Va de la mano la preocupación por el medio ambiente y por la salud de animales y personas, lo que obliga a que los estados tomen medidas de control para garantizar en lo posible la seguridad ambiental y sanitaria relacionada con los alimentos.
Si bien hay una actitud positiva en este aspecto por parte de las autoridades políticas, también hay, cada día en mayor número, un conjunto de movimientos de ciudadanos que se organizan para consumir productos agrícolas y ganaderos de calidad alimenticia y sanitaria garantizada.
En varias de estas iniciativas de la sociedad civil, al margen de las actuaciones de la administración, se trata de establecer un trato directo entre los consumidores urbanos y los productores agrícolas y ganaderos. Como ejemplo de esta actividad informamos sobre dos organizaciones de este ámbito. La primera es una pequeña tienda, La Cesta de la Salud, situada en el barrio del Ensanche, en la ciudad de Santiago de Compostela (capital de la Comunidad Autónoma de Galicia), famosa por ser un importante centro de peregrinación del mundo católico desde la alta Edad Media.
Este establecimiento, atendido por una sola persona, vende productos procedentes de agricultores ecológicos entre los que se recoge la producción previamente encargada. Ahí se pueden encontrar frutas, legumbres, hortalizas, verduras y toda clase de productos agrícolas frescos, propios de la época del año, y también productos secos de Galicia o de otras zonas de España y de todo el mundo. La mayor parte son alimentos básicos y miel, pero hay también toda una serie de productos ecológicos elaborados, como pasteles, tartas, yogures, batidos, zumos, pan, leche embotellada, condimentos naturales, hierbas medicinales, etc. Se venden también productos animales cuidados con sistemas ecológicos y amparados bajo la denominación oficial geográfica de origen como la ’Ternera Gallega‘ y el ’Cerdo Celta‘, que obtienen la certificación oportuna de calidad cuando cumplen los requisitos legales establecidos por la administración: “Proceder de una raza animal muy concreta y haber sido sometidos a rigurosos controles sobre su salubridad y el respeto al medio en el que son cuidados”.
Acuden a esta tienda personas jóvenes y de mediana edad, en su mayoría mujeres, con la cesta o el carrito de la compra diaria para poder disfrutar de productos sanos, frescos y de gran calidad, que han retribuido un precio justo al campesino que los ha producido de un modo ecológico.
Si bien los productos son muy estimados, resultan más caros que los comunes que se encuentran en el mercado, por lo que de momento y debido en parte a la crisis económica de España, son todavía objeto de una demanda minoritaria. La multiplicación de tiendas de este tipo y de las de las modalidades del comercio solidario, evidencia el crecimiento de la sensibilidad sobre la salud, la ecología, la economía comunitaria y la solidaridad. Otro ejemplo parecido, pero con matices distintos y perspectivas más amplias, es el de la Cooperativa de Consumo Responsable Zocamiñoca, integrada por personas con buena formación intelectual, radicadas sobre todo en La Coruña, capital de la provincia del mismo nombre en Galicia. Sus miembros entablan contacto directo con los agricultores y visitan sus fincas, explicándoles su filosofía de consumir lo necesario, sano y ecológico y a partir de aquí organizan con ellos el sistema de aprovisionamiento para que produzcan en cada momento lo que se demanda y del modo que quieren.
Otra actividad muy importante de Zocamiñoca, es la de dar clases y cursos de consumo responsable dentro de su línea de consumir lo necesario, producido del modo más sano, respetuoso con el medio para evitar despilfarros, cuidar la salud del medio y de las personas, y dar una compensación económica justa a los campesinos, que así obtienen mayores ingresos de un modo seguro, lejos de la incertidumbre de los mercados.
En cierto modo, esta cooperativa promueve un sentido humanístico y solidario de la vida al realizar una serie de visitas a los campos de cultivo, creando un ambiente amable, de amistad y de buen humor. Se trata de un nuevo estilo de consumir y de vivir, con una integración solidaria de las personas con el medio. La fama que adquieren estas sociedades es un indicativo de las muchas posibilidades de integración entre campesinos y consumidores, fuera de los circuitos comerciales habituales, en los que predomina el interés por el lucro por encima de cualquier valor ecológico o humano. La integración entre dos mundos, hasta ahora separados por la cultura oficial y los intermediarios comerciales, supone un notable avance en el bienestar integral de productores y consumidores.
A. J. Vázquez Rodríguez y J. M. Vázquez VarelaCorreo-e: josemanuel.vazquez@usc.es