservan muchas de estas hortalizas. La producción de materia orgánica mejoró la calidad de la tierra y ahora hay mejores pastos, lo que ayuda a los animales, además de que, dada la variedad que se siembra en la finca, hacemos raciones de piensos para aquellos que no están sueltos. Las leguminosas aportan, además del nitrógeno al suelo, mucha materia orgánica. Un ejemplo es el piñón florido, que aporta nitrógeno, masa verde, se utiliza como cerca viva y como sombra para el café.

Si tuviera que resumir lo que ha significado para mí conocer y producir materia orgánica diría que la materia orgánica le ha devuelto la vida a la finca.

 
Nelson Valdés Rodríguez
Profesor titular de la Facultad de Agronomía de Montaña, Universidad de Pinar del Río, Cuba.
nvaldes@upr.edu.cu
Agustín Pimentel Navarro
Roibel Pimentel Valido
María Valido Valído

Familia de productores que ha trabajado en el Programa para la Innovación Agropecuaria Local (PIAL).

Referencias

  • Altieri, M. A., Funes-Monzote, F. R., Henao, A., Nicholls, C. I., León-Sicard, T., Vázquez, L., Zuluaga, G. 2012. Hacia una metodología para la identificación, diagnóstico y sistematización de sistemas agrícolas resilientes a eventos climáticos extremos. REDAGRES.
  • Altieri, M. A. 2009. Agroecology, small farms and food sovereignity. Monthly Review, 61: 102-111.
  • Altieri, M. A., y Nicholls, C. I. 2007. Conversión agroecológica de sistemas convencionales de producción: teoría, estrategias y evaluación. Ecosistemas, 1: 1-10.
  • Reijntjes, C., Haverkort, B., y Waters-Bayer, A. 1992. Farming for the future. Londres: McMillan.
  • Scherr, S. J. 1999. Soil Degradation. A Threat to Developing-Country Food Security by 2020? En: Food, Agriculture and the Environment, Discussion Paper 27. Washington.

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