septiembre 2013, Volumen 29, Número 3
Educación para el cambio

Travesía hacia el diálogo de conocimientos en la universidad

ANA MARÍA VILLACORTA | Página 8-9
DESCARGAR REVISTA COMPLETA
TIPOGRAFÍA
SMALL
MODO LECTURA
COMPARTIR

El presente artículo pretende dar cuenta del camino recorrido a partir del conocimiento e involucramiento del equipo de la Red Internacional de Estudios Interculturales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (RIDEI-PUCP) en el Programa Hatun Ñan (Camino Grande en quechua).

Un programa de acción afirmativa, explícitamente orientado a corregir la desigualdad de oportunidades que experimentan sistemáticamente ciertos grupos sociales en las instituciones de la sociedad civil y del Estado.

El Programa Hatun Ñan es auspiciado por la Fundación Ford, desde fines del 2006, en dos universidades públicas de Cusco y Ayacucho, Perú, como parte de su línea de trabajo Pathways for Higher Education (Caminos para la Educación Superior) y en beneficio de un grupo de estudiantes de origen quechua y amazónico, quienes representan –aproximadamente– el 20% de los ingresantes anuales en la universidades de San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) y San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC).

El Programa Hatun Ñan ha permitido mirar a la educación superior desde una perspectiva intercultural y comprender que la invisibilización del componente cultural de los estudiantes no permite convertir la diversidad en verdadera potencialidad para el país.

Universidad y diversidad

No hace mucho tiempo, desde el campo se referían a la universidad como un espacio que era solo para “la gente de la ciudad” (Tubino, 2007). Sin embargo, cada vez es mayor el acceso a la universidad de sectores sociales antes inexistentes en la educación superior (Zavala y Córdova, 2010).

Pero la diversidad cultural de la universidad pública no está en la agenda política, por lo que es necesario alimentar la discusión, la reflexión y el debate que conduzcan al desarrollo de medidas focalizadas y políticas de Estado y de las propias universidades para apoyar a poblaciones excluidas en un tránsito exitoso de la educación secundaria a la  educación superior y en la conclusión oportuna de esta.

Se necesita una universidad pensada de otra forma, construida desde la diversidad, compuesta por partes que no son necesariamente compatibles. Una universidad que posibilite la formación de profesionales diferentes y la transformación de sus docentes en agentes de cambios significativos.

Para el caso de los estudiantes, en la experiencia universitaria estarán integradas formas de razonamiento, de evaluar y apreciar las circunstancias y el contexto que los rodean, manteniendo la flexibilidad necesaria pero siempre otorgando particularidades culturales. Acompañar el proceso de implementación de los programas Hatun Ñan permitió comprender que la numerosa presencia de estudiantes de comunidades rurales en las universidades públicas representa un reto y una enorme posibilidad de entender la complejidad de la realidad peruana. Se constató, desde la voz de los estudiantes, cómo muchas de sus dificultades de aprendizaje, presentadas genéricamente como bajo rendimiento académico, son explicadas solo desde las carencias de la educación básica sin considerar su propio componente cultural. Situaciones que producen un giro en el objetivo de permanencia en la universidad de muchos estudiantes: “Antes de ingresar tú quieres ser profesional,

después de que ingresas el objetivo es tener un título, no importa si aprendes o no”. Lo que interesa es aprobar el curso porque saliendo de la universidad, en el campo de trabajo “se las van a ver, se las van a arreglar”.

“Siento que hay un juego que se llama ‘tú estudias y das lo que el docente quiere recibir, si el profesor quiere que memorices, memorizas para aprobar el curso; si el docente quiere que aprendes estas cosas, aprendes para aprobar el curso’; buscamos esos modos para poder aprobar el curso” (estudiante).

Es decir, se renuncia al objetivo de formación académica y de posibilidades para competir, y también se posibilita la reproducción y multiplicación de las diferencias según la universidad donde se hayan formado. Así, los que más recursos económicos tienen son los que mejor formación reciben sobre otros menos preparados, quienes teniendo el mismo estatus jurídico y académico se ven obligados a recurrir a la construcción de un prestigio local, olvidando la dimensión académica crítica.

Experiencias de interaprendizaje

“El interaprendizaje no supone una relación absolutamente horizontal ni armoniosa, sino que estamos ante una praxis dialéctica, de tensión y contraste permanente entre distintos saberes, paradigmas, percepciones, intereses y motivaciones […] se tiende a pensar que una experiencia educativa de intercambio y de interaprendizaje está exenta de conflictos. Todo lo contrario, se parte del conflicto para construir un saber común donde los sujetos que interactuamos nos reconocemos como distintos, pero con posibilidad de brindar aportes significativos para un mutuo aprendizaje” (Programa Hatun Ñan).

