marzo 2015, Volumen 31, Número 1
Suelos para la vida

Barbecho tradicional y resiliencia de los suelos arenosos

ALEJANDRO BONIFACIO FLORES | Página 22-25
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Las tierras áridas del altiplano sur de los Andes bolivianos son un medio ambiente hostil incluso para los agricultores más acostumbrados a ellas. El “boom de la quinua” y la mecanización de la agricultura han obligado a que los periodos de barbecho sean más cortos y, con ello, a una drástica reducción del aporte de materia orgánica al suelo. Pero los agricultores de la comunidad de Lloco mantienen prácticas tradicionales que les permiten cuidar los suelos arenosos –áridos y frágiles– de su zona y conservar la capacidad de recuperación de su fertilidad.

Montones de estiércol sobre un campo acondicionado. A. BonifacioEn el altiplano sur de Bolivia solo pequeñas zonas de ladera son aptas para el cultivo. En ellas se siembra principalmente papa, quinua y cebada, y se reservan las planicies para el pastoreo de llamas (Lama glama). La mayoría de las familias campesinas de la zona tiene acceso a tierras de cultivo y para pastoreo. En las dos últimas décadas, la mecanización y la expansión del cultivo de quinua, alentadas por el incremento de su precio, han socavado la sostenibilidad de la agricultura en esta zona el altiplano sur. Cada vez más tierra está siendo roturada, lo que altera el delicado equilibrio entre cultivos, pastizales y descanso del suelo o barbecho, dañando la estructura del suelo por compactación, destruyendo la vegetación nativa y exponiendo los suelos a la erosión eólica. La expansión de la superficie dedicada a la quinua también ha dado lugar a la reducción del tiempo de barbecho y, en consecuencia, a una creciente necesidad de estiércol que, con relativamente pocos animales, es cada vez más escaso y desde 2005 su precio se ha multiplicado por cinco.

Los agricultores de Lloco, una comunidad en el cantón de Orinoca, han sido testigos de una extensa degradación del suelo en las comunidades vecinas, donde los tractores fueron introducidos hace 15 años. Pero las tierras de este cantón son diferentes porque sus suelos arenosos presentan dunas dispersas. Esto ha impedido que se utilice el tractor con la misma intensidad que en las comunidades donde no hay dunas de arena y, también, que se incorporen nuevas tierras para cultivar quinua. El sistema agrícola tradicional en la comunidad de Lloco ha sido objeto de menos presión, pero los agricultores aún están preocupados por el incremento de la degradación del suelo y, sobre todo, por los efectos del cambio climático en su agricultura. Casiano García, agricultor de Lloco, dice: “La temporada de lluvias en Lloco solía ser entre diciembre y febrero, pero ahora no empieza a llover hasta mediados de enero. Esto es un desastre para nuestros cultivos de papa y pastos”. En consecuencia, la comunidad de Lloco está tomando medidas para preservar y adaptar su sistema tradicional y así salvar su tierra y sus medios de vida.

Sistemas evolutivos

Por la escasa materia orgánica que tienen, sus suelos arenosos son muy frágiles y con un bajo nivel de nutrientes. Además, la agricultura en las tierras áridas del altiplano, entre 3 500 y 4 000 msnm, tiene un alto riesgo de pérdida de cosechas debido a las heladas, la sequía y el granizo. En estas condiciones, la incorporación y mantenimiento de materia orgánica en el suelo es crucial para mantener y conservar su estructura, la humedad, los microorganismos benéficos y otras propiedades físicas y bioquímicas que favorecen el crecimiento de las plantas.

Durante milenios, debido a la fragilidad de los suelos, los agricultores de Lloco han aprendido a cultivar solo pequeñas áreas, pero con un alta diversidad de cultivos, con períodos largos de barbecho y cuidado de pastos para la ganadería.

Un delicado equilibrio

Mantener el equilibrio entre cultivos, animales y barbechos asegura suficiente estiércol, una fuente esencial de nutrientes para la quinua. Pero el barbecho debe tener tiempo suficiente para la adecuada regeneración de la vegetación nativa que protege el suelo de la erosión eólica y proporciona una fuente importante de material para el mantillo (mulch), que aumenta aún más la materia orgánica del suelo.

Hace 50 años, la tierra se dejaba en descanso durante 30 años, pero ahora la tendencia es reducir este período a tan solo dos o tres años y, en casos extremos, tan solo a un año. Un barbecho de 30 años permite que diferentes pastos, arbustos y leguminosas se regeneren. Hierbas importantes como la sikuya (Stipa ichu) se utilizan como material de mantillo; arbustos como la t’ula (Paratrephia lepidophylla) sirven para formar barreras vivas, brindan combustible y tienen usos medicinales. Leguminosas como la salqa o q’ila-q’ila (Lupinus subacaulis, L. otto-buchieni, L. montanus) contribuyen a mejorar la fertilidad del suelo. Los campos en descanso también albergan fauna como el quirquincho (Chaetophractus nationi), camélidos y aves migratorias.

