diciembre 2013, Volumen 29, Número 4
Agricultura familiar campesina

Producción agroecológica en comunidades campesinas de Chiloé y marca de certificación SIPAM: una experiencia de desarrollo territorial

CARLOS VENEGAS | Página 27-29
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La producción campesina de innumerables regiones de América Latina reúne dos condiciones que la hacen estratégica para el desarrollo: produce un significativo porcentaje de los alimentos consumidos por la población y, en muchos de sus territorios, la agricultura se realiza bajo características de producción agroecológica, lo que agrega un valor trascendente a la oferta de alimentos que los campesinos ponen a disposición de la alimentación mundial.

La agroecología tiene como principio fundamental que los sistemas sean eficientes, sostenibles y con pertinencia cultural, lo que significa que la dimensión cultural de la producción debe representar un elemento trascendente para valorizar y proyectar los sistemas campesinos en cada territorio, transformando la identidad cultural en una dimensión económica que se agrega a las potencialidades de la producción agroecológica campesina.

Los Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) son definidos como “Sistemas destacables de uso de la tierra y paisajes, ricos en diversidad biológica, de importancia mundial, que evolucionan a partir de la adaptación de una comunidad con su ambiente y sus necesidades y aspiraciones, para un desarrollo sostenible”.
FAO, Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial. Un Legado para el Futuro. Koohafkan y Altieri, 2011:6.
 
En la cosecha de papaEn el archipiélago de Chiloé, ubicado en la Región de Los Lagos del extremo sur de Chile, existen experiencias de producción campesina basadas en sistemas tradicionales que albergan biodiversidad de importancia para el mundo y un conjunto de conocimientos tradicionales y prácticas ingeniosas de cultivo, constituyéndose en elementos que pueden hacer importantes aportes a los problemas de producción de alimentos en un contexto global cambiante. Chiloé es un centro de origen de la papa donde numerosas familias y comunidades campesinas e indígenas, dedicadas por generaciones al trabajo alrededor de este cultivo, han logrado preservar las semillas de una gran variedad de papas en un sistema de conservación in situ. Esto les ha permitido tener hoy día una diversidad que ofrece una gama enorme de adaptaciones a muy distintas condiciones socioecológicas, que en el contexto de cambios dramáticos de la actualidad cobran una importancia determinante.

Con base en esos aspectos, a través de un trabajo conjunto de las comunidades de agricultores, la Corporación CET y otras instituciones y organizaciones territoriales han generado un proceso para la postulación y posterior designación de Chiloé como un SIPAM por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), lo que permitiría a Chiloé convertirse en uno de los siete sitios declarados bajo esta denominación.

Una marca internacional como SIPAM, cuando es promovida como un eje estratégico de desarrollo local, puede generar condiciones de contexto que permitan experiencias asociativas de mutuo beneficio entre empresas, operadores turísticos y comunidades campesinas, y empujar la generación de programas públicos de apoyo a las prácticas agroecológicas de familias campesinas y comunidades campesinas e indígenas. A raíz de la evolución de esta denominación internacional y con el propósito de lograr beneficios concretos para las comunidades locales, se ha generado una marca de certificación llamada SIPAM Chiloé, inscrita en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI), institución que regula en el país las denominaciones de origen, las indicaciones geográficas y las marcas de certificación como la que se ha desarrollado en el archipiélago de Chiloé.

En la actualidad existe un conjunto de iniciativas campesinas certificadas bajo esta reglamentación que tiene  singularidades importantes. En primer lugar destaca y protege la producción agrícola generada en sistemas agroecológicos de alta diversidad y donde está claramente demostrada la existencia de prácticas agrícolas ingeniosas y donde el conocimiento tradicional es un elemento relevante del trabajo. Esto significa que es una estrategia que no pone su foco en un producto o en algunos productos, sino que está diseñada para generar una mirada de valorización y de fortalecimiento territorial, poniendo énfasis en la certificación de agroecosistemas o socioecosistemas que cumplen condiciones específicas que contribuyen con certeza a la resiliencia de los sistemas agrícolas.

La experiencia territorial en Chiloé ha ido acumulando evidencias de que una marca territorial que se sustente sobre la identidad cultural y el patrimonio biocultural de las comunidades campesinas puede generar beneficios evidentes, tanto en relación a la autovaloración y el reconocimiento, como en función de los beneficios económicos que genera la venta de productos agrícolas y servicios turísticos rurales que las familias campesinas y las comunidades pueden ofrecer.