El interaprendizaje como propuesta metodológica empieza a desarrollarse a partir de 2005 en talleres con estudiantes del proyecto Hatun Ñan. También entre 2007 y 2009 se formaron grupos interdisciplinarios con docentes en las dos universidades públicas para realizar una investigación cualitativa sobre los estudiantes beneficiarios de los programas Hatun Ñan.

Igualmente importantes fueron los talleres de ciudadanía intercultural en un contexto andino, realizados en quechua con estudiantes de la UNSCH. Como no podía ser de otra manera, este proceso reflexivo condujo a observar críticamente el rol de la universidad en la formación de profesionales en contextos de diversidad cultural y los retos que plantea la realidad intercultural, generalmente no visible, pues el paradigma educativo oculta las diferencias en el acceso y  construcción de conocimientos y demanda un pensamiento único. A partir de esta observación crítica, los estudiantes imaginan los cambios que podrían desarrollar como proyecto intercultural en su universidad.

Diálogo de conocimientos

En la universidad, asumir el reto de un proyecto intercultural exige el reconocimiento de las diferencias y la comprensión de las formas diferentes de acceder y construir conocimientos de los estudiantes que vienen del campo. Es decir, identificar la teoría detrás de las prácticas y del universo simbólico con el que se expresan como base de una nueva y enriquecida reformulación teórica en beneficio de todos.

“Yo digo que una persona, su forma de hacer, va a ser de acuerdo a lo que ha ganado, la experiencia […]. Yo aprendo, digamos, a sembrar frejol empezando del terreno agrícola de la parte de abajo hacia arriba, porque hay también otras personas que hacen de la parte de arriba hacia abajo. ¿Por qué? Porque una vez que tú lo siembras de abajo, el ave no lo va a sacar fácil, se va a quedar ahí. En cambio, si tú lo tapas de arriba todo eso vas a empezar a sembrar de arriba el frejol y […] el ave va a sacar el frejol con más facilidad” (estudiante).

Esta descripción sería considerada como una práctica, una forma de hacer separada de la teoría; sin embargo, en las prácticas se aúnan acción y memoria cultural que han sido construidas, aprendidas y adoptadas en procesos continuos con sus propios criterios de validación.

“Desde pequeños hemos aprendido a hacer, simplemente viendo y practicando […]. En sí no me enseñan, yo mismo veo. En mi infancia yo crecí en ese ambiente y me queda, pero como vine [a la ciudad/la universidad] ya no me interesa, […] ya lo dejé, no le doy importancia, no conozco las propiedades químicas” (estudiante).

Es decir, el que aprende es sujeto en esta acción: ve, practica y “le queda”. Sin embargo la universidad le hace olvidar y desvalorar lo que tiene porque sus nuevos criterios de validación son ahora las propiedades químicas, aprendidas como únicas y verdaderas. Así se instala una falsa disyuntiva entre conocimientos académicos y prácticas campesinas, que no tendrían que oponerse sino más bien complementarse en su formación profesional.

El poner el acento en el carácter culturalmente diferenciado de un grupo de estudiantes invita a la universidad, en su conjunto, a diversificar maneras de enfocar el conocimiento y de educar. Plantea la posibilidad de que todos se beneficien de una diversidad cultural que tiene mucho que aportar al conocimiento universal.

Ana María Villacorta
Socióloga. Equipo de Investigación de RIDEI-PUCP
avillac@pucp.pe

Referencias

  • Ansión, J. 2007. La interculturalidad y los desafíos de una nueva forma de ciudadanía. En J. Ansión y F. Tubino (eds.), Educar en ciudadanía intercultural. PUCP. Lima, Perú.
  • Chinchayán, P. 2011. Laboratorio de investigación: una experiencia educativa intercultural en la universidad peruana. En Caminos de Interculturalidad. Los estudiantes originarios en la universidad. Programa Hatun Ñan. PUCP. Lima, Perú.
  • Tubino, F. 2007. Las ambivalencias de las acciones afirmativas. En J. Ansión y F. Tubino (eds.), Educar en ciudadanía intercultural. PUCP. Lima, Perú.
  • Zavala, V. y G. Córdova. 2010. Decir y callar. Lenguaje, equidad y poder en la universidad peruana. PUCP. Lima, Perú.

Ediciones Anteriores

LEISA es una revista trimestral que busca difundir experiencias de agricultores familiares campesinos.
Por ello puedes revisar las ediciones anteriores.

Suscribete para recibir la versión digital y todas las comunicaciones que enviamos periodicamente con noticias y eventos

SUSCRIBIRSE AHORA