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“No se debe abrir una sola hectárea más, sino trabajar en las áreas ya degradadas. Nuestra frontera agrícola debe ser el área degradada”.
Julio César Alegre
Revista Agraria. CEPES, Lima, febrero de 2015.

Suelos para la vida

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta revista de agroecología ha tratado varias veces el tema del suelo desde enfoques diferentes, pero siempre resaltando la importancia de comprender al suelo como un

elemento vivo. En 2008 fue la última vez que LEISA (volumen 24, número 2) trató el tema del suelo y en esa oportunidad el objetivo fue resaltar la importancia del suelo agrícola como recurso natural que hay que cuidar. También se alertó sobre la contaminación y depredación que atentan contra su calidad de elemento vivo de los ecosistemas, todo ello resultado de erróneas políticas territoriales y, concretamente, de uso del suelo.Siete años después, la erosión de suelos sigue siendo un problema que afecta a la productividad de los agroecosistemas. Una de las causas de esta erosión en América Latina ha sido la agricultura migrante de roce y quema, a la que se suman ahora otras agresiones. Los suelos de ecosistemas mayores –especialmente en los trópicos que albergan gran biodiversidad– son contaminados y sufren la depredación de su biodiversidad debido a la deforestación y otras acciones generadas por las actividades extractivas como la explotación forestal ilegal, la minería y la explotación petrolera. A todo esto se añade el fenómeno relativamente reciente del acaparamiento de tierras, especialmente por el manejo inadecuado que se practica en las grandes extensiones de tierra dedicadas al monocultivo de commodities para la exportación –como la soya y la ganadería de vacuno– o la obtención de biomasa para la producción de los llamados biocombustibles (C. Vicente, p. 36). Sin embargo, la importancia del suelo para la agricultura, en especial para la producción de alimentos, ha sido ahora reconocida oficialmente por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que ha declarado a 2015 como Año Internacional de los Suelos (AIS), con estas palabras: “Los suelos constituyen la base para el desarrollo agrícola, las funciones esenciales de los ecosistemas y la seguridad alimentaria y por lo tanto son clave para sostener la vida en la Tierra”.Es importante que este reconocimiento de 2015 como Año Internacional de los Suelos se haya producido a continuación inmediata de otro reconocimiento oficial importante, como fue 2014 Año Internacional de la Agricultura Familiar, pues son los millones de agricultores familiares del mundo –responsables de casi el 70% de la producción de alimentos– quienes pueden mantener la fertilidad potencial de los suelos al aplicar conocimientos acumulados a través de miles de años de cultivar en diversos entornos naturales y sociales. La agricultura de pequeña escala productiva es crucial para la conservación de suelos porque en ella se cultivan diferentes especies y variedades de plantas para la alimentación humana y animal, convirtiéndose así también en principal factor para la conservación de la agrobiodiversidad, otro recurso indispensable para la vitalidad de los suelos y la seguridad alimentaria.

En la presente edición nos enfocamos en considerar al suelo como un recurso vivo fundamental que sustenta la agricultura y la vida en la Tierra, pero que hasta ahora no fue considerado como elemento clave en las políticas agrarias. Las experiencias de manejo adecuado del suelo que publicamos, así como las reflexiones y opiniones de investigadores u otras personas comprometidas –en sus propios países y a nivel mundial– con el desarrollo sostenible de la producción agraria, están referidas en su mayor parte a la recuperación o restauración de los suelos mediante procedimientos de agricultores campesinos e indígenas (P. Tittonell, p. 7; R. Bunch, p. 5; J. Benites, p. 10) o como producto de observación de los procesos naturales, cuyos principios han sido comprobados y aplicados a través de larga experiencia en la chacra del agricultor o en las mismas tierras depredadas (G. López, p. 13; J. Alegre, p. 28). Además, otro énfasis del contenido de este número de LEISA es resaltar la importancia de la materia orgánica como componente esencial, no solo para la recuperación del suelo, sino también para el mantenimiento de su capacidad fértil.

Otro factor positivo que se puede identificar en la presente edición es el, cada vez mayor, efecto del aprendizaje mutuo entre los investigadores, procedentes del mundo académico, y los agricultores campesinos. Un intercambio de saberes que está generando innovación en la práctica de la agricultura, la cual promueve el avance de la agroecología como un modelo viable que ha de ser compartido por todos los actores de la producción agraria.

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LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
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