Barbecho, estiércol y mantillo

Incorporación manual de estiércol en suelo húmedo. A. BonifacioUna familia típica de Lloco cultiva papa, principalmente para consumo doméstico, y quinua, tanto para consumo como para su comercialización. También cultiva cebada para la alimentación de los animales, aunque en algunos años este grano se emplea también en la alimentación familiar. Los productos alimenticios adicionales y los ingresos monetarios provienen de la crianza de llamas. Antes los productores de la zona criaban ovejas, pero actualmente la mayoría de las familias ha abandonado esta crianza porque las ovejas prefieren pastos mejorados y necesitan pastores para su cuidado diario, mientras que las llamas pueden pastar libremente y tolerar los pastos nativos. Debido a la migración a las ciudades, hay menos pastores para cuidar los rebaños.

Después de un típico barbecho de 20 a 30 años de duración, la preparación del suelo comienza entre tres y 12 meses antes de la temporada de lluvias, dependiendo de la disponibilidad de terrenos para pastoreo –algunos prefieren pastorear sobre la escasa vegetación, otros prefieren que la vegetación se descomponga para que se integre al suelo–. Los arbustos más altos se podan y las ramas y hojas quedan en el suelo como abono orgánico. El estiércol se transporta desde las áreas de pastoreo y se apila donde la vegetación fue cortada; estas áreas se cubren con paja para evitar la pérdida de los nutrientes por efecto del viento. La mayoría de las familias de Lloco recogen el estiércol de sus propios rebaños de llamas o lo intercambian o compran a las familias que tienen mayores áreas de pastoreo.

El periodo de lluvias dura por lo general dos meses–enero y febrero–, durante los que el estiércol se distribuye uniformemente en todo el campo y se incorpora al suelo. Luego se cubre con paja de sikuya; un pasto local no palatable para las llamas. La paja protege contra la erosión, contra el sol, y reduce la pérdida de humedad durante los meses fríos y secos. Para la siembra, seis meses después, esta actividad es crucial pues conserva eficientemente la humedad y los nutrientes del suelo. La siembra se realiza antes de la temporada de lluvias, por lo que hay tiempo suficiente para que los cultivos puedan completar el ciclo de crecimiento antes de su llegada. La papa se siembra durante dos o tres años consecutivos antes de rotar con quinua y cebada (figura 1).

La producción resiliente de alimentos

Las prácticas tradicionales descritas favorecen la resiliencia que caracteriza al sistema de producción de alimentos en la comunidad de Lloco. Si bien la helada y la sequía pueden reducir los rendimientos, la producción nunca se pierde en esta comunidad, como sucede en las vecinas, donde el suelo y la vegetación nativa se han degradado. Por ejemplo, en 2003, la mayoría de las comunidades del cantón de Orinoca perdieron sus cultivos de quinua y papa por las heladas, pero los agricultores de Lloco manejaron los riesgos y lograron cosechar papas. Además, un suelo sano significa menor incidencia del gorgojo, la polilla de la papa y el tizón tardío, que son las principales plagas y enfermedades de la papa en los Andes.

Los desafíos actuales

Los desafíos de trabajar estos suelos arenosos son más que un asunto técnico. El sistema tradicional de la comunidad de Lloco requiere conocimiento, habilidades y mano de obra intensiva. El conocimiento debe ser compartido entre las generaciones y trabajar en agricultura no debería ser desalentador para los jóvenes. Para reducir las necesidades de mano de obra se están explorando pequeñas herramientas para cortar arbustos y preparar mulch, accesorios para transportar el estiércol y adaptación de motocicletas para la agricultura.

Otro de los retos que enfrentan los agricultores de Lloco es la desconexión entre el conocimiento tradicional y el que les proporcionan los agentes de extensión. Las recomendaciones técnicas de estos agentes para los suelos arenosos son: reducir la práctica de la agricultura o abandonarla por completo y solo criar ganado. Sin embargo, los agricultores han desarrollado sus propios sistemas resilientes de producción de alimentos, demostrando que su sistema funciona. Los técnicos deben escucharlos, y comenzar un diálogo entre el conocimiento tradicional y el científico. En los últimos años, más científicos están empezando a trabajar con los agricultores de Lloco para encontrar explicaciones a la capacidad de retención de la fertilidad y humedad de sus suelos arenosos y para aprender sobre los ciclos reproductivos de los pastos nativos, arbustos y plantas leguminosas.

El manejo de la vegetación nativa y el estiércol como fuente de materia orgánica se ha desarrollado de acuerdo a las necesidades de la agricultura familiar en las tierras áridas. Las técnicas desarrolladas por los agricultores de Lloco también les han permitido, hasta ahora, soportar las presiones del mercado tales como el “boom de la quinua”. Y –ver para creer– las comunidades vecinas están empezando a escuchar a estos agricultores porque han visto cultivos sanos, suelos saludables y productos para la seguridad alimentaria y venta en el mercado. Con el cambio climático, tales sistemas resilientes deben ser revalorados más que nunca.

Alejandro Bonifacio Flores
Investigador de cultivos andinos
Fundación PROINPA. La Paz, Bolivia.
a.bonifacio@proinpa.org

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