diciembre 2014, Volumen 30, Número 4
Nutrición y agricultura familiar

La agricultura ecológica nutre mejor al campo y a la ciudad

ROBERTO UGÁS | Página 8-9
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Mientras que cierta parte de la comunidad académica sostiene que, en términos nutricionales, no hay gran diferencia entre la agricultura ecológica y la producción convencional, numerosas investigaciones están acumulando evidencia de lo contrario. A esto hay que sumar los efectos benéficos desde el punto de vista social, cultural y económico, tanto para agricultores como para consumidores.

Plato finalista en un concurso de culinaria campesina en Calca, Cusco, organizado por el proyecto AGROECO: una combinación de alimentos nativos e introducidos de alto valor nutricional, tanto cultivados (papa, haba, maíz) como malezas (atacco u hojas de Amaranthus) y silvestres (hongos y helechos). AutorUna rápida búsqueda en Internet muestra diversas referencias de escuelas de medicina de EEUU (Stanford, Harvard, Clínica Mayo) que indican que no existe evidencia contundente de que los productos orgánicos sean más nutritivos que los convencionales. O que, como en el estudio de Smith-Spangler, aun cuando existan diferencias altamente significativas a favor de los productos orgánicos, por ejemplo, en el contenido de fósforo, las diferencias son pequeñas como para causar efectos clínicos reconocibles. Al mismo tiempo, otros estudios muestran lo contrario: existe amplia evidencia de la superioridad nutricional de los productos orgánicos. Algunos de estos estudios son publicados por investigadores universitarios o por activistas conocidos en el movimiento orgánico como, por ejemplo, el Organic Center. El último estudio relevante es el de Baranski y otros, quienes revisaron 343 trabajos científicos y encontraron que la concentración de antioxidantes como ácidos fenólicos, flavonoides y antocianinas es considerablemente mayor en los alimentos orgánicos y, también, que los residuos de plaguicidas eran cuatro veces mayores en los productos convencionales ya que estos contenían sustancialmente más cadmio, uno de los elementos más tóxicos a los que se puede exponer el cuerpo humano. Una opinión que parece resumir la aparente contradicción es la basada en los estudios de Johansson y otros, quienes indican que existen variaciones extremadamente grandes en la concentración de nutrientes en los alimentos orgánicos y los provenientes de la agricultura convencional, algo que depende mucho del genotipo, el clima, el ambiente, el método de cultivo, el momento de cosecha y la parte de la planta. Mencionan también que estudios en animales e in vitro dan una clara referencia del efecto benéfico de los alimentos orgánicos, concluyendo que su consumo parece ser positivo desde el punto de vista de la salud pública, pero las razones para ello no son muy claras y que, aparentemente, existen sinergias entre muchos de los componentes de las plantas.

Por el lado de los proyectos de desarrollo es importante que cada vez más unamos esfuerzos con el mundo académico para cuantificar y mostrar los efectos benéficos de la agricultura ecológica en relación con la alimentación y la salud. No es siempre fácil. Por ejemplo, la prestigiosa revista médica The Lancet, en su serie sobre salud materna e infantil sostuvo que, al evaluar programas y proyectos de producción casera de alimentos: i) normalmente no se encuentra evidencia de que la promoción de huertos familiares cause un impacto consistente en el estado nutricional materno e infantil (antropometría y niveles de micronutrientes), con la posible excepción de la vitamina A; ii) que los efectos positivos de estas intervenciones son mayores cuando se enfocan en el trabajo con mujeres y en su empoderamiento, y iii) que estos estudios de impacto generalmente han sido deficientes y con tamaños de muestra muy pequeños (Ruel y otros, 2013). Un estudio reciente en el Perú, aún sin publicar, está mostrando evidencias muy relevantes al comparar hogares agroecológicos con hogares convencionales en tres regiones andinas de alta vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria (451 hogares en Cajamarca, Huánuco y Cusco). Los primeros muestran no solo mejores medios de vida –principalmente en capital social y natural– sino también mejores condiciones de seguridad alimentaria. Por ejemplo, los hogares agroecológicos responden, con contundencia estadística, que tienen una alimentación más variada y una mayor disponibilidad de alimentos, así como una menor preocupación de que los alimentos escaseen. En el movimiento agroecológico debemos esforzarnos por proporcionar cada vez mayor evidencia de las relaciones positivas y sostenibles entre la práctica de la agricultura ecológica, el consumo de alimentos ecológicos, la nutrición y la salud.

Sin embargo, existe suficiente evidencia científica como para afirmar que el consumo de alimentos ecológicos es  favorable porque suelen tener mayor concentración de varios nutrientes y antioxidantes, lo que ayuda en la lucha contra enfermedades y también contienen menos residuos de plaguicidas. En el caso de productos animales, el consumo ecológico nos expone menos a las bacterias resistentes a los antibióticos, algo que se está convirtiendo en un problema serio para la salud animal y humana. Esto, por supuesto, debe ir de la mano con la promoción de estilos de vida saludables, el ejercicio físico regular y el consumo de por lo menos cinco porciones de frutas y hortalizas al día. Quienes buscan alimentos orgánicos y provenientes de la pequeña agricultura diversificada generalmente avanzan en el rechazo a la homogenización y al empobrecimiento de la alimentación tal como es promovida por los grandes imperios alimentarios multinacionales. Una mayor y mejor relación entre el campo y la ciudad, con formas de consumo cada vez más responsables, crea condiciones para un futuro mejor para el planeta.

Roberto Ugás
Investigador y profesor principal
Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú
rugas@lamolina.edu.pe

Referencias

  • Baranski, M. y otros, 2014. Higher antioxidant and lower cadmium concentrations and lower incidence of pesticide residues in organically grown crops: a systematic literature review and meta-analyses. British Journal of Nutrition 112: 794–811.
  • Benbrook, C. y otros, 2008. Nueva evidencia confirma la superioridad nutricional de alimentos orgánicos de origen vegetal (resumen en castellano). California, EEUU: The Organic Center.
  • Johansson, E. y otros, 2014. Contribution of Organically Grown Crops to Human Health. International Journal of Environmental Research and Public Health 11: 3870-3893.
  • Ruel, M. y otros, 2013. Nutrition-sensitive interventions and programmes: how can they help to accelerate progress in improving maternal and child nutrition? The Lancet 382: 536-551.
  • Smith-Spangler, C. y otros, 2012. Are Organic Foods Safer or Healthier Than Conventional Alternatives?: A Systematic Review. Annals of Internal Medicine 157(5).
  • Ugás, R.; Vargas, S.; Cóndor, P., y Vd Eeckhout, H., 2014. Proyecto AGROECO, Lima: UNALM.

 

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