Las siguientes son algunas experiencias que ilustran estas posibilidades generadas en el marco del desarrollo territorial con identidad cultural y a través de la puesta en valor de una denominación internacional como SIPAM:

  • Experiencias de producción agroecológica en unidades de gran biodiversidad dirigida al mercado local: campesinos que operan sistemas tradicionales de producción, cuyos productos como leche, quesos, papas nativas, frutas y derivados son comercializados bajo esta denominación.
  • Experiencias de agroturismo basadas en sistemas tradicionales de producción agrícola: familias y comunidades que ofrecen oportunidades de turismo rural donde el objeto turístico es la propia cultura local, el sistema de producción y la particularidad de las condiciones que han generado el reconocimiento SIPAM de las comunidades de la Isla de Chiloé.
  • Experiencias de producción artesanal asociativa y protección del medio ambiente natural: artesanos que mantienen técnicas tradicionales elaborando productos de alta calidad con métodos amigables con el medio desde el cual obtienen la materia prima para el trabajo que desarrollan.
  • Experiencias de agregación de valor a la producción agrícola tradicional de Chiloé: asociaciones de productores y comunidades campesina e indígenas que agregan valor a la producción tradicional a través de la producción de nuevos productos procesados como quesos, pasta de ajo en diversas presentaciones, pimienta de canelo, etc.

Conclusión

Generación de nueva diversidad

A partir de esta diversidad y a través de técnicas propias del conocimiento campesino, se ha realizado un proceso de generación de nueva diversidad a través del cultivo de semilla botánica, obteniendo en este proceso un importante número de variedades resistentes a la sequía.

Esto es un ejemplo, entre otros, que muestra cómo el trabajo de conservación de biodiversidad y el conocimiento de los campesinos de Chile permite la obtención de beneficios para la seguridad y la soberanía alimentaria de la población. Esto llama inmediatamente la atención hacia algunas dimensiones sobre las cuales se debe seguir trabajando, como la necesidad de sistemas de protección de los derechos de los agricultores, específicamente frente a las nuevas iniciativas legales relacionadas con UPOV 91 (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales) o lo relacionado a la proliferación de cultivos de semillas genéticamente modificadas.

En la Isla de Chiloé se ha generado en los últimos años un proceso en el cual se han encontrado dos vertientes de acción que están en el centro de las capacidades de las comunidades campesinas. Una está relacionada a la promoción y valorización de las prácticas agroecológicas utilizadas históricamente por las comunidades campesinas e incluye la ancestral disposición hacia la conservación y uso de la biodiversidad en general, con especial atención a las variedades antiguas de papas de Chiloé. La otra, más reciente, es el desarrollo de una estrategia de valorización de la identidad biocultural como una dimensión complementaria a las estrategias agroecológicas que ha mostrado una enorme potencialidad de empoderamiento de las comunidades, y la capacidad de propiciar mejores condiciones para el escalonamiento de la producción agroecológica.

Cuando se han desarrollado ambas dimensiones, agroecología e identidad cultural, se genera una dinámica territorial donde las comunidades campesinas encuentran un espacio natural de proyección de sus propias capacidades, lo que trae beneficios económicos y también el reconocimiento de los beneficios que sus prácticas culturales ponen a disposición de la sociedad local a través de vínculos rurales con la ciudad, enriquecimiento de las opciones del turismo regional, oferta de alimentos de calidad, etc.

Otro aspecto que permite el reforzamiento de la cultura y los sistemas tradicionales es la comprensión de que la marca territorial SIPAM, que vigoriza una estrategia de desarrollo territorial donde se benefician actores económicos muy diversos, ha sido obtenida para el territorio a través del resultado del trabajo y la fortaleza de la cultura productiva y de manejo de los recursos culturales de las comunidades campesinas del archipiélago.

Esta condición permite una posibilidad nueva de negociación y de asociatividad de las familias campesinas con experiencias empresariales que abren nuevos espacios de mercado para una canasta de productos bioculturales que han sido vitales en la vida de las comunidades y que han permitido la generación y puesta en marcha de la marca de certificación SIPAM.

La experiencia de Chiloé, en plena evolución, es un campo de aprendizaje para entender la potencialidad de las comunidades campesinas en el desarrollo de la agroecología y reconocer el rol determinante de los agricultores en el desarrollo del futuro.

 
Carlos Venegas
Agroecólogo, Director del Centro de Educación y Tecnología, CET, Chiloé. Chile
cetchiloe@gmail.com

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